6 hermosos detalles que no conocías
sobre el logo del Año de la Misericordia
Garrett Johnson 2015 | Hambre de infinito |
Jesucristo 23/01/2016
Ya está en marcha el Año de la Misericordia, por eso hemos
querido dedicar este tiempo para reflexionar sobre su logo oficial. Mientras
nuestras sensibilidades artísticas pueden variar, vale la pena preguntarnos:
¿Cómo puede ser que Dios me esté hablando?, ¿hay algo aquí que no estoy viendo?
Hoy voy a tratar de explicar algunas de las particularidades
de este logotipo diseñado por el Padre Marko Rupnik. Espero que te puedan
ayudar a profundizar en el significado de la Misericordia de Dios en tu vida y
que puedas acompañar a otros a hacer lo mismo.
1. El estilo general: simbólico
La imagen evidentemente no pretende ser una representación
literal de Jesús (el volumen y los ángulos son todos estilizados, más que
realistas). El estilo es profundamente simbólico, poético y metafórico. Esta es
una elección consciente de la artista. Cada vez que tratamos de decir algo muy
profundo y muy hermoso el lenguaje científico es insuficiente, es necesaria la
poesía. Lo mismo se aplica aquí: un enfoque más simbólico permite al artista
transmitir realidades que van más allá de lo que cualquier representación realista
podría aspirar a capturar.
Su naturaleza simbólica implica un poco más de trabajo por
nuestra parte. Su significado no es necesariamente tan claro a primera vista
(como tantas veces ocurre en nuestro encuentro diario con Dios, ya sea en
nuestra vida diaria, o en la liturgia). Acá la comprensión de la intención del
autor es la clave. ¿Por qué utiliza ciertas formas y colores? Echemos un
vistazo.
2. La forma de Almendra
La escena se representa dentro una forma artística
particular llamada mandorla (“tuerca de la almendra” en italiano). Es una forma
oval formada por la superposición de dos círculos. Sirve como una especie de
paréntesis dentro de un icono. Dentro de
la mandorla, en este logotipo, vemos representada la encarnación de Cristo. La
forma de almendra representa la unión de dos círculos, es decir, las dos
naturalezas de Cristo: divina y humana. El almendro es también la primera
planta en florecer cada año en Grecia y como tal, es un símbolo de la nueva
vida y de la fertilidad.
3. Los Colores
El rojo representa la sangre, la vida y sobre todo a Dios.
El azul representa al hombre, la única criatura que sabe como aspirar al cielo.
El Blanco tiene una variedad de significados: es el color del Espíritu Santo,
ya que refleja la vida de la Trinidad y Cristo es blanco porque representa la
luz que salva, la vida eterna del Hijo. La ropa de Adán (el hombre llevado por
Jesús, del que hablaré más adelante) es de color verde (color de la humanidad),
sin embargo, está tornándose oro (color de la divinidad) lo que representa el
hecho de que Adán (y cada uno de nosotros) está participando en un proceso de
divinización, es decir, llegar a ser como Dios a través de Jesucristo.
4. Las bandas de azul
Las bandas azules, que se van tornando más oscuras hacia el
interior, reflejan lo que se llama el camino apofático para reflexionar sobre
Dios. Esto significa que a menudo es más fácil hablar de Dios –Inefable,
Infinito, El ser en sí– describiendo lo que no es. Esta es la razón por la que
la mandorla que rodea a Cristo muestra bandas concéntricas de sombreado que son
más oscuras hacia el centro, en lugar de más claras. Tenemos que pasar a través
de las etapas de lo que parece aumentar el misterio y lo desconocido, con el
fin de encontrar a Jesucristo. En un sentido misterioso, este punto de vista
nos llama siempre hacia el interior en la reflexión. En esta imagen la
profundidad de la sombra negra nos sugiere la impenetrabilidad del amor del
Padre que perdona todo y los tres óvalos concéntricos, con colores
progresivamente más claros a medida que avanzamos hacia el exterior, aluden al
movimiento de Cristo que por su Encarnación lleva a la humanidad de la noche
del pecado y de la muerte, a la luz de su amor y de su perdón.
5. El hombre en hombros de Jesús
El logotipo nos muestra a Jesús llevando a un hombre sobre
sus hombros. El Padre Rupnik nos dice que se trata de Jesús como el Buen Pastor
llevando a Adán en sus hombros. Cuando Jesús encuentra a su “oveja perdida”
reúne a sus amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he hallado
mi oveja perdida” (Lucas 15: 5-6). Otros han ofrecido la parábola del buen
samaritano como medio para reflexionar sobre el logotipo. Esta parábola nos
recuerda al samaritano que se detiene para ayudar a un hombre en el camino.
Jesús pide al oyente: “¿Cuál de estos tres, en su opinión, era vecino de la
víctima de los ladrones” (Lucas 10: 36-37).
6. Una mirada compartida
Una de las características más llamativas de la imagen es el
hecho de que Jesús y el hombre sobre sus hombros comparten un ojo (esto no
tiene absolutamente nada que ver con la teoría del “tercer ojo”). Cristo ve con
los ojos de Adán y Adán con los ojos de Cristo. Cada persona descubre en
Cristo, el nuevo Adán, la propia humanidad y el propio futuro, contemplando en
su mirada el amor del Padre. El Padre Rupnik explica que la mirada de Dios al
hombre le permite comprenderse a sí mismo. Dio revela de tal manera que el
hombre es capaz de ver. Solo en la mirada del Padre podemos realmente entender
lo que somos, nuestra identidad: hijos e hijas de Dios Padre.
¡Cristo nunca está lejos! En todo lo que vemos, en todo lo
que vivimos, en nuestras alegrías y en nuestras penas, Él está acompañándonos.
Él sabe lo que pasamos. A través de su mirada nos invita a una mayor
conversión, a cambiar nuestra manera de ver a los demás, nos invita a que
empecemos a mirar a nuestros hermanos con sus mismos ojos de Misericordia. Estamos
llamados a contemplar la realidad con la misma mirada de Cristo. En todas las
situaciones de nuestra vida estamos llamados a descubrir, escuchar y cumplir la
voluntad del Padre, especialmente con los más necesitados.
La cercanía de Jesús y Adán
Como un pensamiento final me pareció muy interesante la
explicación del Padre Rupnik sobre la cercanía de la cara de Adán y la de
Jesús. Cuando Cristo expiró en la cruz el hombre cogió este aliento y comenzó a
respirar de nuevo. Por lo tanto, como Adán recibió el aliento de vida en el
momento de la creación, en nuestro bautismo recibimos el nuevo aliento de vida,
la vida del Espíritu, con la que podemos empezar a vivir una nueva vida en
Cristo.
Preguntas para la reflexión personal:
1. ¿Qué quiere decirme Dios este año jubilar? ¿Cómo puedo
abrirme más a su Misericordia?
2. ¿Me veo con la misma mirada de Cristo? ¿Qué me impide
mirar a los demás ya mí mismo con la Misericordia de Cristo?
Fuentes utilizadas para este post: Video de la entrevista
con el P. Rupnik (en italiano), página de los frailes franciscanos, la Mandorla
en iconos, dentro de un Mandorla y la página de la descripción oficial del
logotipo.
Fuente:
Catholic link
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