domingo, diciembre 23, 2007

“Tu Santuario es nuestro Belén
en cuya aurora Dios se regocija.”
P. José Kentenich


Queridos hermanos:

El espíritu de la Navidad se hace palpable en las personas de María y José. Como ellos y con ellos abramos el corazón y cada espacio de nuestra vida al Dios que viene a salvarnos. Esperemos con anhelo y confianza lo más importante, el Regalo de Dios, y al recibirlo compartámoslo generosamente. Alegrémonos con la presencia cálida de Dios en nuestras vidas y que esa alegría se manifieste en palabras y gestos de agradecimiento y solidaridad.

En esta Nochebuena acerquémonos al Pesebre de Belén, el que brilla en nuestro interior, y con un corazón humilde ofrezcámosle nuestros dolores y las ausencias de los que han partido; con un corazón confiado pidámosle aquello que más necesitamos para vivir; con un corazón magnánimo comprometámonos con el Señor para llevar su mensaje salvador a muchos hermanos; y finalmente con un corazón de niños contemplemos y recemos:

“Señora de Belén,
Señora de la Noche más buena y esperada,
Señora del Silencio y de la Luz,
Señora de la Paz, la Alegría y la Esperanza,
gracias por habernos dado al Señor,
por habernos entregado el Pan que nos faltaba.
Que esta Noche la Luz que Tú nos diste
sea el comienzo de una claridad que no se acaba. Amén.”
Card. E. Pironio

Queridos hermanos, que el Niño Jesús y su santa Madre los colmen de gracias y los fortalezcan en la fe, la esperanza y el amor para ser auténticos discípulos- misioneros del Señor. Reciban desde el Santuario un cordial saludo y mi bendición para cada uno de Ustedes y sus familias.

¡Feliz Navidad y bendecido año 2008!

P. José Javier Arteaga

Navidad 2007

Queridas madres de Federación:
Llegamos al final de un año de gracias especiales y nos encaminamos a celebrar el misterio del amor infinito y misericordioso del Padre que se nos hace cercano y palpable en Jesús hecho niño en los brazos de su Madre

Quiero desearles de corazón una Navidad plena de alegrías familiares y de encuentro profundo con el Señor. Que Él les llene el corazón con su presencia para que puedan regalarlo vivo y presente a sus familias y a todos los que las rodeen. Que Él pueda amar a todos con el corazón de ustedes, con la calidez de su corazón maternal así como cada una puede amar.

En estos días de diciembre, Dios se nos ha acercado en forma muy fuerte a través de la muerte de varias personas de la Familia: el P. Hernán Alessandri, la Hna. Margarita Juarez y el P. Horacio Sosa. Signos de la presencia de Dios Padre que ha hecho un plan de nuestra vida y realiza ese plan en forma misteriosa pero llena de luz.

Creo que esto es un llamado a ahondar en el misterio de nuestra consagración; a vivir más radicalmente para el proyecto que Dios ha hecho para nuestra vida, para la vida de nuestros cursos y de toda nuestra Federación. Estas han sido personas plenas en su entrega a Dios; fecundas para su Reino. Así tenemos que serlo todas!

Dios nos ha regalado también un año de valiosísimas experiencias como Federación, especialmente a través del 2º Congreso internacional. Todavía sigo recibiendo ecos de los otros países participantes, que se han maravillado por la organización y el desarrollo del Congreso y agradecen la entrega de la Federación Argentina-Paraguaya. El Padre nos bendice, el Padre nos utiliza como instrumentos, el Padre construye con nosotras la Federación que él anheló.

Así llegamos al final del año, con un corazón agradecido y profundamente conmovido por la experiencia de Dios. Y es ese Dios que se hace niño y quiere regalarse a nosotros para que podamos elevarnos a la dignidad de HIJOS.

Les deseo de corazón, que puedan vivir profundamente el Milagro de la Nochebuena. “Ese Milagro por el que Dios se hace niño para que nosotros nos hagamos Dios”. Ese Milagro por el que Dios, al entrar en nuestra vida, quiere convertirnos en una imagen de su Madre, una Pequeña María que llene al mundo con la presencia de su Hijo Jesús.

Junto al Pesebre en el Santuario del Padre rezaré por todas y le pediré a Jesús que les retribuya su entrega generosa a la misión, pero también le pediré que les llene el corazón con la alegría de tenerlo a Él, de haberlo conocido y poder recibir su amor.

