jueves, septiembre 16, 2010

El Puente

Federación de Madres
Argentina / Paraguay
Año 4 - Nº 15
septiembre 2010



Sumario

a) Carta para nosotras “La oración contemplativa”
Ana Rigo de Celli

b) Esto nos pasa: “La familia, camino de la Iglesia, célula fundamental de la sociedad”
Aporte del Curso 18º Bs As

c) Mujeres hoy y acá “Al mundo le falta la cara femenina de Dios”
Aporte del Curso 3º Py

d) A la sombra del Santuario: “Santuario, fuente donde bebemos la esperanza”
Aporte del Curso 17º San Martín, Mendoza

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a) Carta para nosotras:
“La Oración Contemplativa”

Mis Queridas Hermanas:
Cuando Nelly me escribió un mail pidiéndome que escribiera una carta para nosotras, pensé: qué me está sacando música en el alma, e inmediatamente me vino a mi mente este caminito que estoy conquistando de la oración contemplativa: Espero que con esta pequeña introducción a la contemplación crezca en nuestra alma la Gracia que el Señor nos va dando para tener un tiempo para contemplarlo.
Nuestro Padre Fundador nos dice que en nuestra vida se debiera dar una sana armonía entre contemplación y acción, entre oración y trabajo, entre razón y afecto. Por eso, si queremos adentrarnos por el camino de la contemplación, de algún modo debemos “reajustar” en nosotras la relación entre acción y contemplación, entre idea, verdad y amor.
La oración es el encuentro de Dios que ama al hombre, y del hombre que quiere ser amado y amar.
Es el encuentro entre la sed de Dios por el hombre y la sed del hombre por Dios. El Señor nos conduce por el camino que Él quiere y cada una de nosotras va respondiendo a Su llamado según la determinación de su corazón.
Desde siempre la Iglesia ha conservado tres expresiones principales de la vida de oración: la oración vocal, la meditación y la contemplación. Todas estas expresiones de oración tienen en común un rasgo fundamental: brotan del corazón del hombre como respuesta al amor de Dios. El corazón es el lugar de la verdad y de la decisión donde elegimos el sentido que queremos darle a nuestra vida.
Orar es entrar en el santuario del corazón, se trata de aprender a permanecer en ese “lugar”, es entrar yo y dejar entrar a Dios en ese lugar único en el que yo soy yo y en el cual Dios quiere reinar.
Es en la oración contemplativa donde “nos adentramos” para buscar y encontrar a Dios.
Vista en esta perspectiva, la oración realiza la unidad de nuestro ser: cuerpo y espíritu. La oración nos permite descender a lo más profundo e íntimo de nosotros mismos y experimentarnos como una unidad total.
Se trata de no crear una tensión entre cuerpo y espíritu. En la unidad de ambos es que Dios trabaja y se va produciendo lo que el Padre Kentenich llamaba “el proceso de divinización del hombre”. No hay una meta mayor que ésta: ser imagen y semejanza, es la unión de lo divino en lo humano.
En el silencio del corazón, Dios nos hace escuchar “su palabra” que nos revela nuestra propia “identidad “y nuestra “misión”.
Como la Virgen María también nosotras la acogemos y decimos al Padre: que sea en mí tu voluntad.
Tres pasos debemos recorrer en el camino de la contemplación:

- El Silencio: el primer paso que debemos recorrer es aprender a silenciarnos.
El mismo Jesús nos enseña que para orar no es necesario decir muchas palabras. Basta callar para silenciarse y adentrarse en el misterio que permanece oculto y callado. Y el Padre que ve en lo secreto, nos escuchará. Mt 6,6.
El silencio es fecundo, siempre está gestando vida. Es creativo y poderoso. El silencio nos dignifica, nos recuerda quienes somos, nos agranda, nos ennoblece. El silencio crea intimidad, nos hace presentes a nosotros y a los demás, nos convoca para el encuentro y se hace medio privilegiado para trasmitir el amor cuando no alcanzan las palabras.
El silencio nos adentra, para comenzar el camino al corazón, nos recoge y nos dispone a la oración. Para orar tenemos que estar dispuestas al silencio, aquietar nuestro cuerpo y acallar nuestros ruidos, recuperarnos a nosotras mismas y conectarnos con lo que nos pasa. Tenemos que silenciar nuestra actividad, nuestras palabras, nuestros pensamientos y nuestras emociones, para dejar confiadamente en el silencio a Dios.

