“EL ÍMPETU APOSTÓLICO Y MISIONERO DE CADA FEDERADA”
Dinámica de Integración: Descubriendo un ángel…
Objetivos:
·
Crear
conciencia en nuestros cursos de la importancia del Apostolado.
·
Despertar el
Espíritu Apostólico.
·
Compartir lo
que estamos haciendo.
Desarrollo:
1) Definiciones:
1.1 Ser “APÓSTOL”
Un
apóstol es «uno que es enviado». Cristo era apóstol de Dios (hebreos 3:1) y
Dios lo «envió» para salvar a la
humanidad, redimiéndola de sus pecados.
Los
apóstoles de hoy son enviados de Jesús para cumplir una misión, la de llevar su
mensaje y hacer presente a Cristo en el mundo.
El
apóstol recibe la misión de entregar a Jesús, quien ha entregado la vida por
nosotros.
Apostolado
es la entrega de la entrega de Jesús. El apóstol es elegido por Jesús (es una vocación)
para estar con él y llevarlo a los demás. Exige fuego en el corazón y desprendimiento
de sí mismo: "convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos
los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios
y a curar. Y les dijo "No toméis nada para el camino, ni bastón, ni
alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno" (Lc 9, 1-4)
¿Qué
pensó el P. Kentenich al fundar la Federación?
El P.
Kentenich nos dice:
…
"la federación es una comunidad mariana y apostólica". El espíritu
apostólico es, junto al espíritu mariano y comunitario una dimensión esencial
de nuestra Federación
La
federación es una asociación apostólica, corazón de un movimiento apostólico.
Nos
formaremos como apóstoles en la medida que hacemos apostolado, dando testimonio
de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios y a la vez consagrada al
prójimo.
Schoenstatt, es un movimiento de profunda espiritualidad,
que impulsa a sus miembros a la santificación personal. Pero “esta
santificación se orienta al apostolado y de él vive, e inflama con su ardor el
celo por las almas” (HP 492). “No conocemos ningún apostolado sin interioridad,
y ninguna interioridad sin apostolado” (P. Kentenich). María, “la gran
Misionera” nos quiere impulsar a la acción, al trabajo
apostólico. En nuestro propio ambiente: en mi familia, en el trabajo, en el
colegio o la universidad, en mi ambiente
social, en mi parroquia o en la diócesis. Una federada siempre es APÓSTOL, con nuestro
ejemplo y testimonio, sólo debemos tomar conciencia de ello.
1.2 “Hacer Apostolado”
"La vocación cristiana es,
por su misma naturaleza, vocación también al apostolado". Aparece aquí una
visión dinámica de la existencia cristiana, porque la misión "no aparece
ya como mera actividad exterior que se añade a manera de accidente al ser
cristiano que descansa en sedentarismo, sino que el mismo ser cristiano es,
como tal, un movimiento hacia afuera. Está marcado en su esencia con el sello
misionero y debe, por lo tanto, producir necesariamente una actividad exterior
como realización de su más profunda esencia en todo tiempo y en cualquier
cristiano que viva de verdad su cristianismo"". Si dedicarse a
procurar la gloria de Dios y el advenimiento de su reino entra de pleno derecho
en la vida cristiana, no hay razón para ejercer el apostolado con inquietud,
como si se robase el tiempo reservado a Dios. La actividad apostólica es un
modo de realizar la unión con Dios, como se hace a través de la oración, puesto
que se lleva a cabo precisamente para cumplir la voluntad divina. El
apostolado, además de consecuencia del amor cristiano y de la contemplación del
Dios de la salvación, es también meditación privilegiada de santidad en cuanto
que promueve directamente el reino de Dios y es continuación de la actividad
redentora de Cristo; es comunión con Dios, acto de culto y forma de
participación en el dinamismo divino de la historia. (1 Cor 3,9; 1 Tim 3,2; 2
Tim 4,2; Rom 1,9).
