LIBRES
Padre Nicolás Schwizer
N° 176 - 01 de enero de 2016
La meta del cristiano es caminar más resuelta,
valientemente y sin excusas hacia la santidad.
Todos debemos aspirar al grado más alto posible
de santidad. Sin embargo creo que muchos estamos lejos todavía de este
propósito.
Nos cuesta renunciar a tantas cosas, hábitos,
gustos y comodidades, que se han convertido en obstáculos en nuestro caminar
hacia la perfección. Nos cuesta entregarnos sin reservas a la Virgen María y a
Dios. Lo que en momentos de emoción y entusiasmo religiosos nos pareció
realizable, nos resulta casi imposible en la vida de cada día. Pero a pesar de
todo, no podemos ni queremos renunciar a estos ideales tan altos que Dios ha
puesto en nuestros corazones.
Me parece que para avanzar más en este camino tenemos
que hacer nuestra, una actitud fundamental: el espíritu de libertad.
Si ese espíritu no lo vivimos fielmente, si no lo
cultivamos permanentemente, estamos destinados a fracasar en nuestro camino,
tarde o temprano. Pero si lo vivimos, le estamos mostrando al hombre de hoy la
huella que conduce a la santidad. Porque el hombre contemporáneo no sólo tiene
un enorme anhelo de libertad.
El hombre de hoy tiene que vivir también en medio del
mundo con un mínimo de vinculaciones exteriores.
El Padre Fundador dice que la libertad es un instinto
primario de la naturaleza humana. Y la razón de ello es que el hombre fue hecho
a imagen y semejanza de Dios. Y Dios es el ser más libre.
La libertad es, por eso, uno de nuestros grandes
valores, raíz de nuestra dignidad y grandeza personal. Es como el núcleo de
nuestra personalidad. Podemos utilizarla para el bien o para el mal. El riesgo
mayor de Dios es habernos dado la libertad, motivo de tanta maldad en nuestro
mundo.
Creo que debemos estar con un respeto inmenso ante la
pedagogía de Dios. Él sabe cuántos millones de hombres abusan de su libertad. Y
sin embargo lo permite, para que algunos se decidan libremente por Él. Su
alegría son aquellos seres humanos que utilizan bien ese don. Por eso puede
decir el Padre Kentenich, fundador el Movimiento de Schoenstatt, que libertad
en sentido pleno es perfecta santidad.
Libertad es capacidad de
decisión y de realización.
¿Qué entiende el Padre Kentenich por libertad? Por supuesto, no es hacer
simplemente lo que a uno se le dé la gana, según antojos o caprichos
personales. Tampoco significa una falta absoluta de vínculos. Lo que al Padre
Kentenich le interesa no es tampoco la libertad exterior, sino la libertad interior,
la libertad de corazones. Él suele dar, según contexto o circunstancias,
descripciones o definiciones de esa libertad interior.
Una de ellas dice así: Libertad es la capacidad de decidirse libremente y de realizar
libremente lo decidido.
Saber decidirme por mí mismo y llevar a cabo esa
decisión en contra de todos los obstáculos, no es fácil en el mundo de hoy.
Porque significa, muchas veces, nadar contra la corriente, pensar diferente que
los demás, actuar en contra de las normas de la mayoría.
Exige valor e independencia, tener y defender mi
propia opinión frente a una sociedad masificada. Hoy en día no es nada fácil,
pensar y actuar libre y autónomamente. Resulta mucho más cómodo dejarse llevar
por lo que la mayoría opina, siente y hace. Libertad es un don sublime, pero
también una tarea extraordinariamente difícil.
Pregunta
para la reflexión
¿Me considero libre de las opiniones de los demás sobre mi persona?
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