Familia:
comunidad de corazones
Padre Nicolás Schwizer
N° 173 – 01 de octubre
de 2015
Forjar una familia, una
comunidad de corazones no es tarea fácil. Exige mucha nobleza, dedicación,
paciencia y amor desinteresado de parte de cada uno. Existen muchos
obstáculos en el camino, principalmente por nuestros límites, nuestra falta
de autoeducación y madurez personal.
Nos cuesta p.ej. querer a cada
uno, a pesar de su manera de ser distinta, de sus rarezas y locuras que nos van
molestando y cansando. Todas las familias han experimentado éste u otro tipo de
dificultades. Y los más jóvenes que no lo han vivido aún, lo vivirán en su
momento.
Pero a pesar de todos los
problemas, hay que seguir luchando, por una profunda comunidad de
corazones. Porque sin ello, nuestras familias pueden transformarse en pequeños
infiernos, en los cuales reinan intrigas, envidias, celos, venganzas.
Ahora, ¿qué podemos hacer,
para llegar a ser una verdadera comunidad de corazones? O con otras palabras,
¿Cómo debe ser ese amor que nos une como vínculo en la profundidad de nuestras
almas?
1.
Cualidades de nuestro amor. Para forjar una comunidad de corazones, nuestro amor
debe tener tres cualidades:
1.1 Debe
ser un amor que cobija al hermano. Es un amor para siempre, que nunca deja de
cobijarlo. Es como con un hijo degenerado a quien toda la familia echa; pero en
el corazón de su madre siempre encuentra un hogar. Es un amor que cobija a los
demás, sin excepción.
Todos deben encontrar un lugar
predilecto en mi corazón, en todas las situaciones, también en momentos de
crisis, de alejamiento o de caída.
1.3 Nuestro amor debe ser un amor que
sobrelleva y soporta. Un amor tan profundo que quiere
llevarnos a una comunidad de corazones, no puede existir sin sacrificios y
renuncias. Tenemos que aprender a aguantarnos no sólo con amor, sino también
con alegría. Tenemos que dar un sí pleno y total a los demás, es decir, aceptar
y soportar también todos sus caprichos y disparates.
2. Educación de nuestro corazón.
¿Cómo debemos educarlo en la relación con los demás?
2.1 He de procurar
tener un corazón respetuoso. Un
corazón que tiene un respeto y hasta veneración ante cada persona. Y ese
respeto lo mantengo inalterado ante sus debilidades, limitaciones y fracasos.
En la familia que formamos, queremos llegar a ser un solo corazón y una sola
alma, pero de tal modo que ninguno pierda su originalidad, que cada una tenga
libertad en el pensar y actuar.
Preguntas para
la reflexión
1.
¿Tengo yo ese corazón respetuoso que
ve con profunda admiración a cada familiar?
2.
¿Poseo yo esa riqueza interior de una
bondad sincera y benévola, que se olvida de las experiencias malas y sólo mira
sus cosas buenas?
3.
¿Tengo yo ese corazón responsable por
los otros?
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