María nos enseña que el
apostolado es oración, servicio y cruz. El espíritu apostólico se traduce en
hechos concretos en el ámbito donde nos toca actuar. El apostolado es hacer amar a Cristo. Se
trata de contagiar a los demás el amor de Cristo. Es necesario actuar nuestra
oración y orar nuestra acción.
Estaremos haciendo apostolado aun cuando estemos dentro de nuestras casas,
cuidando a nuestros hijos o al marido enfermo.
Pero si lo hacemos no como deber de estado, sino con plena conciencia de
apostolado. ¡Uno es apóstol siempre!
1.3 Actitud Fundamental:
El verdadero apóstol vive desprendido de sí
mismo y adicto a Cristo; va muriendo día a día “al hombre viejo”, a fin de que
surja en él “el hombre nuevo”, es decir, Cristo; no busca su éxito personal,
sino la victoria de su Señor. Está siempre alegre, también en medio de las
luchas y pruebas de la vida, al saberse, en toda circunstancia, cobijado en el
amor misericordioso y fiel del Padre. En
Schoenstatt, la Virgen María es “nuestra fundadora, nuestra Señora, nuestra
Reina” (P. Kentenich, 18.10.1939). La consagración, la Alianza que sellamos con
María en el Santuario, y que procuramos poner en práctica en la vida cotidiana,
es garantía de un impulso apostólico siempre renovado. Y así debe ser. Todo
encuentro verdadero con María nos debe llevar más profundamente a Cristo, a identificamos con Él, y por eso, a
compartir también su misión redentora.
“Madre tres veces Admirable, enséñanos a combatir como luchadores tuyos, para
que el mundo por ti renovado, glorifique
a tu Hijo Jesús”, dice una de las primeras oraciones que viven en la tradición
de la Familia de Schoenstatt.
San Pablo nos enseña las actitudes fundamentales de un
apóstol:
1-
Vivir una profunda y alegre conversión.
2-
Enamorarnos cada vez más de Cristo.
3-
Ser apóstoles encendidos por el amor de Cristo y
esforzarnos por crecer en el amor.
¡¡¡Actuar hoy,
no mañana, no quedarnos con este tesoro en nuestras manos, vencer los miedos
personales y creer que no soy yo quien vive, sino que es Dios quien vive en mí!!!
2) Importancia del PILAR APOSTÓLICO:
Palabras del
P. Kentenich: Lo mismo debiéramos decir de la tercera gracia del
Santuario: la gracia de la fecundidad apostólica. Desde que nos hemos esforzado
como Familia por vivir nuestro “Poder en blanco”, desde que nos hemos entregado
con tal disponibilidad en manos de la Santísima Virgen, podemos esperar una
gran fecundidad apostólica. Nosotros hemos recibido una misión de Dios a través
de María y lo que, hasta ahora, había impedido a la Santísima Virgen la
realización de dicha misión era el hecho de que ésta dependía de nuestra
disponibilidad, por eso esperamos ahora una inmensa fecundidad. Mientras más
disponibles estemos nosotros para el Reino de Dios, tanto más profundamente
crecerá éste en nosotros. Y mientras más crezcamos en Dios, tanto más confiado
será nuestro caminar a través de los peligros de la vida.
Nuestra súplica de fe a la Madre tres veces
Admirable debería darnos una vigorosa gracia de transformación expresada en una
confianza inconmovible en el Padre Dios.
(P. Kentenich, 1940)
3) APOSTOLADO según nuestro ESPEJO:
El
apostolado abarca todos los campos posibles: la oración, el capital de gracias,
el ser y el hacer. El campo de acción por excelencia es la propia familia, la
Federación de madres y la Familia de Schoenstatt.
Según sus posibilidades, podrá hacerlo
en el ámbito de la Iglesia, en su trabajo, en la actividad pública, impulsadas
por las palabras de nuestro Padre: “Mi profesión principal, mi deber principal,
mi oración principal es y seguirá siendo: ¡amar! ”.
De
acuerdo con las necesidades del tiempo y de la Iglesia, la esencia de esta
comunidad es la educación de apóstoles formados, y capaces de formar a otros,
en el espíritu de San Pablo, que es el espíritu vivo de Cristo, realizado en
María.
