“Tu cruz, nuestra cruz – tu luz, nuestra luz”
P. Guillermo Carmona
Abril 2019
Introducción
La
Semana Santa es como una gran sinfonía que
comienza el Domingo de Ramos y tiene su acorde final en la mañana de Pascua.
Es la semana más importante de la historia, la más
trascendente, ya que en ella se consumó nuestra
redención, el acceso al Padre y la reconciliación de los hombres con Él. La
gran historia del mundo puede compararse a un inconmensurable camino que conoce
una gran cima. Todo lo anterior fue una preparación a ese momento; lo que le
sigue, una vivencia posterior y actualizada de esa cumbre. Hay un antes y un
después. Ninguna semana puede ser igual a esta, ni se podrá nunca compársele.
Es la semana más trágica,
porque en ella se consumó el Teocidio, la muerte de Dios, el baño de sangre y
la tumba vacía que anuncia la resurrección del Señor. Trágica y gloriosa a la vez, según visualicemos
el viernes de la ignominia o la mañana de la luz: los hombres matando a su Dios,
Dios asumiendo el mal desde sus entrañas y el Padre sacándolo de la tumba para
indicar que en Él sólo existe la Vida.
Es la semana más gloriosa,
porque nos recuerda y actualiza la verdad del mal superado y transmutado en gracia:
el Maligno vencido en el Madero y la Pascua inaugurando para siempre el “medio
divino” en que vivimos y respiramos. Es la semana del abrazo de Dios al hombre
para siempre, el hijo pródigo que retorna en Jesús -el único inocente- a la
casa paterna para celebrar el banquete, recibir los signos de su realeza y
comer el cordero preparado.
En consecuencia,
deberíamos vivir esta Semana concentrados en lo único valioso: actualizar la
noche -sumergirnos en ella- y despertar a la Vida, dejando atrás las tumbas
vacías que hemos preparado para Jesús.
Los invito a vivir cada día guiados por unas pocas
reflexiones y acompañados de María, la “Mujer” a quien Jesús llamó así para
indicar el día en que Ella nos asumiría a cada uno como su hijo: desde la cruz
nos la donó por madre en la persona de Juan.
Los invito a subirse al escenario. Dejar la platea
burguesa y cómoda de unos “días de descanso” para acompañar las escenas de la
Pasión y de la Pascua, siendo protagonistas y no curiosos turista de paseo.
Domingo
de Ramos
La
entrada triunfal de Jesús en Jerusalén
Jesús había estado muchas veces en la “Ciudad santa”, pero
nunca con el ardor y la sorpresa de ese
día.
Subiendo a la ciudad y entrando en ella experimenta el
reconocimiento de la gente. Es la proclama abierta de quienes habían recibido
el privilegio de su ayuda: los ciegos que comenzaron a ver, los lisiados que empezaron
a andar, los leprosos curados de su mal, la mujer a quien restituye su dignidad
después de haber sido encontrada en adulterio, la viuda a quien Jesús le
resucita el hijo único…
La gente sencilla, a diferencia de los poderosos de
turno, intuye y proclama al Mesías. Éste debía llegar para liberar al pueblo
del pecado y de la esclavitud. Los jefes de entonces no pensaban en esa esclavitud,
la del abandono de Dios, la alienación que es la falta de amor y la justicia,
en la maldad de los dicen y no hacen, que desprecian a la viuda y al pobre... Les
interesa solamente un Mesías político y guerrero, que los liberaría de los
romanos y de otros opresores.
Pero el pueblo, la gente normal, entendía de los otros
pecados, desgracias y oscuridades eran mucho más grande que el yugo del Imperio.
Y vieron la oportunidad de salir a la calle, no ya con las pancartas de los
agitadores de ese tiempo, sino con los ramos y las palmas en las manos, para
proclamar a quien ellos entienden que llega para liberarlos.
Los transeúntes de entonces, aunque estaban en Jerusalén
para celebrar la Pascua, se habrán preguntado con sorpresa: “¿Quién es este?” La
respuesta la daban los humildes y sencillos con sus cantos y alegrías: “Bendito
sea el Rey que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en la
alturas”. Hosanna y alabanza.
