viernes, marzo 27, 2015

El Puente N° 1/2015 - Alma y corazón

ALMA Y CORAZON... cultivando la cultura de la alianza, cultivando la cultura del encuentro

Aporte del 5º Curso FILIA INMACULATA PATRIS – Región Cuyo

ALMA Y CORAZÓN, ¡QUÉ HERMOSA VOCACIÓN!


Toda mujer debe ser alma y corazón, entendiendo por alma la fuerza vital que la anima a ser una mujer íntegra, libre pero muy arraigada en el corazón de Dios. Y debe ser corazón que bombea con fe, esperanza y caridad a cada parte de su ser y da vida a otros. Pues a través de nosotras, Dios quiere regalar ese amor a muchos, ¡qué hermosa vocación!



Recordando nuestro proceso de búsqueda del ideal, “Filia Inmaculata Patris, instrumento de tu amor”, en aquel momento surgieron muchas dudas, ya que llegó de una forma inesperada. Fue en casa de la 
Hermana Regina, que como un viento, el Espíritu Santo nos sopló el Ideal.

Nuestra alma y nuestro corazón quedaron impregnados un 12 de abril. Este hito para nuestro curso fue coincidente, si recuerdan, con la fecha en que el Padre Kentenich fue llevado al orfanato y consagrado a la Virgen de Pompeya. Y además, el cuadro de la Mater cumplirá 100 años de estar en el Santuario Original en la misma fecha de este año. Fueron emociones muy fuertes y demoramos casi un año en comprobar que era ese el Ideal que Dios quería para nosotras y en elaborar el documento que revelara nuestro anhelo de ser una mujer particular, inserta en el mundo, en sus roles de mujer, esposa y madre. 

Encendidas por el fuego del Espíritu Santo, la pequeñez de cada una quedó plasmada para siempre en un gran desafío. Sentimos el llamado justo en el centro de nuestro corazón. En el peregrinar hacia el Padre encontramos respuesta en una familia anclada en la Alianza de Amor.

Hoy, marzo de 2015, seguimos anhelando ser hijas fieles, para encarnar ser alma y corazón, como lo dice nuestro gran Ideal de Argentina-Paraguay. Lo haremos vinculando nuestro ser y hacer para proyectarnos con libertad en un modo de vivir orgánico, cumpliendo la voluntad de Dios. Citando nuestro documento afirmamos: “la verdadera libertad es la libertad responsable de la hija frente al Padre y a su Creación que nos hace merecedoras de paz y alegría”

En la actualidad, como verdaderas mujeres libres y responsables, vivimos con aceptación las dificultades. Intentamos ser mujeres sencillas para repartir amor, paz y alegría. Queremos encarnar la nueva mujer con la mirada en la Inmaculada junto a nuestras familias, con nuestra originalidad. Queremos ser alma y corazón en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, en el trabajo y en el descanso; en todos los momentos de nuestra vida.

Es importante ver las cosas a la Luz de Dios. Yo soy única y valiosa en todas las circunstancias de la vida. La experiencia del propio valor es el punto de partida de todo desarrollo. El Padre Kentenich dice que eso es encontrar “su” rostro original. Si cultivamos la alegría de nuestra unicidad, línea fundamental del ser femenino, “nuestro tiempo tiene la tarea de determinar y delimitar el lugar que ocupará la mujer en el futuro, de acuerdo con la nueva situación histórica que ya se vive”. El Padre Kentenich abogó por un compromiso especialmente femenino de la mujer en la vida pública.

Una mujer que se sabe amada es fuerte. Nuestro corazón se aquietará en su Divina Presencia. El me quiere tal como soy, le sonrío y esto es una actitud espiritual de entrega desasiada y plenamente abierta al Dios del Amor.

El dolor es una “Joya” mía, es parte de mi secreto personal que no me destruye sino que desarrolla mi ser mujer. La Santísima Virgen nos enseña esa filialidad desasiada, fuerte.

Hoy las mujeres podemos impregnar la cultura, el ámbito laboral… para que así toda la  cultura esté marcada a nivel síquica y espiritual por la presencia femenina. 

Gran misión: detectar dónde estamos arraigadas y comenzar a vincularnos seriamente con determinadas cosas y personas. Tomemos bien en serio este vínculo y detengámonos en las experiencias que estamos haciendo para decantarlas en lo profundo de nuestro ser. Aunque se trate de una vinculación muy simple, démosle profundidad e intensidad, volvamos una y otra vez sobre ella. Así iremos tendiendo a nuestro alrededor un tejido de vinculaciones profundas, que quizás cueste establecer, pero que serán valiosas para nuestro ser. En torno de la mujer que viva con ese estilo surgirá un espacio vital. No haré más cosas sino que viviré de otra manera, descubriré a mi hermano tanto en la cajera del supermercado como en la chica que me atiende en la sala de espera.

La Virgen en este sentido es una mujer típicamente moderna. Ella detecta las necesidades, no deriva responsabilidades y actúa enseguida. Su prima Isabel la necesitaba y Ella se puso en camino, igual que en las Bodas de Caná, faltó el vino, se puso manos a la obra y adelantó el tiempo de su Hijo. Ella actúa desde lo profundo de sí, tranquila, serena y a la vez con mucha sensibilidad ante las exigencias de la realidad. La Virgen María fue urdiendo una fuerte red de vinculaciones. Luego de la muerte de Jesús la encontramos dentro del grupo, no consolada, sino como Madre que gesta una unión nueva. Quien viva así sentirá la alegría de vivir y brindar vida a otros.

Toda mujer debe ser alma y corazón, entendiendo por alma la fuerza vital que la anima a ser una mujer íntegra, libre pero muy arraigada en el corazón de Dios. Y debe ser corazón que bombea con fe, esperanza y caridad a cada parte de su ser y da vida a otros. Pues a través de nosotras, Dios quiere regalar ese amor a muchos, ¡qué hermosa vocación!

El Papa Francisco nos pide que esta Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón. Y reza: “Hazme un corazón semejante al tuyo” para tener un corazón fuerte, misericordioso, vigilante, generoso, que no se deje encerrar en sí mismo, y que no le alcance el vértigo de la globalización de la Indiferencia. Pues esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, que hasta se puede hablar de una globalización de la indiferencia. Por eso los cristianos debemos ser “islas de misericordia en el mar de la indiferencia”, concluye.

“No son ustedes los que me eligieron a Mí, sino Yo el que los elegí a ustedes” (Jn 15, 16). “Permanezcan en Mí como Yo permanezco en ustedes” (Jn 15, 4).

Permanecer es contemplarlo, adorarlo, abrazarlo en nuestro encuentro cotidiano con El, en los momentos de oración, de adoración y también reconocerlo presente y abrazarlo en las personas más necesitadas. El permanecer en Cristo no significa aislarse sino un permanecer para ir al encuentro de los otros. Oponer a la cultura del descarte, con alegría, la cultura del Encuentro, la cultura en definitiva de la Alianza de Amor, donde todavía existe la palabra solidaridad.

El Padre Kentenich decía: “Nuestro corazón debe ser como los cuatro elementos: puro como el agua, ardiente como el fuego, humilde como la tierra y libre como el aire”.

Para conquistar un corazón digno de la Mater, de su Reina, una federada deberá ser capaz de crear alrededor de sí misma un pequeño cielo.


5° Curso – Región Cuyo
FILIA INMACULATA PATRIS

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