Carta de Alianza
Navidad 2013
Queridos hermanos:
No es fácil escribir esta Carta de Alianza de Navidad en este
momento social del país. La Navidad, sinónimo de amor, luz y paz de Dios,
pareciera que no tiene nada que ver con el clima de tensión social y el temor a
los robos que estamos viviendo en estos días. Un muchacho me decía que celebrar
la Navidad hoy, con los villancicos, el árbol con luces y el pesebre sería como
sumergirse en un mundo ilusorio, infantil, que choca contra la dolorosa
realidad. ¿Cómo celebrar entonces la Navidad? Ante todo debemos redescubrir el sentido de la Navidad: en ella recordamos y celebramos el nacimiento de Dios hecho hombre que viene a salvarnos.
1. Un Dios que viene. Recordamos y
celebramos el Amor y la solidaridad de Dios para con nosotros, que sale a nuestro encuentro, que no
nos deja solos y a la deriva de un destino dudoso sino que viene a salvarnos para vivir en su amor. Así lo vemos
cuando Jesús sale al encuentro de Zaqueo (Lc 19, 1-10) o de la Samaritana (Jn 4,
1-45) o cuando toma sobre sí nuestros pecados en el madero de la cruz. También
hoy el Señor sale a nuestro
encuentro en cada Eucaristía, en cada gesto de amor y en tantos momentos
imperceptibles donde Él camina con nosotros. Dios sale a nuestro encuentro,
tiene la iniciativa de buscarnos, nos “primerea”, como dice el Papa Francisco,
para sellar con nosotros Alianza de Amor. ¿Y nosotros lo esperamos, nos dejamos
encontrar por Él, lo recibimos con el anhelo del encuentro?
2. Dios
viene a salvarnos. Es admirable cómo la primera Navidad estuvo marcada
por fuertes contrastes: el
nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, el Mesías y Rey del universo, se produjo
en un mísero establo; los ángeles lo anuncian a unos pobres pastores y fueron
los primeros en adorarlo; la noticia de
este nacimiento desestabilizó al rey Herodes, quien por temor a ese “rey” que
habían nacido mandó matar a todos los niños del pueblo; la Sagrada Familia debió
huir para salvar su vida y vivió en el exilio. La Navidad de Jesús no sucedió en medio
de la paz del bienestar sino en un mundo
injusto y violento como el nuestro hoy. La paz era interior. Justamente por los odios, rencores y
maldades que brotan del corazón del hombre, por la corrupción, las mentiras, por
la violencia y los crímenes, para salvarnos y sanarnos de tanto mal nació
Jesús. Sí, para este mundo, para
nosotros, vino Jesús. Sin Él sería imposible cambiar nuestro rumbo de
muerte. En Él está nuestra Vida y
nuestra Esperanza.
3. Colaboradores de Dios. En la
Navidad
contemplamos al Niño Jesús en brazos de María y junto a San José. No es
casualidad que Dios para venir a salvarnos se hiciera “dependiente”, si se puede
decir así, del “sí” de María. María fue el camino que Dios quiso seguir para
venir y habitar entre nosotros (Cf. Jn 1, 14), y ese mismo camino quiere que
sigamos para llegar a Él. María, como José, Juan Bautista, los profetas y los
apóstoles, es ejemplo del hombre que da
su sí libre y generoso al llamado de Dios a colaborar con Él en su proyecto de
salvación. Como a María y a José ayer, hoy nos necesita a nosotros. Todos estamos llamados a ayudar al
Señor, cada uno desde su vocación y misión personal, para que Cristo, por
nosotros, pueda seguir caminando nuestras calles, anunciando el Reino, abrazando
a los sufrientes, ayudando a los necesitados, consolando a los tristes, curando
a los enfermos, pacificando a los violentos y venciendo al mal a fuerza de bien
(Cf. Rom. 12, 21).
A
todos los que los que nos duele esta realidad, como al muchacho que me dijo que
celebrar la Navidad hoy, con los villancicos, el árbol con luces y el pesebre
sería como sumergirse en un mundo ilusorio, creo que lo mejor es celebrarla “con” Jesús. Más que
nunca invitarlo a Jesús a que venga
nuevamente a nosotros, darle “espacio” en nuestras vidas, que nos renueve en
la fe, nos encienda en la esperanza y que nos envíe como sus mensajeros a
anunciar y vivir en su Amor. El año 2014, año de la Alianza de Amor, es la mejor
oportunidad que tenemos para demostrarle al Señor y a la Mater que queremos
ayudarlos a construir en nuestro entorno más paz, con más diálogo y más
solidaridad, una Cultura de la Alianza. Queridos hermanos, estamos a una semana de la Navidad; en este 18 de diciembre al renovar la Alianza de Amor con María pidámosle que nos regale la paz de los corazones y la paz social en nuestra Patria. Con el Padre Fundador recemos frente al pesebre:
Madre, con tu Hijo Divino
desciende a los caminos de
nuestra patria
para que, siguiendo vuestras
huellas,
encuentre la
paz
verdadera y
estable.
Desde el Santuario reciban un
cordial saludo y bendición para cada uno y sus familias.
¡Feliz Navidad y bendecido año
2014!
P.
José Javier Arteaga
¡TU ALIANZA,
NUESTRA MISIÓN!