- La Escucha: éste es el segundo paso que debemos recorrer.
Escuchar con el corazón es esencial para orar y para vivir en plenitud. A lo largo de toda la historia de la salvación Dios pidió a su pueblo que lo escuchen: escucha Israel... atiende a mis súplicas. Habla Señor que tu pueblo escucha, rezaba Samuel.
En la manifestación de la transfiguración, se escucha la voz del Padre que desde el cielo nos dice: Éste es mi Hijo muy amado: escúchenlo. Mt 17,5.
En el camino de la contemplación es imprescindible que aprendamos a escuchar para poder responder a la alianza de amor que Dios hace con nosotros. Y para escuchar su “voz” es necesario “adentrarnos" en las honduras de nuestro corazón, morada santa de Su Presencia. Y esta experiencia de Su Presencia en la oración, nos posibilita vivir en Su Presencia todos los días de nuestra vida y sobre todo, descubrir que el manantial de esta vida nueva que se derrama sobre nuestras vidas surge del fondo o del centro de nuestro corazón. Allí nos habla la vida, debemos escucharla porque ella es el lugar privilegiado para el encuentro con Dios, ya que todo lo que existe participa de una única fuente de vida que es Él mismo, el Creador.
También es necesario escucharnos a nosotras mismas, a nuestro cuerpo, a nuestras emociones, escuchar a los otros, y así poder escuchar a Dios que nos habla al corazón.

-La Acogida: es el tercer paso para recorrer el camino de la oración contemplativa.
El silencio y la escucha nos disponen a una actitud de acogida a Dios y a su palabra, acogida a la vida de todas sus formas, que está preñada de “Su Presencia divina”.
Somos de Dios y estamos invitados a participar de la vida divina dejando que Dios sea en nosotras, acogiendo su voluntad dejándonos amar y atravesar; para que la vida y el amor divino pasen a través de nuestra vida humana.
¿Cuál es el sentido de nuestra vida? Vivir en el amor, vivir en Dios que es amor. En esto radica nuestra felicidad eterna y el sentido de nuestra existencia. Sólo podemos ser felices si nos disponemos a acoger la Palabra de Dios y obedecer su voluntad.

El tiempo transcurrido en la presencia de Dios debe ser cada vez más gratuito, como es gratuito el don mismo de la vida. La gratuidad no sólo nos libera de cálculos y la búsqueda de respuestas a ciertas necesidades, sino que nos introduce en lo esencial de nuestra fe: “la dimensión de eternidad y de amor de nuestras vidas.”
Entender esto significa un cambio radical en el sentir común de la oración. Nos libera de querer utilizar a Dios en beneficio nuestro o de los otros, por noble que sea la intención. Se trata de buscar “no” el consuelo de Dios, sino al Dios del consuelo. Primero Dios, siempre Dios para que podamos realmente ser lo que somos y realizar lo que constituye nuestra misión de vida:”reflejar a Dios, ser imágenes y semejanzas.

Mi Señor y mi Dios,
Toma todo lo que me ata,
Cuanto disminuye mi fuerte amor por ti
Dame todo lo que acreciente el amor por ti
Y, si estorba al amor, quítame mi propio yo. Amén.

Aquí les mando algunas preguntas que nos van a ayudar para nuestra meditación:

¿Cómo ha sido mi camino de oración? ¿Cómo oro? ¿Cuál es mi forma de oración preferida? ¿Qué me ayuda a orar? ¿Cuáles son mis dificultades? ¿Cuándo oro? ¿Puedo dedicar cada día un tiempo para la oración? ¿Dónde oro? ¿Cuáles son mis lugares más frecuentes de oración? ¿Cuáles son los frutos de oración que descubro en mi vida? ¿Qué necesito crecer en mi vida de oración?

Bibliografía:
Catecismo de la Iglesia Católica.
Orar con el Cuerpo y Alma. P. Alberto Eronti
El Camino al Corazón. Inés Ordoñez de Lanús.
Cómo aprender a Meditar. P.Rafael Fernandez.

Ana M. Rigo de Celli.
7º curso de la Región Mediterránea.
“Hija Predilecta del Padre, Canto tu Alegría.”

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b) Esto nos pasa
Aporte Curso 18 de Buenos Aires

La familia, camino de la Iglesia, célula fundamental de la sociedad.