Con mucha gratitud a todas y a cada una les deseo una feliz y bendecida Navidad!
Hna. Mariela

sábado, diciembre 22, 2007

Recordando al P. Horacio, mensajes del P. Javier y de Cristina de Celso



Queridos Hermanos en la Alianza:

En el día de ayer, por la tarde, con un sol radiante que preanunciaba la Navidad, despedimos al querido P. Horacio con la Santa Misa en una colmada Iglesia de Dios Padre y luego, con una sentida oración y cantos, en el Santuario de Sión.

Muchos de Uds. se pudieron acercar para participar del entierro; y muchísimos más nos han llamado y escrito desde todo el país y del exterior para manifestarnos su dolor y su esperanza. El P. Horacio, como hijo fiel del Padre Fundador, compartió su carisma de Padre y de Profeta. Nos ayudó a descubrir el rostro misericordioso y fiel del Padre Dios y reavivó en nuestras vidas el amor, la confianza y la esperanza sólida de hijos. Pero no sólo nos ayudó a ser hijos sino que nos enseñó a crecer para llegar a ser hijos maduros, madres y padres, profetas de la paternidad del Padre Fundador. Nos abrió un horizonte amplio para creer firmemente en el Dios de la Vida y para vivir apasionadamente la vida con nuestro buen Dios. Por eso ayer se escuchó una y otra vez: ¡gracias P. Horacio, gracias!

Yo también les quiero decir a ustedes y a todas las comunidades de Schoenstatt "Gracias" por sus oraciones, saludos y gestos de cercanía. Ayer toda la familia de Schoesntatt estubimos aquí, manifestando nuestra fe, unidad y esperanza victoriosa, como una gran Familia del Padre.

Desde el Santuario reciban un cordial saludo y mi bendición en esta Navidad,
P. Javier Arteaga


A los que no pudieron estar...

El viernes 21 de diciembre fue el velatorio en la Iglesia de Dios Padre, Misa de cuerpo presente y entierro del Padre Horacio Sosa Carbó fallecido el día anterior.

A las 15 hs en punto, junto con el sonar de campanas que anunciaban algo diferente, llegaba su cuerpo a la Iglesia. Su espíritu ya estaba allí. Tristeza y congoja había en el ambiente, nunca más recogido que en ese momento.

Cuando colocaron el cajón ante el altar y lo abrieron, el mural de la Iglesia de Dios Padre pareció empequeñecer… el siempre erguido y firme Padre Horacio estaba allí, ahora yacente. Si los ojos se quedaban en él, las huellas de la enfermedad y la muerte saltaban a la vista como también el dolor de quienes lo amaban: Rosa María, su hermana, su sobrino, todos sus amigos, sus hermanos-Padres de Schoenstatt, todos los que lo queríamos tanto! Pero, bastaba levantar los ojos y la imagen de Dios Padre del retablo se agigantaba diciéndonos sin palabras: “aquí estoy Yo, sosteniendo en mis brazos a este hijo tan amado. Él está conmigo”.

Nadie más en la Iglesia … sólo Dios Padre y el hijo pequeño yacente a sus pies y a la vez cobijado en los brazos del Padre amado. “Todos nuestros despojos a tus pies, Padre bueno, para que Tú los recojas y en Ti se transformen”.

Y la gente empezaba a reunirse. La emoción subía a los ojos y los nublaba, pero el alma siguió en pié acompañándolo a él, que tanto y a tantos acompañó.

En el Santo Rosario nos unimos para pedir al Padre bueno por su alma buena. Un momento de dulzura nacido del amor y del dolor de dos de sus hermanos de curso (Padre Alberto, al que se sumó el Padre Guillermo), y así, con relatos y canciones entre misterios, supimos más de los amores del Padre Horacio.

Mientras tanto, su cuerpo sereno, su cara sonriente, sus manos suaves, decían que todo era paz en él. Y a su alrededor su amada familia de Schoenstatt se fue congregando, con dolor, con paz, con necesidad de consuelo y cobijo….

Y allí estaba la Reina: “en tu poder y en tu bondad…” le decíamos entre las decenas dolorosas, y Ella dulcemente sonreía diciendo: “no sufran tanto, no duden: Horacio es feliz”. Y así en ese espíritu, llegó la Santa Misa, con todos sus hermanos de curso: Monseñor Claudio, Padre Antonio, Padre Guillermo Mario, Padre Alberto, Padre Guillermo, Padre Ángel -presente, no físicamente-, y todos sus otros hermanos sacerdotes, rezamos al Padre eterno por él. Las palabras conmovidas de su superior, Padre Juan Pablo nos devolvieron un Padre Horacio apasionado y lúcido: extraordinariamente lúcido y profundamente apasionado.

