Queridos hermanos en la Alianza,
el mes de septiembre tiene su magia propia. La llegada de la primavera con sus días más agradables, temperaturas más altas, los días más largos y la posibilidad de hacer más planes y disfrutar de actividades al aire libre, suele animarnos más que cualquier otra época del año y nos predisponen a la alegría.
Tres dimensiones alegran especialmente este mes: la juventud, la amistad y las celebraciones de la Mater.
La juventud es energía y optimismo; es la potencia puesta al servicio de un mañana que ya hoy comienza a avizorarse. Claro que no hablo solamente de la juventud del cuerpo, sino la del espíritu, la cual estamos llamados a cultivar, no importa la edad cronológica que tengamos.
Es un mes de la alegría. Lo exterior nos lleva a salir, a buscar mejores lazos, a cimentar los vínculos y no olvidarnos de que lo que da calor a nuestra vida es el amor, amor a Dios, a los hermanos, a los que están cerca y a veces no tanto. La amistad es la relación entre las personas que en libertad se ayudan, se potencian y consuelan. Es bueno tener amigos que nos ayudan a no estar solos.
También la Iglesia se viste de primavera. En una semana celebraremos tres fiestas marianas: el Nacimiento de la Virgen (8 de septiembre), el Dulce nombre de María (12 de septiembre) y los Siete dolores de la Virgen (15 de septiembre). Culminando el mes, llega la fiesta de Nuestra Señora de la Merced (24 de septiembre): a ella le podemos pedir que nos libre de las ataduras del mal y nos haga, cada vez más y más, hombres libres.
Ojalá que este mes, con toda su luz y su calidez, contribuya también a un renacimiento y renovación espiritual de cada uno de nosotros. Y mientras el país quiere despertarse lentamente hacia un mañana más promisor, le pedimos a la Virgen que nos regale un poco más de paz, de seguridad y de concordia, de menos confrontación y más comunión. Los argentinos y schoenstattianos nos lo merecemos…
P. Guillermo Carmona
Director Movimiento en Argentina
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