Mensaje para la Jornada del Buen Pastor
(para ser leído
en todas las misas de los días 16 y 17 de abril de 2016)
Queridos hermanos:
En el cuarto
domingo de Pascua reflexionamos y
rezamos, pidiendo al Dueño de los
sembrados que envíe muchos trabajadores para la cosecha. Se trata de una
exhortación de Jesús cuya necesidad y urgencia sentimos muy fuerte en toda la
Iglesia y, también, en la Iglesia de Mendoza.
En este Año de la Misericordia el Papa nos
propone como lema ser “Misericordiosos
como el Padre” y nos invita a vivir esta propuesta a través de las obras de
misericordia corporales y espirituales. Se trata de una invitación que nos
incumbe a todos los hijos de la Iglesia. Cada uno desde su lugar está llamado a
vivir en esta actitud, que manifiesta la ternura y cercanía de Dios para con su
pueblo y que se expresa en gestos muy concretos. Esta actitud, sin embargo, no
se improvisa ni es fruto de nuestro solo esfuerzo humano. Como hemos recordado
en la Carta Pastoral de Cuaresma, necesitamos dejarnos fascinar por su amor
para poder llegar a decir con la misma convicción de San Pablo: “me amó y se entregó por mí”. Cuando
podemos hacer esta experiencia surge espontáneamente el deseo irresistible de
comunicar a otros la “Buena Nueva” de la misericordia.
Por eso
queremos invitar muy especialmente a los jóvenes a cuestionarse si en su
horizonte aparece esta llamada. ¿Para que vivimos? ¿Dónde estamos buscando
nuestra felicidad? ¿Qué es lo que realmente llena de sentido nuestras vidas,
dándoles un proyecto definido? La juventud es la etapa de la vida en la que
damos un rumbo definido a nuestra existencia. Para los creyentes este rumbo no
es caprichoso o antojadizo. Más bien es respuesta al Dios que nos ama desde
toda la eternidad y nos ha pensado para una misión. Misión que no se entiende
al margen de su proyecto misericordioso para el mundo. ¡Qué hermoso es
descubrirnos invitados a ser
instrumentos de la Misericordia de Dios para los hermanos! ¡Qué plena puede
hacerse una vida cuando se la vive al servicio de la Misericordia! En un mundo
marcado por la indiferencia, la competencia o la violencia, ¡qué llena de
sentido es una vida que se la vive queriendo manifestar la Misericordia de Dios
a los hermanos! Como al joven del Evangelio, también a ustedes -chicos, chicas-
Jesús los mira con amor y les propone que lo sigan para ser con Él, “rostros
de la misericordia” del Padre. El sacerdote, la consagrada, el
consagrado, el misionero revelan de manera singular este rostro y –ciertamente-
Jesús cuenta con muchos de ustedes para esta misión. ¿Seremos capaces de seguir
al Señor o seguiremos nuestro propio camino, estrecho y egoísta de
felicidad?
En este Año
Jubilar celebremos el Domingo del Buen Pastor pidiéndole que a todos nos regale
la gracia de su Misericordia para poder ser “misericordiosos como el Padre”. Pidámosle que los jóvenes de
nuestras comunidades no sean indiferentes a su mirada tierna y comprometedora.
Al mismo tiempo procuremos en nuestras familias, escuelas y comunidades
cristianas un clima propicio para que estas preguntas fundamentales lleguen al
corazón de nuestros jóvenes. Las vocaciones de especial consagración son un don
de Dios para todos. Para que estas vocaciones broten y se desarrollen se
requiere la generosa respuesta de quien es llamado y, a la vez, la oración, la
responsabilidad y el trabajo de toda la comunidad.
Que el Buen
Pastor y nuestra Madre del Rosario, nos enseñen a responder como ellos lo han hecho.
+ Dante Gustavo Braida + Carlos María Franzini
Obispo Auxiliar de Mendoza Arzobispo de Mendoza
Mendoza, Pascua de 2016
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