viernes, abril 30, 2010

Fechas importantes mayo 2010

01. Día del Trabajador. San José Obrero
01. Comienza mes de María en Paraguay y Europa
06. 15 años de Federación Madres en Paraguay
08. Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina
08. Celebración del Bicentenario en Argentina: “Con María construyamos una Patria para todos”
13. Nuestra Señora de Fátima
13-5-81 Atentado contra Juan Pablo II
14. Comienza novena al Espíritu Santo
15. Día de la Madre en Paraguay
15. Día de la Independencia en Paraguay
16. Ascensión del Señor
18. Día de Alianza
20-5-1945. Regreso del P.Kentenich a Schoenstatt luego de Dachau
23. Pentecostés
24. María Madre de la Iglesia
25. Bicentenario del Primer gobierno Patrio en Argentina
30. Santísima Trinidad
31. La Visitación de María
31. III Hito: “En la fuerza Divina”

miércoles, abril 28, 2010


Queridas hermanas de federacion:

La Federación de Madres de Paraguay ¡cumple 15 años!
Es un momento de mucha alegría y agradecimientos a nuestra Mater y al Padre Fundador y desde ya contamos con sus oraciones.
Federacion de Madres - Paraguay

lunes, abril 26, 2010

Queridos hermanos en la Alianza:


El 8 de mayo vamos a celebrar como Iglesia el Bicentenario de la Patria. Toda la Iglesia celebra, agradece y pide por la Patria. Tendremos grandes encuentros en las distintas regiones del país con la presencia de obispos, parroquias, movimientos laicales y comunidades religiosas. Nadie debe faltar. El lema que nos guía es: “¡Con María construyamos una Patria para todos!”

Por eso les pido que consulten pronto a sus Jefes y Coordinadores diocesanos del Movimiento de Schoenstatt para viajar a estos lugares de celebración. Las inscripciones para viajar en micro ya están abiertas. Participemos y manifestemos nuestro agradecimiento, nuestra esperanza y nuestro compromiso por Argentina.

Nos vemos todos el 8 de mayo.

P. Javier Arteaga

domingo, abril 25, 2010

25 de Abril
Día del Matrimonio


El matrimonio es un vínculo fundado en el amor,
que exige cuidarlo, cultivarlo y defenderlo día a
día, con el esfuerzo de cada uno.
Celebremos esta unión en familia, para que con
alegría y esperanza valoremos el precioso
regalo de amar y ser amado.
Es un mensaje del Secretariado Arquidiocesano de
Pastoral Familiar

viernes, abril 23, 2010

Sobre el bien inalterable del Matrimonio y la Familia
Declaración de la 99ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina

(Pilar, El Cenáculo, 20 de abril de 2010)

Al pueblo de Dios y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

1. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (cf. 1 Tm 2,4). Por eso estableció con el hombre un diálogo de salvación, que culminó en el encuentro con Jesucristo, Señor nuestro y compañero de camino. La Iglesia está llamada a extender este diálogo a la convivencia humana. El diálogo para ser fecundo debe ser claro, afable, sencillo y confiado. Todo esto lleva implícito el respeto a la persona que vive, siente y piensa de un modo diferente. Todos estamos llamados al amor de Dios. La claridad del diálogo exige un discernimiento en orden a reconocer la verdad, sobre la cual los pastores no podemos callar. Esto no supone menosprecio ni discriminación.

2. El ser humano ha sido creado a imagen de Dios. Esta imagen se refleja no sólo en la persona individual, sino que se proyecta en la complementariedad y reciprocidad del varón y la mujer, en la común dignidad, y en la unidad indisoluble de los dos, llamada desde siempre matrimonio. El matrimonio es la forma de vida en la que se realiza una comunión singular de personas, y ella otorga sentido plenamente humano al ejercicio de la función sexual. A la naturaleza misma del matrimonio pertenecen las cualidades mencionadas de distinción, complementariedad y reciprocidad de los sexos, y la riqueza admirable de su fecundidad. El matrimonio es un don de la creación. No hay una realidad análoga que se le pueda igualar. No es una unión cualquiera entre personas; tiene características propias e irrenunciables, que hacen del matrimonio la base de la familia y de la sociedad. Así fue reconocido en las grandes culturas del mundo. Así lo reconocen los tratados internacionales asumidos en nuestra Constitución Nacional (cf. art. 75, inc. 22). Así lo ha entendido siempre nuestro pueblo.

3. Corresponde a la autoridad pública tutelar el matrimonio entre el varón y la mujer con la protección de las leyes, para asegurar y favorecer su función irreemplazable y su contribución al bien común de la sociedad. Si se otorgase un reconocimiento legal a la unión entre personas del mismo sexo, o se las pusiera en un plano jurídico análogo al del matrimonio y la familia, el Estado actuaría erróneamente y entraría en contradicción con sus propios deberes al alterar los principios de la ley natural y del ordenamiento público de la sociedad argentina.

4. La unión de personas del mismo sexo carece de los elementos biológicos y antropológicos propios del matrimonio y de la familia. Está ausente de ella la dimensión conyugal y la apertura a la transmisión de la vida. En cambio, el matrimonio y la familia que se funda en él, es el hogar de las nuevas generaciones humanas. Desde su concepción, los niños tienen derecho inalienable a desarrollarse en el seno de sus madres, a nacer y crecer en el ámbito natural del matrimonio. En la vida familiar y en la relación con su padre y su madre, los niños descubren su propia identidad y alcanzan la autonomía personal.

5. Constatar una diferencia real no es discriminar. La naturaleza no discrimina cuando nos hace varón o mujer. Nuestro Código Civil no discrimina cuando exige el requisito de ser varón y mujer para contraer matrimonio; sólo reconoce una realidad natural. Las situaciones jurídicas de interés recíproco entre personas del mismo sexo pueden ser suficientemente tuteladas por el derecho común. Por consiguiente, sería una discriminación injusta contra el matrimonio y la familia otorgar al hecho privado de la unión entre personas del mismo sexo un estatuto de derecho público.

6. Apelamos a la conciencia de nuestros legisladores para que, al decidir sobreuna cuestión de tanta gravedad, tengan en cuenta estas verdades fundamentales, para el bien de la Patria y de sus futuras generaciones.

7. En este clima pascual, y al iniciar el sexenio 2010-2016 del Bicentenario de la Patria, exhortamos a nuestros fieles a orar intensamente a Dios Nuestro Señor para que ilumine a nuestros gobernantes y especialmente a los legisladores. Les pedimos también que no vacilen en expresarse en la defensa y promoción de los grandes valores que forjaron nuestra nacionalidad y constituyen la esperanza de la Patria.

99ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina
Pilar, El Cenáculo, 20 de abril de 2010

miércoles, abril 21, 2010

CRÓNICA DE LA 3° CONSAGRACIÓN DEL CURSO 12°
- MENDOZA -

Después de un largo camino, con muchos momentos de dudas y reflexiones entre las hermanas de curso; logramos llegar al día "tan especial" para nosotras de la Tercera Consagración.

Con respecto al camino de preparación, María Rosa (encargada de la etapa de Cristología) con toda su experiencia, sabiduría y claridad de ideas fue despejando nuestras dudas y sembrando en nuestro corazón el deseo de concretar este momento tan importante.

Quedó claro para nosotras que el "Poder en Blanco" significa una renovación más profunda y filial de nuestra primera Alianza de amor con la Mater.

Nos entregamos a la voluntad del Padre, descansando en los brazos de María.
El Poder en Blanco nos regala una gran paz, nos libera de la angustia existencial.

La ceremonia se realizó el 15 de abril a las 18 hs. en el Santuario
“Nazaret del Padre, tierra de unidad” y fue presidida por el Padre Javier, quien con todo afecto nos habló de la confianza que debemos tener, ya que el Poder en Blanco consiste en el abandono total en manos de Dios Padre.

Luego de la homilía rezamos el Rito de Consagración, nuestra oración de Curso, se bendijeron las velas (que fueron cariñosamente regaladas por nuestras educadoras) y el Padre Javier bendijo y entregó nuevamente a cada una su medalla. Realmente sentimos la presencia de la Mater que estuvo allí con nosotras.

Fue una experiencia muy emotiva para todas, también nos acompañaron Gigi de Fontana (Jefa Regional) y nuestras educadoras Inés de Podestá y Sylvia de Ruiz Guiñazú.
Al finalizar la Misa elegimos nueva madre de Curso y resultó electa Inés Corti de Fozatti.

Con toda confianza anhelamos que Dios Padre, la Mater y el Padre Fundador nos acompañen en este nuevo camino.

Cecilia González de Favier
Curso 12
"Madre Filial, transparente de María, instrumento de amor, paz y alegría”

domingo, abril 18, 2010

Mañana se cumplen cinco años desde que Benedicto XVI asumió como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica
Entrevista al P.Joaquín Alliende
El Mercurio. Santiago de Chile. 18 de abril de 2010

Benedicto XVI, seis claves de su persona y su pontificado

"Si el observador se atiene a los hechos ya comprobables y a los textos directos, debiera concordar con el gran teólogo que es el cardenal de Viena, Christoph Schönborn. Él sostiene que Benedicto XVI es quien más ha procurado la mayor transparencia en la dramática cuestión de los sacerdotes pedófilos".

P. Joaquín Alliende De la Academia Chilena de la Lengua
"Juan Pablo II era una fotografía en colores, Benedicto XVI es un agudo texto a pie de foto", me dice un politólogo romano. Cultísimo, rápido y exacto en el diálogo, como hace un par de semanas lo pude experimentar en una sesión de trabajo con él. Desde la persona buscaremos el personaje. Propongo seis aproximaciones:

Bávaro terrenal

La forma de hablar de la gente en Baviera delata una cierta rudeza campestre. En su autobiografía, Josef Ratzinger describe las casas y registra los sabores, los aromas y las temperaturas. Sin ser para nada un gourmet, en los restaurantes en torno a la plaza de San Pedro, los cocineros recuerdan cómo el pálido Cardenal Ratzinger disfrutaba unos platos preferidos. La calidez humana es evidente. Varias veces en el año cena con una antigua empleada que servía su departamento romano. Conversan del cielo y de la tierra. Desde la Congregación para la Fe, decidió que se volviera a usar en el Credo la venerable fórmula de los primeros siglos del cristianismo: "el Verbo se hizo carne", y no lo que se estaba diciendo, "el Verbo se hizo hombre". Es un realista, es un encarnacional que parte de lo concreto y se interesa por el avance de las ciencias físicas. Es un bávaro marcado por la cultura optimista y aterrizada de los tiempos del barroco popular, mariano y festivo.

"Cada uno cuenta"

Con los últimos papas quedó atrás el pensamiento neo-escolástico. Juan Pablo II y Benedicto XVI se han confesado deudores de la filosofía personalista. En ella se entiende al hombre como sujeto único, como protagonista libre, como persona en diálogo que se expande y crece por el encuentro con el tú. Desde esa relación dual nace el nosotros fraterno y responsable de la sociedad. Ratzinger confiesa su simpatía por San Agustín, argumentando que este clásico parte desde la subjetividad, desde la existencia estremecida por las preguntas, las angustias y los desafíos. Este yo personal y comunitario puede recibir la oferta de la fe. En su primera encíclica define la esencia del cristianismo con los conceptos claves del personalismo moderno. "Encuentro", "opción", "vitalidad". "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva". En su primera prédica como Papa, había enfatizado: "Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario".

La fe inteligente

El origen latino de la palabra significa "leer por dentro". Ser inteligente es descifrar más allá de las apariencias. Es acoger lo que las cosas son antes de mirarlas o de vivirlas. En Ratzinger hay un optimismo católico sobre el hombre, según el cual, a pesar del pecado y de la fragilidad individual, puede llegar a la verdad. Cada uno puede ver lo esencial para vivir con dignidad de persona libre, de hijo de Dios. Él cree en el poder de la razón y en la grandeza del conocimiento científico, y en la importancia de seguir explorando los horizontes del mundo real. Sobre todo, sostiene que el hombre puede acoger esa luz íntima y verídica que es la irradiación de Dios. La fe no es contra la razón, es desde la razón, es más que la razón, culmina inefablemente la razón. Desde esta postura, el creyente verdadero se constituye en dialogante con todos los hombres y todas las culturas. La razón le da al hombre la posibilidad de saber que vive, que piensa y que reza en conversación del tú libre al Tú infinito. Para Ratzinger, el conocer no es un acto meramente cerebral. Es desde la totalidad de la persona, con historia y emoción. Desde el centro existencial y lúcido del hombre se conoce algo real. El acto más inteligente es el acto de amor desprendido. Así lo ha escrito muchas veces. El entender es ver, pero el ojo más inteligente termina siendo el corazón que ama. Y todo el cristianismo culmina en el adagio agustiniano que Benedicto asume como propio: "Ves la Trinidad si ves el amor".

Pianista mozartiano

Pensador amplio, pero muy artista. Lo que más lo descansa es interpretar a Mozart. Dice el Papa que su música lo coge en un flujo intrínseco, en un acto de plenitud humana y orante. Esta preferencia por el genio de Salzburgo no es casual. De las partituras de Mozart emerge un gozo palpitador. Los visitantes, sean diplomáticos o cardenales o artistas, certifican que lo que más ha crecido en el profesor Ratzinger, hasta el actual Papa Benedicto, es la alegría. Durante el último Sínodo Episcopal sobre África, tenido en Roma, un inmenso obispo mozambiqueño me confidenció: "Él lleva tres semanas escuchándonos, casi sin hablar. Vea su sonrisa. Porque él es tan alegre, lo sentimos uno de nosotros".

"Sólo la verdad"

Si el observador se atiene a los hechos ya comprobables y a los textos directos, debiera concordar con el gran teólogo que es el Cardenal de Viena, Christoph Schönborn. Él sostiene que Benedicto XVI es quien más ha procurado la mayor transparencia en la dramática cuestión de los sacerdotes pedófilos. La verdad fue siempre la gran pasión de Ratzinger. Por ejemplo, en el terrible caso del P. Maciel, investigó los hechos y los llamó por su nombre. Al conocerse la realidad, propuso medidas prácticas y sanciones. No quería que el vergonzoso historial quedase puertas adentro. El Papa Benedicto afirma que sólo la verdad defiende a la Iglesia. En el Cónclave pesaron mucho en el ánimo de los Cardenales sus palabras del Viernes Santo, mientras Juan Pablo II estaba muriendo. "¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta suficiencia... cuántas palabras vacías!". A la hora de implorar perdón se incluye en un nosotros muy sufriente. "A nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes, perdónanos". También sus discursos en Tierra Santa son una obra maestra de esta opción radical por la verdad, desde la cual se inicia la purificación, la sanación y la primavera.

Esperanza desértica

Después de una Cuaresma de vergüenza y dolor, también de muchísimas acusaciones injustas, Benedicto XVI le habló a la multitud que repletaba la plaza de San Pedro a pesar del frío y de la lluvia. Les recordó que la resurrección de Jesús es como el paso a través del Mar Rojo. Dijo que después de cruzar esas aguas, "el desierto continúa". Este Papa realista lucha contra cualquier espejismo: tanto en la labor ecuménica como en las múltiples gestiones de paz de la Santa Sede. Se niega al optimismo insensato y al derrotismo trágico. Su respuesta brota de la actualidad de la cruz y del cambio absoluto de la resurrección de Cristo como cabeza de la humanidad. Esta fe inspira amistad social y enfrenta a todos los Caínes de cualquier tiempo y cualquier latitud. Dijo este último Viernes Santo: "El acto de amor de la cruz... lo envuelve y lo transforma todo: de la traición puede nacer la amistad; de la negación, el perdón, y del odio, el amor".

Los hitos de su papado
2005
19 de abril
Joseph Ratzinger es elegido Papa por el Cónclave de Cardenales. Selecciona el nombre de Benedicto XVI.
Agosto
Realiza su primera gira, a la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, Alemania.
Octubre
Canoniza al Padre Alberto Hurtado.

2006
Enero
Presenta su primera encíclica: "Dios es amor".
Junio
Nombra a Tarcisio Bertone como nuevo Secretario de Estado Vaticano.

2007
Mayo
Visita Brasil, en su primer viaje a Sudamérica.
Octubre
Recibe a la Presidenta Michelle Bachelet en el Vaticano.
Noviembre
Lanza su segunda encíclica, "Spe Salvi".

2008
Abril
Realiza una visita de seis días a Estados Unidos.

2009
Enero
Levanta las excomuniones a los cuatro obispos lefebvristas.
Marzo
Ordena una investigación a la orden de los Legionarios de Cristo.
Mayo
Visita Tierra Santa.
Julio
Presenta la encíclica "Caritas in Veritae".

2010
Marzo
Se disculpa con las víctimas de abusos sexuales por parte del clero de Irlanda.
El Puente

Año 4 Nº 13
Abril 2010

Sumario

a) “Carta para nosotras” de Nuria García de Platzeck
“Hágase tu voluntad”
b) “Esto nos pasa” aporte del Curso 13º
c) “Mujeres hoy y acá” aporte del Curso 12° “Volvamos a nuestra vocación: ser madres ”
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a) “Carta para nosotras”

“Hágase tu voluntad”
Nuria García de Platzeck, pertenece al Curso 9º de Córdoba y es jefa de la Región Mediterránea
“Toda Tuya, Corazón de Familia, Manantial de Vida”

La disponibilidad al querer de Dios es lo que identifica un camino de santidad. En la Santidad de la vida diaria, se destaca este seguimiento a la voluntad de Dios, santo de la vida diaria es aquel que: “…cuando resplandece en algún punto la voluntad de Dios, la pone en práctica inmediatamente, y siempre que en la vida observa o experimenta algo, levanta su mirada al cielo y pregunta qué es lo que querrá Dios con eso” (1)

Para alcanzar esto es necesario el sacrificio y la renuncia a nuestra propia voluntad, dejar de girar en torno a nosotros mismos.

“Cuando se quiere hacer siempre la propia voluntad -afirma el padre Kentenich- cesa el instrumento de depender de la causa principal (es decir, de Dios), ya que no se deja guiar y conducir dócilmente por ella hacia las tareas y objetivos que ésta ha previsto y para los cuales quiere utilizarle… para estar siempre y del modo más perfecto a disposición de Dios, por todos los medios nos esforzamos como instrumentos por alcanzar una sana indiferencia frente a todas las creaturas; lo cual sólo es posible mediante un “agere contra” animado por el amor, o una amplia disposición para lo más arduo y difícil.”(2)

María, es el ejemplo más acabado de este desasimiento de sí mismo. Y también, entre los santos, encontramos ejemplos preclaros de esta unión. Entre ellos San Francisco de Sales que en cierta oportunidad expresaba: "Me gustaría, por ejemplo, en esta Cuaresma, predicar en un pueblito de mi diócesis. Pero si me pongo enfermo o me rompo una pierna, no es razón para entristecerme o desasosegarme…: porque entonces es ciertamente la voluntad de Dios que le sirva con el sufrimiento y no con la predicación.” (3)

En “Las cartas privadas de La Santa de Calcuta”, la madre Teresa manifiesta:
“¿Por qué nos debemos dar totalmente a Dios? Porque Dios se ha dado a Sí mismo a nosotros. Si Dios, que no nos debe nada, está dispuesto a darnos nada menos que a Sí mismo, ¿no responderemos sólo con una fracción de nosotros mismos? Darnos totalmente a Dios es un medio para recibir a Dios mismo. Yo para Dios y Dios para mí. Yo vivo para Dios y renuncio a mi propio yo y de este modo induzco a Dios a vivir para mí. Por lo tanto, para poseer a Dios debemos dejar que Él posea nuestra alma.”(4) Y en otro pasaje le escribe a un sacerdote: “Tenga solamente la alegría de Jesús, como su fuerza. Esté feliz y en paz. Acepte todo lo que Él le dé y dele todo lo que Él tome con una gran sonrisa -Usted le pertenece a Él- dígale yo soy tuyo y si me cortas en pedazos, cada pedacito será sólo tuyo.” (4)

El olvido de sí misma es la clave de la santidad, de la alegría alcanzada por Teresa de Calcuta quien, con profunda humildad, se reconoce pequeñita ante Jesús:
“Me maravillo ante su gran humildad y mi pequeñez -mi nada- Creo que es ahí donde Jesús y yo nos encontramos.- Él es todo para mí y yo, su pequeñita, tan débil, tan vacía, tan pequeña.”(5)

De esta entrega total, una y otra vez nos ha hablado nuestro padre, incansablemente, así lo hizo por ejemplo en setiembre de 1966 en Schoenstatt en una conferencia:
“¡Un vacío singular! Podemos creer que si uno se ha regalado totalmente, ya no tiene nada! ¡Ah! ¡No! Al contrario. En la medida en que el corazón se regale totalmente, transitará el camino más seguro para encontrarse a sí mismo con mayor plenitud. En una oportunidad, Jesús expresó esta ley a su manera diciendo: “El que encuentre su vida, la perderá…” por lo tanto, el que regale su corazón lo ganará, gana toda la originalidad de su personalidad. “…y el que pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt.10, 39). Esto quiere decir que si en mi entrega reservo algo para mí, seguiré siendo eternamente una caricatura, y jamás realizaré el ideal que el buen Dios tuvo en su plan al crearme. “Oh Señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco todo a Ti” (6)

Van Thuan, el cardenal vietnamita que estuvo trece años preso, descubre, en el seguimiento al querer de Dios, una gran paz interior:
“Durante mi larga tribulación de nueve años de aislamiento en una celda sin ventanas, a veces bajo la luz eléctrica durante muchos días, a veces en la oscuridad, me parecía que me ahogaba por el calor y la humedad, al límite de la locura. Era todavía un obispo joven, con ocho años de experiencia pastoral. No podía dormir, me atormentaba el pensamiento de tener que abandonar la diócesis, de que se derrumbasen tantas obras que había puesto en marcha por Dios.
Experimentaba como una rebelión en todo mi ser. Una noche, desde lo profundo del corazón, un voz me dijo: "¿Por qué te atormentas así? Tienes que distinguir entre Dios y las obras de Dios. Todo lo que has hecho y deseas seguir haciendo: visitas pastorales, formación de seminaristas, religiosos, religiosas, laicos, jóvenes, construcción de escuelas, de foyers para estudiantes, misiones para la evangelización de los no cristianos…: todo eso es una obra excelente, son obras de Dios, ¡pero no son Dios! Si Dios quiere que abandones todo eso, hazlo enseguida, y ¡ten confianza en Él! Dios hará las cosas infinitamente mejor que tú. Él confiará sus obras a otros que son mucho más capaces que tú. ¡Tú has elegido a Dios solo, no sus obras!
Esta luz me dio una paz nueva, que cambió totalmente mi modo de pensar y me ayudó a superar momentos físicamente casi imposibles. Desde ese momento una fuerza nueva llenó mi corazón y me acompañó durante trece años….
Elegir a Dios, y no las obras de Dios. Éste es el fundamento de la vida cristiana, en todo tiempo…” ( 7).

Es Dios mismo el que nos toma en sus manos y nos conduce, Él “es el águila, que en sus alas vigorosas lleva hacia el sol a los débiles polluelos” (8)

La lectura de esta breve entrevista realizada a un grupo de trapecistas que relatara el padre Ángel Rossi en un retiro, muestra en forma gráfica este juego de amor entre Dios y su criatura, entre “el acróbata” y su creador:
“Los Flying Rodleigh son un grupo artístico de trapecistas que se presentan en el circo Simoneit-Barum… Nunca olvidaré mi fascinación cuando vi por primera vez volar por el aire a los Rodleighs, cómo se soltaban mutuamente cual bailarines con movimientos arriesgados y elegantes, y cómo volvían a atraparse en el aire.
Un día, sentado en la casa rodante junto a Rodleigh, el líder de la compañía, conversé con él acerca de volar por el aire. Quizás usted y el público me consideren la gran estrella en el trapecio, pero el verdadero genio es Joe, mi receptor. Él debe estar listo para mí en una fracción de segundo y atraparme en el aire cuando vuelo hacia él formando un arco elevado.”
“¡Y cómo sale siempre bien?”, pregunté nuevamente. "Bueno -dijo Rodleigh- el secreto consiste en que el acróbata no haga nada y el receptor lo haga todo. Cuando vuelo hacia Joe, sólo debo extender mis brazos y mis manos y esperar que él me tome y me lleve de nuevo sobre la rampa”.
“¿Y usted no hace nada?”, le repliqué bastante sorprendido. "No, nada”, repitió Rodleigh, “Lo peor que puede hacer el acróbata es tratar de asirse al receptor. Pero no soy yo quien debe atrapar a Joe, sino él a mí. Si tratara de asir las muñecas de Joe, podría quebrar las mías y para ambos sería el fin. El acróbata no debe hacer otra cosa que volar, mientras que el receptor sólo debe atraparlo. El acróbata que vuela con los brazos extendidos debe confiar absolutamente en que el receptor lo tome en el instante preciso”.

Dicho con palabras de nuestro padre “…tratándose de la valoración de nuestras obras, estamos en camino de no conceder tanta importancia a nuestra cooperación personal. Lo más importante para nosotros es Dios, únicamente Dios y su amor misericordioso.”(9)

Nuria García de Platzeck
9º Curso RMed
“Toda Tuya, Corazón de Familia, Manantial de Vida”

Bibliografía
(1)La santificación de la vida diaria. Pág. 17
(2) Espiritualidad del Instrumento. Pág. 113
(3) La Santificación de la vida diaria. Pág. 110
(4) Las cartas privadas de la Santa de Calcuta. pág. 335
(5) Las cartas privadas de la Santa de Calcuta. pág. 325
(6) Padre te entrego mi dolor. PK pág. 112
(7) Testigo de esperanza. Van Thuan. pág. 55
(8) Hacia el Padre - 407
(9)Padre te entrego mi dolor-pág. 42
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b) “Esto nos pasa”

Aporte del Curso 13º Cba
“Amadas por Cristo, Luz y Alegría para el Mundo”

Enmarcados en una realidad social donde los cambios son vertiginosos, donde nos rige la inmediatez, las propuestas son innumerables y efímeras, nos desbordamos de actividad y los resultados deben ser rápidos y exitosos.

Todas estas circunstancias fácilmente nos pueden llevar a un vacío existencial que manifestamos a través de una queja constante, anónima e impersonal, que nos distancia de la realidad y nos coloca como meros espectadores.

Al no asumir que somos parte del problema, no nos sentimos involucrados en la solución.

“Por qué me pasa esto a mi? Por qué vivo en este país, Por qué tengo este esposo o este hijo? Qué pasa con mi trabajo?...”

El gran desafío es mirar esta realidad que Dios permite a la luz de nuestro ideal “Amada por Cristo, luz y alegría para el mundo”

Lo primero que debemos hacer es detenernos… “gustar” del amor que Dios nos regala.

"…No es digno de la nobleza del ser humano el vivir el día a ciegas, dejándonos arrastrar por la corriente de la masa. Dios nos ha dado el don de la libertad, y nos invita a modelar el día junto a Él. Él espera de nosotras que nos comprometamos por la verdad y la justicia, que demos testimonio de Él con nuestra vida y sobrellevemos por amor a Él, cuando las circunstancias lo exijan, las cosas desagradables o difíciles, el desamor y la injusticia que pueda traer consigo nuestra jornada.

Vivir de veras implica tener la capacidad y el tiempo para “soñar” y seguir en pos de aquello para lo cual estamos en este mundo; para descubrir el misterio de nuestra vida y plegarnos valientemente a las iniciativas de Dios en nuestra vida. Se nos exige además tomar decisiones personales y asumir responsabilidades. Por eso, vivir en serio no es dejarnos guiar simplemente por las ganas o el estado de ánimo, o bien dejarnos manipular desde afuera y vivir así el día sin tener conciencia de él.

Vivimos verdadera y realmente cuando planificamos y organizamos cada día con Dios; cuando aceptamos el desafío que nos plantean las circunstancias, cuando tomamos decisiones y aceptamos responsabilidades; cuando ponemos prioridades, tomamos propósitos y los mantenemos; cuando arriesgamos vivir confiando en que es Dios quien juega con nosotras en el tablero.

Nos dice nuestro Padre Fundador “Examinemos de antemano y pregustemos las cosas eventuales que Dios quiera confiarme a través de mi labor profesional, mi situación particular, las inspiraciones interiores, etc. Examinemos lo que podrá suceder hoy, tracémonos un panorama general de la jornada que nos aguarda. Naturalmente no todo ocurrirá tan exactamente como yo lo había previsto por la mañana. De ahí la importancia de cultivar una actitud ante las cosas, de reflexionar con lucidez sobre las acciones concretas que Dios permitirá que realicemos en el día de hoy. Si no lo hacemos así, correremos el peligro de no vivir la jornada, sino de “ser vividos”, de buscar solamente la satisfacción de nuestros propios gustos e inclinaciones.”

“Toda nuestra mirada para el único Dios, todo el corazón para el único Dios”. P.K.
Para mantener vivo este vínculo de Amor, como madres federadas, contamos con los medios ascético: el Horario Espiritual (HE), el Propósito Particular (PP) y la Confesión Sacramental, que le da a nuestra vida espiritual mayor profundidad, hace que nuestros propósitos no sean solamente decisiones de nuestra voluntad, sino que expresen el anhelo de ser fieles a la Alianza de Amor, y a la gracia que el Señor y la Santísima Virgen constantemente nos regalan.

Pilar Freytes, Ercilia Arico, Mara Sarría, Vero Van Helderen,
Silvia Villegas, Magui O´Connor, Lucrecia Carranza, Marilén Otero, Dolores Calvo
Curso 13° RMed
“Amadas por Cristo, luz y alegría para el mundo”
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c) “Mujeres hoy y acá”
Aporte del Curso 12º Mza
“Madre Filial, Transparente de María, Instrumento de Amor, Paz y Alegría!

“Volvamos a nuestra vocación : ser madres ”

Desde la antigüedad se le reservó a la mujer un espacio en el mundo privado: la casa y lo artesanal. Las tareas privadas más ligadas a la reproducción era el campo de actividad específicamente femeninas, reservándose para el varón el mundo de la producción y de la creación externa.

Con la revolución industrial y la introducción de la máquina en forma masiva y la producción en escala se reemplaza tanto a artesanos como a robustos trabajadores y se empieza a hablar de “mano de obra” o de “fuerza de trabajo” sin que el hecho de ser varón o mujer resulte significativo.

Justamente para permitir la inserción de la mujer en el mundo público, tanto en el ámbito cívico (el voto femenino) como en el trabajo, donde su aporte no se veía y se lo consideraba casi invisible empezó el movimiento feminista en el siglo XX.

El resultado cultural de este movimiento es la eliminación de las diferencias entre los sexos. En esta lucha fue asumiendo en su conducta patrones masculinos, de tal modo que lo que se vuelve invisible es el hecho de ser mujer.

La consecuencia de este proceso es la fragmentación del tejido social, la disolución de la familia, la violencia social, etc. Todos signos que nos preocupan particularmente porque la situación llega, a veces, hasta el seno mismo de nuestros hogares.

Con el abandono de la feminidad aleja a la mujer de todo lo que significa hogar, servicio a la persona, capacidad de don, acompañamiento respetuoso y solícito de niños, la aleja del don del amor tan propio de nuestro sexo. Por eso muchos autores dicen que nunca como hoy el mundo y la cultura clama por el alma femenina auténtica y sufre la enfermedad humana más grande de los siglos que se ha llegado a convertir en una pandemia antropológica.

Sin embargo no se puede volver el tiempo atrás. Ahora no podemos, ni debemos volver lo bueno y noble que la mujer ha alcanzado en todo este proceso, ni tampoco entrar en una fantasía romántica de querer volver las cosas a como eran antes. El Señor, que es el Señor de la historia y tiene sus hilos en su mano, siempre nos señala y nos lleva hacia delante nunca hacia atrás. Nos invita a resolver en nosotros los problemas de una época y superarlos de modo creativo. Al respecto dice el P.Kentenich: “Aquellos que resuelven en sí mismos los problemas de una época, son los que inician el proceso de cambio. Ellos, por su respuesta, se convierten en modelos que superan la crisis de la época, resolviéndolas”.

Es necesario volver a lo esencial. Al crear al hombre y a la mujer, Dios quiso que el ser humano se expresase de dos modos distintos y complementarios, igualmente bellos y valiosos Ambos están llamados a realizarse más allá de sí mismos. Están hechos para ser cada uno y los dos totalmente de Dios.

Lo que hoy está en crisis es esta orientación vocacional básica del hombre, mujer y varón, hacia Dios, sentido y destino último de todo el hombre y de todos los hombres.

Por otra parte como dijo el P Kentenich a sus primeros discípulos: “No podemos volver el carbón a la tierra, ni la electricidad a las nubes. No podemos, ni debemos. Adelante! Nunca atrás”.

Él mismo reconoció desde el principio en los movimientos de liberación femenina un signo de Dios en los tiempos. Dios quiere algo con esto, de esto sacará algo bueno y muy bueno. El Padre Kentenich recogió este desafío, puso manos a la obra y formó a imagen de María cientos de mujeres y hombres para enviarlos hacia los tiempos más nuevos.

Debemos llevar la educación del hombre y la mujer a la altura de las circunstancias. Y en esto sí las mujeres tenemos una tarea propia, urgente e insoslayable, como educadoras y compañeras.

El futuro de la sociedad tiene que ver con el porvenir de la mujer. Lo que hoy está en juego es el futuro de una sociedad más humana. Una sociedad en la que:
- la vida venza a la muerte,
- el respeto a la eficacia,
- el servicio al poder,
- lo espiritual sublime a lo material.

Esto supone una obra que ha de ser hecha en común, hombre y mujer trabajando juntos y con Dios. Para la mujer correrá especialmente el ser alma y ser pedagoga, dos realidades propias de su ser compañera. Es ella la que hoy debe enseñar y alentar al varón en lo que significa un mundo más humano y más justo. Será un trabajo lento de raíz, pero hecho con fe, con esperanza y con amor recogerá frutos en abundancia.

Hoy abundan las mujeres en todos los sectores y estamentos, pero faltan mujeres-mujeres que hagan activo lo femenino en la sociedad, en la cultura, en la familia, etc. Falta lo que Juan Pablo II ha llamado “el genio de la mujer” o sea ese sentido por lo humano y por el servicio a lo humano.

Para esta tarea la mujer debe educarse y prepararse para ser como María, signo de luz sobre la oscuridad del tiempo. Aprender a ser madres filiales es decir no dejar de ser niños ante Dios, tener plena confianza en Él. Debemos retornar a la célula original de la sociedad humana: “la familia”. El Padre Kentenich nos dice: que las familias son el campo más fecundo de la Familia de Schoenstatt. Sólo a partir de ellas puede surgir una renovación del mundo”.

Como madres debemos atender la educación religiosa de nuestros hijos y nuestros esposos, dice el P. Kentenich.

Si el Espíritu Santo no halla a María en nosotros, no desarrollará su actividad creativa, su obra de alumbrar a Cristo. Ésta es una ley muy importante en la vida espiritual. La consecuencia que se desprende de esta realidad es que debemos aspirar fielmente a ser pequeñas Marías, a ser reflejo de la Santísima Virgen, ser transparentes de María regalando amor, paz y alegría.

Agustina Jofré de Jardel
12º Curso RCyo
“Madre filial, transparente de María, instrumento de amor, paz y alegría.”
CARTA DE ALIANZA
18 de abril 2010

Queridos hermanos en la Alianza:

Aún están frescos en nuestra memoria la luz del cirio pascual quebrando la oscuridad de la noche, las oraciones, los cantos y las alabanzas de la Noche Pascual. “¡Verdaderamente ha resucitado el Señor tal como nos lo había anunciado!”.

En esta carta quiero compartir con ustedes dos hechos que nos tocan profundamente. El primero nos llama a la reflexión y a la oración; el segundo es una gran invitación.

Primer hecho.

En las Misas de estos días hemos escuchado los relatos sobre las apariciones de Jesús resucitado a María Magdalena, a los discípulos de Emaús y a los once apóstoles. Eran tiempos muy difíciles, de miedos y debilidades. Tiempos de fe probada y heroica.

También hoy vivimos tiempos difíciles, no es fácil ser católico. El P. Joaquín Allende escribe en un artículo: “El escupo dio en la cara atónita del joven sacerdote. Con ojos llenos de odio, el desconocido turista gritó: “¡Pedófilo asqueroso!”. Nadie dijo nada. Los otros visitantes de la Acrópolis de Atenas miraron como distraídos hacia la perfecta línea de columnas de mármol. Nadie hizo nada, mientras el joven sacerdote se limpiaba la mejilla. Hay muchas historias similares por estos días”. Vivimos en tiempos inestables, en los que la tierra se mueve y hay gente que muere o que pierde el fundamento de su vida, como en los devastadores terremotos en Haití y en Chile. Vivimos en tiempos inestables también en nuestra Iglesia que está consternada en lo más íntimo por los terribles casos de abuso sexual a niños perpetrados por sacerdotes. Hay un dolor imborrable en las víctimas y justificada vergüenza en toda la Iglesia. Son hechos reales y muy graves, tan devastadores como un terremoto. A ello se suma un ejército de chacales (anónimos muchos y mediáticos otros) que se lanzan contra el cuerpo herido de la Iglesia, dicen buscar justicia pero sólo quieren atacarla, y si es posible, devorarla. Los ataques a Benedicto XVI recuerdan aquel antiguo verso y revelan sus intenciones: “caído el pastor se dispersó el rebaño”.

Pidamos en este año sacerdotal para que el Señor lave y purifique nuevamente a su Iglesia; que el Señor cure las terribles heridas de tantas víctimas; que fortalezca en la fe a tantos corazones doloridos y que ayude a las autoridades de la Iglesia a encontrar caminos justos e idóneos para que no vuelvan a ocurrir hechos similares. Pero también agradezcamos por los más de 400.000 sacerdotes que son fieles a su vocación y entregan diariamente sus vidas por Cristo en cada rincón de la tierra. Son tiempos difíciles, son tiempos de renovación y fe heroica.

Segundo hecho

El próximo 25 de mayo celebramos el Bicentenario de la Patria, 200 años de un acontecimiento que inició el proceso de independencia de la Argentina. Por eso el 8 de mayo vamos a celebrar como Iglesia el Bicentenario de la Patria. Toda la Iglesia celebra, agradece y pide por la Patria. Tendremos grandes encuentros en las distintas regiones del país con la presencia de obispos, parroquias, movimientos laicales y comunidades religiosas. Nadie debe faltar. El lema que nos guía es:

“¡Con María construyamos una Patria para todos!”

Cada región del Movimiento celebrará el 8 de mayo el Bicentenario en diferentes lugares:
- la región Pampeana celebrará en la basílica de Luján,
- la región del Centro celebrará en Rosario, monumento a la Bandera,
- la región del Noreste celebrará en Corrientes, Santuario de Itatí,
- la región Patagónica celebrará en Bariloche,
- la región Cuyo celebrará en San Juan.

Por eso les pido que consulten pronto a sus coordinadores diocesanos del Movimiento de Schoenstatt o en las parroquias para viajar a estos lugares de celebración. Las inscripciones para viajar en micro ya están abiertas. Participemos y manifestemos nuestro agradecimiento, nuestra esperanza y nuestro compromiso por Argentina.

El 8 de mayo también queremos unirnos como pueblo argentino con un gesto: a las 15 horas, adonde estemos: en el campo, la ciudad, tu casa, la parroquia, el hospital, la cárcel o una ermita, encenderemos una vela y rezaremos un Padrenuestro y un Avemaría por la Patria ¡encendamos una luz nueva de esperanza!

Queridos hermanos, Argentina es tierra mariana. María está grabada en el alma del pueblo argentino y en los paisajes de nuestra geografía: Luján, Itatí, del Valle de Catamarca, de las Nieves, del Carmen de Cuyo, del Milagro, Schoenstatt… María estuvo en cada momento de nuestra historia y nos enseñó a ser Nación; Ella nos guía en los desafíos presentes y Ella nos ayudará a conquistar un futuro mejor. Por eso decimos llenos de confianza:

“¡Con María Reina, construyamos una Patria para todos!”

Nos vemos todos el 8 de mayo. ¡Bendecido día de Alianza!

P. Javier Arteaga

jueves, abril 15, 2010

Necesitamos de Cristo

Padre Nicolás Schwizer

Nuestro Dios es un Dios de la vida y de la historia. Un Dios que nos habla por medio de las circunstancias y los acontecimientos. Todo lo que ocurre trae siempre, si bien “en clave”, algo que Dios nos quiere enseñar. El cristiano siempre debe responder a la pregunta: ¿Qué me quiere decir Dios con esto que sucede o que estoy viviendo?

Es una experiencia dolorosa descubrir lo que el hombre es: un ser en el cual se mezclan la grandeza y la miseria, la capacidad del bien y del mal, de vivir en la verdad y de mentir, de amar y de odiar, de construir y de destruir. Somos capaces de lo mejor y de lo peor.

La situación que vivimos en el mundo constituye también una dolorosa experiencia. Constatamos en carne propia de lo que somos capaces. Constatamos los límites de nuestras posibilidades humanas. Sentimos la fragilidad de las soluciones puramente humanas. Vemos cómo se hacen planes, cambian hombres, y sin embargo no salimos del pantano.

Sentimos más que nunca la necesidad de Alguien que nos salve, de una nueva luz y una nueva fuerza. Ellas vienen, en definitiva, del más allá, de Dios.

“Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”. El pan que necesitamos, el único que puede darnos vida, es el pan vivo “que ha bajado del cielo”. Es Cristo mismo, es el Hombre Dios. Sólo Dios puede darnos la luz y la fuerza para construir una gran nación de hermanos, donde haya trabajo, respeto, amor y alegría.

La presencia de Cristo, Hijo de Dios, en la Eucaristía, es un misterio impresionante. A Él tenemos acceso solamente en la medida de nuestra fe. La eficacia del pan eucarístico que recibimos depende de la medida de la fe con que lo recibamos. Ese pan que comemos nos va transformando siempre más a semejanza de Cristo: nos da sus sentimientos y actitudes, nos hace participar, misteriosa pero realmente, de la vida divina.

“El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él”. Éste es el misterio del hombre nuevo cristiano. Se trata de un hombre divinizado, que vive en Cristo y Cristo vive en él. La comunión nos une personalmente con Jesús. Tanto nuestra alma como nuestro cuerpo se unen estrechamente con Él. En cada Eucaristía, Él quiere bajar de nuevo a la tierra, encarnarse en cada uno de nosotros. Nos hacemos así, carne de su carne y sangre de su sangre.

En Cristo somos hijos de Dios nuestro Padre del cielo, y por eso somos todos hermanos. El pan eucarístico es el pan de la unidad y fraternidad. Por eso, el Padre José Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, dice en una oración personal a Jesús: “Eres límpida fuente de paz, el vínculo que une todos los pueblos, el poder que vence las disensiones, la luz que trae calor y claridad”.

A grandes males, grandes remedios. ¿Qué nos enseñan las circunstancias actuales? Nos enseñan lo relativo de todas las soluciones y sistemas humanos si no se apoyan, si no se alimentan del pan de vida. Y además nos enseñan que dificultades son tareas. Hemos de buscar con renovado ahínco, hasta las últimas consecuencias, esa “fuente de paz”; ese “vínculo”; ese “poder” y esa “luz” que vienen de arriba, que vienen de Cristo.

Queridos hermanos, en cada Eucaristía, Cristo nos invita a unirnos a Él, a identificarnos con Él, para que así su voluntad se vaya haciendo la nuestra, su inteligencia y sus afectos se nos contagien. Hasta que un día podamos decir con San Pablo: “Ya no soy yo quien vivo, sino que es Cristo el que vive en mí”.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Las dificultades, son tareas para mí?
2. ¿Me dejo abatir por el peso de las dificultades?
3. ¿Soy conciente de la fuerza de la Eucaristía?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com

miércoles, abril 14, 2010

Celebración ciudadana por el Bicentenario en Luján

Luján (Buenos Aires), 12 Abr. 10 (AICA)

Bicentenario de la Argentina

El Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal Argentina (DEPLAI), convocó para el sábado 8 de mayo, solemnidad de Nuestra Señora de Luján, patrona de la República Argentina, a los argentinos a realizar un gesto nacional para celebrar el Bicentenario, que consistirá en encender una vela y rezar una oración por la Patria.

El acto central está previsto para ese día, a las 15, frente a la basílica de Luján y se espera que se replique en distintos puntos del país.

“Con María, construyamos una Patria para todos”, es el lema con el que el DEPLAI convoca a la misma hora, a todo el país, a encender una vela que simbolizará “el pedido de una luz nueva de esperanza para la Argentina”, y a rezar una oración por la Patria (un Padrenuestro y un Avemaría), por lo que se sugiere que se haga en todas las plazas, en todos los hogares y en todas las calles del país.

Ese día, la celebración tendrá su punto central en la plaza frente a la Basílica de Luján, con una misa presidida por el cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, y luego se realizará una celebración ciudadana con la presencia de otros credos.

Allí se espera el arribo de numerosas delegaciones de parroquias, colegios, movimientos y asociaciones de la ciudad de Buenos Aires y de toda la provincia.

La Asociación de Peregrinos a pie a Luján adelanta un día su peregrinación de todos los años, por lo que el viernes 7 de mayo iniciará la caminata a partir de las 17 desde la basílica San José de Flores para llegar a Luján el sábado 8 de mayo a las 15 y poder así, participar del acto central.
El acto se hará en forma simultánea en distintos centros de devoción mariana del país, como los santuarios de Nuestra Señora de Itatí, en Corrientes, y Nuestra Señora del Valle, en Catamarca, además de Salta, Jujuy, La Rioja, San Juan, y en las ciudades de Rosario y Bariloche, entre otras.

Para mayor información: info@deplai.org.ar, www.deplai.org.ar y (011) 4394-0014

Fuente: http://aica.org/index.php

viernes, abril 09, 2010

12 de abril Consagración del Padre Fundador a María

El próximo lunes 12 de abril recordaremos el momento en que la mamá del Padre lo consagró a la Santísima Virgen antes de dejarlo en el orfanato, regalándole su cadenita y medalla y pidiéndole que Ella fuera plenamente su Madre. El Padre dijo muchos años más tarde que en esa consagración ya se encerraba en germen la Obra de Schoenstatt.

Vivencias con el P. Kentenich
Lux Elena Ramírez

En agosto de este año peregriné junto a otras 9 madres de la Federación de madres a Alemania: con los ojos, la mente y el corazón puestos en nuestro Padre Kentenich.

Pisé lugares santos: La Iglesia de la Adoración: el sábado 15 de agosto, día de la Asunción, participé de la Misa, Mi imaginación volaba y parecía ver y escuchar a nuestro Padre, hablar con vehemencia de nuestra Madre María.

Me acerqué a su tumba, donde descansa su cuerpo y esparce su alma.

Me arrodillé en el Santuario Original: ¡Profunda emoción!¡Tantas veces leí el acta de fundación! Me parecía estar juntos a los primeros Congregantes en esa Capilla que, de un depósito de herramientas se convirtió en un lugar de Gracias. Era el Padre que me preparaba a mí también como Instrumento.

Entré en la Casa del Padre, lugar donde se expone su vida, su legado, sus cosas, reliquias tales como los elementos que utilizaba para celebrar Misa en Dachau, sus ropas, las puertas, la réplica del bunker de la cárcel de Coblenza donde estuvo preso.

El domingo peregrinamos a Gymnich, ciudad donde nació y pasó su infancia el P. Kentenich. Celebramos Misa en la Parroquia. La liturgia del día se refería a la importancia de la Eucaristía. El Celebrante nos hizo reflexionar sobre la importancia de la Eucaristía, alimento de nuestra vida espiritual. Nos habló de cuan importante fue para nuestro Padre este Sacramento, sobre cómo en Dachau sobrevivió gracias al Pan¬-Cuerpo de Cristo. Cómo procuró que los enfermos y moribundos lo recibieran en momentos límites. Contó cómo Teresa de Calcuta, en medio de la hambruna, se alimentaba y alimentaba a otros con el Cuerpo de Jesús.

Visitamos la casa donde nació el P. Kentenich. Se respiraba santidad; santidad que tenía como fundamento luchas, sacrificios y mucha soledad. Era el Padre quien nos llamaba a que como madres, demos, defendamos y regalemos vida. ¡un sí a la vida!

De ahí fuimos a Oberhausen, al orfanato dónde la madre del P. Kentenich consagró a su hijo a la Sma. Virgen y donde el Padre vivió parte de su infancia. Con mucha emoción observé la réplica de la imagen ante la cual Catalina entregó a su hijo a María. Ante ella pedí por los niños, para que María los cuidara.

Pasaron un documental y fotos sobre su infancia. Me impresionó, una vez más, lo difícil de su nacimiento, de su infancia; ¡cuántas luchas desde el inicio, desde siempre! Apenas eran sus primeras dificultades. Dios ya lo preparaba para las grandes luchas que aún debía pasar.

Al divisar el patio, venía a mi memoria todo lo que leí al respecto; creía ver a nuestro Padre pequeño, descalzo, con frío, sin embargo, siempre niño, con esas adversidades, jugando con los demás niños.

Luego visité el Campo de Concentración de Dachau. Al poner los pies en ese lugar mi corazón se detuvo anonadado; todo lo que había leído y estudiado me venía a la mente, con un desborde de imágenes y sentimientos, ¡impresiones! Había leído, sí, pero
ver... es otra cosa! Todo me daba vueltas, me parecía escuchar gritos, llantos, horror tristeza y veía pasar la muerte. Llevé 5 horas dentro, pasé tiempo leyendo cada panel explicativo, las fotos eran apenas una muestra de tanta barbaridad.

Me detuve especialmente, y eso lo supe mejor recién ahí, ante la exposición que relataba la presencia de mujeres en ese lugar. Primero fueron traídas para trabajar, luego fueron prostituídas; quedaban embarazadas y eran obligadas a abortar; recién poco antes de la liberación pudieron conservar sus hijos. Estremecida, vi fotos que mostraban cuando las madres húngaras eran obligadas a subir a los transportes de evacuación ante la desesperada mirada de sus hijos. Pasaron por ahí aproximadamente 7.000 mujeres.

Es impresionante ver el crematorio, todavía en buen estado para visitarlo, junto a horrendas fotos y estadísticas espeluznantes.

Me imaginaba al Padre dando pláticas, escribiendo, asistir a muchos, rezar y fundar... ¿cómo lo hacía?

Dios no quiso dejarme partir con un corazón apesumbrado. Cuando terminé de recorrer, visité el monasterio de las Carmelitas, justo atrás del Campo. Se celebraba Misa; el Sacerdote decía en su homilía: "a partir de tanta muerte, construyamos la civilización del amor" Al Consagrar el Pan y el Vino elevaba también el cuerpo y la sangre de aquellos que murieron en el Campo de Concentración.

En esas semanas el Padre me acompañó, me cuidó, me mostró y con una amplia sonrisa me envió: "Con María, seguros de la victoria, hacia los tiempos más nuevos". .

jueves, abril 08, 2010

Carta pastoral del Papa Benedicto XVI a los católicos de Irlanda
Sábado 20 de marzo de 2010

1. Queridos hermanos y hermanas de la Iglesia en Irlanda, os escribo con gran preocupación como Pastor de la Iglesia universal. Al igual que vosotros estoy profundamente consternado por las noticias concernientes al abuso de niños y jóvenes indefensos por parte de miembros de la Iglesia en Irlanda, especialmente sacerdotes y religiosos. Comparto la desazón y el sentimiento de traición que muchos de vosotros experimentaron al enterarse de esos actos pecaminosos y criminales y del modo en que fueron afrontados por las autoridades de la Iglesia en Irlanda.

Como sabéis, invité hace poco a los obispos de Irlanda a una reunión en Roma para que informasen sobre cómo abordaron esas cuestiones en el pasado e indicasen los pasos que habían dado para hacer frente a una situación tan grave. Junto con algunos altos prelados de la Curia Romana escuché lo que tenían que decir, tanto individualmente como en grupo, sea sobre el análisis de los errores cometidos y las lecciones aprendidas, que sobre la descripción de los programas y procedimientos actualmente en curso. Nuestras discusiones fueron francas y constructivas. Estoy seguro de que, como resultado, los obispos están ahora en una posición más fuerte para continuar la tarea de reparar las injusticias del pasado y de abordar cuestiones más amplias relacionadas con el abuso de los niños de acuerdo a las exigencias de la justicia y las enseñanzas del Evangelio.

2. Por mi parte, teniendo en cuenta la gravedad de estos delitos y la respuesta a menudo inadecuada que han recibido por parte de las autoridades eclesiásticas de vuestro país, he decidido escribir esta carta pastoral para expresaros mi cercanía, y proponeros un camino de curación, renovación y reparación.

Es verdad, como han observado muchas personas en vuestro país, que el problema de abuso de menores no es específico de Irlanda o de la Iglesia. Sin embargo, la tarea que tenéis ahora por delante es la de hacer frente al problema de los abusos ocurridos dentro de la comunidad católica de Irlanda y hacerlo con coraje y determinación. Que nadie se imagine que esta dolorosa situación se resuelva pronto. Se ha dado pasos positivos pero todavía queda mucho por hacer. Necesitamos perseverancia y oración, con gran fe en la fuerza salvadora de la gracia de Dios.

Al mismo tiempo, debo también expresar mi convicción de que para recuperarse de esta dolorosa herida, la Iglesia en Irlanda, debe reconocer en primer lugar ante Dios y ante los demás, los graves pecados cometidos contra niños indefensos. Ese reconocimiento, junto con un sincero pesar por el daño causado a las víctimas y sus familias, debe desembocar en un esfuerzo conjunto para garantizar que en el futuro los niños estén protegidos de semejantes delitos.

Mientras os enfrentáis a los retos de este momento, os pido que recordéis la "roca de la que fuisteis tallados" (Isaías 51, 1). Reflexionad sobre la generosa y a menudo heroica contribución ofrecida a la Iglesia y a la humanidad por generaciones de hombres y mujeres irlandeses, y haced que de esa reflexión brote el impulso para un honesto examen de conciencia personal y para un sólido programa de renovación de la Iglesia y el individuo. Rezo para que, asistida por la intercesión de sus numerosos santos y purificada por la penitencia, la Iglesia en Irlanda supere esta crisis y vuelva a ser una vez más testimonio convincente de la verdad y la bondad de Dios Todopoderoso, que se manifiesta en su Hijo Jesucristo.

3. A lo largo de la historia, los católicos irlandeses han demostrado ser, tanto en su patria como fuera de ella, una fuerza motriz del bien. Monjes celtas como San Columba difundieron el evangelio en Europa occidental y sentaron las bases de la cultura monástica medieval. Los ideales de santidad, caridad y sabiduría trascendente, nacidos de la fe cristiana, quedaron plasmados en la construcción de iglesias y monasterios y en la creación de escuelas, bibliotecas y hospitales, que contribuyeron a consolidar la identidad espiritual de Europa. Aquellos misioneros irlandeses debían su fuerza y su inspiración a la firmeza de su fe, al fuerte liderazgo y a la rectitud moral de la Iglesia en su tierra natal.

A partir del siglo XVI, los católicos en Irlanda atravesaron por un largo período de persecución, durante el cual lucharon por mantener viva la llama de la fe en circunstancias difíciles y peligrosas. San Oliver Plunkett, mártir y Arzobispo de Armagh, es el ejemplo más famoso de una multitud de valerosos hijos e hijas de Irlanda dispuestos a dar su vida por la fidelidad al Evangelio. Después de la Emancipación Católica, la Iglesia fue libre de nuevo para volver a crecer. Las familias y un sinfín de personas que habían conservado la fe en el momento de la prueba se convirtieron en la chispa de un gran renacimiento del catolicismo irlandés en el siglo XIX. La Iglesia escolarizaba, especialmente a los pobres, lo que supuso una importante contribución a la sociedad irlandesa. Entre los frutos de las nuevas escuelas católicas se cuenta el aumento de las vocaciones: generaciones de sacerdotes misioneros, hermanas y hermanos, dejaron su patria para servir en todos los continentes, sobre todo en mundo de habla inglesa. Eran excepcionales, no sólo por la vastedad de su número, sino también por la fuerza de la fe y la solidez de su compromiso pastoral. Muchas diócesis, especialmente en África, América y Australia, se han beneficiado de la presencia de clérigos y religiosos irlandeses, que predicaron el Evangelio y fundaron parroquias, escuelas y universidades, clínicas y hospitales, abiertas tanto a los católicos, como al resto de la sociedad, prestando una atención particular a las necesidades de los pobres.

En casi todas las familias irlandesas, ha habido siempre alguien –un hijo o una hija, una tía o un tío– que dio su vida a la Iglesia. Con razón, las familias irlandesas tienen un gran respeto y afecto por sus seres queridos que dedicaron la vida a Cristo, compartiendo el don de la fe con los demás y traduciéndola en acciones sirviendo con amor a Dios y al prójimo.

4. En las últimas décadas, sin embargo, la Iglesia en vuestro país ha tenido que enfrentarse a nuevos y graves retos para la fe debidos a la rápida transformación y secularización de la sociedad irlandesa. El cambio social ha sido muy veloz y a menudo ha repercutido adversamente en la tradicional adhesión de las personas a las enseñanzas y valores católicos. Asimismo, las prácticas sacramentales y devotas que sustentan la fe y la hacen crecer, como la confesión frecuente, la oración diaria y los retiros anuales se dejaron, con frecuencia, de lado.

También fue significativa en este período la tendencia, incluso por parte de los sacerdotes y religiosos, a adoptar formas de pensamiento y de juicio de la realidad secular sin referencia suficiente al Evangelio. El programa de renovación propuesto por el Concilio Vaticano II fue a veces mal entendido y, además, a la luz de los profundos cambios sociales que estaban teniendo lugar, no era nada fácil discernir la mejor manera de realizarlo. En particular, hubo una tendencia, motivada por buenas intenciones, pero equivocada, de evitar los enfoques penales de las situaciones canónicamente irregulares. En este contexto general debemos tratar de entender el inquietante problema de abuso sexual de niños, que ha contribuido no poco al debilitamiento de la fe y la pérdida de respeto por la Iglesia y sus enseñanzas.

Sólo examinando cuidadosamente los numerosos elementos que han dado lugar a la crisis actual es posible efectuar un diagnóstico claro de las causas y encontrar las soluciones eficaces. Ciertamente, entre los factores que han contribuido a ella, podemos enumerar: los procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa, la insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios y noviciados, la tendencia de la sociedad a favorecer al clero y otras figuras de autoridad y una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y por evitar escándalos cuyo resultado fue la falta de aplicación de las penas canónicas en vigor y de la salvaguarda de la dignidad de cada persona. Es necesaria una acción urgente para contrarrestar estos factores, que han tenido consecuencias tan trágicas para la vida de las víctimas y sus familias y han oscurecido tanto la luz del Evangelio, como no lo habían hecho siglos de persecución.

5. En varias ocasiones, desde mi elección a la Sede de Pedro, me he encontrado con víctimas de abusos sexuales y estoy dispuesto a seguir haciéndolo en futuro. He hablado con ellos, he escuchado sus historias, he constatado su sufrimiento, he rezado con ellos y por ellos. Anteriormente en mi pontificado, preocupado por abordar esta cuestión, pedí a los obispos de Irlanda, durante la visita ad limina de 2006 que "establecieran la verdad de lo ocurrido en el pasado y tomasen todas las medidas necesarias para evitar que sucediera de nuevo, para asegurar que los principios de justicia sean plenamente respetados y, sobre todo, para curar a las víctimas y a todos los afectados por estos crímenes atroces " (Discurso a los obispos de Irlanda, el 28 de octubre de 2006).

Con esta carta, quiero exhortaros a todos vosotros, como pueblo de Dios en Irlanda, a reflexionar sobre las heridas infligidas al cuerpo de Cristo, los remedios necesarios y a veces dolorosos, para vendarlas y curarlas, y la necesidad de la unidad, la caridad y la ayuda mutua en el largo proceso de recuperación y renovación eclesial. Me dirijo ahora a vosotros con palabras que me salen del corazón, y quiero hablar a cada uno de vosotros y a todos vosotros como hermanos y hermanas en el Señor.

6. A las víctimas de abusos y a sus familias
Habéis sufrido inmensamente y me pesa tanto. Sé que nada puede borrar el mal que habéis soportado. Vuestra confianza ha sido traicionada y violada vuestra dignidad. Muchos de vosotros han experimentado que cuando tuvieron el valor suficiente para hablar de lo que les había pasado, nadie quería escucharlos. Aquellos que sufrieron abusos en los internados deben haber sentido que no había manera de escapar de su dolor. Es comprensible que os sea difícil perdonar o reconciliaros con la Iglesia. En su nombre, expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que sentimos todos. Al mismo tiempo, os pido que no perdáis la esperanza. En la comunión con la Iglesia es donde nos encontramos con la persona de Jesucristo, que fue Él mismo una víctima de la injusticia y el pecado. Como vosotros aún lleva las heridas de su sufrimiento injusto. Él entiende la profundidad de vuestro dolor y la persistencia de su efecto en vuestras vidas y vuestras relaciones con los demás, incluyendo vuestra relación con la Iglesia.

Sé que a algunos de vosotros les resulta difícil incluso entrar en una iglesia después de lo que ha sucedido. Sin embargo, las heridas de Cristo, transformadas por su sufrimiento redentor, son los instrumentos que han roto el poder del mal y nos hacen renacer a la vida y la esperanza. Creo firmemente en el poder curativo de su amor sacrificial –incluso en las situaciones más oscuras y desesperadas– que libera y trae la promesa de un nuevo comienzo.

Al dirigirme a vosotros como un pastor, preocupado por el bienestar de todos los hijos de Dios, os pido humildemente que reflexionéis sobre lo que he dicho. Ruego que, acercándoos a Cristo y participando en la vida de su Iglesia –una Iglesia purificada por la penitencia y renovada en la caridad pastoral– podáis descubrir de nuevo el amor infinito de Cristo por cada uno de vosotros. Estoy seguro de que de esta manera seréis capaces de encontrar reconciliación, profunda curación interior y paz.

7. A los sacerdotes y religiosos que han abusado de niños
Habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y por sus padres. Debéis responder de ello ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos. Habéis perdido la estima de la gente de Irlanda y arrojado vergüenza y deshonor sobre vuestros semejantes. Aquellos de vosotros que son sacerdotes han violado la santidad del sacramento del Orden, en el que Cristo mismo se hace presente en nosotros y en nuestras acciones. Junto con el inmenso daño causado a las víctimas, un daño enorme se ha hecho a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa.

Os exhorto a examinar vuestra conciencia, a asumir la responsabilidad de los pecados que habéis cometido y a expresar con humildad vuestro pesar. El arrepentimiento sincero abre la puerta al perdón de Dios y a la gracia de la verdadera enmienda.

Debéis tratar de expiar personalmente vuestras acciones ofreciendo oraciones y penitencias por aquellos que habéis ofendido. El sacrificio redentor de Cristo tiene el poder de perdonar incluso el más grave de los pecados y extraer el bien incluso del más terrible de los males. Al mismo tiempo, la justicia de Dios nos llama a dar cuenta de nuestras acciones sin ocultar nada. Admitid abiertamente vuestra culpa, someteos a las exigencias de la justicia, pero no desesperéis de la misericordia de Dios.

8. A los padres
Os habéis sentido profundamente indignados y conmocionados al conocer los hechos terribles que sucedían en lo que debía haber sido el entorno más seguro para todos. En el mundo de hoy no es fácil construir un hogar y educar a los hijos. Se merecen crecer con seguridad, cariño y amor, con un fuerte sentido de su identidad y su valor. Tienen derecho a ser educados en los auténticos valores morales enraizados en la dignidad de la persona humana, a inspirarse en la verdad de nuestra fe católica y a aprender los patrones de comportamiento y acción que lleven a la sana autoestima y la felicidad duradera. Esta tarea noble pero exigente está confiada en primer lugar a vosotros, padres. Os invito a desempeñar vuestro papel para garantizar a los niños los mejores cuidados posibles, tanto en el hogar como en la sociedad en general, mientras la Iglesia, por su parte, sigue aplicando las medidas adoptadas en los últimos años para proteger a los jóvenes en los ambientes parroquiales y escolares. Os aseguro que estoy cerca de vosotros y os ofrezco el apoyo de mis oraciones mientras cumplís vuestras grandes responsabilidades.

9. A los niños y jóvenes de Irlanda
Quiero dirigiros una palabra especial de aliento. Vuestra experiencia de la Iglesia es muy diferente de la de vuestros padres y abuelos. El mundo ha cambiado desde que ellos tenían vuestra edad. Sin embargo, todas las personas, en cada generación están llamadas a recorrer el mismo camino durante la vida, cualesquiera que sean las circunstancias. Todos estamos escandalizados por los pecados y errores de algunos miembros de la Iglesia, en particular de los que fueron elegidos especialmente para guiar y servir a los jóvenes. Pero es en la Iglesia donde encontraréis a Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y siempre (cf. Hb 13, 8). Él os ama y se entregó por vosotros en la cruz. ¡Buscad una relación personal con Él dentro de la comunión de su Iglesia, porque él nunca traicionará vuestra confianza! Sólo Él puede satisfacer vuestros anhelos más profundos y dar pleno sentido a vuestras vidas, orientándolas al servicio de los demás. Mantened vuestra mirada fija en Jesús y su bondad y proteged la llama de la fe en vuestros corazones. Espero en vosotros para que, junto con vuestros hermanos católicos en Irlanda, seáis fieles discípulos de nuestro Señor y aportéis el entusiasmo y el idealismo tan necesarios para la reconstrucción y la renovación de nuestra amada Iglesia.

10. A los sacerdotes y religiosos de Irlanda
Todos nosotros estamos sufriendo las consecuencias de los pecados de nuestros hermanos que han traicionado una obligación sagrada o no han afrontado de forma justa y responsable las denuncias de abusos. A la luz del escándalo y la indignación que estos hechos han causado, no sólo entre los fieles laicos, sino también entre vosotros y vuestras comunidades religiosas, muchos os sentís desanimados e incluso abandonados. Soy también consciente de que a los ojos de algunos aparecéis tachados de culpables por asociación, y de que os consideran como si fuerais de alguna forma responsable de los delitos de los demás. En este tiempo de sufrimiento, quiero reconocer vuestra dedicación como sacerdotes y religiosos y de vuestro apostolado, y os invito a reafirmar vuestra fe en Cristo, vuestro amor por su Iglesia y vuestra confianza en las promesas evangélicas de la redención, el perdón y la renovación interior. De esta manera, podréis demostrar a todos que donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (cf. Rm 5, 20).

Sé que muchos estáis decepcionados, desconcertados y enojados por la manera en que algunos de vuestros superiores abordaron esas cuestiones. Sin embargo, es esencial que cooperéis estrechamente con los que ostentan la autoridad y colaboréis en garantizar que las medidas adoptadas para responder a la crisis sean verdaderamente evangélicas, justas y eficaces. Por encima de todo, os pido que seáis cada vez más claramente hombres y mujeres de oración, que siguen con valentía el camino de la conversión, la purificación y la reconciliación. De esta manera, la Iglesia en Irlanda cobrará nueva vida y vitalidad gracias a vuestro testimonio del poder redentor de Dios que se hace visible en vuestras vidas.

11. A mis hermanos, los obispos
No se puede negar que algunos de vosotros y de vuestros predecesores han fracasado, a veces lamentablemente, a la hora de aplicar las normas, establecidas desde hace largo tiempo, del derecho canónico sobre los delitos de abusos de niños. Se han cometido graves errores en la respuesta a las acusaciones. Reconozco que era muy difícil comprender la magnitud y la complejidad del problema, obtener información fiable y tomar decisiones adecuadas en función de los pareceres contradictorios de los expertos. No obstante, hay que reconocer que se cometieron graves errores de juicio y hubo fallos de dirección. Todo esto ha socavado gravemente vuestra credibilidad y eficacia. Aprecio los esfuerzos llevados a cabo para remediar los errores del pasado y para garantizar que no vuelvan a ocurrir. Además de aplicar plenamente las normas del derecho canónico concernientes a los casos de abusos de niños, seguid cooperando con las autoridades civiles en el ámbito de su competencia. Está claro que los superiores religiosos deben hacer lo mismo. También ellos participaron en las recientes reuniones en Roma con el propósito de establecer un enfoque claro y coherente de estas cuestiones. Es imperativo que las normas de la Iglesia en Irlanda para la salvaguarda de los niños sean constantemente revisadas y actualizadas y que se apliquen plena e imparcialmente, en conformidad con el derecho canónico.

Sólo una acción decisiva llevada a cabo con total honestidad y transparencia restablecerá el respeto y el afecto del pueblo irlandés por la Iglesia a la que hemos consagrado nuestras vidas. Hay que empezar, en primer lugar, por vuestro examen de conciencia personal, la purificación interna y la renovación espiritual. El pueblo de Irlanda, con razón, espera que seáis hombres de Dios, que seáis santos, que viváis con sencillez, y busquéis día tras día la conversión personal. Para ellos, en palabras de San Agustín, sois un obispo, y sin embargo, con ellos estáis llamados a ser un discípulo de Cristo (cf. Sermón 340, 1). Os exhorto a renovar vuestro sentido de responsabilidad ante Dios, para crecer en solidaridad con vuestro pueblo y profundizar vuestra atención pastoral con todos los miembros de vuestro rebaño. En particular, preocupaos por la vida espiritual y moral de cada uno de vuestros sacerdotes. Servidles de ejemplo con vuestra propia vida, estad cerca de ellos, escuchad sus preocupaciones, ofrecedles aliento en este momento de dificultad y alimentad la llama de su amor por Cristo y su compromiso al servicio de sus hermanos y hermanas.

Asimismo, hay que alentar a los laicos a que desempeñen el papel que les corresponde en la vida de la Iglesia. Aseguraos de su formación para que puedan, articulada y convincentemente, dar razón del Evangelio en medio de la sociedad moderna (cf. 1 Pet 3, 15), y cooperen más plenamente en la vida y misión de la Iglesia. Esto, a su vez, os ayudará a volver a ser guías y testigos creíbles de la verdad redentora de Cristo.

12. A todos los fieles de Irlanda
La experiencia de un joven en la Iglesia debería siempre fructificar en su encuentro personal y vivificador con Jesucristo, dentro de una comunidad que lo ama y lo sustenta. En este entorno, habría que animar a los jóvenes a alcanzar su plena estatura humana y espiritual, a aspirar a los altos ideales de santidad, caridad y verdad y a inspirarse en la riqueza de una gran tradición religiosa y cultural. En nuestra sociedad cada vez más secularizada en la que incluso los cristianos a menudo encuentran difícil hablar de la dimensión trascendente de nuestra existencia, tenemos que encontrar nuevas modos para transmitir a los jóvenes la belleza y la riqueza de la amistad con Jesucristo en la comunión de su Iglesia. Para resolver la crisis actual, las medidas que contrarresten adecuadamente los delitos individuales son esenciales pero no suficientes: hace falta una nueva visión que inspire a la generación actual y a las futuras generaciones a atesorar el don de nuestra fe común. Siguiendo el camino indicado por el Evangelio, observando los mandamientos y conformando vuestras vidas cada vez más a la figura de Jesucristo, experimentaréis con seguridad la renovación profunda que necesita con urgencia nuestra época . Invito a todos a perseverar en este camino.

13. Queridos hermanos y hermanas en Cristo, profundamente preocupado por todos vosotros en este momento de dolor, en que la fragilidad de la condición humana se revela tan claramente, os he querido ofrecer palabras de aliento y apoyo. Espero que las aceptéis como un signo de mi cercanía espiritual y de mi confianza en vuestra capacidad para afrontar los retos del momento actual, recurriendo, como fuente de renovada inspiración y fortaleza a las nobles tradiciones de Irlanda de fidelidad al Evangelio, perseverancia en la fe y determinación en la búsqueda de la santidad. En solidaridad con todos vosotros, ruego con insistencia para que, con la gracia de Dios, las heridas inflingidas a tantas personas y familias puedan curarse y para que la Iglesia en Irlanda experimente una época de renacimiento y renovación espiritual

14. Quisiera proponer, además, algunas medidas concretas para abordar la situación:
Al final de mi reunión con los obispos de Irlanda, les pedí que la Cuaresma de este año se considerase un tiempo de oración para la efusión de la misericordia de Dios y de los dones de santidad y fortaleza del Espíritu Santo sobre la Iglesia en vuestro país. Ahora os invito a todos a ofrecer durante un año, desde ahora hasta la Pascua de 2011, la penitencia de los viernes para este fin. Os pido que ofrezcáis el ayuno, las oraciones, la lectura de la Sagrada Escritura y las obras de misericordia por la gracia de la curación y la renovación de la Iglesia en Irlanda. Os animo a redescubrir el sacramento de la Reconciliación y a utilizar con más frecuencia el poder transformador de su gracia.

Hay que prestar también especial atención a la adoración eucarística, y en cada diócesis debe haber iglesias o capillas específicamente dedicadas a ello. Pido a las parroquias, seminarios, casas religiosas y monasterios que organicen períodos de adoración eucarística, para que todos tengan la oportunidad de participar. Mediante la oración ferviente ante la presencia real del Señor, podéis cumplir la reparación por los pecados de abusos que han causado tanto daño y al mismo tiempo, implorar la gracia de una fuerza renovada y un sentido más profundo de misión por parte de todos los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles.

Estoy seguro de que este programa conducirá a un renacimiento de la Iglesia en Irlanda en la plenitud de la verdad de Dios, porque la verdad nos hace libres (cf. Jn 8, 32).

Además, después de haber rezado y consultado sobre el tema, tengo la intención de convocar una Visita Apostólica en algunas diócesis de Irlanda, así como en los seminarios y congregaciones religiosas. La visita tiene por objeto ayudar a la Iglesia local en su camino de renovación y se establecerá en cooperación con las oficinas competentes de la Curia Romana y de la Conferencia Episcopal Irlandesa. Los detalles serán anunciados en su debido momento.

También propongo que se convoque una misión a nivel nacional para todos los obispos, sacerdotes y religiosos. Espero que gracias a los conocimientos de predicadores expertos y organizadores de retiros en Irlanda, y en otros lugares, mediante la revisión de los documentos conciliares, los ritos litúrgicos de la ordenación y profesión, y las recientes enseñanzas pontificias, lleguéis a una valoración más profunda de vuestras vocaciones respectivas, a fin de redescubrir las raíces de vuestra fe en Jesucristo y de beber a fondo en las fuentes de agua viva que os ofrece a través de su Iglesia.

En este año dedicado a los sacerdotes, os propongo de forma especial la figura de San Juan María Vianney, que tenía una rica comprensión del misterio del sacerdocio. "El sacerdote –escribió– tiene la llave de los tesoros de los cielos: es el que abre la puerta, es el mayordomo del buen Dios, el administrador de sus bienes." El cura de Ars entendió perfectamente la gran bendición que supone para una comunidad un sacerdote bueno y santo: "Un buen pastor, un pastor conforme al corazón de Dios es el tesoro más grande que Dios puede dar a una parroquia y uno de los más preciosos dones de la misericordia divina ".Que por la intercesión de San Juan María Vianney se revitalice el sacerdocio en Irlanda y toda la Iglesia en Irlanda crezca en la estima del gran don del ministerio sacerdotal.