En este día la pregunta que llega a cada uno de
nosotros y nos despierta del letargo es: “¿Quién es Jesús para vos?” No dejes
de responderla. Tampoco la reprimas y la evadas caminando solamente por la
playa, subiendo a algún monte o simplemente viendo alguna serie en Netflix. ¿Cuál
es tu respuesta?”.
La insinuación de la liturgia del Domingo de Ramos sigue
vigente: “Queridos hermanos, imitemos a la muchedumbre que aclamó a Jesús y
caminemos cantando y glorificando a Dios, unidos por el vínculo de la paz.”
Del
Lunes Santo al Jueves Santo – El Lunes Santo
Entre el Domingo de Ramos y el Jueves Santo, en estos
tres días, tenemos oportunidad para prepararnos y reflexionar sobre el así
llamado “Triduo Pascual”.
En estos días los invito a tener un momento de oración,
a leer y meditar los textos bíblicos que ofrecemos a continuación, a rezar con el
Hacia el Padre y tomar algún propósito para el día.
Lectura
bíblica:
“Yo considero que los sufrimientos del
tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en
nosotros.
En efecto, toda la creación espera
ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la
vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando
una esperanza.
Porque también la creación será
liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa
libertad de los hijos de Dios. Sabemos que la creación entera, hasta el
presente, gime y sufre dolores de parto. Y no sólo ella: también nosotros, que
poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se
realice la redención de nuestro cuerpo. Porque solamente en esperanza estamos
salvados. Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no se espera más:
¿acaso se puede esperar lo que se ve? En cambio, si esperamos lo que no vemos,
lo esperamos con constancia. Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de
nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero es Espíritu
intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que sondea los corazones
conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos
está de acuerdo con la voluntad divina.” Romanos, 8,18-27
Meditación personal o grupal:
¿Qué frases te interpelan especialmente? Repítelas en
voz alta varias veces.
¿Qué te quiere decir el Señor a ti con ellas?
¿Hay algo, por pequeño que sea, que quieres hacer hoy
como respuesta a ellas?
Oración-reflexión del Hacia el Padre
Padre,
junto a María, nuestra Madre, quiero acompañar al Redentor del mundo
y
en su lucha a muerte ver esos poderes que actúan en todos los sucesos de la
historia. Ayúdame, con su Esposa, la Gran Señal, a ofrecerle como instrumento
mis
débiles manos a él, el Señor, a quien, por amor a nosotros, constituiste para
enjuiciar a Satanás. Me veo situado entre esos dos grandes poderes que se
proscriben mutuamente en una eterna lucha, y con entera libertad una vez más me
decido por Cristo ahora y para siempre.”
Martes
Santo
Nos vinculamos espiritualmente a nuestro Santuario
filial, a una ermita, o nos encontramos en nuestro Santuario Hogar para tener unos
momentos de oración.
Queremos acompañar a Jesús y a María en esta Semana
Santa. Vivir “nuestra” historia de pasión y resurrección. Sabemos que Jesús
sigue sufriendo en su cuerpo que es la Iglesia. Nos acurrucamos en el corazón
de María y con ella queremos aprender siempre de nuevo a sufrir, amar y redimir
al mundo.
Texto
bíblico
“¿Qué diremos después de todo esto? Si
Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su
propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él
toda clase de favores?
¿Quién podrá acusar a los elegidos de
Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será
acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha
de Dios e intercede por nosotros?
¿Quién podrá entonces separarnos del
amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre,
la desnudez, los peligros, la espada?
Como dice la Escritura: Por tu causa
somos entregados continuamente a la muerte; se nos considera como a ovejas
destinadas al matadero.
Pero en todo esto obtenemos una amplia
victoria, gracias a aquel que nos amó.
Porque tengo la certeza de que ni la muerte
ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni
los poderes espirituales,
ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna
otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo
Jesús, nuestro Señor.” Rom 8, 31-39
Meditación personal o grupal:
¿Qué frases te interpelan especialmente? Repítelas en
voz alta varias veces.