La familia tiene su origen en el mismo amor con que el Creador abraza al mundo creado. El Hijo Unigénito, consustancial al Padre, entró en la historia de los hombres a través de una familia.
El Redentor transcurrió gran parte de su vida oculta en Nazareth, sujeto, como Hijo del hombre a María, su Madre y a José, el carpintero. Esta “obediencia filial”, es la primera expresión de aquella obediencia suya al Padre “hasta la muerte”, mediante la cual redimió al mundo.
Según el Concilio Vaticano II, el Hijo de Dios, en la Encarnación “se ha unido, en cierto modo, con todo hombre”. Siguiendo a Cristo “venido” al mundo “para servir”, la Iglesia considera el servicio a la familia una de sus tareas esenciales. En este sentido, tanto el hombre como la familia constituyen “el camino de la Iglesia ”.
Aún lo es más allí donde la familia atraviesa crisis internas, o está sometida a influencias culturales, sociales y económicas perjudiciales, que debilitan su solidez interior, si es que no obstaculizan su misma formación.
La experiencia demuestra cuán importante es el papel de una familia coherente con las normas morales, para que el hombre que nace y se forma en ella, emprenda sin incertidumbres el camino del bien, inscrito siempre en su corazón. En nuestros días, ciertos programas sostenidos por medios muy potentes, parecen orientarse por desgracia a la disgregación de las familias.
A veces parece incluso que, con todos los medios se intente presentar como “regulares y atractivos” – con apariencias exteriores seductoras – situaciones que en realidad son “irregulares”.
Tales situaciones contradicen “la verdad y el amor”, se oscurece la conciencia moral, se deforma lo que es verdaderamente bueno y bello y la libertad es suplantada por una verdadera y propia esclavitud.
Génesis 1,27 “Varón y mujer los creó”, ésta es también la primera afirmación de la igual dignidad. El hombre y la mujer en el matrimonio se unen entre sí tan estrechamente que vienen a ser “una sola carne”,
Su unión debe realizarse en la verdad y el amor poniendo así de relieve la madurez propia de las personas creadas a imagen y semejanza de Dios.
En la paternidad y maternidad humana Dios mismo está presente de un modo diverso de cómo está en cualquier otra generación “sobre la tierra”.
El hombre es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por si misma.
El matrimonio es la base de la institución familiar, está formado por la alianza por la que el varón y la mujer constituyen entre sí una consonancia de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole.
Solo una unión así puede ser reconocida y confirmada como matrimonio en la sociedad.
En cambio otras uniones interpersonales que no corresponden a las condiciones antes mencionadas son corrientes bastante peligrosas para el futuro de la familia y de la misma sociedad.
Dicho permisivismo moral llega a perjudicar las auténticas exigencias de paz y de comunión entre los hombres.
Así se comprende por qué la Iglesia defiende con energía la identidad de la familia y exhorta a las instituciones competentes, especialmente a los responsables de la política, así como las organizaciones internacionales, a no caer en la tentación de una aparente y falsa modernidad.
En Canaà de Galilea, donde Jesús fue invitado a un banquete de bodas, su Madre se dirige a los sirvientes diciéndoles “Haced lo que Él os diga” Jn 2,5 . También nos lo dice a nosotros hoy aquí. Y lo que Cristo nos dice en este particular momento histórico, constituye una fuerte llamada a una gran oración con las familias y por las familias.
Con esta plegaria la Virgen Madre nos invita a unirnos a los sentimientos de su Hijo que ama a cada familia.
Él manifestó éste amor al comienzo de su misión de Redentor precisamente con su presencia Santificadora en Canaà de Galilea, presencia que permanece todavía.
Detectar la acción de Dios en todos los acontecimientos de la historia y descubrir su voluntad fue la gran pasión del nuestro Padre Fundador. El Padre siempre decía que quien quiere sanar a un enfermo, primero tiene que hacer un diagnóstico. El hombre moderno está enfermo. Tanto en el orden natural como en el sobrenatural se dan procesos vitales. En el orden natural la célula fundamental es la familia. Según la intención de Dios, una familia sana debiera encarnar una totalidad orgánica: hombre-mujer, padre-madre, de los padres y los hijos. El Padre anuncia la destrucción de esa unidad y su origen está en el pensar y obrar mecanicista y separatista que desarticula la familia y separa uno de otro. Por ello el Padre también ve la causa de este problema y de tantos otros en un pensamiento que llevó al hombre a su desintegración en todos los ámbitos de su vida, especialmente la familia, y nos dice: Cultivemos el ethos(ética) familiar: padre, madre e hijo., cultivemos la conciencia paternal, conciencia maternal y conciencia filial. Este ethos es el que forma el corazón ante realidades como ser el amor, la vida, familia, trabajo etc. Forma la mentalidad y un estilo de vida en un niño.
En el año 1948 el P. Kentenich visita Brasil con motivo de la Bendición del Santuario de Santa María. Cuatro días más tarde escribe una carta que ilumina toda la tarea apostólica de Don Joao Pozzobon, discípulo del Padre, e iniciador de la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina, describiendo la situación de las familias y la misión que asume la Sma. Virgen en relación a ellas:
1- La época actual, que en todas partes impulsa hacia un completo desarraigo en todos los aspectos de la vida, muestra sus devastadores efectos, con mayor intensidad, en el Santuario de la familia.
2- La Santísima Virgen quiere formar y plasmar una sociedad nueva y un tipo de hombre nuevo. Y para ello concentra necesariamente toda la fuerza de su gracia en la creación y multiplicación de sólidas familias de Schoenstatt.
3- Tomen la imagen de la Sma. Virgen y colóquenla en un lugar de honor en sus hogares. Creará una tierra santa familiar y plasmará miembros santos en la familia.
En su testamento Don Joao describe su tarea: en primer lugar está salvar la familia, por medio de la gran Obra de Schoenstatt, a la que debo mucho. El objetivo actual es salvar la familia con todas nuestras fuerzas, a través de la santificación, imitar a María, ser un reflejo de la justicia cristiana, uno por el otro, para una nueva conquista de la dignidad y respeto de la persona humana, con sus valores, encontrándonos con los más necesitados.
Como madres federadas estamos llamadas a forjar y educar al hombre nuevo en nuestra familia, en nuestra comunidad, en nuestro trabajo en todos los lugares relacionados con nuestras vidas, educar al hombre nuevo en una nueva comunidad, y así en la noche oscura de nuestro tiempo nuestros ideales serán realmente una respuesta, una solución, un camino hacia la nueva orilla
Oremos por las familias de todo el mundo, Oremos por medio de Cristo, con Cristo y en Cristo, al Padre de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra.

