HOERDE: SU HISTORIA
1. Contexto
histórico de Hoerde
La
prueba de fuego para la Congregación Mariana fue la primera guerra mundial
(1914-1918). En los peligros y exigencias de la vida militar tenía que
mostrarse, si el mensaje del 18 de octubre de 1914 se había arraigado en los
corazones de los congregantes soldados.
La
responsabilidad y entrega generosa de los jóvenes en el frente se expresaba
sobre todo en 2 líneas:
(1)
Formaron dentro de la Congregación una nueva organización: la Congregación
Militar u Organización externa. Por supuesto estaba, como siempre, también el
Padre Fundador detrás de esa iniciativa dando apoyo y sugerencias concretas.
También entre los soldados se formaron pequeños grupos. Los que se encontraron
cerca, se reunieron, los otros se escribieron regularmente. Meta de ese trabajo
de grupo no era sólo salvar su vocación sacerdotal a través de todos los
peligros de ese tiempo difícil, sino también querían mantener en alto la
aspiración a los ideales de la Congregación. Y así se animaron mutuamente en la
autoeducación, oración, cumplimiento del deber, etc. – ofreciéndolo todo como
aportes al Capital de Gracias.
(2)
La segunda línea: El espíritu apostólico los movió a conquistar también a otros
compañeros para sus ideales. Pronto se formaron dentro de la “Organización
Externa” nuevos grupos, cuyos miembros ya no eran estudiantes de los
pallottinos. El 30.05.1915 fueron admitidos los primeros “externos” en la
Congregación.
Para
que esa organización tuviera vida suficiente, se dio mucha importancia al
contacto epistolar con Schoenstatt, sobre todo con el Padre Kentenich. Él mismo
escribió, en aquellos años innumerables cartas a sus congregantes en el
frente.
Otra
decisión importante y de mucha trascendencia fue la de sacar una revista propia.
El 05.03.1916 apareció el primer número de la “Mater Ter Admirabilis” (MTA). Los
primeros números tenían una tirada de 200 ejemplares; un año más tarde ya eran
1000 y medio año después 2000. Este éxito numérico indica que la revista fue
leída por mucha gente que no eran schoenstattianos. No pocos de ellos se
acercaron y se incorporaron a la Congregación Militar de
Schoenstatt.
En
este contexto podríamos hablar también de los congregantes héroes que son los
ejemplos luminosos de ese tiempo y de esa generación: José Engling, Máximo
Brunner, Juan Wormer, etc. (cf. Se trata de ti II, 9-13)
Al
terminar la guerra en l918 y al volver los congregantes a Schoenstatt, a sus
colegios o a sus casas, se disolvió la Organización Externa. Quedó la pregunta,
si los estudiantes externos se darían por satisfechos con ello o si no buscarían
más bien la forma de continuar con Schoenstatt y de darse una nueva
organización.
El
Padre Fundador no tomó ninguna iniciativa sino quedó esperando. Quería que los
mismos congregantes externos tomaran la iniciativa y se sintieran ellos mismos
los primeros responsables. Cuando ello se dio, el Padre les apoyó autorizándoles
que prepararan una jornada: Hoerde, 19/20.08.1919. No se podía hacer en
Schoenstatt, porque se encontró en la zona ocupada y la entrada era muy
difícil.
2. La
Jornada de Hoerde ¿Por qué el Padre Fundador no habría querido
participar de la jornada? Comentario del mismo Padre Kentenich (1950): "Yo tenía
que ir a Hoerde, pero en el último momento me disculpé. Me guía siempre la misma
idea: el hombre nuevo tiene que asumir responsabilidad, tiene que ser
autónomo".
3. El
desarrollo posterior a Hoerde
a) La
Federación Apostólica (1920). El resultado de la jornada de Hoerde
fue para el Padre la prueba de que Dios allí le quería abrir una puerta nueva.
Por eso tomó en sus manos, de nuevo, el desarrollo de la joven Federación. El 6
y el 20 de noviembre del mismo año 1919 les mandó a los jefes de grupo dos
cartas con instrucciones claras y el programa del “realce solemne de la vida
interior”.
Además,
el superior de los Pallottinos, el Padre Miguel Kolb, ponía una confianza
absoluta en el P . Kentenich. Lo liberó de las otras tareas y lo puso a
disposición de la Federación naciente.
También
entregó el Santuario y parte de la “Casa Antigua” (al costado del Santuario) a
la Federación Apostólica para su uso permanente.