¿Qué te quiere decir el Señor a ti con ellas?
¿Hay algo, por pequeño que sea, que quieres hacer hoy
como respuesta a ellas?
Oración-reflexión del Hacia el Padre
Me
veo situado entre esos dos grandes poderes que se proscriben mutuamente
en
una eterna lucha, y con entera libertad una vez más me decido por Cristo ahora
y para siempre. Concédeme abrazar con el Señor alegremente la cruz
e
ir por los caminos de la Inscriptio sin vacilación,
para
que como esposa me asemeje al Esposo y como instrumento sea fecundo
para su Reino.
Te
imploro, Señora tres veces Admirable, contemplar la profundidad
del
corazón de Cristo y, en medio de un mar agitado por el odio,
acompañarlo
con el ardiente fuego de tu amor. Amén.
Miércoles
Santo
En este día podemos tomar conciencia de que si bien
todos los años celebramos la misma Liturgia, con los mismos textos y con los
mismos gestos, sin embargo cada Semana Santa es original y única. No hay un año
igual a otro. No cambian los textos ni los símbolos, pero cambiamos nosotros:
nuestra realidad anímica y existencial, las circunstancias que nos rodean, los
hechos, las realidades familiares, laborales o sociales. Aunque sea lo mismo
nunca es lo mismo: siempre hay novedades que nos hacen vivir esta Semana con
una densidad diferente y siempre nueva.
Texto bíblico
“El amor de Cristo nos apremia, al
considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y él
murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino
para aquel que murió y resucitó por ellos…
El que vive en Cristo es una nueva
criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. Y todo
esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos
confió el ministerio de la reconciliación.
Porque es Dios el que estaba en Cristo,
reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los
hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.
Nosotros somos, entonces, embajadores
de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por
eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios. A aquel
que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a
fin de que nosotros seamos justificados por él.” Segunda Corintios, 5,
4-21
Meditación personal o grupal:
¿Qué frases te interpelan especialmente? Repítelas en
voz alta varias veces.
¿Qué te quiere decir el Señor a ti con ellas?
¿Hay algo, por pequeño que sea, que quieres hacer hoy
como respuesta a ellas?
Oración-reflexión del Hacia el Padre
A través de todas las
épocas, por múltiples caminos, vas cargando con la cruz, flaqueando y
despreciado. Lo que tu Iglesia sufren en persecuciones
es la cruz que ponen en
tus hombros.
Desde que tú
magnánimamente la aceptaste, adquirió un claro resplandor
y un valor precioso. Quien
te ama, busca en ti, Señor, con noble orgullo, junto a tu fuerte Esposa, obtener
el madero de los esclavos.
Concédeme llevar siempre
con alegría la astilla de la cruz que el Padre me mande por las circunstancias
de mi vida, para que el amor a la cruz se manifieste como auténtica y mi ser y
mi actuar alaben al Padre filialmente.”
Triduo Pascual
Jueves Santo
El Jueves Santo nos recuerda a Jesús como el ejemplo preclaro
de la autoridad, que no debe ser entendida como poder sino como servicio. El
lavatorio de los pies suplanta el relato de la institución de la Eucaristía y
nos muestra, en la humildad y grandeza del gesto, el sentido de la vida de
Jesús: lavar los pecados del hombre y estar como servidor de todos.
Con la Última Cena comienza la oscuridad. En el Huerto
de los Olivos Jesús experimenta la más horrible soledad y miedo. La frase del
Señor sigue rasgando los tiempos y nos conmueve: “Abba, ¿por qué me has
abandonado?”.
La contemplación del dolor de Jesucristo nos estremece
y nos prepara para bajar a la hondura de su pasión. No es un mero recuerdo; debe
ratificarse en la vida para que no lo sea.
