domingo, mayo 17, 2015

Carta de Alianza mayo 2015

Queridos hermanos en la Alianza,

Salir al encuentro presupone no sólo “cercanía”, sino también “cuidado” del otro.

Cuidar de alguien es preocuparse, interesarse, anticipar peligros y acompañarlo en su aventura hacia la libertad. Es el aliento a desarrollar sus mejores talentos y a realizar su vocación.

Es lo opuesto a la indiferencia, a la “globalización de la indiferencia”, que mencionaba el Papa Francisco. Impresionan sus gestos: depositar en el mar, en Lampedusa, una corona de flores en recuerdo de las víctimas; invitar a vagabundos a desayunar el día de su cumpleaños; pedir la instalación de duchas y que contraten peluqueros para ellos en San Pedro. Cuando recibió a 150 sin techo, les estrechó la mano a cada uno mientras le decía: “Bienvenido. Esta es la casa de todos, es su casa. Las puertas siempre están abiertas para todos.”

La indiferencia es una anestesia afectiva, es desamor: lo contrario al amor no es el odio sino la indiferencia. El anonimato es la muerte, decía Simonne de Bouvoir: “mátalo con la indiferencia”. El indiferente se mantiene al margen, es insensible y frío: “nada me importa”, “me da igual”. La indiferencia es fría como la hiel, acoraza al yo, lo encierra, lo aísla y lo torna agresivo, mientras el otro piensa: “soy tan poco, valgo tan poco, que nadie se acuerda de mí”. Sus causas pueden ser múltiples y tienen que ver con el egoísmo: mirarse demasiado a sí mismo y mirar muy poco a los demás. Influyen también las decepciones de la vida o heridas del pasado. Tantas noticias negativas cauterizan el alma y la engañan: “lo siento, no puedo hacer nada, me supera, no puedo intervenir...” 

No hay pregunta más exigente, recordaba el Papa, que la de Yahveh a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”. Y no hay respuesta más trágica que la de éste: “¿Soy acaso yo el guardián de mi hermano?” (Gen 4, 9-10).

No podemos obligar a nadie a que se preocupe de los demás, pero podemos motivarlo a salir del “termo” y abandonar su coraza. Ayuda pensar en las personas que se preocuparon por uno; visualizar rostros y recordar nombres de quienes se jugaron en mi vida. El lavatorio de los pies es la expresión más convincente de Jesús, cuidando a sus apóstoles.

Cuidar del otro es saber que “si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él” (1 Co 12,26). Esto vale para la familia, el Movimiento de Schoenstatt, la Rama, la Iglesia y también el colegio, el trabajo y estudio. Hay que comenzar por conocernos: “¿Quién sos?” puede detonar un diálogo y una comunicación. Así podremos saber qué le duele al hermano y ofrecerle una mano.

Cuidamos a otros a través de gestos concretos: “hechos son amores y no buenas razones”. Las buenas intenciones solo cuentan cuando se realizan; como el “buenos días” dicho con amor; o ayudar en una organización solidaria y visitar a alguien solo y triste. Cuidar no es estar encima del otro queriendo controlarlo y exigiéndole sino que es respetarlo en el amor.

Es bueno, además, no sólo cuidar de las personas sino también de nuestro entorno y medio ambiente. La actitud del “qué me importa” hace que cortemos una rama, un tallo, una flor y tiremos papeles en la calle. Cuidar es creer que Dios nos dio el mundo para hacer de él un paraíso. La ecología no es propiedad de los partidos verdes sino de todo buen cristiano.

El Evangelio de Mateo habla del cuidado en relación al juicio final: “… Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver…” (Mt 25, 31-46). Vale la pena: la recompensa es infinita. Así crearemos islas de misericordia, como sugería el Papa, en medio del mar de tanta indiferencia.  

En este día de Alianza le pedimos a la Mater que Ella, que cuidó de Jesús y le enseñó a hablar y a caminar, nos enseñe a nosotros a salir y a cuidar de los que caminan a nuestro lado. Nos alienta saber que la vida es un espejo: si hoy cuidamos del hermano, la Madre nos seguirá bendiciendo, porque, como sabemos, Ella nunca se deja ganar en generosidad. También esto es un estímulo para generar en Schoenstatt archipiélagos de hermanos que se encuentran.

P. Guillermo Carmona

miércoles, mayo 06, 2015

REFLEXIONES

Espíritu Santo: paloma y agua

Padre Nicolás Schwizer
N° 168 - 01 de mayo de 2015

El idioma más adecuado para hablar del Espíritu Divino, por su carácter misterioso, es el de los símbolos e imágenes. El Espíritu Santo escapa a la definición matemática. Se presta a la imaginación, a la poesía, a la metáfora.

La paloma. Es la imagen más conocida y más tradicional. ¿Por qué Él se escogió la paloma como símbolo suyo? Las razones de los teólogos no convencen. Parece ser más un asunto de poesía que de teología.

“Ven, amada mía, paloma mía, ven desde las grietas de la roca, déjame oír tu voz, porque tu voz es dulce” (Cant 2,14). Todo el libro del Cantar de los Cantares es un poema de amor, y al amor le gusta expresarse en metáforas. Y así la paloma se hace ternura, inocencia, sencillez. Es fácil acercarse a ella, no se espanta, no hace daño. Esos mismos rasgos se aplican espontáneamente al Espíritu Santo. Así idealizamos la paloma, para que se ajuste más al modelo divino que representa. Hay animales con suerte.

La paloma aparece al final del diluvio. Noé la envía desde el arca para saber si la tierra ya está seca. La primera vez vuelve al no encontrar donde posarse. En su 2ª salida vuelve con un ramo de olivo en el pico. Y en su tercera salida ya no vuelve más (Gen 8, 8‑12). La paloma fue fiel al volver con el verde mensaje, y fue inteligente al no volver cuando vio que podía quedarse en la tierra recobrada. Esa fidelidad e inteligencia de la paloma también le va bien al Espíritu Santo. Sabe cuándo venir y cuándo marcharse.

Desde entonces, la paloma con el ramo de olivo ha sido símbolo de paz entre el cielo y la tierra, firmada con arco iris para que no haya más diluvios y no vuelva a peligrar el género humano.


Rabinos entendidos ven la paloma también en la creación: “el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas” (Gen 1,2). Comparan la paloma que vuela sobre las aguas originales de la creación con la paloma que vuela sobre las aguas conquistadas del diluvio.
 La paloma, símbolo del Espíritu creador, anuncia después del diluvio un segundo inicio, una segunda creación.
 Y, finalmente, la paloma sobre las aguas del Jordán (Mt 3,16). Representa la bajada del Espíritu de Dios sobre Jesús, en el momento de su Bautismo, al comienzo de su vida pública. Evoca la nueva creación, el mundo nuevo que inaugura Jesús en la fuerza del Espíritu Divino. Y así en los grandes momentos de la humanidad está presente la paloma, reflejándonos algo del Espíritu Santo.

El agua. Otro símbolo es el agua. “Entonces Jesús gritó: Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. Si alguien cree en mí, el agua brotará en él. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en Él” (Jn 7, 37‑39).

Apenas puede haber imagen más bella y significativa para el Espíritu de Dios que el agua viva, clara, libre, alegre. El pueblo judío que se había formado en el desierto conocía el valor del agua y lo consideraba un verdadero don del cielo. Y no es extraño que los ríos sean sagrados en muchas civilizaciones. Y tampoco es extraño que el mar nos hable de Dios si lo contemplamos en silencio.

El Espíritu Santo refresca y vivifica, limpia y santifica, arrastra y fecunda. Y el bautismo es el signo sacramental del nuevo nacimiento. En ese sentido dice la carta a Tito (3,5): “En el bautismo nacimos a la vida, renovados por el Espíritu Santo”. Termina el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, con la llamada del Espíritu y la Esposa a la cita profética: “El que tenga sed, que se acerque, y el que quiera, reciba gratuitamente el agua de la vida” (22,17). El agua del Espíritu que apaga la sed del alma y da vida eterna. Nuestra cita diaria con el agua viva ha de convertirse en cita con el Espíritu que mueve las aguas de la creación y la redención.

Preguntas para la reflexión

1.      ¿Cuál es mi símbolo preferido del Espíritu Santo? ¿Por qué?
2.      ¿Relaciono el agua con el Espíritu Santo?
3.      ¿Cómo puedo aumentar mi relación con el Espíritu Santo?

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viernes, mayo 01, 2015

Fechas importantes mayo 2015



01. San José Obrero. Día del Trabajador.
01. Comienza mes de María en Paraguay y Europa
06. 20º aniversario Federación Madres Paraguay
08. Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina
13. Nuestra Señora de Fátima
13-5-81 Atentado contra Juan Pablo II
15. Comienza novena al Espíritu Santo
15. Día de la Madre en Paraguay
15. Día de la Independencia en Paraguay
17. Ascensión del Señor
18. Día de Alianza
20-5-1945. Regreso del P.Kentenich a Schoenstatt luego de Dachau

22-5-2013. Pallottinos donan Santuario Original a Schoenstatt
24. Pentecostés
25. Primer Gobierno Patrio en Argentina

25. María, Madre de la Iglesia 
29. El P.Kentenich llega por primera vez a Argentina
31. Santísima Trinidad
31. La Visitación de María
31. III Hito: “En la fuerza Divina”