Campaña del Rosario
Carta de Adviento 2015
Queridos misioneros de la Campaña del Rosario
de la Virgen peregrina de Schoenstatt,
Los invito a vivir el Adviento, junto a toda la
Iglesia, en clave de Misericordia: “La Iglesia tiene que ser el lugar de la
misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado,
perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio” (Papa Francisco
en EG, 114).
Adviento (del latín“venida”)
es un sustantivo al que le acompañan tres tiempos del verbo “venir”: vino,
vendrá, viene. El adviento es memoria
de Alguien que vino; es profecía de
Alguien que vendrá, es encuentro con
alguien que viene. La Campaña quiere ser mensajera de Jesús, traído por María, Señora
de la Vida y de la Gracia.
1. La Misericordia de Dios en el Señor que ya “vino”.
Jesús es el gran gesto
de Misericordia del Padre. Los
hombres vivíamos en la lejanía a la que nos había desterrado el Pecado
Original. Pero la “compasión” de Dios, hizo que el Padre enviara a Jesús, para
que nosotros, viéndolo a Él, pudiésemos recibir su Misericordia. A partir de ese momento, la historia -la pequeña de
cada uno y la grande del mundo entero- actualiza la parábola del hijo pródigo, que
regresando al hogar es recibido con amor misericordioso por el padre (Lc 15). ¡Les
sugiero leer nuestra vida a la luz de esta parábola!
Jesús
vino para sanar, curar los males del cuerpo, del alma y del espíritu: “Vayan y cuéntenle a Juan lo que han
visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y
los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia la Buena
Noticia (Lucas. 7,19-23).
Pero Jesús, además de
llegar a este mundo, nos visitó a cada uno en nuestra propia “casa”, en nuestra
vida. Es bueno recordar estas “visitas”: momentos que se hacen gratitud,
oración, autovaloración, petición de perdón… Los invito a que cada uno escriba
5 momentos en su vida donde percibió que Dios lo visitaba, es decir, que
fue MISERICORDIOSO con él. Quienes deseen, podrían compartir a través del
Facebook de la Campaña algunas de esas “visitas”. Nos hace bien intercambiar y
encendernos mutuamente en el amor que nace de la experiencia.
2. Adviento es pensar en la Misericordia de un Dios que un día “vendrá”.
Su venida no debería causarnos
miedo o angustia. La vida es una peregrinación cuya meta es dejarnos abrazar
por el Padre en la casa paterna. Un momento tan especial puede generar cierta ansiedad;
pero al estar aliados con María, el temor se volverá confianza: “Tu santo corazón es para el mundo el
refugio de paz, el signo de elección y la puerta del cielo” rezaba el P.
Kentenich.
Para ese momento tan
especial, es bueno tener suficiente aceite en nuestras lámparas (leer: Mt
25,1-15); el mejor aceite es el adquirimos con el amor. Será necesario también presentar
algún talento con el que hemos “lucrado” (leer: Mt 25, 14-21) y, ante todo,
haber hecho obras de misericordia (leer:
Mt 25, 31-46).
3. Adviento es descubrir a Jesús que siempre “viene”.
Él viene en el ropaje
del pobre y del necesitado; viene también en los signos de los tiempos que nos urgen
a trabajar por la paz, la comunión y la solidaridad. Hay que ser generosos y
misericordiosos con los demás, como Dios lo ha sido con nosotros.
Pensando
en Jesús que siempre “viene”, pensé el PACTO
DE MISERICORDIA, que quiero proponérselo a ustedes. Habría que tomar una
hoja y escribir:
“En este año de la Misericordia, yo (aquí pongo mi nombre) sello este
pacto y me comprometo a vivir de la siguiente forma:
- Quiero perdonar cada
día a quienes me hicieron o hacen algún mal o me ofendieron.
- Quiero pedir perdón
cada vez que tomé conciencia de haber herido a alguien.
- Quiero escuchar con
atención al otro (cónyuge, amigo, hijos, padres), cuando me habla.
- Quiero aportar para
que haya un clima de armonía y paz en mi hogar.
- Quiero poner paños
fríos a los enojos y rencores que se generan en el trabajo.
- Quiero responder a
quien golpea mi casa pidiendo una ayuda.
7.
Quiero visitar a quién
está internado, del círculo de amistad o familiares.
8.
Quiero darle mi tiempo
al que pide un consejo.
9.
Quiero preservarme de
decir o propagar chismes sobre terceros.
10. Quiero consolar a quien está triste y espera una
palabra.
11. Quiero visitar
algún templo dedicado a la misericordia, pasar por la puerta de la
misericordia, pidiendo por alguien que está necesitado.
12. Quiero recurrir al sacramento de la reconciliación
con mayor asiduidad.
Pongo
este pacto bajo la mirada misericordiosa de María. Su cumplimiento quiere ser
un aporte personal en el camino de la reconciliación y de la paz que anhelo
para mí, la patria, Schoenstatt y todos los que tengo cerca.
Firma…
¿Qué les parece? A medida que concretamos algún punto,
podemos ir marcándolos y ofreciéndolos al Capital de Gracias de este año.
Queridos misioneros, María “es nuestra Señora de la
prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás sin demora. Esta
dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo
que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización” (EG. 288). Esta es
la gran tarea de la Campaña del Rosario.
Que estas sencillas reflexiones les llene
el corazón de alegría, pensando en este Adviento que es Memoria, Profecía y
Encuentro. Los bendice, recuerda y agradece,
P.Guillermo Carmona
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