El Jueves Santo es la expresión también del amor:
Amor del Padre que “tanto amó al mundo que entregó a su
hijo para que nos redimiera”;
Amor de Jesús que ratificó con su entrega que “nadie
tiene más amor que aquél que da la vida por sus amigos”;
Y el amor del Espíritu Santo cuando Jesús contemplando
lo hecho descubre la fuerza del Espíritu Santo y exclama desde la cruz: “Todo
está consumado. En tus manos encomiendo mi espíritu”.
El
jueves Santo es una invitación de Cristo a cada uno. En
la catedral de una ciudad alemana, Hilldesheim, hay un cuadro de la Última
Cena, pintado por un artista que dejó una silla vacía. Su intención era invitar
a que quien lo viera y admirara, subiera en espíritu a ese lugar y ocupara la
silla vacía para compartir la mesa. Compartir la mesa es compartir su amor, su
humildad y su servicio. Y a partir de esa experiencia, escuchar como si fuera
la primera vez, de los labios de Jesús, “Hagan ustedes lo mismo”: amen, sean
humildes y sirvan.
Textos
bíblicos
Primer texto:
“Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez
les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue
entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se
entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».
De la misma manera, después de cenar,
tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi
Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memora mía».
Y así, siempre que coman este pan y beban
esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.” 1 Cor.11, 23- 26
Segundo texto
“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo
Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había
amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Durante la Cena, cuando el demonio ya
había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo
Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios
y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla
se la ató a la cintura.
Luego echó agua en un recipiente y
empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía
en la cintura.
Cuando se acercó a Simón Pedro, este le
dijo:
«¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a
mí?».
Jesús le respondió: «No puedes
comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás».
«No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me
lavarás los pies a mí!». Jesús le respondió: «Si yo no te lavo, no podrás
compartir mi suerte».
«Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro,
¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!».
Jesús le dijo: «El que se ha bañado no
necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes
también están limpios, aunque no todos». El sabía quién lo iba a entregar, y
por eso había dicho: «No todos ustedes están limpios».
Después de haberles lavado los pies, se
puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer
con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor, y
tienen razón, porque lo soy.
Si yo, que soy el Señor y el Maestro,
les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.
Les he dado el ejemplo, para que hagan
lo mismo que yo hice con ustedes.
Les aseguro que el servidor no es más
grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes
serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. Juan
13,1-17
Meditación personal o grupal:
¿Qué frases te interpelan especialmente? Repítelas en
voz alta varias veces.
¿Qué te quiere decir el Señor a ti con ellas?
¿Hay algo, por pequeño que sea, que quieres hacer hoy
como respuesta a ellas?
Oración-reflexión del Hacia el Padre
Con
tu bondad inefablemente generosa
has
regalado a la Iglesia
la
flor más noble de la humanidad;
queremos
ponerla en el santuario del corazón
y
llevarla hacia el mundo con audacia.
Por
ti, Señor Jesús,
con
María, tu Madre y Esposa,
la
que vence a la serpiente pisando su cabeza,
concédenos
ser,
en
el Espíritu Santo,
instrumentos
del Padre,
para
construir aquí en la tierra su Reino.
Amén.
Viernes Santo
Este
día celebramos el prendimiento, la flagelación, la coronación de espinas, el
juicio fraudulento, el camino de la cruz, la crucifixión y la muerte de Jesús.
Todos los misterios dolorosos del Rosario. El Viernes Santo es el día de la
tragedia más cruel, la condensación más profunda del mal y, a vez, la apertura
a la salvación para siempre. Tratamos por eso de participar de la liturgia con la
lectura larga de la Pasión según San Juan; rezamos también el Viacrucis y al
hacerlo reflexionamos sobre la entrega del Señor, que en obediencia a su Padre
se sumerge en el misterio de la noche.
Es bueno que cada uno reflexione y se pregunte: ¿Qué
significa la Cruz de Jesús para mí? ¿Las cruces en mi vida, en este año, en este
tiempo?
