Queridos hermanos en la Alianza,
Iniciamos el mes del rosario, palabra que significa “corona de rosas”. Cada Avemaría es una rosa que le damos a la Virgen y el rosario completo, una corona de amor y de alabanza a su persona. Para rezarlo bien es preciso acompañarlo con la meditación de la vida de Jesús y de María. Ellos, igual que nosotros, vivenciaron el gozo, el dolor, la luz y la victoria, la que surge después de vencer la oscuridad y el mal.
Desde sus inicios -cuando la Virgen se apareció a Santo Domingo y le entregó el rosario- hasta hoy día, los cristianos lo rezamos como un medio de vincularnos con María. Sabemos que el P. Kentenich lo hacía diariamente.
Octubre es también el mes de la Alianza. Para el schoenstattiano, la Alianza es un “sacramental”: sostiene nuestra fe, promueve la virtud y fortalece la esperanza y el amor. Renovar viarias veces al día la Alianza es decirle a la Mater que la sabemos en nuestro corazón y anhelamos que Ella nos incorpore -siempre de nuevo- al suyo. Renovar la Alianza es recrear Schoenstatt, porque la Alianza fue y seguirá siendo el acto fundacional del Movimiento.
Tanto el rosario como la renovación de la Alianza nos permiten santificar el día y enmarcarlo en un contexto espiritual. Octubre es, por tanto, el mes en que miramos a la Mater muchas veces, ya sea en su imagen exterior o en la que diseñamos en el Santuario corazón.
Les deseo que este mes sea de mucha comunión con María y con Jesús. De esa forma podremos, con la gracia de nuestros Santuarios, acelerar también nuestra comunión y nuestra paz. Las necesitamos y nos hacen mucho bien.
P. Guillermo Carmona
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