domingo, diciembre 01, 2013

Reflexiones P.Nicolás


María modelo de la Iglesia servidora

 Padre Nicolás Schwizer
N° 151 – 01 de diciembre de 2013 

María nos quiere recordar, que el amor es lo más profundo y significativo del cristiano y que el amor se expresa en el servicio. Así nos muestra, con su ejemplo, que la Iglesia es y quiere ser servidora de los hombres.

 Es fácil, hablar de amor y de caridad, pero resulta muy difícil vivirlos, porque amar significa servir, y servir exige renunciar a sí mismo. Si no fuera así, estaríamos en el paraíso, ya que todos los hombres y todos los cristianos estamos de acuerdo en cantar las bellezas del amor.

Sin embargo, sigue habiendo guerras, injusticias socia­les, persecuciones políticas en el mundo. Es porque amar cuesta, porque servir cuesta. Es porque el pecado original nos inclina a buscar siempre el propio interés, a querer dominar y estar en el centro.

Pero, ¿qué es servir? El mismo Jesús lo explica: servir es dar su vida por los otros, es entregarse a los demás. Servir es darse uno mismo, entregando al otro nuestra preocupación y nuestro tiempo, nuestro amor.

Sirve la mujer que plancha hasta tarde la camisa que su marido necesita; o que pasa la noche junto al hijo enfermo. Sirve quien apaga la televisión durante la telenovela para recibir al vecino y escuchar sus problemas.

Sirve quien renuncia a unas horas de descanso para ir a pasear con sus hijos, para participar en una reunión en el trabajo.

Iglesia servidora. La Iglesia del Concilio se proclamó una Iglesia servidora del mundo y de los hombres. Por eso eligió como modelo de esa actitud a María.

Nosotros muchas veces creemos que estamos sirviendo a Dios porque le rezamos una oración o cumplimos una promesa. Miremos a María: Ella le entrega toda su vida, para cumplir la tarea que Dios le encomienda por el ángel.
 
María sabe por el ángel que su hijo será el Rey del universo y el de Isabel sólo su precursor. Pero es Ella la que corre donde vivía su prima. Y no busca pretextos por estar encinta y no poder arriesgar un viaje tan largo.
 Cuando el ángel le anuncia que Ella será Madre de Dios, entonces María comprende que esta vocación le exige convertirse en la primera servidora de Dios y de los hombres.
 Sacrificio y servicio. Para poder construir un mundo nuevo que todos deseamos, se precisa mucho espíritu de sacrificio y de servicio. La Iglesia y el país son cosa de todos y saldrán adelante sólo con la entrega generosa de todos.
 Pero ese servicio, que se nos pide, tiene que ser dado en el espíritu de Cristo y de María. Debe ser un servicio que busque realmente mi entrega a los demás, y no mi poder personal, ni el dominio absoluto de mi empresa o de mi partido.
No queremos reemplazar una clase dominante por otra, que trae nuevas formas de opresión.
 Sin este espíritu, ni la Iglesia ni el país serán renovados, aunque disminuyan las diferencias sociales. Una justicia que no va acompañada del amor servicial, es inhumana, es una justicia sin alma.
 Pidámosle a Ella, que nos ayude a construir una Iglesia según su imagen, una Iglesia servidora de los hombres, que sea, realmente, alma de un país mejor.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Me considero una persona de servicio a los demás?
2. ¿Qué más puedo hacer por la Iglesia?
3. Mi servicio, ¿está impregnado de Cristo y de María?
 
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