lunes, noviembre 30, 2015

Reflexiones

Vocación a la imitación de Cristo

Padre Nicolás Schwizer
N° 175 - 01 de diciembre de 2015

Esta vocación tiene tres elementos: la llamada por Jesús; la respuesta de los llamados y la misión para la que son llamados.

1. Cristo llama a cada uno. Así como llamó a cada uno de sus apóstoles, se dirige también a cada ser humano, sacerdote o laico, contemporáneo de Jesús o posterior a Él.

En nuestro bautismo fuimos llamados, por primera vez, a la imitación de Cristo. Y desde entonces, Dios repitió y renovó esta vocación muchas veces y de muchas maneras.

Ciertamente, Él no da a todos la vocación de seguir a Cristo como los apóstoles y discípulos, como los sacerdotes y religiosos, que ponen a su servicio todo lo que son y tienen. A muchos Dios los llama a la vocación de laicos.

Y si los dos grupos se distinguen entre sí respecto a sus tareas y responsabilidades específicas, son iguales en cuanto a la actitud fundamental de entrega por la fe y la caridad, de deber ser imitadores de Cristo. En el fondo, toda la predicación de Jesús es invitación para seguirle.

2. Dios espera una respuesta libre a su llamada. Un compromiso de corazón y de toda la vida, con una adhesión de fe y de obediencia. No siempre el hombre es consciente tan inmediatamente en la vocación. Muchas veces tiene miedo y trata de rehuirla, como algunos de los profetas. Porque con frecuencia la vocación aparta al hombre llamado y hace de él, un extraño entre los suyos. También de cada uno de nosotros Dios espera una respuesta adecuada

Cada día de nuevo tenemos que dar nuestra respuesta a la llamada de Dios, aún cuando no la entendamos, aún cuando nos cueste aceptarla. Y lo que más nos cuesta aceptar, en nuestra vida, son sufrimiento y cruz. Sin embargo es Dios mismo el que manda o lo permite.


Por eso, si nuestro seguimiento de Cristo es auténtico o no, se decide en la aceptación de nuestra cruz.

Si rehusamos nuestra respuesta a esta llamada personal de Dios no se puede lograr nuestra vida cristiana.

3. Si Dios llama, es para confiar una misión. Toda vocación lleva inherente una misión. También cada uno de nosotros, sacerdote y laico es llamado por Dios para una misión personal. Ella se distingue de la de los demás, según profesión y responsabilidades de cada unos.

Y para cumplir esa misión, el laico ha de actuar en el lugar en que Dios los ha colocado, dando allí su testimonio, trabajando en el engranaje de su oficio, en medio de las circunstancias siempre diversas.

Así el laico tiene que saber hacer de su vida profana parte integrante de su vida religiosa. Él no debe buscar la religión después de la tarea o fuera de ella, sino penetrándola en profundidad hasta alimentarse del espíritu que se encierra en ella. En los planes de Dios con este mundo, cada hombre tiene su valor y significado, y forma parte del todo.

4. Para vivir fielmente nuestra vocación propia a la imitación de Cristo, esa misión particular y personal, hay que tomar el molde siempre nuevamente en Cristo. Así en las cuestiones y situaciones de nuestra vida, nos ponemos ante el Maestro y nos preguntamos qué hizo Él y qué haría en una situación semejante.

O miremos a la Sma. Virgen, que es la imagen ideal en la imitación de Cristo, sobre todo para la mujer. O tomemos por modelo a los santos que realizaron la vida de Cristo en su tiempo. Así nos sentimos en comunión con todos los hermanos en Cristo que quieren seguirle.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Quién de nosotros reflexionó ya, alguna vez, sobre la misión personal que Dios tienen para él?
2. ¿Estamos nosotros siempre abiertos y atentos para sus llamamientos, para sus inspiraciones y exigencias?
3. ¿Nos dejamos conducir por Dios en el camino que Él quiere y en el que Jesucristo nos precedió?

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domingo, noviembre 29, 2015

Adviento

Aunque es una carta dirigida a los misioneros, se las comparto porque muchas de ustedes lo son y además nos ayuda a todas a vivir mejor este tiempo de Adviento.


