domingo, enero 20, 2013

20 de enero de 1942


Fuente: www.schoenstatt.org/es

El 20 de enero fue el día clave en que, en la práctica, se decidía la partida del Padre Kentenich al campo de concentración. Esta fecha y todo lo que, a partir de ella, se desencadenó para el Padre Kentenich y la Familia de Schoenstatt , marca profundamente su historia.
En septiembre de 1939, estalla en Europa la Segunda Guerra Mundial.El mundo se encuentra ante una nueva contienda de dimensiones catastróficas. Es una época de grandes dificultades para la Familia de Schoenstatt.
En abril de 1939, la Gestapo requisa la Casa de Estudios en Schoenstatt y la usa como escuela para profesores nazis. Ante la amenaza de requisa también del Santuario de Schoenstatt, las Hermanas de María deciden formar una cadena viva en torno al él tomadas de la mano, mientras el Padre Kentenich oraba adentro, ofreciendo así sus vidas si fuera necesario, para defenderlo. Nace dentro de la Familia de Schoenstatt la necesidad de entregarse más profundamente a la voluntad de Dios a través de la Santísima Virgen. La Santísima Virgen es coronada. Se reconoce a María en su soberanía sobre Schoenstatt. Es Ella la que tiene que tomar el cetro y guiar la barca de la Familia en medio de la nueva crisis mundial. El 14 de septiembre de 1941, la GESTAPO va a buscar a Schoenstatt al Padre Kentenich con la intención de aprehenderlo. Al día siguiente el Padre comenzaba un curso de retiro para sacerdotes. El Padre consigue demorar su prisión hasta concluir el que sería su último retiro, cuya plática final es llamada su "canto del cisne". El 20 de septiembre se presenta en el cuartel de la GESTAPO de Coblenza. Allí permanece en un calabozo subterráneo, "Bunker", hasta el 18 de octubre, día en que es trasladado a la cárcel de Coblenza. Durante su estadía en la cárcel logra reunir, a través de dos guardias, todos los elementos necesarios para celebrar diariamente la Eucaristía. Unos días antes de Navidad una Hna. de María, escribe una cartita al Niño Jesús pidiéndole la libertad del Fundador y Padre espiritual de la Obra. La carta llega a manos del Padre, y él, en nombre del Niño Jesús la responde: "Mi querida y pequeña Mariengard, cumpliré: tu deseo, cuando tu corazón y el de toda la Familia se transforme en un (*) "Jardín de María." Con esta respuesta el Padre expresa que su liberación será obra de la gracia Divina, pero Dios la hará depender de la vida y esfuerzo de los miembros de la Familia. El Padre comprende que lo que Dios le pedía, no era su vida, sino la renuncia a su Obra, lo que llamo el sacrificio de Abraham, es decir estar dispuesto como el patriarca a sacrificar a su propio hijo, a sacrificar la Obra.
La Familia de Schoenstatt rezaba y ofrecía todos los sacrificios para evitar el traslado del Padre a algún campo de concentración. El 16 de enero le hacen una revisación médica muy superficial y es declarado apto. Al enterarse la Familia busca todos los caminos para evitarlo. Consiguen contactos con el médico de la cárcel, quien se manifiesta dispuesto a hacerle una nueva revisación y a declararlo no apto. Pero, quien debía solicitar esa nueva instancia era el prisionero. Así llega el 19 de enero y el Padre Kentenich tiene en sus manos el formulario. Solo tiene que firmarlo. El plazo máximo para entregarlo era el 20 de enero a las 17 hs.. La lucha del Padre Kentenich aquel día, fue una lucha por la verdadera libertad, "la búsqueda de la voluntad de Dios." Dirá años más tardes: "Así llego el 20 de enero. Había luchado conmigo mismo durante toda la noche para descubrir cual era la voluntad de Dios. Ahora tenía claridad. No firmaré la solicitud, si yo tengo que elegir, que decidir, entonces para mi la muerte y las cadenas, pero para la Familia ha de ser la libertad." Así renuncia, voluntariamente y por amor a los suyos a las posibilidades de liberación. Cree firmemente que ésta es la voluntad de Dios: ofrecer su libertad exterior para conquistar la libertad interior de los hijos de Schoenstatt. Con este paso, llama a la Familia a profundizar la Alianza de Amor en el sentido de la Inscriptio, es decir, del amor a la cruz. También este paso debía convencer definitivamente a la Familia que la Santísima Virgen era la dueña de la Obra, que Ella no la iba a abandonar.
P. Rafael Fernandez

 

miércoles, enero 02, 2013


El grupo de los doce

Padre Nicolás Schwizer
N° 140 – 01 de enero de 2013
 

¿Cómo logra Jesús, en sólo tres años, inaugurar toda una revolución del mundo, una transformación profunda de hombre y pueblos?

