HIJA FIEL, ALMA Y
CORAZÓN, ARDE POR LA MISIÓN DEL PADRE
El próximo año elegiremos
en cada Capítulo regional y en el Capítulo territorial los asistentes y las
jefas que nos conducirán durante los próximos cuatro años. El objetivo de esta
campaña es prepararnos durante los meses previos para este gran evento de la
Federación de Madres. Prepararnos significa recorrer juntas un camino, como
comunidad, para tomar conciencia. Tomar conciencia, ¿de qué?- se preguntarán.
Fundamentalmente tomar conciencia de que la FEDERACIÓN DE MADRES ES UNA
COMUNIDAD DE JEFAS. La dirigencia en la Federación es muy importante, no sólo
porque vamos a elegir y podemos ser elegidas sino también porque la dirigencia
es parte de nuestra identidad. El perfil del dirigente está en cada una de
nosotras y es un aspecto muy característico y fundamental que nos identifica y
por lo tanto que nos diferencia de otras comunidades.
¿En qué momento nos
formamos como líderes? Durante todos estos años la Mater ha ido esculpiendo en
nosotras un líder, una jefa. Ella nos invita a entregar nuestros esfuerzos y
conquistas, el trabajo de la voluntad y fidelidad en lo pequeño, en lo de todos
los días, en la santificación de la vida diaria, en las entregas al capital de
gracias. “A nuestra impotencia une su inmenso poder” moldeando, en cada una de
nosotras, “la mujer nueva”. “Nada sin Ti, nada sin nosotras”. Y sin darnos
cuenta venimos realizando un trabajo de autodirección.
“La capacidad de auto-dirigirse
es la condición básica para poder conducir a otros. La autodirección abarca la
organización del propio tiempo, el desarrollo emocional, social y espiritual,
lo que incluye - por ejemplo- la autodisciplina, la propia orientación a
valores y la buena comunicación. La tarea central y decisiva del jefe es la de
superarse en forma constante, ya que “como se dirija a sí mismo, así dirigirá a
los demás.” Sus propios patrones de comportamiento, sus hábitos, sus
sentimientos, valores y dogmas deben ser objeto de trabajo. A este tallarse en
forma constante los griegos lo llamaron ascesis: “el placer de modelarse a sí
mismo”. (Adrián Zorzoli. Textos del curso Pedagogía Kentenijiana I).
¿No es esto lo que venimos
haciendo durante estos años en el camino de auto-educación, de
auto-santificación que nos presenta la Federación de Madres?
En muchas circunstancias
hemos vislumbrado la figura del líder en otras personas y nos hemos
acostumbrado a ver que esta capacidad de liderar es sólo para pocos, tomando -
la mayoría de nosotras- una actitud pasiva pensando que el “líder” nace líder y
que el líder no se hace. Sin embargo, este es un rol que cualquiera de nosotras
puede cumplir. Aunque no nos demos cuenta y sin ni si quiera animarnos a
ponerle nombre a nuestra función hemos practicado el liderazgo. Somos una
comunidad de jefas, de líderes, capaces de convivir en esta práctica. ¿Cómo
puede haber más de un líder en una comunidad? Esto es así porque uno de los
fines de Schönstatt es formar el hombre nuevo. ¿Quién el hombre nuevo? El Padre
Kentenich nos lo define: “El hombre nuevo es la personalidad autónoma, de una
gran interioridad, con una voluntad y disposición permanente a decidir por sí
mismo, responsable ante su propia conciencia e interiormente libre, que se aleja
tanto de una rígida esclavitud a las formas como de una arbitrariedad que no
conoce normas". La pedagogía del Padre nos educa en la libertad y en el
respeto absoluto de la identidad, es más, trabajamos en el cultivo de la
identidad, en el autoconocimiento; podemos estar seguras que nos formamos
permanentemente como líderes y convivimos como tales.
Más de una ya ha realizado
una práctica consciente del liderazgo siendo madre de curso, prefecta, jefa de
comunidad oficial, jefa regional, educadora. Sobre todo somos madres liderando
en nuestros hogares; nuestras Familias son nuestro primero y primordial campo
de liderazgo.
El Padre y Fundador nos
dice “la mujer nueva es líder”, somos una comunidad nueva, de mujeres nuevas,
de líderes. El líder es el que crea vida, genera vida. “Muchos de nosotros
estamos llamados a ser líderes. Más aun, todo aquel que ejerza una autoridad
formal, por sencilla que sea, es invitado a serlo. Todos estamos llamados a ser
autoridad, ya que todos -en alguna dimensión de la vida- tenemos gente que
depende de nosotros, ya sea en la familia, la universidad, la comunidad
barrial…. El primer liderazgo, y del cual emergen los otros, debería ser el de
uno mismo: sería poco coherente conducir a otros, si uno no sabe conducirse a
sí mismo. Estamos llamados a ser líderes porque en algún campo de la vida hay
personas que nos siguen. Por otro lado, la autoridad y liderazgo, más que
“aptitud” es “actitud” y “comportamiento”. (P. Guillermo Carmona. El ejercicio
virtuoso de la autoridad y el liderazgo)
Esta campaña de toma de
conciencia para los capítulos comienza con la preparación para el 15 de
septiembre de 2017 y culmina en septiembre de 2018. Abarcará todo el año
internacional del Padre Kentenich. El 15 de septiembre de 2018 se cumplen 50 años
del paso de nuestro Padre y Fundador a la Casa del Padre Eterno. ¡Qué
“dioscidencia”! El Padre señaló esta fecha como un punto crítico al explicar en
una carta a su Superior General, en 1952: “por lo general las comunidades
experimentan una decadencia unos 50 años después de la muerte del fundador.”
Como hijas fieles del Padre
descubrimos que esto es una gran oportunidad para nosotras. ¡Cuán fieles
tenemos que ser nosotras para trasmitir la persona/carisma del Padre, para
encarnar el liderazgo que él soñó!
Él, sufriendo los males de
la época en carne propia, fue curado de su enfermedad con una gran medicina:
entregándose a la Mater, en Alianza de Amor con Ella. Ella fue su única
educadora, ella fue transformándolo en un hombre nuevo y libre, en un gran líder.
El próximo año 2018, en esta celebración, contamos con una gracia especial para
redescubrir, profundizar y afianzar definitivamente la relación con nuestro
Padre y Fundador, cabeza de la Familia, nuestro líder. Debemos llegar a
comprender vitalmente, que -como schoenstattianas- dependemos por entero de él.
Tenemos que acercarnos más profundamente al Padre para poder pensar, vivir y
sentir como él.
Por otro lado, en agosto de
2019 se cumplen 100 años de la Jornada de Hoerde. Durante esta Jornada histórica
fue fundada la Federación Apostólica que exige de sus miembros "la seria
aspiración a la máxima perfección de estado" y "permanente acción
apostólica en todos los ámbitos posibles".
¿Se dan cuenta? Nos espera
un tiempo importante de renovación. Tomémonos un tiempo para reflexionar:
-
¿Qué líderes me han marcado en mi vida personal?
-
¿Qué es para mí el liderazgo?
-
¿He pensado que yo también estoy llamada a ser líder?
La invitación, entonces, es
recorrer como hijas fieles este camino/proceso para profundizar la íntima unión
que tenemos con el Padre, para redescubrirlo a él como líder y para que él
mismo reavive el líder que ha forjado en cada una, que lo despierte para poder
ARDER MUCHO MÁS POR SU MISIÓN en este nuevo Siglo de Schönstatt y de la
Federación.