Campaña del Rosario
Carta de Adviento 2015

Queridos misioneros de la Campaña del Rosario
de la Virgen peregrina de Schoenstatt,

Los invito a vivir el Adviento, junto a toda la Iglesia, en clave de Misericordia: “La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio” (Papa Francisco en EG, 114).
Adviento (del latín“venida”) es un sustantivo al que le acompañan tres tiempos del verbo “venir”: vino, vendrá, viene. El adviento es memoria de Alguien que vino; es profecía de Alguien que vendrá, es encuentro con alguien que viene. La Campaña quiere ser mensajera de Jesús, traído por María, Señora de la Vida y de la Gracia. 
         
1. La Misericordia de Dios en el Señor que ya “vino”.
Jesús es el gran gesto de Misericordia del Padre. Los hombres vivíamos en la lejanía a la que nos había desterrado el Pecado Original. Pero la “compasión” de Dios, hizo que el Padre enviara a Jesús, para que nosotros, viéndolo a Él, pudiésemos recibir su Misericordia. A partir de ese momento, la historia -la pequeña de cada uno y la grande del mundo entero- actualiza la parábola del hijo pródigo, que regresando al hogar es recibido con amor misericordioso por el padre (Lc 15). ¡Les sugiero leer nuestra vida a la luz de esta parábola!  
Jesús vino para sanar, curar los males del cuerpo, del alma y del espíritu: “Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia la Buena Noticia (Lucas. 7,19-23).
Pero Jesús, además de llegar a este mundo, nos visitó a cada uno en nuestra propia “casa”, en nuestra vida. Es bueno recordar estas “visitas”: momentos que se hacen gratitud, oración, autovaloración, petición de perdón… Los invito a que cada uno escriba 5 momentos en su vida donde percibió que Dios lo visitaba, es decir, que fue MISERICORDIOSO con él. Quienes deseen, podrían compartir a través del Facebook de la Campaña algunas de esas “visitas”. Nos hace bien intercambiar y encendernos mutuamente en el amor que nace de la experiencia.

2. Adviento es pensar en la Misericordia de un Dios que un día “vendrá”.
Su venida no debería causarnos miedo o angustia. La vida es una peregrinación cuya meta es dejarnos abrazar por el Padre en la casa paterna. Un momento tan especial puede generar cierta ansiedad; pero al estar aliados con María, el temor se volverá confianza: “Tu santo corazón es para el mundo el refugio de paz, el signo de elección y la puerta del cielo” rezaba el P. Kentenich.
Para ese momento tan especial, es bueno tener suficiente aceite en nuestras lámparas (leer: Mt 25,1-15); el mejor aceite es el adquirimos con el amor. Será necesario también presentar algún talento con el que hemos “lucrado” (leer: Mt 25, 14-21) y, ante todo, haber hecho obras de misericordia (leer: Mt 25, 31-46).   

3. Adviento es descubrir a Jesús que siempre “viene”.
Él viene en el ropaje del pobre y del necesitado; viene también en los signos de los tiempos que nos urgen a trabajar por la paz, la comunión y la solidaridad. Hay que ser generosos y misericordiosos con los demás, como Dios lo ha sido con nosotros.
          Pensando en Jesús que siempre “viene”, pensé el PACTO DE MISERICORDIA, que quiero proponérselo a ustedes. Habría que tomar una hoja y escribir:

“En este año de la Misericordia, yo (aquí pongo mi nombre) sello este pacto y me comprometo a vivir de la siguiente forma:

  1. Quiero perdonar cada día a quienes me hicieron o hacen algún mal o me ofendieron.
  2. Quiero pedir perdón cada vez que tomé conciencia de haber herido a alguien. 
  3. Quiero escuchar con atención al otro (cónyuge, amigo, hijos, padres), cuando me habla.
  4. Quiero aportar para que haya un clima de armonía y paz en mi hogar.
  5. Quiero poner paños fríos a los enojos y rencores que se generan en el trabajo. 
  6. Quiero responder a quien golpea mi casa pidiendo una ayuda.
7.   Quiero visitar a quién está internado, del círculo de amistad o familiares.
8.   Quiero darle mi tiempo al que pide un consejo.
9.   Quiero preservarme de decir o propagar chismes sobre terceros. 
10. Quiero consolar a quien está triste y espera una palabra.
11. Quiero visitar algún templo dedicado a la misericordia, pasar por la puerta de la misericordia, pidiendo por alguien que está necesitado.
12. Quiero recurrir al sacramento de la reconciliación con mayor asiduidad.