Frente a la experiencia de la cruz sólo caben dos
posibilidades: rebelarnos o aceptarlas. No es lo mismo y tampoco lo son sus
consecuencias. Si las aceptamos es probable que podremos descubrir su poder
sanador: nos purifica, nos saca de nuestro yo y egocentrismo. Sólo podemos amar
si estamos dispuestos a renunciar a nosotros para mirar al tú, negando deseos
desordenados que se albergan en el alma. Amar como Jesús amó nos plenifica
aunque nunca sea nunca fácil.
También nos sirve meditar unos momentos sobre la
tumba de Jesús. El sepulcro de Jesús y nuestros sepulcros. Muchas veces
tendremos que enterrar ciertos sueños o quimeras que no lograron realizarse. Sueños
con los hijos, con otras personas, con el trabajo, con el apostolado y con nosotros
mismos. Desilusiones y desengaños.
El Viernes Santo es el día del silencio de Dios. La
gran pregunta del abandono del Padre. Jesús lo soportó y lo ofreció con paciencia.
Tener paciencia con Dios y descubrir la paciencia de Dios. Tampoco es lo mismo.
Es bueno saber que la esperanza no niega los miedos, los desvalimientos ni las dudas:
las transforma en confianza de niño y abandono sin saber por qué en los brazos
del Padre.
Por sobre todo es el día en que recibimos a María
como Madre. La generosidad del Señor que sabiendo de nuestro desvalimiento nos la
entregó a cada uno. La recibimos como Juan y como él, la llevamos a nuestra
casa. Allí está el origen último de nuestra Alianza de Amor con María. Es
fidelidad a Jesús y es beneficio del pobre. En medio de la noche su presencia será
luz. Ella asumirá los añicos de nuestra vida y se los presentará a Jesús para
que Él haga con ellos un vaso nuevo: será la Pascua.
Textos
bíblicos
Primer
texto
“Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de
Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes
en la confesión de nuestra fe.
Porque no tenemos un Sumo Sacerdote
incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario él fue sometido a
las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.
Vayamos, entonces, confiadamente al
trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un
auxilio oportuno.
El dirigió durante su vida terreno
súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo
de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión.
Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió
por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer.
De este modo, él alcanzó la perfección
y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen” Hebreos 4,14-16; 5,7-9.
Segundo texto
“Tengan los mismos sentimientos de
Cristo Jesús.
El, que era de condición divina, no
consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al
contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y
haciéndose semejante a los hombres.
Y presentándose con aspecto humano, se
humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y le dio el
Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda
rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para
gloria de Dios Padre: ‘Jesucristo es el Señor’”. Filipenses 2, 5-11
Meditación personal o grupal:
¿Qué frases te interpelan especialmente? Repítelas en
voz alta varias veces.
¿Qué te quiere decir el Señor a ti con ellas?
¿Hay algo, por pequeño que sea, que quieres hacer hoy
como respuesta a ellas?
Oración del Hacia el Padre
Ahora
estás suspendido entre cielo y tierra para que surja una nueva creación de
amor.
Tú,
el Dios omnipotente, estás allí tan inefablemente pobre,
porque
tu amor es tan hondo y es tan cálido.
Para
conducirnos rápido y seguro hacia ti, moribundo
nos
quieres regalar tu Madre:
«¡Ahí
tienes a tu Madre!» «¡Ahí tienes a tu hijo!» Así resuenan tus palabras desde la
cruz, tu trono de rey.
Aquellos
que prescinden de María,
quien,
según el plan del Padre, siempre debe estar junto a ti,
no
comprenden la plenitud de tu Obra,
no
captan la totalidad de su fuerza y de su luz.
Mirar
con amor tu cruz me sirva cada vez
para
no confiar más en el dinero
y
en los bienes materiales,
y
poder así con facilidad, entregarme totalmente
a
ti y a María Madre,
con
el corazón y el pensamiento.
Sábado Santo
Es el día del silencio. Jesús en la Cruz y más tarde en
el sepulcro. Han sido imágenes muy fuertes, prohibidas para menores de 13 años...
Y no obstante sanadoras, porque nos traen la salud y la redención, es decir, la
libertad.