Para
los primeros días del año 1920, el Padre invitó a los jefes de grupo de la
Federación a una jornada en Schoenstatt. (Cf. Jornada de Hoerde, 54ss.). Durante
ese mismo año el Padre Fundador realizó otras 7 jornadas para la Federación
naciente: un programa bien lleno para el primer año de vida.
b) La
fundación de los otros “pisos” del movimiento. Hacia el fin de la
guerra ya habían venido también jóvenes no estudiantes que se querrían unir a la
Congregación, pero sin grupo, como miembros individuales. Decisiva fue una de
las jornadas para jefes de la Federación Apostólica, la del 19/23.08.1920. En
esa jornada se fundó la Liga Apostólica.
El
nombre Liga viene de una iniciativa semejante de aquel tiempo, pero que después
no prosperó: la Central de la Congregación Mariana en Viena intentaba juntar a
los congregantes que estaban solos en una organización que se iba a llamar “Liga
Mariana”.
Con
esta fundación el Padre Kentenich permitió el acceso a la obra de Schoenstatt
también a aquellos que no podían o no querían asumir las exigencias comunitarias
de la Federación.
Poco
después de la jornada, el Padre elaboró los Estatutos definitivos de Federación
y Liga. En ellos se les dio a las dos comunidades juntas el nombre de Movimiento
Apostólico de Schoenstatt.
Con
ello ya existían dos organizaciones fundamentales del Movimiento: Federación y
Liga. Sin embargo, pronto se vio que la construcción no estaba todavía terminada
y que el plan divino había aún previsto un tercer piso: los
Institutos.
En
este mismo año 1920, las primeras mujeres se interesaron por entrar en
Schoenstatt. El Padre Kentenich, después de un tiempo de reflexión, las aceptó y
comenzó la Liga y poco después la Federación para el sexo femenino. El
08.12.1920 se consagraron la condesa Gertrudis de Bullion y otra señorita
pariente suya, como primeros miembros de la Federación de
Señoritas.
Al
crecer estas comunidades con mucha fuerza, surgió cada vez más la pregunta:
¿Quién puede dedicarse de lleno a la formación y conducción de la Liga y
Federación femeninas? Por otra parte, el Padre Fundador sentía que las
circunstancias del tiempo llamaron con urgencia por una nueva forma de
comunidad.
La
idea del Padre fue sacar a algunas mujeres de la Federación de su profesión y
ponerlas a disposición plena de la obra.
Pero
sacarlas de su puesto seguro – casi todas eran maestras – iba a ser un gran
riesgo y, por eso, el Padre lo meditó durante mucho tiempo. El 13 de enero de
1925 se fundó con tres señoritas la pequeña comunidad, que al comienzo se
llamaba: “Comunidad de las Hermanas de la Federación por profesión”. Un año más
tarde (01.10.1926) se convirtió en el primer Instituto: las Hermanas Marianas o
Hermanas de María de Schoenstatt.
En
1942, en el campo de Dachau, se colocaron los fundamentos del Instituto de los
Hermanos Marianos. En 1944 el Instituto de los Sacerdotes Seculares y el de las
Señoras de Schoenstatt (Darmi) nacieron a una vida autónoma, siempre conforme a
la misma ley de la puerta abierta.
Hoy
existen en Schoenstatt 6 Institutos: se agregaron en los últimos años, a los ya
nombrados el Instituto de las Familias (1963)y el de los Padres de Schoenstatt
(1965).
c) La
federación desde 1921. Mientras tanto, también la Federación de los
estudiantes creció con rapidez sorprendente. Sobre todo entró en muchos
seminarios diocesanos y, cuando éstos se ordenaron sacerdotes, en el clero
secular. Ya en el año 1920, el Padre Fundador tuvo que organizar la Federación a
nivel regional (Gau); hasta ese momento sólo existían grupos y secciones (varios
grupos, con un jefe de sección). Estas regiones se iban formando, por lo
general, siguiendo los límites de las diócesis.
Una
estadística el junio de 1923 indica que la Federación existía en aquel tiempo
como región en 8 diócesis y tenía alrededor de 750 miembros: 2/3 de ellos eran
hombres y 1/3 mujeres.
En
todos estos años, el Padre Fundador inculcaba y educaba a su gente especialmente
para la autonomía, la responsabilidad y la libertad interior. La Federación
tenía que ser obra de ellos.
Dos
expresiones de aquel tiempo lo iluminan. Los miembros de la Federación se
identificaron tanto con su comunidad que empezaron a decir: “La Federación soy
yo”. Otro dicho que surgió entre los primeros fue: “Por la Federación me dejo
crucificar”.