Anabella Kasatkin de Maloberti, Graciela Arzeno de Tittarelli

Bibliografía:
Paulo VI Carta Encíclica Humanae Vitae
Juan Pablo II Carta a las Familias
Desafíos de nuestro tiempo: Textos escogidos del Padre Kentenich
Héroe hoy, no mañana: P. Esteban Uriburu
J. de Hoerde, pág.58

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c) Mujeres hoy y acá
Aporte del curso 3º Py
Al mundo le falta la cara femenina de Dios
"Cuando mi vida es agitada por indómitas tormentas y las pasiones desgastan mi alma"

La mujer ha luchado a lo largo de toda su historia por la igualdad en derechos y capacidades. Ha sufrido la humillación y la injusticia a través de su ardua lucha, pero incansables han permanecido inalterables en sus convicciones e inamovibles en los frentes de batalla, gustosas estaban dispuestas a sacrificarse en pos de sus ideales, ideales que significaban dignificar a la mujer a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Con sacrificios y renuncias, penas y lágrimas, la mujer ha logrado hoy la igualdad en derechos y obligaciones.
Sí, porque así como se ganó el derecho a votar, a ejercer la profesión de su agrado, a recibir una justa remuneración, etc., ha adquirido la obligación de traer el sustento a la casa, entonces tuvo que salir a trabajar, a competir y a enfocarse en su lucimiento personal, su desarrollo profesional, su mejoramiento salarial etc., perdiendo el respeto inherente a su condición de mujer y se dedicó a cometer los mismos errores que los hombres.
Todo se ha relativizado y hoy en día conquistar al hombre casado es una hazaña y destruir una familia un triunfo, la virginidad es un defecto y la promiscuidad una constante.
Existen menos matrimonios, gente soltera de avanzada edad, donde la falta de compromiso y la desconfianza, llevan al hombre a relaciones casuales que llevan al ser humano a la soledad y el abandono.
¿Qué pasó con aquella mujer que cuidaba de su casa, sus hijos y su marido? Cuya mayor retribución era el bienestar y la felicidad de su familia.
Esa vida entregada a la educación en valores de los hombres del futuro.
Una vida dedicada al servicio por amor.
El "feminismo" actual, contrario a los verdaderos intereses, derechos y naturaleza de la mujer, quiere degradar su papel, convirtiéndola en objeto de explotación económica, valorándola solo como productora o consumidora, y en objeto de explotación sexual, minimizando su privilegiada capacidad de transmisora de vida y de valores.
En nombre de la igualdad del liberalismo relativista, se la lleva a aceptar y desempeñar roles masculinos en el trabajo, con lo que se fuerza el abandono de su misión de centro del hogar y máxima protagonista de la vida afectiva del marido y de los hijos.
Existen mujeres que pueden elegir, y otras que no tienen tanta suerte, pero hallar el equilibrio es el desafío, ya que en el afán por la igualdad se han olvidado de lo valioso que es ser diferente.
Parece demencial insistir en el igualitarismo del hombre y de la mujer (no confundir con la igualdad en el plano legal) cuando tan evidentes son las diferencias psicológicas y físicas.
Sin embargo lo difícil hoy, es atreverse a ver tales diferencias y señalarlas advirtiendo que vivir como hombre o vivir como mujer, tienen obligaciones comunes y obligaciones específicas distintas.
La mujer de hoy, tiene que salir a luchar en la selva de cemento por el sustento de sus hijos, usando el tiempo que era para sus hijos en capacitación para no quedar atrás, ya no la ayudan a cambiar un neumático, ni le ceden el paso, ni le abren las puertas, ni omiten en su presencia las groserías y los chistes obscenos para no ofender su pudor.
Y así hoy en el nuevo mundo se puede ver niños huérfanos de padres vivos, buscando encontrar en los amigos los consejos que la madre no tiene tiempo de dar, o encuentran en los vicios la contención y el escape, porque no encuentran un abrazo oportuno, de una madre presente.
Y éstos niños, se convierten en adolescentes llenos de problemas y carencias afectivas, que luego serán adultos infelices, inmaduros e insatisfechos, volcando todos sus esfuerzos en la obtención de riqueza, poder y placer, para llenar el vacío de su niñez sin el rostro femenino de Dios.
El reto de la mujer de hoy es impregnar el mundo con la sensibilidad, la paciencia, la comprensión y el amor, que es lo que al ser humano lo hace un hombre mejor.
“Nuestro desafío como mujeres es devolver al mundo el rostro femenino de Dios”

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d) A la sombra del Santuario
Aporte del Curso 17 San Martín Mendoza