La
tarea primordial de las madres de Federación, consiste en manifestar
convincentemente por su estilo de vida mariano, la realidad de lo sobrenatural.
La
falta de acción apostólica paraliza la vida del Curso y empequeñece su
horizonte. Tareas apostólicas, sin embargo, prueban la fuerza de la Alianza y
su fecundidad, unen estrechamente a los miembros del Curso entre sí y exigen un
compromiso personal, hace crecer, da alegría y dinamismo a la vida del Curso.
El Santuario
es la fuente del apostolado. Allí bebemos y a este lugar conduciremos a otros
para que beban.
Nuestra
Madre un día nos llamó y nos quiere utilizar como sus instrumentos para la
renovación del mundo. No temamos salir a conquistar almas, siendo sus
instrumentos confiemos en que Ella nos ayudará.
Quién
sino yo, aquí y ahora. Hoy, no mañana.
Al
enfrentar los desafíos que nos propone nuestro tiempo, tenemos que tener
claridad en nuestras metas. ¿Cuál es esta meta? La victoriosidad divina. Para
enfrentar hoy un mundo pagano y secularizado, necesitamos nuevamente conciencia
de victoriosidad, no por mera necesidad sino porque nace de una realidad
objetiva.
El
Padre nos dice hoy: Todo el Movimiento ahora es de ustedes y debe seguir
siéndolo. Yo sólo quiero y puedo estar a su lado, apoyándolos y aconsejándolos.
De ustedes depende la existencia, la extensión y el florecimiento de nuestra Federación.
4) CONCIENCIA de MISIÓN:
4.1 Manifestación:
“Tener una misión significa haber encontrado
un sentido en la vida”
Podríamos
distinguir entre aquellas personas que tienen un para qué en la vida y aquéllas que no lo poseen, es muy importante
poseer un sentido más trascendente en la vida.
Las
cosas que uno hace, desde las más sencillas hasta las más importantes, deberían
tener un sentido. Este sentido ordena nuestros actos, prioriza nuestras
actividades y nos alienta en tiempos difíciles. Por eso es tan importante tener
conciencia de nuestra misión, para que
esto dé un sentido a nuestra vida.
4.2 Aceptación:
“Pase
lo que pase, el Padre del cielo ha trazado el plan de mi vida. La Sma. Virgen guarda ese plan en el Santuario. Sólo tengo que decir que sí”
4.3 Ejemplos:
El Padre Kentenich es el más
claro ejemplo de aceptación de su misión divina.
La misión que
Dios diera al Padre Kentenich fue la de ayudar, a través de su ser paternal
sacerdotal, a solucionar el problema que el hombre actual tiene frente a Dios.
La Santísima Virgen lo educó para ello e hizo de él un reflejo del Dios
Misericordioso, haciéndolo participar de su ser y actuar de Padre. Ésta fue
para muchas personas su gran experiencia.
Don Joao Pozzobon: Conocemos su vida, de qué manera él
no regateaba tiempo ni dedicación a su apostolado. He aquí una frase
suya:….”cargando la Virgen peregrina bajo una lluvia violenta y viento, pero
siempre para adelante…” El mundo llama a
esto locura. Es verdad, pues existen dos
tipos de locura. Hay quienes actúan
locamente por el mal; otros actúan con locura por el bien, donándose a los
otros, conservando el gran jardín de Dios.
Se
consagra a la Virgen, sellando con Ella una Alianza de Amor. Le ofrece su
oración y santificación. Quiere ayudar a cambiar el mundo. María, a su vez, va
haciendo de él un esposo y padre ejemplar, y un evangelizador heroico. Sin
descuidar su familia, a lo largo de 35 años camina 140.000 km., siempre en
oración, llevando la imagen de Nuestra Señora de Schoenstatt con su hijo Jesús
a familias, escuelas, hospitales, cárceles, etc., invitando a su paso a rezar
el Rosario y consagrarse a María. Desarrolla así, una gigantesca misión
evangelizadora popular.