“Una gran cabeza y un gran corazón”… que luchaba por la Verdad acompañada del amor. Su Biblia, firmada por José Kentenich reafirmaba su fidelidad a la Palabra de Dios y a la palabra de Kentenich. Buscó , durante todo su sacerdocio, iluminar las inteligencias con la luz de la Verdad y encender los corazones con el fuego del Amor.

Quiso jugarse por la vida, no haciéndola trágica porque creía totalmente en la victoria final: “voy a vivir hasta que Dios quiera” decía en uno de sus escritos, “cuando Dios quiera, me voy. Mientras tanto: misión, fuerza y confianza.” Y luego su agradecimiento más íntimo: “gracias Padre, tu amor hacia mí es imperturbable. Gracias por poder creer esto. Alabanza y gloria a Ti eternamente”. Gracias Padre Horacio por compartirlo con nosotros y seguir enseñándonos sobre el amor de Dios.

Una vida de pasión capaz de amar apasionadamente no se acaba físicamente: sigue vida en el amor de los amados.

Misa, presencia y misterio, sacrificio y banquete, ruego y envío… y el Señor nos envió a nosotros, entre llantos, con tristeza pero con profundo respeto y paz, a acompañarlo ahora a él, rumbo a su amada casa: su Santuario de Sión, donde nuevamente la oración que sus hermanos generosamente quisieron compartir con nosotros nos unió. Rezábamos por él pero ¿quién necesitaba más? ¿Él o nosotros? si su alma ya se encontraba con el “amor imperturbable de Dios”, con su Reina y con su profeta?

Y cantando marchamos Hacia el Padre, y allí a su alrededor para despedir su cuerpo, escuchamos las palabras cercanas de su sobrino que lo amó y al que él amó, sin duda como a un hijo, acompañadas por el llanto de tantos, por la emoción incontenible de sus hermanos sacerdotes tan unidos en vida y en muerte, y las palabras de sus amigos de Paraná que quisieron “traerle la brisa de “La loma”, su lugar, junto con la brisa de tanta vida compartida.

Dolía no verlo entre la gente. Su ausencia ya se notaba. Si hubiese estado, el también hubiese llorado al amigo. Pero sabíamos que allí estaba entre nosotros, sonriéndonos con esa sonrisa que era un abrazo cordial y sincero.

Su amigo no quiso decirle descansa en paz: “ yo no le digo a Horacio descansa en paz, sino que ahora tiene que trabajar más por nosotros, por las vocaciones, por Schoenstatt.”

Hermoso será imaginarlo, como este amigo entrañable del Padre Horacio pidió, “en cada flor del Jacarandá, del lapacho, del aromillo”. Y para que esas flores sean una realidad, su cuerpo volvió a la tierra amada, como una semilla grandiosa pronta a florecer.

Sí, su filialidad heroica es hoy filialidad victoriosa, por ello ahora, su alma no descansará en paz: vivirá en paz en la plenitud del Amor eterno y misericordioso del Padre.

Padre Horacio: porque te sabemos vivo junto a la Santísima Trinidad, junto a tu Reina y junto a tu amado José Kentenich, tus queridos estamos aquí y te decimos: vamos también contigo, ahora y siempre, hasta que todos nos reunamos en el Schoenstatt celestial gracias al “amor imperturbable de Dios”.

Cristina Celso Domingo 23 de diciembre de 2007.

jueves, diciembre 20, 2007

FELIZ NAVIDAD Y BENDECIDO 2008

“Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia” (Benedicto XVI).
Deseo que esa luz brille sobre cada uno para que seamos constructores de paz.
Con cariño
M. Inés Erice de Podestá

martes, diciembre 18, 2007

“Un enorme árbol de navidad con luces de colores titilaba en medio de la muchedumbre y un Papá Noel cansado y sudoroso trataba de acaparar la atención de la gente para vender no sé qué rifa. Pronto sería Navidad. “Esperame un momento aquí, ya vuelvo”, le dije a mi amigo Juan, y lo dejé junto a una columna en el gran hall de la estación de trenes, al amparo de los ríos de personas que pasaban por allí a esa hora. Juan es ciego. Quería ahorrarle cruzar toda la estación y la larga fila en la boletería. Cuando miré para atrás lo vi parado, con sus párpados entornados; frente a él la gente pasaba indiferente, casi corriendo; un changarín con un carro lleno de maletas hizo una curva para no atropellarlo, y un canillita, después de ofrecerle un diario, pegó un rápido giro con cara de “¡perdón, no me di cuenta!”. Él estaba allí, parado, solo. Y yo lo miraba desde la distancia. Los ruidos y las voces de mil personas desconocidas no parecían tener para él ninguna importancia. Él esperaba. Era una espera llena de paciencia, confianza y recogimiento. Y su rostro… En el gesto de su cara no había ninguna duda de que yo no volvería. Traslucía un sereno resplandor de confianza en que sería nuevamente tomado de la mano. El estaba allí y esperaba sereno y confiado. Y mirándolo a él, comencé a entender el profundo sentido Adviento.”

