"En esta
tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al
verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con
vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos
destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están
llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz
alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes
rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí
todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca
pedigüeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen
muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa
puerta".
Gabriela Mistral, poetisa chilena.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario