sábado, febrero 16, 2008

Cómo contrarrestar las tentaciones

El hombre puede estar decidido a no pecar más. Pero a la vez está, tal vez, inclinado a ir hasta el último límite de lo permitido. Con ello quiere pasar por alto, consciente o inconscientemente, la atracción de los estímulos peligrosos. Pero cuando el anhelo humano se pone en movimiento tras algo, es difícil frenarlo justo en el punto donde empieza el pecado. Quien juega con fuego, tarde o temprano se quema.

Estamos tan metidos en las cosas del mundo, tan atados por lazos desordenados de nuestra naturaleza que la renuncia y la mortificación son necesarias para purificar nuestro amor. Todo debe pertenecerle a Dios. Es nuestra tarea de autoeducación. Y Dios con su pedagogía se adapta a nuestra situación y al comienzo satisface a los sentimientos, para atraerlos y vincularlos con Él. Pero después los maltrata, para purificarlos y liberarlos de sus caprichos y apegos al yo. Y entonces nos envía sequedad de los afectos, tentaciones y otras dificultades que nos ayudan a dominar nuestra vida afectiva.

El Padre Kentenich nos da algunos consejos para protegernos y contrarrestar las tentaciones.

Prevención. Evitar los motivos, por ejemplo revistas, discusiones, encuentros, etc.

Practicar el "actuar en contra" a mis deseos: renunciar a algo (siesta, comida, cigarrillo, TV) que fortalece mi voluntad y me ayuda a mantener en alto mi espíritu de lucha. En esto juega un gran papel la educación del subconsciente. Debo purificarlo y alimentarlo adecuadamente, a través de imágenes, canciones, lecturas, conversaciones, vivencias, etc.

Cultivar la paz interior, especialmente con las tentaciones sexuales.

Tentaciones de orden sexual. Existen personas que en su juventud han llevado una vida desordenada. Y como consecuencia, su subconsciente quedó marcado, de modo que les falta paz y libertad interior frente a todo lo sexual. Y eso les hace muy frágiles y vulnerables frente a tentaciones en este campo.

Prudencia. Nos invita a guardar una cierta prudencia en el contacto con gente del otro sexo. Incluso habla de una desconfianza sana, dada nuestra debilidad manifiesta; pero complementada por una gran confianza en Dios.


El P Kentenich considera p.ej. que la compasión puede ser peligrosa para mantener la pureza, pues como actitud interior fácilmente puede manifestarse en contactos corporales. Por eso formula el siguiente principio: mantenerse siempre interiormente sereno o natural y exteriormente intacto, no tocado, tal como corresponde al propio estado de vida.

Huir del peligro: de personas peligrosas y de situaciones peligrosas. A esta altura de la vida ya todos tendríamos que saber cuáles son las oportunidades más propicias para caer. Y también tenemos que saber, cuáles son nuestros puntos débiles. Tal vez tendríamos que evitar ciertas revistas, películas y conversaciones. Me dicen que hasta en las reuniones de los grupos de iglesia aparecen chistes y conversaciones de doble sentido; no creo que sean muy favorables para nuestro espíritu de pureza.

Por otra parte, también ya sabemos que existen personas que tratan de provocarnos. Y nos damos cuenta cuando estamos frente a una persona que nos quiere seducir. En todas estas circunstancias, el Padre Kentenich nos propone una medida preventiva: la huida. Pero se trata de una huida animada no por el miedo, sino por el amor: amor al cónyuge, amor a Dios.
Creo que con todo esto tenemos ocasiones más que suficientes para demostrar nuestro amor magnánimo a Dios y también al cónyuge.

Cuando un alma avanza en el camino de santidad, entonces Dios suele darle al diablo el poder de tentarla. El sentido de estas y otras tentaciones es hacernos más pequeños y humildes y reconocer nuestra fragilidad ante Dios.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Qué tipo de revistas o películas veo?
2. ¿Cómo es mi trato con el otro sexo?
3. ¿Me considero una persona prudente?

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viernes, febrero 01, 2008

Carta Cuaresma
Queridas madres de Federación:

Espero que hayan tenido un feliz comienzo de año, y que estén totalmente renovadas para iniciar nuestras actividades. Quisiera que reflexionemos ante la proximidad de la Cuaresma que comenzará este 6 de febrero, Miércoles de Ceniza, día de ayuno y abstinencia. Comienza este nuevo ciclo que nos regala la Liturgia para impulsarnos a la conversión y a la preparación para la fiesta máxima, que es la Pascua de Resurrección. Han pasado algo más de 365 días, y podríamos mirar un poco hacia atrás para preguntarnos si hemos conquistado aquello que nos propusimos para la Cuaresma pasada, ya que este tiempo cuaresmal es tiempo de crecimiento espiritual, de conversión, y de restauración y fortalecimiento de nuestra Alianza con el Dios Uno y Trino.