Queridos Hermanos en la Alianza:

Hace algunos años llegó a mis manos esta historia. Nuestro tiempo muchas veces se parece a ese inmenso hall de la estación de trenes donde las vidas se cruzan anónimamente. Nos podemos identificar con la gente que corre acelerada a fin de año como si se acercara el fin del mundo. Puede ser que nos asemejemos al changarín que carga las pesadas valijas de un año difícil. Tal vez nos parezcamos al canillita que, ensimismado en su negocio, camina, vocifera y no ve a quien tiene adelante. Pero puede ser que nos identifiquemos con Juan. En él descubrimos al hombre que cree en la promesa recibida: su amigo le ha dicho que volvería a buscarlo. El le cree y lo espera.

Adviento es el tiempo de la fe y de la esperanza. Tiene una doble significación: por un lado nos quiere ayudar a prepararnos para la Navidad y celebrar con devoción el nacimiento de Jesús; por otro lado, nos quiere recordar que toda nuestra vida es un gran Adviento, una espera confiada en el Señor: El vino, El viene y El vendrá.

Adviento es un tiempo marcadamente mariano. En María se nos manifiesta la actitud del verdadero cristiano en el largo Adviento de la vida: Ella cree en la Promesa de Dios; Ella espera contra toda desesperanza; Ella, mientras espera, se pone en acción al servicio de los necesitados. Ella recibe la Palabra y deja que se haga Vida en su vida: “La Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Jn, 1, 14); Ella es la discípula del Señor y la primera misionera de la Vida; Ella permanece fiel al pie de la cruz; Ella une y reúne a los hombres construyendo la Iglesia.

Queridos hermanos en la Alianza, preparémonos concientemente para recibir al Niño Dios y hagámoslo de la mano de María. Que con Ella y como Ella sepamos abrir el corazón y cada espacio de nuestra vida al Dios que viene a salvarnos. Que en medio de las corridas de fin de año sepamos ver en lo profundo sin distraernos. Que sepamos, como Juan, esperar con anhelo y confianza lo que es más importante, el Regalo y la Alegría que nadie nos podrá quitar y al recibirlo que sepamos compartirlo. Que sepamos alegrarnos con la presencia cálida de Dios en nuestras vidas (¡no es evidente!), y que esa alegría se manifieste en agradecimiento y generosidad. Los invito a que nos acerquemos a nuestro Pesebre de Belén interior con un corazón humilde y con ojos asombrados de niños. Y allí contemplemos y recemos:

“Señora de Belén,
Señora de la Noche más buena y esperada,
Señora del Silencio y de la Luz,
Señora de la Paz, la Alegría y la Esperanza,
gracias por habernos dado al Señor,
por habernos entregado el Pan que nos faltaba.
Que esta Noche la Luz que Tú nos diste
sea el comienzo de una claridad que no se acaba.
Amén.”
Card. E. Pironio

Queridos hermanos, que el Niño Jesús y su santa Madre los colmen de gracias y los fortalezcan en la fe, la esperanza y el amor para ser auténticos discípulos del Señor. Reciban desde el Santuario un cordial saludo y mi bendición para cada uno de ustedes y sus familias.

¡Feliz Navidad y bendecido año 2008!
P. Javier Arteaga

sábado, diciembre 15, 2007


Navidad: Luz, alegría, don.

No sé si se fijaron en cuan pocas palabras el evangelista nos cuenta el acontecimiento tan extraordinario: “Mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre."
La sencillez y pobreza de estas palabras se contrapone a la Navidad solemne y ruidosa a la cual nosotros estamos acostumbrados. Nuestra “rica” Navidad se ha impuesto y ha empobrecido a la verdadera. Ahora, ¿qué pasa realmente en Navidad? ¿Qué hace Cristo para con nosotros en Navidad?

1. Cristo viene a traernos la luz. “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló”.
Pero nos dimos cuenta muy pronto de que la suya es una luz molesta, indiscreta, que descubre nuestras miserias, nuestras limitaciones, nuestras mezquindades. Es una luz que no se resigna a ser un puro adorno. Compromete, exige cambios dolorosos en nuestra existencia. Pero muchos no están dispuestos a dar ese paso. ¿Y nosotros?

2. Cristo viene para llenarnos de alegría. El ángel lo anuncia a los pastores: “No temáis, os anuncio una gran alegría para todo el pueblo. “
Alegría, porque sabemos que hay un Dios que piensa en el hombre con amor, que se acerca hasta el hombre, que se hace hombre. Un Dios que recorre nuestro mismo camino, que comparte nuestras penas y miserias, nuestras angustias y esperanzas. Un Dios que viene a traemos a todos la salvación.
Cristo ha venido a traemos la felicidad, una felicidad que traspasa todos los horizontes terrenos. Y nosotros insistimos en nuestra propia alegría, nuestra pobre felicidad humana y terrena.
Es terrible llegar a Navidad creyéndose ya antes un hombre feliz, un hombre satisfecho por otros motivos. Tal vez somos demasiado ricos en bienes de la tierra y por eso nos alegramos tan poco de los bienes del cielo.

3. Cristo nos trae sus dones. Él mismo se hace don para nosotros, el don por excelencia. Y nosotros queremos fingir que no nos damos cuenta de tal don. En realidad esperamos poco de Él. ¿Quién de nosotros le ha pedido a Cristo un regalo espiritual, un milagro de cambio, de transformación para esta Navidad?

Estamos demasiado ocupados con nuestros paquetes en que se ocultan nuestros dones, nuestros pobres regalos. Y así ahogamos el único don bajo una montaña de papeles de color, de chucherías y de cosas innecesarias.

Nuestra misión
1. Debemos convertirnos en luz.
Que la luz de Cristo nos penetre íntimamente, nos transforme, nos haga tan transparentes que los hombres al miramos queden deslumbrados, sintiendo todo el encanto y el atractivo de esa luz sobrenatural.

2. Debemos convertirnos en alegría. Nuestra misión es ser testigos de la alegría cristiana. Que todo el mundo entienda que el mensaje de Cristo es un mensaje de salvación, no de condenación; un mensaje de liberación, no de opresión; un mensaje de alegría, no de tristeza.

3. Hemos de convertirnos en don. Es costumbre hacer regalos en Navidad, muchos regalos. Queremos así saldar nuestras deudas de gratitud con aquellas personas a quienes debemos algún favor. Pero eso es demasiado cómodo.
A un cristiano se le exige mucho más. Tiene la obligación, no de hacer regalos, si no de convertirse él mismo en regalo, de convertirse en don. Hacer de su vida una entrega sin reservas - para todos. Porque todos los hombres son sus acreedores. Porque el cristiano ha de sentirse deudor para con todos sus semejantes y, sobre todo, deudor para con Dios.

En este nacimiento que celebraremos tiene que nacer algo en cada uno de nosotros. Todos somos llamados a nacer de nuevo.
Sólo una cosa importa, dice San Pablo, y es que nos convirtamos en una creatura nueva. De nada nos sirve que Cristo haya nacido hace miles de años, si hoy nada va a nacer en nosotros. La maravilla de la noche de Navidad, hermanos, es que el Niño Dios - en el corazón de cada uno de nosotros - pueda volver a nacer y volver a vivir.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Qué es para mí hoy la Navidad?
2. ¿Cómo festejo la Navidad’
3. ¿Qué pido y qué regalo?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com

viernes, diciembre 07, 2007


EL PUENTE

Año 1. nº 4. Diciembre 2007

Sumario

A) “Carta de Adviento para nosotras” 1º curso Py
Lux Elena Ramírez de Villalba nos cuenta cuales son los puntos que encontraron en común en el Congreso Internacional y nos sugiere
propósitos para el tiempo de Adviento.

B) “Esto nos pasa” aporte del 2º Curso Py
Este artículo presenta un panorama actual de la crisis de la
familia y como el 2º Curso Py, a la luz de su Ideal: “Corazón Fuerte, al Servicio del Padre” nos impulsa y renueva en la misión de hacer familia.

