domingo, noviembre 29, 2015

Adviento

Aunque es una carta dirigida a los misioneros, se las comparto porque muchas de ustedes lo son y además nos ayuda a todas a vivir mejor este tiempo de Adviento.


Campaña del Rosario
Carta de Adviento 2015

Queridos misioneros de la Campaña del Rosario
de la Virgen peregrina de Schoenstatt,

Los invito a vivir el Adviento, junto a toda la Iglesia, en clave de Misericordia: “La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio” (Papa Francisco en EG, 114).
Adviento (del latín“venida”) es un sustantivo al que le acompañan tres tiempos del verbo “venir”: vino, vendrá, viene. El adviento es memoria de Alguien que vino; es profecía de Alguien que vendrá, es encuentro con alguien que viene. La Campaña quiere ser mensajera de Jesús, traído por María, Señora de la Vida y de la Gracia. 
         
1. La Misericordia de Dios en el Señor que ya “vino”.
Jesús es el gran gesto de Misericordia del Padre. Los hombres vivíamos en la lejanía a la que nos había desterrado el Pecado Original. Pero la “compasión” de Dios, hizo que el Padre enviara a Jesús, para que nosotros, viéndolo a Él, pudiésemos recibir su Misericordia. A partir de ese momento, la historia -la pequeña de cada uno y la grande del mundo entero- actualiza la parábola del hijo pródigo, que regresando al hogar es recibido con amor misericordioso por el padre (Lc 15). ¡Les sugiero leer nuestra vida a la luz de esta parábola!  
Jesús vino para sanar, curar los males del cuerpo, del alma y del espíritu: “Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia la Buena Noticia (Lucas. 7,19-23).
Pero Jesús, además de llegar a este mundo, nos visitó a cada uno en nuestra propia “casa”, en nuestra vida. Es bueno recordar estas “visitas”: momentos que se hacen gratitud, oración, autovaloración, petición de perdón… Los invito a que cada uno escriba 5 momentos en su vida donde percibió que Dios lo visitaba, es decir, que fue MISERICORDIOSO con él. Quienes deseen, podrían compartir a través del Facebook de la Campaña algunas de esas “visitas”. Nos hace bien intercambiar y encendernos mutuamente en el amor que nace de la experiencia.

2. Adviento es pensar en la Misericordia de un Dios que un día “vendrá”.
Su venida no debería causarnos miedo o angustia. La vida es una peregrinación cuya meta es dejarnos abrazar por el Padre en la casa paterna. Un momento tan especial puede generar cierta ansiedad; pero al estar aliados con María, el temor se volverá confianza: “Tu santo corazón es para el mundo el refugio de paz, el signo de elección y la puerta del cielo” rezaba el P. Kentenich.
Para ese momento tan especial, es bueno tener suficiente aceite en nuestras lámparas (leer: Mt 25,1-15); el mejor aceite es el adquirimos con el amor. Será necesario también presentar algún talento con el que hemos “lucrado” (leer: Mt 25, 14-21) y, ante todo, haber hecho obras de misericordia (leer: Mt 25, 31-46).   

3. Adviento es descubrir a Jesús que siempre “viene”.
Él viene en el ropaje del pobre y del necesitado; viene también en los signos de los tiempos que nos urgen a trabajar por la paz, la comunión y la solidaridad. Hay que ser generosos y misericordiosos con los demás, como Dios lo ha sido con nosotros.
          Pensando en Jesús que siempre “viene”, pensé el PACTO DE MISERICORDIA, que quiero proponérselo a ustedes. Habría que tomar una hoja y escribir:

“En este año de la Misericordia, yo (aquí pongo mi nombre) sello este pacto y me comprometo a vivir de la siguiente forma:

  1. Quiero perdonar cada día a quienes me hicieron o hacen algún mal o me ofendieron.
  2. Quiero pedir perdón cada vez que tomé conciencia de haber herido a alguien. 
  3. Quiero escuchar con atención al otro (cónyuge, amigo, hijos, padres), cuando me habla.
  4. Quiero aportar para que haya un clima de armonía y paz en mi hogar.
  5. Quiero poner paños fríos a los enojos y rencores que se generan en el trabajo. 
  6. Quiero responder a quien golpea mi casa pidiendo una ayuda.
7.   Quiero visitar a quién está internado, del círculo de amistad o familiares.
8.   Quiero darle mi tiempo al que pide un consejo.
9.   Quiero preservarme de decir o propagar chismes sobre terceros. 
10. Quiero consolar a quien está triste y espera una palabra.
11. Quiero visitar algún templo dedicado a la misericordia, pasar por la puerta de la misericordia, pidiendo por alguien que está necesitado.
12. Quiero recurrir al sacramento de la reconciliación con mayor asiduidad.

Pongo este pacto bajo la mirada misericordiosa de María. Su cumplimiento quiere ser un aporte personal en el camino de la reconciliación y de la paz que anhelo para mí, la patria, Schoenstatt y todos los que tengo cerca.

Firma…

     ¿Qué les parece? A medida que concretamos algún punto, podemos ir marcándolos y ofreciéndolos al Capital de Gracias de este año.

Queridos misioneros, María “es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás sin demora. Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización” (EG. 288). Esta es la gran tarea de la Campaña del Rosario.
Que estas sencillas reflexiones les llene el corazón de alegría, pensando en este Adviento que es Memoria, Profecía y Encuentro. Los bendice, recuerda y agradece,


 P.Guillermo Carmona

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