El Sábado Santo está ahí, para volver a meditar lo
sucedido; quizás para poder identificarse
con alguno de los personajes de la pasión y alguna de las escenas que lo
ejemplarizan: con traición de Pedro, con la cobardía de Pilatos, con los
soldados aburridos que pasaban las horas jugando a los dados y que se rifaron
la túnica de Jesús; para sentirse privilegiado como el discípulo amado, como
Maria Magdalena, perdonada y amada, que no temía la ignominia de que otros la
vieran al pie del Ajusticiado. Identificarse con María, la mujer fuerte: ella
“estaba”, de pie, como hoy lo sigue estando.
Te pregunto por tanto: ¿Con quién te identificas? -
¿Qué imagen de la Pasión te toca hoy día?
El Sábado Santo nos invita también a pensar y a
reflexionar. Pensamientos sueltos como los que surgen en una mala noche y en
una mala posada:
“¡Qué increíble la maldad
y la tragedia del hombre!...”
“El
Gólgota y el Viernes Santo no son leyendas del ayer, ni meros recuerdos. Siguen
vigentes hoy en nuestra patria, en esta ciudad.”
“Si
sólo terminara todo aquí, la vida no tendría sentido: quedarían lágrimas, un
gran dolor y una fría tumba.”
“Es impresionante la frase
de San Juan: Es de noche”.
Nuevamente: ¿Qué pensamientos tienes? ¿Podrías
escribirlos?
El Sábado Santo es el día de la espera, de la esperanza
como virtud del cristiano. Jesús nos deja la promesa de la Pascua y por ella
nosotros vivimos.
Texto
bíblico
“¿No saben ustedes que todos los que
fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte?
Por el bautismo fuimos sepultados con
él en la muerte,
para que así como Cristo resucitó por
la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Porque si nos hemos identificado con
Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él
en la resurrección.
Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha
sido crucificado con él, para que fuera destruido este cuerpo de pecado, y así
dejáramos de ser esclavos del pecado.
Porque el que está muerto, no debe nada
al pecado.
Pero si hemos muerto con Cristo,
creemos que también viviremos con él.
Sabemos que Cristo, después de
resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él.
Al morir, él murió al pecado, una vez
por todas; y ahora que vive, vive para Dios.
Así también ustedes, considérense
muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.” Romanos
6,3-11
Meditación personal o grupal:
¿Qué frases te interpelan especialmente? Repítelas en
voz alta varias veces.
¿Qué te quiere decir el Señor a ti con ellas?
¿Hay algo, por pequeño que sea, que quieres hacer hoy
como respuesta a ellas?
Oración-reflexión del Hacia el Padre
Después
de vencer a la muerte y al Demonio,
quieres
que te depositen agotado en el regazo maternal de María.
Con
tanta profundidad y ternura estás unido a ella,
que
en nuestro corazón se manifiesta cálidamente el plan del Padre.
El
sacrificio que María presentó al ofrecerte,
me
cantará sin cesar en el alma:
el
amor redentor impulsa a realizar la acción del sacrificio;
ésa
es la entrega que ha consumado la obra de la Redención.
Este
es el profundo sentido de todos los sufrimientos
que
el amor del Padre tan abundantemente nos depara:
tenga
la certeza de permanecer solitaria
toda
semilla que sepultándose no muera.
Después
que ella, la segunda Eva, aceptó tu muerte,
comprende
María cada sufrimiento de los herederos de Adán
y
se preocupa con solicitud maternal de que cada dolor
haga
más plena la obra de la Redención.
Quiero
permanecer fiel como un niño a esa Madre
e
inscribir su nombre profundamente en los corazones;
entonces
el dolor que recorre todos los pueblos
surgirá
hecho un jubiloso y armonioso canto de redención.
Domingo de Resurrección
La vida es
el tema en la noche de Pascua y en la mañana de Resurrección. Es uno de los
temas más centrales: de los padres cuando va a nacer un hijo, de los esposos
cuando uno de ellos parte, del hombre que está solo.
Es el tema
del paciente en una cama de hospital, de alguien que amamos pero que está lejos.
La vida: ¿hay algo más de la muerte? ¿Qué pasará luego?