Utiliza una estrategia muy adecuada: se dedica a formar y preparar testigos, instrumentos,  enviados suyos – es decir – apóstoles. 

Si nos fijamos en los Evangelios, nos llama la atención el hecho de que Jesús en su vida pública casi nunca aparece solo. En todo momento le vemos rodeado de sus doce o de algunos de ellos. Son como su sombra, su permanente compañía. Tampoco les vemos jamás a ellos solos. Jesús puede aparecer sin la multitud, pero no sin ese grupo de amigos. Están asociados a sus enseñanzas, a sus obras, a su tarea. Son sus prolongadores, sus continuadores; no sólo amigos ocasionales, que mañana podrían alejarse.

Un segundo aspecto es que se trata de un grupo fijo. No son unos cuantos amigos, que hoy están unos y mañana otros, los apóstoles forman una unidad irrompible. Son un conjunto, un colegio con un número muy definido: 12. Con este nombre, “los doce” se les designa casi siempre en el evangelio. Otras veces se les llamará los 12 discípulos o apóstoles. La lista del grupo se repite varias veces en el evangelio y a veces se cambia un poco el orden de la cita, pero nunca se introducen nombres nuevos, ni falta ninguno de esos doce elegidos.

Y los propios apóstoles consideran, después de la muerte de Jesús, importante ese número. Por ello elegirán a Matías para suplir la falta de Judas.

Pero el dato más llamativo es que esos doce han sido elegidos para algo muy concreto. Jesús no se limita a darles una enseñanza, como hace con la multitud. No les expone una serie de verdades que ellos pueden aceptar o no. Lo que les confiere Jesús es una misión. Es una misión que les compromete totalmente. En ella se juegan su condición de elegidos.

Y no se trata de una misión cualquiera. No tienen que hacer una parte de la tarea de Cristo – no son sus ayudantes. Tienen la misma misión de Jesús: “Como me envió mi Padre, así yo os envío a vosotros”. Y ellos no serán simples “cronistas”, no tendrán sólo que contar lo que Cristo hizo.

Deberán continuarla, hacerla suya, prolongarla. “Id y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Y se trata de una misión salvadora: una misión para la que ningún hombre está capacitado, si no recibe su poder especial de lo alto. Porque es la misma misión de Cristo. Por eso, Jesús les entrega el Espíritu Santo. Porque sólo con esa fuerza sobrenatural y sobrehumana podrán realizarla.

Así, queda claro que es una misión permanente. Serán los testigos y representantes auténticos de Cristo. Serán más que simples portadores de su mensaje, auténticos actores de la obra de Dios.

Y para poder realizar esta tarea sobrehumana, recibirán también poderes sobrehumanos: Jesús les da poder de perdonar pecados; les entrega las llaves del Reino. Y les da también “la autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia”.

Y todo esto no es una misión que pueda realizar cada uno por su cuenta, sino únicamente todos juntos. Por eso deben “ser uno” (Jn 17, 20) porque trabajando unidos será como el mundo creerá. Y a partir de sus apóstoles, sus seguidores de todas las naciones constituirán un pueblo nuevo, pero unido en torno a Cristo. Es la “pequeña grey” a la que su Padre dará el Reino.

Debido a la extraordinaria entrega y fidelidad de los apóstoles y por gracia y amor de Dios, todos nosotros formamos parte de esa grey del Señor, de esa Iglesia que Él ha fundado.

Pidámosle a Jesús que nos dé a cada uno ese espíritu apostólico de los primeros, para que también nosotros podamos ser instrumentos aptos para la conquista el Reino de Dios.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Me siento un enviado?
2. ¿Me comporto como un continuador de Jesús?
3. ¿Siento que tengo una misión divina?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com

martes, enero 01, 2013


Fechas importantes enero 2013
01 Santa María, Madre de Dios
01 Jornada mundial de la paz
03 Santísimo nombre de Jesús
05 Nacimiento José Engling (1898)
06 Epifanía del Señor. Reyes Magos
13 Bautismo de Jesús
18 Día de Alianza
20/1/42  Segundo Hito: “En la Confianza Divina”
20/1/43 P.K. Recibe cruz de plata en Dachau de S.S.Pío XII
22 San Vicente Pallotti
22 Beata Laura Vicuña
24 San Francisco de Sales
25 Conversión de Pablo
31 San Juan Bosco