En este camino queremos, cada una de nosotras, encontrarnos más profundamente con Cristo. ¿Cómo buscamos a Cristo? ¿Somos capaces de abrir los ojos para ver a Cristo, para descubrir a Cristo en lo que me pasa, en mi vida cotidiana? ¿Veo a Cristo en las dificultades y alegrías, en las personas que conviven conmigo, en mis hermanas de comunidad, en mis compañeros de trabajo, y especialmente en el pobre?

Es tiempo de acercarnos al Dios que es amor y que por amor entrega a su Hijo a cambio de nuestros pecados y faltas. Nuestro aporte es esa “feliz culpa”, como decimos en la liturgia de la vigilia pascual. Gracias a nuestra culpa y a nuestro pecado vino Jesús al mundo para regalarnos la redención. ¿Nos quedaremos sólo en la culpa o le ofreceremos nuestras oraciones, sacrificios y esfuerzos por alcanzar el Ideal para el cual nos creó? Ese ideal tenemos que conquistarlo cada día también con oraciones y sacrificios y con la ayuda de la gracia.

“Feliz culpa”, si no tuviésemos pecados, si no tuviésemos culpas, ¿qué necesidad tendríamos del sacrificio de Jesús? Meditemos nuestras sombras, y tratemos de ponerles la luz del amor de Cristo y por amor a Él y por gratitud a su entrega, convirtamos nuestro corazón. Pero que esa conversión sea, no solamente interior, sino también hacia el exterior. Y esa conversión exterior podríamos manifestarla a través de la limosna, como nos lo pide Benedicto XVI.

El Santo Padre, en el mensaje para esta Cuaresma, nos recuerda que los medios que acompañan tradicionalmente al cristiano en este tiempo, proceso de renovación interior, “son la oración, el ayuno y la limosna”.

Nos pide en esta Cuaresma centrar nuestra atención en la caridad, específicamente en “la generosidad material a favor de los necesitados”. Nos dice que “la práctica de la limosna representa un modo concreto para salir al encuentro de quien se encuentra en necesidad y al mismo tiempo, un ejercicio ascético para librarse del apego de los bienes terrenos”… “una característica típica de la limosna cristiana, debe hacerse escondida. Todo debe ser hecho para gloria de Dios y no para la nuestra”. Es decir, que no sea para alimentar nuestro orgullo, nuestra vanidad, o para mostrarnos a los demás. Esa limosna podría ser no solamente material, sino también regalar mi tiempo, mi corazón al que me necesita. ¿Cuántas personas hay a nuestro alrededor que sólo necesitan “una oreja” para desahogarse, una palabra de aliento, de consuelo?

Nuestra santidad la conquistamos en las pequeñas cosas de cada día, y nos ayudamos con nuestro HE. Una sugerencia. Podríamos agregar en este tiempo un casillero que diga “Cuaresma” y en él ir anotando cada día las oraciones, sacrificios, la renuncia a comer algo rico, el ayuno, el esfuerzo, la entrega, la privación, todo lo que haga por amor a Jesús. Algunas de esas privaciones podrán significar un ahorro en dinero. Ese importe será mi limosna, no de lo que me sobra, sino de lo que me duele. Podré entregarlo directamente al necesitado, a la parroquia, o a Cáritas.

Sin embargo este tiempo no tiene que verse como un ejercicio de masoquismo espiritual o corporal, sino de apertura a un amor que nos llama a una mayor libertad interior, a la paz, a la alegría, a la serenidad, al perdón, a la justicia… En el centro de nuestra conversión está el misterio de Cristo que por amor a su Padre y a nosotros entregó su vida en la cruz. Y no por masoquismo, sino por obediencia a la voluntad del Padre y por regalarnos la Vida eterna.

Tal vez algunas habrán recibido un power point que ha estado circulando y que, más allá de si es una cadena o no –a las que no me prendo- podríamos rescatar un pensamiento. Se trata de una persona que muere y se presenta al juicio, en el que el diablo le muestra todas las cosas malas que ha hecho por las debe pagar y por lo tanto le pertenece. Pero su abogado defensor es Jesús, quien se acerca al juez, su Padre, y le dice que todo eso es cierto, pero que el precio ya está pagado: “Yo pagué su cuenta”. Jesús ha pagado mi cuenta y con amor misericordioso no mira mis pecados y faltas. Él me ama y me ha redimido. Es una bonita imagen para no quedarnos en la Cuaresma o en el Viernes Santo, sino que sea una preparación para el encuentro con el Cristo Resucitado que me salva con su amor, y por amor y gratitud a Él convierto mi corazón para que se asemeje al suyo.

Les deseo una fecunda y bendecida Cuaresma iluminada por la Luz de la Resurrección. Les envío un cariñoso saludo a cada una,

M. Inés
Fechas a tener en cuenta febrero 2008


02. Presentación del Señor y fiesta de la Candelaria


03. San Blas
06. Miércoles de Ceniza. Comienzo de la Cuaresma (ayuno y abstinencia)


11 de febrero
150º aniversario de la primera aparición de Nuestra
Señora de Lourdes. El Santo Padre Benedicto XVI ha proclamado un año jubilar por este motivo desde el 8 de diciembre de 2007 al 8 de diciembre de 2008.