Los relatos
nos hablan de la desilusión que se vuelve una ilusión, de la tristeza que se
hace gratitud. Por eso van las tres mujeres a la tumba: fueron a buscar a un muerto
y hallaron a alguien que está vivo. Es todo tan inaudito que les causa miedo y
temor. La experiencia de Jesús resucitado es para ellas y los otros discípulos algo
tan loco que por poco les explota el corazón.
La Pascua es
la respuesta a los anhelos más profundos: el anhelo por vivir. También el
ímpetu de amar: “Amar a alguien es decirle: no morirás jamás” (Gabriel Marcel).
Es la respuesta a las tragedias: la muerte súbita, un accidente, la mala
praxis. A los miedos que todos tenemos cuando vamos al médico. A la razón para
seguir luchando y hacer de este mundo algo mejor.
Por eso esta
noche es una gran invitación a soñar. ¿A soñar? Sí, a soñar que volveremos a
ver a los que amamos, a que un día podremos estar con Jesús y con María. A
soñar la alegría: hombres de la Pascua son hombres de la alegría. A soñar en un
mañana promisor, aunque haya cruces. Por sobre todo, a creer que el amor y la
vida son más fuertes que el odio y que la muerte.
¿Dónde
estaba María aquel amanecer? “Amar a alguien es decirle: no morirás jamás”.
Esto vale especialmente para María. Y aunque no hay relatos de la aparición de
Jesús a su Madre, no podemos imaginarnos que no haya sido Ella la primera que vio
a Jesús resucitado. Una antigua canción oriental afirma: “La resurrección de tu
hijo tiene que haber sido, Madre, como un mar de infinita alegría. Regálame
unas gotas de ese mar para que así mi alegría sea plena”.
Texto bíblico
“Hermanos, les recuerdo la Buena
Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual
permanecen fieles.
Por ella son salvados, si la conservan
tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.
Les he trasmitido en primer lugar, lo
que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la
Escritura.
Fue sepultado y resucitó al tercer día,
de acuerdo con la Escritura.
Se apareció a Pedro y después a los
Doce.
Luego se apareció a más de quinientos
hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han
muerto.
Además, se apareció a Santiago y de
nuevo a todos los Apóstoles.
Por último, se me apareció también a
mí, que soy como el fruto de un aborto.
Porque yo soy el último de los
Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que he perseguido a la
Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy,
y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos,
aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
En resumen, tanto ellos como yo,
predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído.” 1 Corintios 15, 1-11
Meditación personal o grupal:
¿Qué frases te interpelan especialmente? Repítelas en
voz alta varias veces.
¿Qué te quiere decir el Señor a ti con ellas?
¿Hay algo, por pequeño que sea, que quieres hacer hoy
como respuesta a ellas?
Oración-reflexión del Hacia el Padre
Cruz
santa, tus pies me rindo y te canto un ardiente himno de gratitud y de júbilo: ¡en
ti consumó nuestro Señor la Redención, que nos ha hecho hijos de Dios!
Quiero
ponerte en la hondura de mi alegre corazón y regalarte de continuo mi amor
entero; quiero fundar toda mi esperanza de vida
en
ti, Señor crucificado, y en María, tu Compañera.
Manifieste
yo vuestra presencia a los hombres, y así para vosotros los gane;
concededme
que, combatiendo, día a día arriesgue la vida por vosotros,
para
que vuestro Reino en todas partes logre victoria
y
ensanche sus confines por todo el universo.
Concededme
entregar a los pueblos, como el signo de Redención,
tu
cruz, Jesucristo, y tu imagen, María. ¡Que jamás nadie separe lo uno de lo
otro, pues en su plan de amor el Padre los concibió como unidad!
Por
siempre permanezca Schoenstatt (mi comunidad) como fiel instrumento,
que
os inscriba unidos en el corazón de los hombres:
así
se destruirá eficazmente el reino de Satanás,
y,
en el Espíritu Santo se acrecentará la gloria del Padre. Amén.
Redacción: P. Guillermo
Carmona
Semana Santa 2019