B. SU
CONTENIDO CENTRAL
1. Los
estatutos de 1920. Como ya sabemos, los Estatutos han sido
redactados y, en parte, reelaborados en el año 1920, después de la fundación de
la Liga, por el mismo Padre Fundador. En lo que se refiere a la Federación
Apostólica, se basan en los Estatutos que fueron aceptados en Hoerde. Pero se
notan algunos cambios, por una parte seguramente frutos de las experiencias
vividas durante el primer año y, por otra parte, indicaciones y convicciones del
mismo Padre – ya que él en Hoerde no estaba presente. También desde 1920 hasta
hoy se han dado otras pequeñas modificaciones, sobre todo en lo organizativo.
Pero lo básico – por ejemplo las exigencias – se ha mantenido igual desde Hoerde
hasta hoy.
Vamos
a ver ahora algunos detalles, para conocer más a fondo la idea del Padre sobre
la Federación Apostólica. Para ello, tomamos los Estatutos de Hoerde y de 1920
como punto de partida, pero tomando en cuenta también aspectos y desarrollos
nuevos que el Padre agregó a lo largo de los años.
2. La
finalidad de la Federación Apostólica
Hoerde: “La finalidad de la Federación es la educación de apóstoles laicos formados en el espíritu de la Iglesia”.
Hoerde: “La finalidad de la Federación es la educación de apóstoles laicos formados en el espíritu de la Iglesia”.
1920:
“El fin de la Federación Apostólica es la formación apostólica de líderes
católicos (…) en el espíritu de la Iglesia y en estrecho contacto entre
sí”.
1927/1950:
La Federación Apostólica es “una comunidad de jefes, libre, moderna, dispuesta
como ejército en pie de batalla, inserta en el mundo, la que en estrecha unión
con la jerarquía de la Iglesia, en el espíritu de los Consejos Evangélicos, se
esfuerza por la conformación mariana del mundo en Cristo, desde
Schoenstatt”.
Breve
explicación de la finalidad (definición)
Comunidad:
“La comunidad es lo característico, el signo distintivo de la Federación
Apostólica”. A diferencia de la Liga Apostólica, en la Federación Apostólica la
comunidad estrecha es obligatoria. Sin ella es difícil aspirar durante toda una
vida a la santidad más alta y cultivar permanentemente el espíritu
apostólico.
Por
eso tiene la Federación un seguro en lo comunitario: el informe mensual (Actual
Aviso) al jefe de grupo, si uno ha cumplido o no con la cuenta (Actual Informe)
al confesor sobre Horario Espiritual y Examen Particular.
Afirma
el Padre Fundador: “El espíritu comunitario es lo esencial de la Federación. Y
la Federación cumplirá su misión en la medida en que cultive el espíritu de
comunidad.” (Prinz´lehre, 99)
Jefes:
No es necesario que los miembros de la Federación tengan un puesto, una tarea de
dirigentes. Pero tienen que tener espíritu de jefe, actuar con mentalidad de
jefe. ¿Qué significa espíritu de jefe?
Para
el Padre, no es lo más esencial saber hablar, saber conducir. Más importante le
parece ser fermento en el ambiente en el cual uno vive, también ser fiel a sus
principios y convicciones. Dice el Padre: “Capacidad de jefe es, en lo más
profundo, firmeza de carácter”. En otra oportunidad explica lo que, para la
Federación Apostólica, es conciencia de jefe: “Una entrega inquebrantable a la
idea de la comunidad; una capacidad más que mediana en el campo donde deba
desempeñase como jefe; una entrega afectuosa a las personas que le han sido
confiadas”. (cf. Reflexiones para un jefe. Padre Jaime
Fernández).
La
Federación Apostólica es una comunidad de élite, como el Instituto. Por eso
tiene que ser un caso preclaro para los demás, especialmente para la Liga
Familiar.
Apostólica:
La otra gran característica de la Federación es el apostolado. Los Estatutos de
1920 hablan de “Actividad apostólica permanente en todos los ámbitos
alcanzables…”
La
Federación Apostólica tiene una responsabilidad especial por Schoenstatt (en
primer lugar por la Liga de matrimonios),la Iglesia y el mundo. Su meta
apostólica es “la conformación mariana del mundo en Cristo”. Por eso le es
propia una fuerte y marcada conciencia de misión.
El primer apostolado se refiere a la propia familia y al hogar: la realización del ideal matrimonial y familiar schoenstattiano, modelo de la familia cristiana. En segundo lugar está la construcción y el cultivo de la propia Federación: la educación del Hombre nuevo y la forjación de la nueva comunidad.
La
Federación, junto con el Instituto de Familias, forma parte de la pars motrix
(parte motriz) de la Obra.
