El 20 de mayo de 1945, al término de la Segunda Guerra
Mundial, el P. Kentenich regresó a Schoenstatt libre de su confinamiento en el
campo de concentración de Dachau y su primera visita fue al Santuario Original.
Era Pentecostés.
Su retorno inició un período de grandes bendiciones para la
Familia. En ella pulsaba con creciente vigor la corriente de victoriosidad
sobrenatural originada en torno al 20 de enero de 1942. Schoenstatt maduraba la
conciencia de ser obra de Dios e intensificaba la entrega en el sentido de la
Inscriptio. Los lazos con el Fundador se hacían más estrechos; junto con
reconocérsele como Fundador y Cabeza de la Familia, esta convicción se
expresaba en una corriente de imitación y seguimiento.
El Padre quiso que pasara a la historia de la Familia como
día de agradecimiento... Acostumbró a exhortarnos a que rezáramos la oración
del Hacia el Padre "Cayeron las cadenas"...
CANTICO DE GRATITUD
¡Cayeron las cadenas! Resuene en las voces de todos un
cántico jubiloso de agradecimiento, que se eleve desde los santos atrios de
Schoenstatt hacia lo alto. En el dificil camino de peregrinación, Dios se ha
demostrado ante nuestra comunidad en su grandeza y sabiduría para gloria y
alabanzas suyas. Cuanto el poder y la astucia de Satanás idearon como
infortunio, lo transformó la mirada del Padre en nuestra suprema felicidad.
Aquello que era terreno en el pensar o demasiado humano en la entrega, quiso
Dios orientarlo hacia las alturas y sumergirlo enteramente en su corazón. Así
formamos hoy una estrecha unidad fundidos en el amor de Dios y luchamos sin
fatigarnos en contra de los engendros de Satanás, a fin de que nazcan hombres
nuevos que siendo aquí en la tierra libres y fuertes se comporten como Cristo
en las alegrías y dificultades y que sólo con Cristo entrelacen el afán de sus
corazones, así como durante su vida se entregó María, la Madre y Esposa. En
agradecimiento, nuestras almas escojan al Cordero de Dios, para desposarnos con
El por la eternidad y ser contados entre los que permanezcan fieles. Y ahora
cuando nos amenaza un súbito derrumbe ¿quieres Señor, morir nuevamente, buscas
también con estos requerimientos de amor a herederos de tu santa
transfiguración? Si es así, mira a la grey de los que son tuyos, a la porción
de los pequeños y de los puros y por misericordia únelos a ti para aparecerte
nuevamente al mundo. En ellos tú puedes sufrir, luchar, apacentar y a través
suyo prepararte de nuevo las alegrías de la resurrección. A través suyo
construye la ciudad celestial hacia la cual todo mire con entera confianza.
Hasta los confines del mundo puedes enviar a quienes hoy se te consagran para
completar tu reino en la tierra. María, recibe la ofrenda en tus fieles manos
de madre y así hasta nuestro paso a la vida futura no cese este cántico de
gratitud. Amén.