Pongo este pacto bajo la mirada misericordiosa de María. Su cumplimiento quiere ser un aporte personal en el camino de la reconciliación y de la paz que anhelo para mí, la patria, Schoenstatt y todos los que tengo cerca.

Firma…

     ¿Qué les parece? A medida que concretamos algún punto, podemos ir marcándolos y ofreciéndolos al Capital de Gracias de este año.

Queridos misioneros, María “es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás sin demora. Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización” (EG. 288). Esta es la gran tarea de la Campaña del Rosario.
Que estas sencillas reflexiones les llene el corazón de alegría, pensando en este Adviento que es Memoria, Profecía y Encuentro. Los bendice, recuerda y agradece,


 P.Guillermo Carmona

miércoles, noviembre 18, 2015

Carta de Alianza - Noviembre 2015

Querido hermano en la Alianza,
Hoy quiero invitarte a salir al encuentro de alguien que hace muchos años, 130 exactamente, en un día como hoy nació en la Renania germana. A pesar de los años, miles de personas lo siguen considerando como un padre a quien imitar, un maestro a quien seguir y un amigo a quien comentarle problemas y anhelos.
Hay personas que a lo largo de nuestra vida nos marcan y se transforman en luz y ejemplo.
En mi caso, una de estas personas positivas ha sido el P. José Kentenich. Muchas veces vuelvo al momento en que me despedí de él, cuando le ayudé como monaguillo, 20 días antes de su muerte. Lo que más me atraía de su persona no era tanto su inteligencia ni su capacidad de interpretar a las personas -lo que jamás dejé de admirar- sino su naturalidad. Me había hecho la idea de que un fundador debía apabullar, encandilar, sorprender, dejar atónito. Nada de eso: el Padre era una persona “normal”, directa, humana y cercana. Me impresionaba un cierto “misterio” que rodeaba su persona, difícil de explicar; y su dedicación personal: “es como si hubiese estado solo para mí”, confesaba mucha gente. Miraba a cada uno, se fijaba en los detalles, pero sin llamar la atención ni provocar la horrible sensación de sentirse estudiado. Regalaba confianza y estimulaba a sacar lo mejor que había en cada uno.
En el otro extremo, encontramos personas que también pueden dejar marcas -en una persona, en una sociedad- pero negativamente, “líderes oscuros” que llevan por caminos inhumanos de violencia y de muerte como los que perpetraron los atentados estos días en París. Nos duelen las escenas de París como la de los muertos en Siria. “Tanta barbarie nos deja consternados y uno se pregunta cómo puede el corazón del hombre idear y realizar hechos así de horribles…” reflexionaba el Papa Francisco. Son escenas de un mundo viejo que quisiéramos sepultar soñando con levantar un mundo nuevo donde los fanatismos de cualquier partido, raza, pueblo y religión desaparezcan.
La humanidad entera necesita profetas y líderes de la paz. Esto vale para todos: también en nuestra tierra, debería educarse a hombres solidarios, vinculados y forjadores de familia. Esto no será posible si no asumimos el misterio de la cruz, si no renunciamos nosotros mismos a cualquier tipo de fanatismo ideológico, a la competencia envidiosa y narcisista, a creer que nuestra verdad es la única, que somos los únicos que sabemos de las cosas.
En pocos días más elegiremos a nuestro presidente. Será convocado para una vocación tan noble como es conducir los destinos de nuestra patria y sus habitantes. Quien sea elegido para ejercer la función debe tener la meta clara, ser firme en el método y cordial en la forma. Debe recordar que no está en ese cargo solo para mandar sino para servir; para ayudar al bien común y no al bolsillo personal.
Los invito a rezar para que los nuevos gobernantes vivan con la mano en el pulso del tiempo (y de la gente) y el oído en el corazón de Dios. Que sepan enaltecer a los demás -también a los que piensan diferente-, que no generen angustia sino esperanza, que no promuevan la división sino la comunión.
El secreto de la enorme fecundidad del Padre Kentenich lo celebramos cada 18: la Alianza de amor con María, profunda, única y eficaz. Ella se estableció en el Santuario y aceptó ser su aliada. En esa alianza nos sumergimos todos y queremos con ella aportar a la paz y la renovación de nuestra Patria. Es bueno recordar que en su lápida se halla el sentido de su vida: “Dilexit Ecclesiam”- Amó a la Iglesia, una Iglesia alma del mundo.
Te invito por tanto en este mes a salir al encuentro del Padre Fundador. Es alguien a quien vos puedes imitar como padre, maestro y amigo. Aunque quizás no lo sepas, él ya está muy cerca y te espera: es el primero en salir a tu encuentro, porque te aprecia y te necesita para ser alfarero de un tiempo nuevo y diferente…
P.Guillermo Carmona