Libre
y moderna: Lo novedoso de la Federación Apostólica es que está
construida en base al principio: Vínculos sólo en cuanto sean necesarios,
libertad en cuanto sea posible, y un gran cultivo del espíritu. En esto hemos de
buscar también una diferencia esencial entre la Federación Apostólica y el
Instituto. El Instituto tiene vínculos jurídicos: Sus miembros se comprometen a
la obediencia, a la fidelidad bajo pecado. Los miembros de la Federación
Apostólica se comprometen a través de vínculos ascéticos interiores (pero no
bajo pecado). Por eso, en la Federación tiene tanta importancia el cultivo de la
verdadera libertad, de la magnanimidad y de la interioridad.
Dispuesta
como ejército en pie de batalla: Una comunidad educada, formada, ordenada,
disciplinada, – que puede entrar en combate donde y cuando sea
necesario.
Inserta
en el mundo: Vivimos no en un convento, sino en medio del mundo. Por
eso hemos de levantar muros interiores, espirituales a nuestro alrededor. Hemos
de impregnar nuestro ambiente con una atmósfera religiosa. Hemos de buscar el
rostro de Dios detrás de todos los acontecimientos y cosas del mundo y vivir en
permanente vinculación a Él.
Con
la Iglesia: Schoenstatt y la Federación Apostólica asumen la misión
apostólica de la Iglesia; quieren ser una comunidad de jefes para la Iglesia.
Schoenstatt no está al lado o fuera de la Iglesia, sino forma parte integrante
de ella. Schoenstatt quiere ser el Corazón, es decir, el poder de amor en la
Iglesia.
En
el espíritu de los Consejos Evangélicos: Por aspirar a la más alta
santidad, la Federación Apostólica cultiva el espíritu de los Consejos
Evangélicos: obediencia (espíritu de libertad interior y docilidad frente a los
deseos de Dios y sus transparentes humanos), pobreza (espíritu de sencillez
interior e independencia frente a los bienes materiales), castidad (aceptación
de los derechos y deberes matrimoniales tal como la Iglesia lo enseña) y se
elabora en esa línea su propio estilo de vida.
Mariana:
Nuestro camino hacia la santidad pasa por María. “Cada miembro de la Federación
tiene que ser un hombre acentuadamente mariano”, indica el Padre
Fundador.
Desde
Schoenstatt: Nuestra vinculación al lugar de Schoenstatt, la fuente de
gracias, es fundamental: por la mucha libertad y el mínimo de vínculos
obligatorios. Es como la garantía de nuestra vitalidad y
fecundidad.
Desde
Schoenstatt significa también, en la fuerza de la espiritualidad de Schoenstatt.
Eso implica, conocer bien el mundo de Schoenstatt (formación), vivir Schoenstatt
(Alianza, Poder en Blanco, Inscriptio, relación al Padre Fundador, aspiración a
la santidad, etc.) y proyectar Schoenstatt (misión, carisma)…
5. Las
exigencias de la Federación Apostólica
Hoerde/1920
a) En
lo ascético: Para apoyar la seria aspiración a la máxima perfección
posible: la Federación Apostólica exige de cada miembro:
(1)
Horario Espiritual y Examen Particular (Propósito personal), controlados
diariamente por escrito.
(2)
Tener un confesor fijo / estable (Director Espiritual).
(3)
Darle a éste cuenta mensual (en ocasión de la confesión) sobre el cumplimiento
del Horario Espiritual y del Examen Particular.
+
Cada Federación Territorial podría agregar otras exigencias; por ejemplo:
Asistencia al retiro anual de la Federación, etc.
b) En
lo comunitario
(1)
Comunicar mensualmente al matrimonio – jefe del grupo de la Comunidad oficial
ficial) si dieron cuenta al confesor sobre el Examen Particular y el Horario
Espiritual. Los matrimonios jefes hacen lo mismo, acerca de ello y sus
respectivos cursos, a los matrimonios-jefes regionales; éstos, de la misma
manera, al matrimonio-jefe territorial.
(2)
Más tarde, en base a las experiencias de los Institutos, el Padre Fundador
agregó otra obligación comunitaria: la pertenencia perpetua a un Curso que con
su ideal, vida y actividades es responsable de mantener y profundizar el
espíritu de la Federación.
c) En
lo apostólico. Actividad apostólica permanente en todos los ámbitos
alcanzables, en dependencia de los responsables
correspondientes.
d) Consejos
Evangélicos. Las experiencias de los
años posteriores lo han convencido al Padre Fundador de la necesidad de
desarrollar costumbres de vida, que reflejan en forma preclara el espíritu de
los Consejos Evangélicos.
BOLETÍN FEDERACIÓN DE MADRES