Meditación P. Rafael Fernández
"POR ESOS DIAS, MARIA PARTIO APRESURADAMENTE A UNA CIUDAD DE JUDA EN LA REGION MONTAÑOSA"
Texto: Lucas 1, 39
La
Santísima Virgen acababa de recibir la noticia, humanamente increíble,
de que ella ha sido escogida por Dios para ser la Madre del Salvador, la
Madre del Hijo de Dios. Un ángel le ha comunicado esta buena noticia, y
como de paso le anuncia que su anciana prima Isabel, que era estéril,
está esperando un niño por un prodigio divino.
María,
después de la Anunciación, podía haberse quedado en una actitud pasiva,
gozándose egoísta y tranquilamente con el hecho de que en sus entrañas
el Hijo de Dios se iba haciendo hombre. Pero, en vez de eso, nos dice
san Lucas, "partió apresuradamente" a Ain Karim, donde vivía su prima
Isabel. Deja la tranquilidad y la comodidad y emprendo un viaje de 4
días, probablemente con una caravana de peregrinos que iban a celebrar
la Pascua en Jerusalén. Un viaje pesado que, en su parte final, era por
una "región montañosa". Pero a María, nada de esto se le hace pesado;
para ella no es un sacrificio ir donde su prima. Todo lo contrario.
Siente una gran alegría no sólo por ser la Madre de Jesús sino por poder
ir a servir a su prima. Ese partir "apresuradamente" o "de prisa" como a
veces se traduce, nos indica algo de ese gozo. Es la misma prisa que
sienten los pastores por acudir donde Jesús, cuando se los comunica el
nacimiento del Niño.
Entre
las alegrías de María, una que debió acompañarla permanentemente es esa
alegría de servir. En el Evangelio casi siempre aparece sirviendo. Ella
se llama, por dos veces, a sí misma "esclava", que era la palabra
clásica de la época para designar al que estaba para servir. Con la
diferencia que el servicio del esclavo era un servicio obligado,
forzado; en cambio, el servicio de María es un ser¬vicio libre, es un
servicio hecho como demostración de un amor des¬bordante que sólo busca
el bien de los demás, con completo olvido de sí misma.
Estas
dos primas, María e Isabel, son presentadas en el Evangelio con una
marcada diferencia de edad. María era muy joven, en cambio Isabel está
en su "vejez". Precisamente por eso, porque Isabel era anciana, porque
nunca había tenido un hijo, es que María, emprende su viaje para ir a
servirla. Tres meses permanece María en el hogar de Isabel, el hogar del
futuro Juan Bautista. Durante estos tres meses, María se preocupa de
que su prima descanse y ella asume todas las labores de la casa.
Incluso, es lo más probable que María en la soledad de ese pequeño
pueblo ubicado en las montañas de Judea haya ayudado en el parto mismo,
prestando los servicios de una matrona.
Con
esta actitud servicial, de la cual el ejemplo más clásico es esta
visita a Isabel, María pone en práctica aquello que será una enseñanza
fundamental.
Es
la actitud que Cristo pide a sus discípulos: "El mayor entre ustedes,
seas como el menor y el que mande como el que sirvo". (Lc. 22, 26)
Es
a la vez la actitud con la cual se caracteriza a sí mismo: "Yo soy en
medio de ustedes como el que sirve". (Lc 22,27). "Ustedes me llaman
Maestro y Señor. Y dicen verdad, porque lo soy. Si yo que soy el Señor y
el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los
pies unos a otros" (Jn 13,13 ss.).
Que así sea.
NOTA:
Ain Karem, que se traduce como "Fuente del Viñedo", es un pueblecito
situado en las cercanías de Jerusalén, al oeste de la ciudad nueva y a
unos 6 kilómetros de la Puerta de Jaffa. En este pueblo es donde la
tradición ha venido recordando dos hechos relatados en el evangelio de
San Lucas: la Visitación de María a su prima Isabel y el nacimiento de
Juan Bautista. Precisamente fue la visita de la Virgen la que dio nombre
a la principal iglesia de la aldea.
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