viernes, noviembre 06, 2015

Reflexiones

Temor o confianza

 Padre Nicolás Schwizer
N° 174 - 01 de noviembre de 2015

Muchas veces Jesús exhorta a sus discípulos: “no temáis”. Y no queda duda, de que dirige esta exhortación hoy también a todos nosotros: “no temáis”.

El Señor lo sabe y nosotros lo experimentamos siempre de nuevo que el temor es un sentimiento primario del hombre. A la existencia humana están apegados el desamparo y la inseguridad y, por consiguiente, la angustia y el miedo, ya sea escondido o manifiesto, ya sea consciente o no.

Y hoy en día los sentimientos de temor o impotencia contra los oscuros riesgos y amenazas de la vida son más grandes que nunca y nos acompañan a cada paso. Nos angustiamos por la situación económico social de nuestra patria. Por el futuro político de nuestro pueblo.

Los padres se inquietan por el porvenir de sus hijos y de su familia. Los ancianos y jubilados se preocupan de su pan de cada día. Muchos tienen miedo de los demás, no sólo de asaltantes y malhechores, sino también de vecinos o parientes, e incluso tienen miedo de Dios. Y, por último, todos tenemos temor a la muerte.

¿Por qué tanta desconfianza y miedo? ¿Cuál es el sentido de la inseguridad y de la angustia que sufrimos en el mundo actual?

Una verdad conocida, que olvidamos en el trajín de nuestra vida, nos revela que la seguridad y el cobijamiento no podemos encontrarlos en este mundo, debemos buscarlos en el otro mundo, debemos buscarlos en Dios. El temor extraordinario de hoy – en su valor positivo – nos lleva a buscar la ayuda de Dios. Esto es lo que el Padre del cielo quiere decirnos por medio de nuestra situación difícil:
Buscad tranquilidad, amparo y cobijamiento en mí, en mis manos bondadosas, en mi corazón paternal.

 Porque Dios no se preocupa solamente del mundo en general, ni de un pueblo determinado, sino que también – impulsado por una profunda paternidad – vela por cada individuo. Frecuentemente recalca Jesús que el Padre se preocupa de cada uno personalmente, incluso hasta de sus pequeñeces más insignificantes.

“¿Acaso no se vende un par de gorriones por unas monedas? Y sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones”.
Aquel que cuida de las aves del cielo, cuánto más se preocupará por cada ser humano, cuánto más amará, con su cariño paternal, a todos sus hijos.

Todos debemos llegar a ser héroes de la confianza. Sin esa confianza filial, hoy es imposible permanecer firme y victorioso en medio de las tormentas de este mundo. No se puede dominar la vida actual, ninguno de nosotros podrá hacerlo, si Dios no está a nuestro lado.

Entonces, si tenemos esa confianza profunda en Dios, venceremos el temor y la inseguridad de este mundo. Si aceptamos filialmente la voluntad del Padre, en horas agradables y en horas difíciles, dando así testimonio valiente de Cristo, entonces Él nos recibirá un día en la casa del Padre.

“Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.”

Preguntas para la reflexión

1. ¿Siento temor ante el futuro?
2. ¿Qué cosas me angustian?


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domingo, noviembre 01, 2015

Fechas importantes noviembre 2015

01. Solemnidad de todos los Santos
02. Conmemoración de los fieles difuntos
07. María, Medianera de todas las Gracias
08. Comienza mes de María en Argentina
09. Dedicación Basílica San Juan de Letrán
17. San Roque González
16. de noviembre de 1885. Nacimiento P.Kentenich

18. Se registra nacimiento P.Kentenich
18. Día de Alianza
18. Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo
22. Cristo Rey. Finaliza año litúrgico

29. Primer domingo de Adviento