Abrí la puerta del edificio de departamentos en La
Plata muy temprano esa mañana, aún estaba oscuro y el aire frío me acarició la
cara. Matilde me esperaba con su esposo unos metros más adelante y de ahí a la
casa de Alicia, cambio de piloto y partimos a Ezeiza, nuestra gratitud a estos
2 hombres generosos que nos guiaron en el primer tramo de esta maravillosa
travesía que levantó vuelo rumbo a Santiago de Chile a las 10:55.
En ese vuelo cruzamos la cordillera Mary, Alicia,
Marisa, Majo, María Ester, Maia, Matilde, Leo, la Hermana Barbara y yo.
En el aeropuerto de Chile nos esperaban tres madres
de la federación de señoras de Chile (así se llama la federación de madres
allá) les voy intercalando fotos para ponerle cara a lo que les cuento. Nos
regalaron un girasol a cada una. Qué lindo saberse esperada y recibida con
tanta delicadeza femenina y alegría genuina.
La hermana bárbara se fue con sus hermanas de
comunidad y nosotras partimos hacia el Santuario de Campanario. Allí nos
encontramos con las madres anfitrionas aquellas que nos recibirían en sus
hogares.
Al día siguiente nos esperaban a las 10:00 de la mañana en la calle en la calle Manuel Montt, donde se encuentra la casa que había sido morada del padre en aquellos cruciales días de 1949, y que hoy está a cargo de la Federación de señoras, se nos sumaron Chana y María Rosa, juntas vivimos un momento de cielo una meditación llena de gestos y fraternidad, a mi humilde entender, la manera ideal de comenzar a palpitar el “Vamos el uno en el otro” lema de los festejos del Jubileo por los 75 años del tercer Hito de nuestra Familia.
Ellas, nuestras hermanas chilenas lo llamaron Momento
Cenáculo, que comenzó con la Lectura Bíblica de ese momento histórico: “cuando
llegó el día de pentecostés…” y así estábamos como los primeros apóstoles
reunidas y orantes en torno a María implorando el Espíritu Santo, siendo
enviadas en nuestro propio cenáculo, en la casa de la misión del padre. Donde
él vivió, rezó, trabajo y se entregó a lo que Dios le pedía, la entrega oficial
de la misión de Schoenstatt a la Iglesia.
Con estas palabras comenzamos esta hermosa
celebración que nos incendió el alma y el corazón. Y así encendidas en el amor
por la misión y enviadas por nuestra Madre y Reina comenzamos a vivir los 75
años del 31 de mayo.
Nos unía un profundo anhelo: ser instrumentos aptos,
hijas fecundas de este Padre amoroso que a través de su hijo dilecto nuestro
padre y fundador nos confía una misión para nuestro tiempo. Sentimos una
profunda gratitud por ser hijas escogidas para esta gran misión. Nos
experimentamos privilegiadas de ser parte de esta historia, vivir este jubileo
como la generación que recibe este renovado encargo, actual y urgente, para
este tiempo.
Qué maravilloso ambiente de fraternidad se vivía
cuánta emoción y alegría genuina de sabernos familia. Y esto recién comenzaba.
Conocer a Kathy Colunga, nuestra jefa internacional,
y recibir una hermosa cruz con el símbolo del jubileo de nuestras hermanas,
sólo hacía más y más profunda la alegría de compartir. Todo era hablar sobre la
federación del padre, la misión, el futuro.
Nos encaminamos a Bellavista al Santuario Cenáculo a
dar comienzo al encuentro internacional de toda la familia en torno al lugar
santo donde el padre hace ya 75 años colocó sobre el Altar la primera parte de
la Epístola Pelonga.
Majo y Leo recorrieron en peregrinación el trayecto
que el padre Kentenich hizo junto a las Hermanas de María aquel día, hasta
llegar al Santuario que había bendecido pocos días antes, el 20 de mayo de
1949. El santuario estaba aún en construcción como la familia y como nosotros
hoy... Como nuestro Santuario de San Juan que envió a sus abanderadas, Gachi y
Analía, que se nos unieron el sábado…
Estamos en construcción hacia esa personalidad madura
e integrada, y que, como dijeron en el panel del segundo impulso, queremos
conducir al mundo a Cristo, para esto Él debe vivir primero en nosotros, El se
muestra en una personalidad armónica.
La autoeducación es la esperanza que Dios puso en
nosotros, la armonía hay que educarla. Para llegar a ser educadores educados
necesitamos abrirnos a la acción del Espíritu para que la gracia actúe. Cuántas
veces hemos oído hablar del pensar, amar y vivir orgánicos me gustó mucho esta
fórmula:
“hay que enseñar a pensar lo que se siente y se hace
hay que enseñar a sentir lo que se hoy lo que se
piensa y se hace
hay que enseñar a hacer lo que se piensa y se siente”
…encontrar a Dios en las pequeñas cosas aprovechando
las herramientas que nos dejó el padre Kentenich, como la meditación de la vida
diaria. Mirar al padre y caminar con él anunciando la misión de María desde el
Santuario, animados desde adentro por el Espíritu Santo.
El 31 de mayo es un mensaje, pero también y sobre
todo una tarea para nosotros y para todos aquellos que nos fueron y nos serán
confiados.
El padre estuvo muy presente en Bellavista a través
de tantos hijos e hijas que creen en su misión y se ponen a su disposición
para, con él y en él, llevarla a este mundo que hoy la necesita tanto. En esos
hermosos días, como siempre que nos encontramos vivimos un ambiente de familia
de cordialidad y confianza.
Regresamos con los corazones rebosantes de calidez y
entusiasmo fuimos a aprender para regalar el impulso, el envío que nos lanza
hacia el futuro que nos espera, y por sobre todo, nos necesita.
¿qué sería de nosotros sin Schoenstatt?
¿qué sería de vos y de mí sin Schoenstatt?
No te detengas, el padre nos llama y envía, nos ha
dejado un mensaje y una tarea, necesita a sus hijas fieles, maduras y
armónicas, para enviar a otros y juntos ir a la conquista de todos los
corazones.
Quiero terminar estas pinceladas compartiendo la
oración que llevamos como Federación de Madres Argentina para el cierre del 31
de mayo, en una hermosa ceremonia, que compartimos con nuestras hermanas
chilenas, estadounidense, sudafricana detrás del Santuario Cenáculo a la luz de
las velas.
“Padre Bueno hoy queremos darte gracias porque a
Schoenstatt le diste Madre y Ella nos eligió para sellar con nosotros una
eterna Alianza de Amor. Somos hijas fieles y queremos volver a ofrecernos como
instrumento para, junto al padre José Kentenich, conducir a muchos hacia ti.
Te pedimos la gracia de ser alma y corazón de esta
Familia que quiere iluminar un camino nuevo para la Iglesia y el mundo.
Querido padre José ardemos por tu misión, aquí
estamos, vamos contigo, nuestro corazón en tu corazón, nuestro pensamiento en
tu pensamiento, nuestra mano en tu mano:
¡tu Federación nuestra misión!
Mater, tua res agitur, Clarificare!”
María Gabriela Heinecke
de Bernasconi
“Hija fiel del Padre,
portadora de la Alianza, luz y alegría para los nuevos tiempos.”
Jefa territorial
Federación de Madres
Argentina