Una comunidad nueva, presencia viva de María en el mundo
Pues no se trata de una orden religiosa más. Ha de
ser una comunidad “nueva”: Una comunidad de mujeres consagradas a Dios, que
viven la pobreza, la obediencia y la virginidad, pero no se comprometen a
través de votos. Deben tener una forma de vida que sea tan flexible, que los
miembros puedan vivir en comunidad o también solas, según lo requieran sus
tareas. Una comunidad donde la fe viva, la libertad y la responsabilidad estén
escritas con mayúscula.
“Ustedes son mi promesa al mundo.” Padre José Kentenich, Fundador
A poco tiempo de terminada la guerra, en 1920,
ingresan al Movimiento las primeras mujeres; y unos años después surge en
varias de ellas el anhelo de consagrarse totalmente en una vida virginal, a
la misión que la Santísima Virgen tiene desde el Santuario de Schoenstatt para
la renovación del mundo en Cristo.
El Padre Kentenich ve con claridad la necesidad de
formar con ellas una comunidad femenina. Sus miembros, como imágenes de
María, deberían estar, como profesión principal, al servicio de la Obra de
Schoenstatt. Es así que, el 1º de octubre de 1926, cuando dos dirigentes
de la Federación de Mujeres (Anna Pries y Emilie Engel) quedan libres de sus
trabajos y se pueden mudar a Schoenstatt, el Padre Kentenich funda la
comunidad de las Hermanas de María.
Dios bendijo con una gran fecundidad la etapa
fundacional. Ya a partir de 1933 son enviadas las primeras Hermanas misioneras
a Sudáfrica y luego a América del Sur. A la Argentina llegan las primeras
cuatro Hermanas en 1935.
Hoy queremos dar gracias por estos 89 años con las Hermanas de María, por su sí al llamado de la Mater, por guiar y acompañar nuestros pasos. Rezamos por cada una, en especial por la Hermana Bárbara que hace varios años asiste fielmente a la Federación Apostólica de Madres.
Fuente: https://schoenstatt.com/es/comunidades/woman/hermanas-de-maria/