5) El LEGADO de HOERDE:
Recordemos,
la Jornada de Hoerde, el 20 de agosto de 1919, en la conferencia que dio origen
a la Federación Apostólica, de la que hoy nosotras formamos parte.
En
aquella memorable Jornada, el P. Federico Ernst nos invita a meditar y asumir
el programa de San Pablo, quien con la fuerza de la gracia, se transformó de
perseguidor a seguidor de Cristo.
Nos
pregunta: ¿Acaso no podríamos nosotros también asumir este programa, hacerlo
nuestro total y plenamente? ¿Quién podría caracterizar mejor que San Pablo
nuestra relación con Jesús y nuestro medio? Él nos lleva a la fuente de la
fortaleza, de la cual se nutre la acción de todo apóstol: y ese material se
llama AMOR. El amor es lo que hace que el apóstol sea verdaderamente apóstol.
Naturalmente
que todos no podremos llegar a ser otro San Pablo, pero si podemos conservar y
cultivar al anhelo de horizontes amplios, de grandes empresas, de apostolado y
formarnos como apóstoles mediante un serio trabajo de ascesis sobre nosotros
mismos.
Si
bien no todos podemos salir al mundo como misioneros, todos podemos descubrir
la misión que nos propone la Divina Providencia: ser misioneros en nuestro
medio, fortalecer y afirmar en nosotras la preocupación para trabajar en contra
de la descristianización de la sociedad.
Esta labor nos compete a todos. Debemos
ser levadura en la masa, columnas de fuego que iluminen el camino en medio de
la superficialidad y tinieblas de nuestro tiempo.
El
primer y último fin es: “el APOSTOLADO”. No se trata en primer lugar de una
nueva organización, de una nueva asociación, más bien, queremos apoyar las
organizaciones y comunidades ya existentes, a través de una sabia
adaptación. Somos una comunidad “ASCÉTICO-APOSTÓLICA”
de educadores que quieren existir para otros como estímulo del apostolado
laical.
El
objetivo de la Federación es formar “San Pablos” para la Iglesia y para el
tercer milenio.
El
triple amor de San Pablo debe llegar a convertirse en patrón, medida, sobre los cuales debe asentarse
nuestra labor apostólica: amor a Cristo, amor al prójimo y amor al sacrificio.
6) Los 3 PILARES de nuestro
APOSTOLADO:
El espíritu apostólico se cultiva
mediante el apostolado en todos los campos posibles:
De allí que siempre intentamos ser un
auténtico testimonio de vida cristiana en cada uno de los lugares en que nos
desenvolvemos. Reconociendo que todo lo que hacemos, no es por mérito propio
sino por gracia de Dios. Aceptando con humildad nuestras limitaciones, las que una y otra vez nos señalan nuestra realidad de
hijos, de creaturas y nos hace crecer en filialidad.
1º PILAR: Apostolado del ser
Se
manifiesta en cada uno de los lugares en que nos toca actuar, sirviendo
desinteresa- damente, con nuestro testimonio, con nuestras oraciones, palabras,
alegrías, renuncias y sacrificios silenciosos.
1-
En nuestra
familia natural
2-
En toda la
familia de Schoenstatt
3-
En la Iglesia
y en el mundo
Ésta es
la misión a la que Dios nos llamó, sabemos que somos instrumentos en las manos
de la Mater, dispuestas a ser puente entre Dios y los hombres.
2º PILAR: Apostolado del hacer
Nuestra preparación no es para
encerrarnos en nosotras mismas, sino para aplicarlo primero en la familia natural,
en toda la familia de Schoenstatt y en la Iglesia y la sociedad. Buscamos un
apostolado de acuerdo a nuestros tiempos, horarios, aptitudes y carismas. Schoenstatt
ha asumido diferentes acciones sociales y hay mucho para trabajar en nuestra
sociedad y en nuestra Iglesia:
*El apostolado es un aspecto de medición
de la vocación de la federada.
*El
apostolado debe ser parte de nuestra vida, nuestro compromiso por lo que hoy
nos toca vivir, nuestra realidad, nuestro desafío.