C) “Mujeres Hoy y Acá” aporte del 9º Curso
El 9º curso nos muestra como su ideal “¡Toda tuya! Corazón de familia como manantial de vida” es “la respuesta de arriba a la necesidad de abajo”
que es volver a mostrar el verdadero rostro de la mujer de hoy,

D) “A la Sombra del Santuario” aporte del 10º Curso
El 10º curso “Hija de la Divina Providencia Instrumento de luz” basándose en Aparecida, ahondando en el pensar del Padre y en las palabras de Mons Errázuris, nos ofrece este artículo que hecha luz sobre como ser discípulas y misioneras para “que nadie sufra la ausencia de Dios”
.................................................................................
A) “Carta de Adviento para nosotras”
de Lux Elena Ramírez de Villalba

Pertenece al 1º Curso “Alegría del Padre, Arde por la Nación de Dios” de Asunción - Paraguay
En la Federación de Madres Lux Elena es 2da Consejera Territorial, sub jefa del Consejo Regional de Paraguay y co-educadora del 4º Curso Py

Durante el Adviento, la Iglesia quiere llamar nuestra atención sobre el hecho de que la Santidad auténtica y equilibrada reside en el coraje de hacer de cada día un nuevo recomenzar.

Si tratamos de encontrar esto en la historia de nuestra Familia de Schoenstatt, recordemos que, en plena guerra mundial, el P. Kentenich dijo: “En este caos ponemos a punto un programa que equivale a un solemne compromiso para la vida interior”.
Como Familia hemos permanecido fieles a ese principio, nos avocamos con seriedad a encarnar concretamente la vida espiritual, la vida con Dios, en Dios, por Dios.
Pero sentimos al mismo tiempo y a menudo la extrema inestabilidad de la vida interior, pensemos nomás en nuestro cuerpo: ¡qué de tormentas tiene que soportar! y así también con más razón, ¡cuántas tormentas tiene que soportar nuestra alma!

Hoy estamos entusiasmados, pero ¿y mañana? Por el Adviento la Iglesia nos quiere recordar que hace falta un gran coraje para sobrellevar cada día.
Es por eso que tendríamos que tener ideas claras y justas para la vida interior, para tornar nuestro día, hacia el Sol, hacia Dios.

Cuando Francisco de Asís estaba en su lecho de muerte, dijo a sus hermanos que le rodeaban: ¡vamos, llegó el momento de comenzar! también nosotros deberíamos concebir así nuestra existencia.

Este coraje es posible cuando dentro nuestro tenemos el gran deseo de vivir nuestro Ideal; Ideal Personal, de Curso. Es este Ideal al que la Iglesia lo hace resplandecer delante de nuestros ojos a lo largo de las 4 semanas antes de Navidad.

¿Qué anunciaba el canto de los ángeles a los pastores? “Encontrarán a un recién nacido. Este es el objetivo que se nos da para Adviento, un nuevo nacimiento, volver a ser hijos de Dios.

Como mamás, en estas semanas, tendremos un papel importante que desarrollar; a partir de nuestro Ideal, preparar nuestra familia para que Jesús nazca en nuestro hogar.

En el último Congreso Internacional de Federación de Madres, hemos conversado sobre los puntos que nos unen a las diferentes comunidades, en el esfuerzo por lograr un Estilo de Vida de Federada.
Les cuento los puntos y les sugiero algunos propósitos para Adviento.

Cultivo de la vida sacramental y de oración:

· Participar de más misas extradominicales
· prepararnos para una buena confesión
· preparar nuestro corazón con la lectura bíblica diaria

Cultivo de una atmósfera favorable

Revitalizar nuestro Santuario Hogar, con símbolos propios del Adviento (mantener una vela encendida: “estamos atentas...”)

· Ir preparando poco a poco el pesebre.
· Ir arreglando y adornando la casa; nos preparamos para una gran fiesta, ¡es Jesús quien vendrá!

Un alto cultivo del Espíritu

La Iglesia nos pide en este tiempo: ayuno, oración y caridad.
Algunos propósitos de carácter semanal podrían ser:

Ayuno
En estos días se acumulan múltiples actividades, apuro, compromisos sociales, compras...que podrían dispersar nuestra atención, fuerza física y tiempo y podrían impedir crear el clima de recogimiento que buscamos.
Procuremos mantenernos calmas, serenas; en el mundo, pero sin ser del mundo; esa debería ser nuestra estrella en medio de nuestros esfuerzos.