Aprovecho esta oportunidad para dar las gracias anticipadamente a todos aquellos que ya están dedicados a la tarea de organizar la Visita Apostólica y la Misión, así como a los muchos hombres y mujeres en toda Irlanda que ya están trabajando para proteger a los niños en los ambientes eclesiales. Desde el momento en que se comenzó a entender plenamente la gravedad y la magnitud del problema de los abusos sexuales de niños en instituciones católicas, la Iglesia ha llevado a cabo una cantidad inmensa de trabajo en muchas partes del mundo para hacerle frente y ponerle remedio. Si bien no se debe escatimar ningún esfuerzo para mejorar y actualizar los procedimientos existentes, me anima el hecho de que las prácticas vigentes de tutela, adoptadas por las iglesias locales, se consideran en algunas partes del mundo, un modelo para otras instituciones.

Quiero concluir esta carta con una Oración especial por la Iglesia en Irlanda, que os dejo con la atención que un padre presta a sus hijos y el afecto de un cristiano como vosotros, escandalizado y herido por lo que ha ocurrido en nuestra querida Iglesia. Cuando recéis esta oración en vuestras familias, parroquias y comunidades, la Santísima Virgen María os proteja y guíe a cada uno de vosotros a una unión más estrecha con su Hijo, crucificado y resucitado. Con gran afecto y confianza inquebrantable en las promesas de Dios, os imparto a todos mi bendición apostólica como prenda de fortaleza y paz en el Señor.

ORACIÓN POR LA IGLESIA EN IRLANDA

Dios de nuestros padres,
renuévanos en la fe que es nuestra vida y salvación,
en la esperanza que promete el perdón y la renovación interior,
en la caridad que purifica y abre nuestros corazones
en tu amor, y a través de ti en el amor de todos nuestros hermanos y hermanas.
Señor Jesucristo,
Que la Iglesia en Irlanda renueve su compromiso milenario
en la formación de nuestros jóvenes en el camino de la verdad, la bondad, la santidad y el servicio generoso a la sociedad.
Espíritu Santo, consolador, defensor y guía,
inspira una nueva primavera de santidad y entrega apostólica
para la Iglesia en Irlanda.
Que nuestro dolor y nuestras lágrimas,
nuestro sincero esfuerzo para enderezar los errores del pasado
y nuestro firme propósito de enmienda,
produzcan una cosecha abundante de gracia
para la profundización de la fe
en nuestras familias, parroquias, escuelas y asociaciones,
para el progreso espiritual de la sociedad irlandesa,
y el crecimiento de la caridad, la justicia, la alegría y la paz en toda la familia humana.
A ti, Trinidad,
con plena confianza en la protección de María,
Reina de Irlanda, Madre nuestra,
y de San Patricio, Santa Brígida y todos los santos,
nos confiamos nosotros mismos, nuestros hijos,
y confiamos las necesidades de la Iglesia en Irlanda
¿Cuál debe ser nuestra respuesta ante los terribles escándalos de la Iglesia?
Fuente Catholic.net

Homilía del sacerdote Franciscano P. Roger J. Landry, pronunciada en la Parroquia del Espíritu Santo en Fall River, MA (Estados Unidos).

"La nota de ocho columnas de la semana pasada no se la llevó el desfile del Super Bowl ni quién sería el mariscal de campo, ni tampoco el discurso del Presidente al Estado de la Unión hablando de los operativos terroristas en los Estados Unidos. Nada de esto fue la noticia principal. Los encabezados fueron capturados por la muy triste noticia de que algunos sacerdotes en la Arquidiócesis de Boston abusaron de jóvenes a quienes estaban consagrados a servir.
Es un escándalo mayúsculo, uno que muchas personas que durante largo tiempo han tenido aversión a la Iglesia a causa de alguna de sus enseñanzas morales o doctrinales, lo están usando como pretexto para atacar a la Iglesia como un todo, tratando de implicar que después de todo ellos tenían razón. Muchas personas se han acercado a mí para hablar del asunto. Muchas otras hubieran querido hacerlo, pero creo que por respeto y por no querer sacar a relucir lo que consideran malas noticias, se abstuvieron; pero para mí era obvio que estaba en su mente. Y por eso, hoy quiero atacar el asunto de frente. Ustedes tienen derecho a ello.

No podemos fingir como si no hubiera sucedido. Y yo quisiera discutir cuál debe ser nuestra respuesta como fieles católicos a este terrible escándalo. Lo primero que necesitamos hacer, es entenderlo a la luz de nuestra fe en el Señor. Antes de elegir a Sus primeros discípulos, Jesús subió a la montaña a orar toda la noche. En ese tiempo tenía muchos seguidores. Él habló a Su Padre en oración acerca de a quiénes elegiría para que fueran sus doce Apóstoles, los doce que Él formaría íntimamente, los doce a quienes enviaría a predicar la Buena Nueva en Su nombre. Él les dio el poder de expulsar a los demonios. Les dio el poder para curar a los enfermos. Ellos vieron como Jesús obró incontables milagros. Ellos mismos obraron en Su nombre numerosos milagros.

Pero, a pesar de todo, uno de ellos fue un traidor. Uno que había seguido al Señor, uno, a quien el Señor le lavó los pies, que lo vio caminar sobre las aguas, resucitar a personas de entre los muertos y perdonar a los pecadores, traicionó al Señor. El Evangelio nos dice que Él permitió que Satanás entrara en él y luego vendió al Señor por treinta monedas en Getsemaní, simulando un acto de amor para entregarlo. "Judas," le dijo Jesús en el huerto de Getsemani, "con un beso entregas al Hijo del hombre". Jesús no eligió a Judas para que lo traicionara.

Él lo eligió para que fuera como todos los demás. Pero Judas fue siempre libre y usó su libertad para permitir que Satanás entrara en él y, por su traición termino haciendo que Jesús fuera crucificado y ejecutado. Así que desde los primeros doce que Jesús mismo eligió, uno fue un terrible traidor. A VECES LOS ELEGIDOS DE DIOS LO TRAICIONAN. Este es un hecho que debemos asumir. Es un hecho que la primera Iglesia asumió. Si el escándalo causado por Judas hubiera sido lo único en lo que los miembros de la primera Iglesia se hubieran centrado, la Iglesia habría estado acabada antes de comenzar a crecer.

En vez de ello, la Iglesia reconoció que no se juzga algo por aquellos que no lo viven, sino por quienes sí lo viven. En vez de centrarse en aquel que traicionó a Jesús, se centraron en los otros once, gracias a cuya labor, predicación, milagros y amor por Cristo, nosotros estamos aquí hoy. Es gracias a los otros once -todos los cuales, excepto San Juan, fueron martirizados por Cristo y por el Evangelio, por el cual estuvieron dispuestos a dar sus vidas para proclamarlo- que nosotros llegamos a escuchar la palabra salvífica de Dios, que recibimos los sacramentos de la vida eterna.

Hoy somos confrontados por esa misma realidad. Podemos centrarnos en aquellos que traicionaron al Señor, aquellos que abusaron en vez de amar a quienes estaban llamados a servir, o, como la primera Iglesia, podemos enfocarnos en los demás, en los que han permanecido fieles, esos sacerdotes que siguen ofreciendo sus vidas para servir a Cristo y para servirlos a ustedes por amor. Los medios casi nunca prestan atención a los buenos "once", aquellos a quienes Jesús escogió y que permanecieron fieles, que vivieron una vida de silenciosa santidad. Pero nosotros, la Iglesia, debemos ver el terrible escándalo que estamos atestiguando bajo una perspectiva auténtica y completa.

El escándalo desafortunadamente no es algo nuevo para la Iglesia. Hubo muchas épocas en su historia, cuando estuvo peor que ahora. La historia de la Iglesia es como la definición matemática del coseno, es decir, una curva oscilatoria con movimientos de péndulo, con bajas y altas a lo largo de los siglos. En cada una de esas épocas, cuando la Iglesia llegó a su punto más bajo, Dios elevó a tremendos santos que llevaron a la Iglesia de regreso a su verdadera misión. Es casi como si en aquellos momentos de oscuridad, la Luz de Cristo brillara más intensamente.

Yo quisiera centrarme un poco en un par de santos a quienes Dios hizo surgir en esos tiempos tan difíciles, porque su sabiduría realmente puede guiarnos durante este tiempo difícil. San Francisco de Sales fue un santo a quien Dios hizo surgir justo después de la Reforma Protestante. La Reforma Protestante no brotó fundamentalmente por aspectos teológicos, por asuntos de fe -aunque las diferencias teológicas aparecieron después- sino por aspectos morales. Había un sacerdote agustino, Martín Lutero, quien fue a Roma durante el papado más notorio de la historia, el del Papa Alejandro VI. Este Papa jamás enseñó nada contra la fe -el Espíritu Santo lo evitó- pero fue simplemente un hombre malvado. Tuvo nueve hijos de seis diferentes concubinas. Llevó a cabo acciones contra aquellos que consideraba sus enemigos. Martín Lutero visitó Roma durante su papado y se preguntaba cómo Dios podía permitir que un hombre tan malvado fuera la cabeza visible de Su Iglesia. Regresó a Alemania y observó toda clase de problemas morales.

Los sacerdotes vivían abiertamente relaciones con mujeres. Algunos trataban de obtener ganancias vendiendo bienes espirituales. Primaba una inmoralidad terrible entre los laicos católicos. Él se escandalizó, como le hubiera ocurrido a cualquiera que amara a Dios, por esos abusos desenfrenados. Así que fundó su propia iglesia. Eventualmente Dios hizo surgir a muchos santos que combatieran esta solución equivocada y trajeran de regreso a las personas a la Iglesia fundada por Cristo.

San Francisco de Sales fue uno de ellos. Poniendo en riesgo su vida, recorrió Suiza, donde los calvinistas eran muy populares, predicando el Evangelio con verdad y amor. Muchas veces fue golpeado en su camino y dejado por muerto. Un día le preguntaron cuál era su postura en relación al escándalo que causaban tantos de sus hermanos sacerdotes. Lo que él dijo es tan importante para nosotros hoy como lo fue en aquel entonces para quienes lo escucharon.

Él no se anduvo con rodeos. Dijo: "Aquellos que cometen ese tipo de escándalos son culpables del equivalente espiritual a un asesinato, destruyendo la fe de otras personas en Dios con su pésimo ejemplo". Pero al mismo tiempo advirtió a sus oyentes: "Pero yo estoy aquí entre ustedes hoy para evitarles un mal aún peor. Mientras que aquellos que causan el escándalo son culpables de asesinato espiritual, los que acogen el escándalo -los que permiten que los escándalos destruyan su fe-, son culpables de suicidio espiritual."

Son culpables, dijo él, "de cortar de tajo su vida con Cristo, abandonando la fuente de vida en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía". San Francisco de Sales anduvo entre la gente de Suiza tratando de prevenir que cometieran un suicidio espiritual a causa de los escándalos. Y yo estoy aquí hoy para predicarles lo mismo a ustedes. ¿Cuál debe ser entonces nuestra reacción?

Otro gran santo que vivió en tiempos particularmente difíciles también puede ayudarnos. El gran San Francisco de Asís vivió alrededor del año 1200, que fue una época de inmoralidad terrible en Italia central. Los sacerdotes daban ejemplos espantosos. La inmoralidad de los laicos era aún peor. San Francisco mismo, siendo joven, había escandalizado a otros con su manera despreocupada de vivir. Pero eventualmente, se convirtió al Señor, fundó a los Franciscanos, ayudó a Dios a reconstruir Su Iglesia y llegó a ser uno de los más grandes santos de todos los tiempos. Una vez, uno de los hermanos de la Orden de Frailes Menores le hizo una pregunta. Este hermano era muy susceptible a los escándalos. "Hermano Francisco," le dijo, "¿qué harías tu si supieras que el sacerdote que está celebrando la Misa tiene tres concubinas a su lado?" Francisco, sin dudar un sólo instante, le dijo muy despacio: "Cuando llegara la hora de la Sagrada Comunión, iría a recibir el Sagrado Cuerpo de mi Señor de las manos ungidas del sacerdote."

¿A dónde quiso llegar Francisco? Él quiso dejar en claro una verdad formidable de la fe y un don extraordinario del Señor. Sin importar cuán pecador pueda ser un sacerdote, siempre y cuando tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia -en Misa, por ejemplo, cambiar el pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo, o en la confesión, sin importar cuán pecador sea él en lo personal, perdonar los pecados del penitente, Cristo mismo actúa en los sacramentos a través de ese ministro. Ya sea que el Papa celebre la Misa o que un sacerdote condenado a muerte por un crimen celebre la Misa, en ambos casos es Cristo mismo quien actúa y nos da Su cuerpo y Su sangre.