3º PILAR: La oración y el Capital de Gracias:
Ofrecemos
nuestra vida entera, con todo lo que somos y hacemos, a la Santísima Virgen,
por nuestros hermanos, pidiendo y rezando por ellos, por la instauración de
reino de Dios en la tierra. Impregnando de espíritu evangélico el mundo, las
estructuras temporales, por nuestra participación activa en la edificación de
la Iglesia y específicamente para nosotras, en la edificación de Schoenstatt como
célula viva dentro de la Iglesia.
7) DESAFÍOS:
7.1 Despertar la conciencia de
misión en nuestros cursos:
Debemos
ayudar a nuestras hermanas a despertar esa conciencia apostólica, saber que el Curso
se forma para la acción, no es un grupo cerrado, no es un grupo íntimo, sino
que está formándose para la acción apostólica.
Cada
miembro del Curso está llamado a realizar una acción apostólica, ya sea como
individuo, ya sea como matrimonio. En
diversos campos: en la parroquia, en el trabajo, en la familia.
Pero
nuestra tarea fundamental es estar atentas a las necesidades de la Rama de
Madres: prestando un servicio a otros grupos, organizando una jornada, charlas,
seminarios, dirigiendo grupos.
Nosotros
debemos tomar las iniciativas que surjan en nuestros Cursos, encauzarlas,
hacerlas crecer, hasta que se concreten
en acciones apostólicas concretas.
¡¡Somos
élite dentro de Schoenstatt, estamos siendo formadas para ser dirigentes!!!
7.2 Nuestras acciones apostólicas
deben tener el sello de Schoenstatt:
La tarea
apostólica primordial de las madres de Federación, consiste en manifestar
convincentemente por su estilo de vida mariano, la realidad de lo sobrenatural.
No todos dominan el arte de hablar como para hacer de él un instrumento de
apostolado. Pero todos pueden ejercer el apostolado de la oración y el buen
ejemplo. Trabajar uniendo lo natural con
lo sobrenatural.
7.3 Las tareas apostólicas deben
fortalecer y dinamizar a nuestros cursos:
Los
integrantes de nuestros cursos se conocen mucho más en la acción apostólica y
los enriquece.
Si en
un Curso no se da el apostolado, el mismo se empequeñece y se va paralizando
hasta corre el peligro de desaparecer. La falta de acción apostólica paraliza
la vida del Curso y empequeñece su horizonte.
Sin
embargo, la fecundidad apostólica une estrechamente a los miembros del Curso
entre sí y exigen un compromiso personal que hace crecer, da alegría y
dinamismo a la vida del Curso.
7.4 ¿Por qué nos resulta tan difícil
anunciar el Evangelio?
Cuando
el cristiano se repliega o se calla por temor a pasar vergüenza, entonces
pierde algo importante de su cristianismo. Nuestro espíritu apostólico debe
llevarnos a la disposición a sufrir humillaciones, resistencias, desprecios y
subestimación por parte de los demás.
Sólo
un don del Espíritu Santo nos puede ayudar a vencer esta falsa prudencia. Este don es el “espíritu de apóstol” y
tenemos que implorarlo de lo alto. No
podemos alcanzarlo por medio de un simple propósito, sino que hay que pedirlo a
Dios.
8) TALLER:
Analizamos los problemas más comunes
que surgen en nuestros cursos y buscamos soluciones.
1 - En el curso no existe
suficiente conciencia apostólica
2 - El curso tiene mucha vida
hacia el interior, muy compenetrado, no tiene apostolado.
3- Excusas: La edad, los hijos, el
marido, la casa, el trabajo, desánimo, cansancio, etc
4-
Trabajo apostólico no equilibrado: el
activismo
SUGERENCIAS CONCRETAS:
1-
¿Cómo animamos a nuestros cursos en el
área apostolado? Soluciones
2-
¿En la organización comunitaria, como
favorecemos el apostolado?
3-
¿Cómo podemos mantener vivo este campo?
Bettina Sosa de
Dacosta