· Organizar y calendarizar las actividades y necesidades (adelantar todo lo que ya podamos ir haciendo)

Caridad
Dejar un tiempo para compartirlo con otros que también nos necesitan;
· Visita de misericordia (visito al anciano, acompaño un enfermo, saludo personalmente a un miembro de la familia grande, compartir un plato de comida con el vecino)

Es un tiempo muy lindo, pero puede resultar corto si no lo aprovechamos bien. Utilicemos nuestro Horario Espiritual para asegurar los propósitos, y así tendremos ¡una feliz Navidad!
Lux Elena Ramírez



B) ESTO NOS PASA

Aporte del 2º Curso Asunción / Py
“Corazón Fuerte, al Servicio del Padre”

Las mujeres de hoy estamos inmersas en una sociedad en continuos conflictos. Las crisis están en todas sus dimensiones y en todos los ámbitos: de valores y de ética, en la pareja y en la familia, económicas y políticas, espirituales y religiosas, hasta en la identidad sexual.

Nos venden el espejo de la felicidad con una imagen donde nos estiran las arrugas, la silueta y el bolsillo.
Nos exigen correr y competir para lograr el éxito. Vivimos tan de prisa que ya ni reconocemos al rostro detrás del espejo. Terminamos en una marea de actividades que cada vez nos alejan más de nuestro mundo interior y de la esencia de nuestro ser como portadoras de vida.
Y entre todas las crisis actuales que nuestra sociedad atraviesa, nos preocupa, como Madres de Federación, la atención de aquellas que atacan principalmente a la familia.

En la Encíclica Familiares Consortio, Juan Pablo II afirma que ella constituye “el lugar natural y el instrumento mas eficaz de humanización y de personalización de la sociedad”
¿Qué mejor escuela de valores que la familia para construir personalidades sanas y maduras?
¿Cuántos conflictos, desde los personales hasta aquellos de carácter social, tendrían respuesta en el calor oportuno de un verdadero hogar?

Identificamos la crisis de la familia en los sucesos que a diario observamos en la sociedad:
- El aumento creciente de separaciones y divorcios
- Padres y/o madres ausentes en los hogares
- Núcleos familiares rotos por la migración de sus integrantes hacia otros países
- Crecientes índices de alcoholismo y drogadicción en menores de edad.
- El aumento de la delincuencia infantil y juvenil en las calles.
- La ausencia del diálogo y del tiempo compartido en familia.
- La asfixiante cultura del consumismo y del placer
- La necesidad de que todo sea inmediato
- La poca capacidad de los niños y jóvenes para manejar las frustraciones y enfrentar las consecuencias de sus actos
Estos y otros conflictos nos conducen a un abismo profundo, donde las virtudes de la fe, esperanza y caridad se tornan cada vez más lejanas. Con ello, nos encerramos en la soledad, ajenos de Dios y del mundo, que termina conduciéndonos a un irremediable vacío interior.

Uno de los grandes legados de nuestro Padre Fundador a la Iglesia Universal constituye la Pedagogía de Vinculaciones. A través de ella nos enseña que el secreto de la familia perfecta y santa está en vincularse personalmente por medio de lazos fuertes, estables y seguros que permitan al vínculo de amor personal crecer y tornarse resistente. Estos vínculos personales - que pueden ser naturales o sobrenaturales - nos arraigan en Dios, en los hermanos y en toda nuestra realidad cotidiana; siendo que la vinculación a Dios es la más importante porque nos da seguridad existencial y nos impulsa hacia el amor a los demás.

“Un hombre desvinculado de Dios es indeciso, inseguro, egoísta y por ello le cuesta desarrollar vínculos personales con los demás, quedando atado a las cosas materiales que le esclavizan”.
¡Con estas simples palabras el Padre describe perfectamente a nuestra sociedad actual!

La importancia de la familia es que en ella se concretan las primeras e imborrables experiencias de los vínculos de amor, las mismas que más adelante nos conducen a Dios. No podemos llegar a El sin experimentar el amor familiar. Es por eso que todo lo que permita al hombre crecer en vínculos familiares sanos y fuertes, encamina a la humanidad hacia su perfección.