Así que lo que Francisco estaba diciendo en respuesta a la pregunta de su hermano religioso al manifestarle que él recibiría el Sagrado Cuerpo de Su Señor que sus manos ungidas del sacerdote, es que no iba a permitir que la maldad o inmoralidad del sacerdote lo llevaran a cometer suicidio espiritual. Cristo puede seguir actuando y de hecho actúa incluso a través del más pecador de los sacerdotes. ¡Y gracias a Dios que lo hace!
Y es que si siempre tuviéramos que depender de la santidad personal del sacerdote, estaríamos en graves problemas.

Los sacerdotes son elegidos por Dios de entre los hombres y son tentados como cualquier ser humano y caen en pecado como cualquier ser humano. Pero Dios lo sabía desde el principio. Once de los primeros doce Apóstoles se dispersaron cuando Cristo fue arrestado, pero regresaron; uno de los doce traicionó al Señor y tristemente nunca regresó. Dios ha hecho los sacramentos esencialmente "a prueba de los sacerdotes", esto es, independiente de su santidad personal. No importa cuán santos o cuán malvados sean, siempre y cuando tengan la intención de hacer lo que hace la Iglesia, entonces actúa Cristo mismo, tal como actuó a través de Judas cuando Judas expulsó a los demonios y curó a los enfermos.

Así que, de nuevo, les pregunto: ¿Cuál debe ser la respuesta de la Iglesia a estos actos? Se ha hablado mucho al respecto en los medios. ¿Tiene la Iglesia que trabajar mejor, asegurándose que nadie con predisposición a la pedofilia sea ordenado? Absolutamente. Pero esto no sería suficiente. ¿Tiene la Iglesia que actuar mejor para tratar estos casos cuando sean reportados? La Iglesia ha cambiado su manera de abordar estos casos y hoy la situación es mucho mejor de lo que fue en los años ochenta, pero siempre puede ser perfeccionada.

Pero aún esto no sería suficiente. ¿Tenemos que hacer más para apoyar a las víctimas de tales abusos? ¡Sí, tenemos que hacerlo, tanto por justicia como por amor! Pero ni siquiera esto es lo adecuado. El Cardenal Law ha hecho que la mayoría de los rectores de las escuelas de medicina en Boston trabajen en el establecimiento de un centro para la prevención del abuso en niños, que es algo que todos nosotros debemos apoyar. Pero ni siquiera esto es una respuesta suficiente ¡La única respuesta adecuada a este terrible escándalo - como San Francisco de Sales reconoció en 1600 e incontables otros santos han reconocido en cada siglo-, es la SANTIDAD!

¡Toda crisis que enfrenta la Iglesia, toda crisis que el mundo enfrenta, es una crisis de santidad! La santidad es crucial, porque es el rostro autentico de la Iglesia. Siempre hay personas -un sacerdote se encuentra con ellas regularmente, ustedes probablemente conocen a varias de ellas también-, que usan excusas para justificar por qué no practican su fe, por qué lentamente están cometiendo suicidio espiritual. Puede ser porque una monja se portó mal con ellos cuando tenían 9 años. O porque no entienden las enseñanzas de la Iglesia sobre algún asunto particular.

Indudablemente habrá muchas personas estos días -y ustedes probablemente se encontraran con ellas- que dirán: "¿Para qué practicar la fe, para qué ir a la Iglesia, si la Iglesia no puede ser verdadera, cuando los así llamados elegidos son capaces de hacer el tipo de cosas que hemos estado leyendo?" Este escándalo es como un perchero enorme donde algunos trataran de colgar su justificación para no practicar la fe. Por eso es que la santidad es tan importante. Estas personas necesitan encontrar en todos nosotros una razón para tener fe, una razón para tener esperanza, una razón para responder con amor al amor del Señor.

Las bienaventuranzas que leemos en el Evangelio de hoy son una receta para la santidad. Todos necesitamos vivirlas más. ¿Tienen que ser más santos los sacerdotes? Seguro que sí. ¿Tienen que ser más santos los religiosos y religiosas y dar un testimonio aún mayor de Dios y del Cielo? Absolutamente. Pero todas las personas en la Iglesia tienen que hacerlo, ¡incluyendo a los laicos! Todos tenemos la vocación de ser santos y esta crisis es una llamada para que despertemos.

Estos son tiempos duros para ser sacerdote hoy. Son tiempos duros para ser católicos hoy. Pero también son tiempos magníficos para ser un sacerdote hoy y tiempos magníficos para ser católicos hoy. Jesús dice en las bienaventuranzas que escuchamos hoy: "Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes." Yo he experimentado de primera mano esta bienaventuranza, al igual que otros sacerdotes que conozco.

A principios de esta semana, cuando terminé de hacer ejercicio en un gimnasio local, salía yo del vestidor con mi traje negro de clérigo. Una madre, apenas me vio, inmediata y apresuradamente apartó a sus hijos del camino y los protegió de mí mientras yo pasaba. Me miró cuando pasé y cuando me había alejado lo suficiente, respiró aliviada y soltó a sus hijos como si yo fuera a atacarlos a mitad de la tarde en un club deportivo.

Pero mientras que todos nosotros quizá tengamos que padecer tales insultos y falsedades por causa de Cristo, de hecho debemos regocijarnos. Es un tiempo fantástico para ser cristianos hoy, porque es un tiempo en el que Dios realmente necesita de nosotros para mostrar Su verdadero rostro. En tiempos pasados en Estados Unidos, la Iglesia era respetada. Los sacerdotes eran respetados. La Iglesia tenía reputación de santidad y bondad. Pero ya no es así. Uno de los más grandes predicadores en la historia estadounidense, el Obispo Fulton J. Sheen, solía decir que él prefería vivir en tiempos en los que la Iglesia sufre en vez de cuando florece, cuando la Iglesia tiene que luchar, cuando la Iglesia tiene que ir contra la cultura.

Esas épocas para que los verdaderos hombres y las verdaderas mujeres dieran un paso al frente y contaran. "Hasta los cadáveres pueden flotar corriente abajo," solía decir, señalando que muchas personas salen adelante fácilmente cuando la Iglesia es respetada, "pero se necesita de verdaderos hombres, de verdaderas mujeres, para nadar contra la corriente." ¡Qué cierto es esto!

Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para mantenerse a flote y nadar contra la corriente que se mueve en oposición a la Iglesia. Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para reconocer que cuando se nada contra la corriente de las críticas, estamos más seguros que cuando permanecemos adheridos a la Roca sobre la que Cristo fundó su Iglesia. Este es uno de esos tiempos. Es uno de los grandes momentos para ser cristianos.

Algunas personas predicen que en esta región la Iglesia pasará tiempos difíciles y quizá sea así, pero la Iglesia sobrevivirá, porque el Señor se asegurará de que sobreviva. Una de las más grandes réplicas en la historia sucedió justamente hace unos 200 años. El emperador francés Napoleón engullía con sus ejércitos a los países de Europa con la intención final de dominar totalmente el mundo.

En aquel entonces dijo una vez al Cardenal Consalvi:
"Voy a destruir su Iglesia" El Cardenal le contestó: "No, no podrá". Napoleón, con sus 150 cm. de altura, dijo otra vez: "Voy a destruir su Iglesia!" El Cardenal dijo confiado: "No, no podrá. Ni siquiera nosotros hemos podido hacerlo."
Si los malos Papas, los sacerdotes infieles y miles de pecadores en la Iglesia no han tenido éxito en destruirla desde su interior -le estaba diciendo implícitamente al general- ¿cómo cree que Ud. va a poder hacerlo?

El Cardenal apuntaba a una verdad crucial. Cristo nunca permitirá que Su Iglesia fracase. El prometió que las puertas del infierno no prevalecerían sobre Su Iglesia, que la barca de Pedro, la Iglesia que navega en el tiempo hacia su puerto eterno en el cielo, nunca se volcará, no porque aquellos que van en ella no cometan todos los pecados posibles para hundirla, sino porque Cristo, que también está en la barca, nunca permitirá que esto suceda. Cristo sigue en la barca y Él nunca la abandonará.

La magnitud de este escándalo podría ser tal, que de ahora en adelante ustedes encuentren difícil confiar en los sacerdotes de la misma manera como lo hicieron en el pasado. Esto puede suceder y podría no ser tan malo. ¡Pero nunca pierdan la confianza en el Señor! ¡Es Su Iglesia! Aún cuando algunos de Sus elegidos lo hayan traicionado, Él llamará a otros que serán fieles, que los servirán a ustedes con el amor que merecen ser servidos, tal como ocurrió después de la muerte de Judas, cuando los once Apóstoles se pusieron de acuerdo y permitieron que el Señor eligiera a alguien que tomara el lugar de Judas y escogieron al hombre que terminó siendo San Matías, quien proclamó fielmente el Evangelio hasta ser martirizado por él.

¡Este es un tiempo en el que todos nosotros necesitamos concentrarnos aún más en la santidad! ¡Estamos llamados a ser santos y cuánto necesita nuestra sociedad ver ese rostro hermoso y radiante de la Iglesia! Ustedes son parte de la solución, una parte crucial de la solución. Y cuando caminen al frente hoy para recibir de las manos ungidas de este sacerdote el Sagrado Cuerpo del Señor, pídanle a Él que los llene de un deseo real de santidad, un deseo real de mostrar Su autentico rostro.

Una de las razones por las que yo estoy aquí como sacerdote para ustedes hoy es porque siendo joven, me impresionaron negativamente algunos de los sacerdotes que conocí. Los veía celebrar la Misa y casi sin reverencia alguna dejaban caer el Cuerpo del Señor en la patena, como si tuvieran en sus manos algo de poco valor en vez de al Creador y Salvador de todos, en vez de a MI Creador y Salvador. Recuerdo haberle dicho al Señor, reiterando mi deseo de ser sacerdote: "¡Señor, por favor, déjame ser sacerdote para que pueda tratarte como Tú mereces!" Eso me dio un ardiente deseo de servir al Señor.

Quizá este escándalo les permita a ustedes hacer lo mismo. Este escándalo puede ser algo que los conduzca por el camino del suicidio espiritual o algo que los inspire a decir, finalmente, "Quiero ser santo, para que yo y la Iglesia podamos glorificar Tu nombre como Tú lo mereces, para que otros puedan encontrarte en el amor y la salvación que yo he encontrado." Jesús está con nosotros, como lo prometió, hasta el final de los tiempos. Él sigue en la barca. Tal como a partir de la traición de Judas, Él alcanzo la más grande victoria en la historia del mundo, nuestra salvación por medio de Su Pasión, muerte y Resurrección, también a través de este episodio Él puede traer y quiere traer un nuevo renacimiento de la santidad, para lanzar unos nuevos Hechos de los Apóstoles en el siglo XXI, con cada uno de nosotros -y esto te incluye a TI- jugando un papel estelar.

Ahora es el tiempo para que los verdaderos hombres y mujeres de la Iglesia se pongan de pie. Ahora es el tiempo de los santos. ¿Cómo vas a responder tú?"

P. Roger J. Landry


No se puede condenar a la Iglesia y al Papa por abusos de unos cuantos, dice rabino

REDACCIÓN CENTRAL, 08 Abr. 10 (ACI).-El rabino Jack Bemporad, Director del Centro para el Entendimiento Interreligioso en New Jersey, Estados Unidos, señaló que "no se puede condenar colectivamente a la Iglesia por lo que algunos sacerdotes e individuos en ella podrían haber hecho", ante la campaña mediática difamatoria contra el Papa Benedicto XVI.

En entrevista concedida a ACI Prensa luego de defender la comparación que hizo el P. Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia, equiparando los ataques contra la Iglesia al antisemitismo, el rabino dijo que al final, lo que intentó decir el sacerdote "es correcto" pues no se puede condenar al cuerpo por la falta de algunos.

Dirigiéndose luego a quienes critican al Santo Padre, el rabino Bemporad afirmó que "se necesita algo del sentido de la compasión, caridad, y decir: '¿cómo podemos hacer esto adecuadamente?' En vez de condenarlo y decir: 'Ya ves, no está haciendo lo suficiente'".

Hay muchos casos de abusos a menores, dijo luego. "No es simplemente un problema católico", precisó. "Considero que el Papa está tratando de hacer lo mejor que puede", sentenció.

Tras criticar la cobertura mediática y calificarla de "unidimensional", el rabino lamentó que "la tragedia de los medios es que tiene la capacidad de educar. Lo que están haciendo con esto es mostrar los peores elementos de los seres humanos. El elemento más voyeurista de todos".

"No debemos ser tan rápidos para leer los titulares que son virulentos, y en mi opinión, histéricos", añadió.

Luego de alabar los esfuerzos del Papa Benedicto XVI por acercar a la Iglesia con la comunidad judía, el rabino aseguró que "todo lo que estoy pidiendo es caridad". "Tenemos que pensar en lo que se puede hacer para ayudarnos mutuamente en vez de condenarnos", concluyó.

Fuente: ACI Prensa