Cuando argumentamos porque razón se puede
llamar a María “Madre de la Iglesia”, destacamos su colaboración creadora en el
engendramiento de la Iglesia en el momento de la anunciación, en el nacimiento
de la Iglesia en el Gólgota y, finalmente, en la preparación de la Iglesia y su
salida hacia el mundo. En este último punto hacemos referencia a la fiesta de
Pentecostés, en el Cenáculo, María une sus manos maternales en oración por la
joven Iglesia.
Una vez más la Santísima Virgen es
destinataria del envió del Espíritu, pero, al mismo tiempo, es también el
instrumento para que ese envió del Espíritu llegue, en cierto modo, en plenitud
a la joven Iglesia.(La Actualidad de María – PJK)
ORACION
El sol se encamina al reposo y nos invita a dirigir hacia el Cenáculo
la mirada.
Allí para la Iglesia imploraste al Espíritu Santo,
quien la libero de las miserias de la mediocridad,
la inicio en la doctrina de Cristo y avivo en ella
el espíritu de apóstoles y de mártires.
También así quieres actuar en nuestro santuario
fortaleciendo la fe de nuestros débiles ojos,
para que contemplemos la vida con la mirada de Dios
y caminemos siempre bajo la luz del cielo.
Haz que esa luz me ilumine y mire con fe como el amor del
Padre
me acompaño en este día.
Fidelidad a la misión sea mi agradecimiento por sus innumerables
dones.
El universo entero con gozo glorifique al Padre,
le tribute honra y alabanza por Cristo, con María,
en el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos
Amén.
Y me consagro a ti, diciendo: Oh Señora mía, Oh Madre mía. . . . .
PROPOSITO
Al
iniciar el día, pedir al Espíritu Santo que sea mí guía. Irene Bareiro