SANTUARIO, FUENTE DONDE BEBEMOS LA ESPERANZA

María quiso comenzar una historia con la familia de Schoenstatt. Aquel 18 de octubre de 1914, una capillita se convirtió en el Santuario de María, nuestro hogar, nuestro taller y quiere continuar con la misma fuerza que le dio vida.
Esta historia comenzó con una Alianza donde María tomó el corazón de unos jóvenes para unirlos con Dios y llenarlos de fuerza de Dios y así quiere que continúe. Que estemos constantemente en diálogo con Dios, constantemente ofreciéndole nuestras manos, nuestra capacidad, lo que podamos aportar para que Dios utilice como Él quiere y se muestre como Rey de nuestra historia, de nuestra vida, de nuestra nación.
Dos frases del Padre Kentenich nos vienen a la mente “Una visión se vence con otra visión” “Una gran luz hace desaparecer una luz pequeña”, como el sol hace palidecer a la luna. En el corazón del Padre Kentenich ardía el anhelo de “tirar del carro de triunfo de María”, con la esperanza de encontrar aliados que estuviesen dispuestos a compartir con él su misión mariana de vida.
María puso su mirada en nosotras y nos dice: pongan a Dios en el centro y construyan la Nación en torno a Dios. Pongan a Dios en el centro de sus corazones y construyan con Dios en sus corazones esta Nación de Dios. Hagan que Dios reine, hagan que Dios realmente viva en el corazón de cada una, para dejar de ser un referente externo, para pasar a ser foco interno que arde, sopla, fluye. Dios sale a nuestro encuentro a través de María y nos dice que nos necesita, que cuenta con nosotras.
Y María nos dice: “Muéstrenme con hechos que me aman”; vivan realmente su fe, vivan esa fe que han recibido como Don, vivan esa Alianza que han sellado conmigo, con todos sus corazones, con todas sus fuerzas, con todo su espíritu y demuéstrenlo con obras. Se trata del compromiso con una persona, presente, real, actuante. Ahora nos pide dar pasos trascendentales.
¿Alguien sabrá decirle al hombre quién es? ¿Alguien sabrá desenmascarar la mentira? ¿Alguien sabrá encender en la noche de la confusión una lámpara? Es una inmensa misión de la cual el Santuario es el signo, la fuente donde bebemos la esperanza.
No olvidamos las palabras que pronunció en 1929 el Padre Kentenich “A la sombra del Santuario se decidirán en los próximos años los destinos de la Iglesia”. Palabras significativas e importantes, casi suenan a locura; se comprende que para schoenstattianos o no schoenstattianos no fuera fácil asimilar semejante afirmación.
¿Porque las pronunció? Por un llamado especial de Dios, aún sabiendo que provocarían contradicciones y malas interpretaciones. Se requería de una gran humildad para llevar a cabo la misión encomendada, convencido que nos recibiría aprobaciones ni aplausos. El Padre Kentenich nos decía después del Concilio “Adéntrense en la historia de la familia”. Hemos de buscar y comparar las ideas-fuerza y los temas que nos son comunes.
Nacimos con el inicio de la primera guerra mundial, fuimos testigos del arrollador avance de las grandes ideologías del siglo xx: el comunismo y el nazismo-facismo. Así aprendimos a desarrollar y probar nuestra visión del futuro.
Necesitamos, con la inteligencia schoenstattiana reflexionar los grandes temas del ahora, bebiendo en la experiencia de la historia e imaginando caminos de realización en el hoy y el mañana. No podemos quedarnos, precisamos caminar, mejorar, ir hacia delante, romper con el aburguesamiento espiritual.
Esta es la hora de María, estrella de la evangelización siempre renovada. Con ella encontramos el valor de tender siempre las manos hacia las estrellas a pesar de nuestras continuas faltas, porque la Santísima Virgen poco a poco va formando un tipo de hombre nuevo y una comunidad nueva. Las corrientes de gracia que emanan del Santuario, influyen sobre el hombre y la mujer de hoy, ayudándoles a resolver y superar la crisis de la sociedad moderna para la realización del hombre nuevo en Cristo y María. Esta crisis recae también sobre nuestra Madre Iglesia.
La Santísima Virgen ha establecido su trono de gracias de modo especial en el Santuario y ha manifestado
En muchas formas su gloria al mundo entero. En virtud del derecho de conquista ha demostrado verdaderamente ser la Madre Reina y Victoriosa tres veces Admirable de Schoenstatt. Esto convenció cada vez más al Padre Kentenich que este lugar de peregrinación mariano sería una fuente de gracias para los nuevos tiempos; afloró algo que era muy propio del Padre Kentenich en su modo de actuar “Lo más excelso ha de ser el objeto de nuestros intensificados esfuerzos”. Considerando que estaba llamado a cooperar activamente en el plan de Dios, se trata de la cooperación humana con la Gracia, de lo que más tarde formularía como lema de Schoenstatt: “Nada si Ti, nada sin nosotros”. Por eso la invitación a María iba acompañada del ofrecimiento de un serio esfuerzo por la Santidad. Precisamente la ley que tan fuertemente ponemos por delante “Libertad en cuanto sea posible, obligaciones solo las necesarias y sobre todo, cultivo del espíritu” será en el futuro lo único capaz de llevar a la humanidad moderna a Belén. María viene a nosotros como la gran educadora. Nos ofrece su capacidad, su poder y fuerza educadora. Precisamos de su Gracia que nos regala en el Santuario para que dependiendo de Ella y por interés de su misión, podamos apoyar, ser responsables, brindar serenidad para el espíritu y ser sostén de muchos.
Nos ponemos sin reservas a su disposición, como héroe schoenstattiano que desea mejorar el mundo y lo hace desde la santidad de la vida diaria. No se puede imaginar una Argentina nueva sin héroes. A esto nos envió el Padre Kentenich cuando dijo: “una visión no se vence discutiendo, se vence viviendo más, siendo más”
De lo que abunda en el corazón habla la boca, lo que se ha experimentado y vivido en sí mismo, se desea comunicar.
Para ser fecundo en todo cuanto hacemos, cuando llegamos al Santuario no dejamos de suplicar, Madre-Reina
Aseméjanos a ti y enséñanos a
Caminar por la vida tal como tú lo hiciste;
Fuerte y digna, sencilla y bondadosa,
Repartiendo amor, paz y alegría.
En nosotros recorre nuestro tiempo
Preparándolo para Cristo Jesús.

Bibliografía:
José Kentenich “una vida para la Iglesia” (Engelbert Monnerjahn)
Padre, desde el Santuario esperanza para la Iglesia y el mundo.
Talleres del lema del año)

Adriana de Facello- Norma de Salafia- Liliana de Tupalle
Curso 17º, San Martín- Mendoza.

fedeboletin@gmail.com
www.federacionmadres.blogspot.com

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