Nuestra sociedad hoy vive fuertemente desvinculada, tanto natural como sobrenaturalmente; los hijos y los cónyuges ya no se sienten amados. No hay tiempo para hablar, escuchar, jugar o acariciar, menos aún para preocuparse por los anhelos individuales.
“La carencia de hogar es el núcleo del problema de la cultura actual. Por eso la gran tarea que tenemos que resolver en toda su amplitud es dar hogar” (P. Kentenich)
A la luz de nuestro ideal de curso “Corazón fuerte, al servicio del Padre” deseamos brindar nuestro granito de arena para la renovación de nuestras familias y de las familias de nuestra sociedad. Para ello anhelamos:
♥ Irradiar en nuestras familias el espíritu de una hija confiada, que transmite calor y alegría en el hogar, y que lo abandona todo en las manos misericordiosas y bondadosas del Padre.
♥ Como corazón, vivir nuestra maternidad de manera cálida y cobijadora, con donación y entrega encaminadas a los demás y a la misión.
♥ Como corazón fuerte, ser perseverantes y valientes, tener empuje para actuar y levantarnos tras los golpes y caídas que nos toquen vivir.
♥ Evangelizar a nuestras familias a través de nuestros actos, fortalecidas en la Alianza de Amor sellada con María y en unión con el Padre Fundador.
♥ Reunirnos en torno al Santuario Hogar para cultivar vínculos sobrenaturales periódicamente, en familia.
♥ Cultivar un ambiente de respeto, gratitud y diálogo con el cónyuge y los hijos.
♥ Ante las dificultades cotidianas, mantener la alegría destacando lo positivo.
♥ Animarnos las unas a las otras, unidas en un solo corazón, con fuertes lazos de amor, de manera de fortalecernos mutuamente en nuestras entregas.
♥ Aceptar la originalidad de nuestros hijos, reconociendo en ellos al Dios Creador.
Lo importante es tomar conciencia de que cada uno de los miembros de nuestras familias es un transparente de Dios y un camino privilegiado que nos conduce a El. Este sentir tiene su fundamento en la Alianza de Amor, ya que unidos y aliados a la Mater, caminamos juntos hacia el Padre.

Como Madres Federadas estamos comprometidas con la misión de nuestro Padre Fundador: la transformación del mundo a partir de la transformación de nuestras familias. Así, nuestra sociedad entera podrá afirmar un día: “¡cuánta santidad… es una familia de Schoenstatt!”

“Tu Santuario es nuestro Nazaret,
donde el Sol de Cristo irradia su calor.
Con su luz clara y transparente
da forma a la historia
de la Sagrada Familia;
y, en la venturosa unión familiar,
suscita una santidad cotidiana
fuerte y silenciosa
Para bendición de tiempos desarraigados,
en este Nazaret
Dios trae salvación a las familias;
Allí donde los hombres se consagran a Schoenstatt,
El quiere regalar con clemencia
santidad de la vida diaria” (Hacia el Padre 191-193)

Norma Pistilli
“Corazón Fuerte, al Servicio del Padre”

Bibliografía:Desafíos de Nuestro Tiempo 1 – P. José Kentenich
Retiros – P. Nicolás SchwizerEstilo de vida del curso 2 Asunción


C) MUJERES HOY Y ACÁ
Aporte del 9º Curso – Córdoba
“¡Toda tuya! Corazón de familia como manantial de vida”

¡Alegrémonos de vivir este tiempo! No miremos su desorden sino meditemos lo que Dios quiere con esta situación.
¡Cuántos impulsos recibimos a través suyo! Piensen en el envejecimiento o parálisis que sufriríamos si no tuviéramos la vida, los vientos tempestuosos de la vida que nos mantienen vivos. ¡Agradezcamos de corazón! P Kentenich

Situación actual

Mucho se ha hablado y se seguirá hablando de la crisis de la identidad de la mujer en el mundo actual. Nuestro padre se refería a ella con la profundidad que lo caracteriza, en la Jornada Pedagógica de 1950.
Allí observa como la mujer es cada vez más mundana, a tal punto de perder “ su sensor para lo Divino , para lo sobrenatural...” Ha perdido su propia identidad, la ha desfigurado tomando los valores del varón.
“Cuando la mujer ya no quiere ser más la servidora del Señor, se sume más y más en la esclavitud ante el hombre.” PK

Al desvincularse de Dios la mujer se mancilla y a su vez se degrada lo que está a su alrededor. Todo gira alrededor de su yo.
Esta crisis de identidad se da en un mundo donde prevalecen los valores de la eficacia, del éxito, del tener sobre el ser, en donde los valores espirituales y humanos se desdibujan o directamente no son tenido en cuenta.
Como consecuencia de todo esto, las familias padecen graves crisis.
De esta realidad tan preocupada por el hacer, la eficacia, el éxito nos hablaba hace poco el cardenal Bergoglio:

“La cantidad y calidad de los problemas con que nos enfrentamos cada día nos llevan a la acción: aportar soluciones, idear caminos, construir... Esto nos colma gran parte del día. Somos trabajadores, operarios del Reino y llegamos a la noche cansados por la actividad desplegada. Creo que, con objetividad, podemos afirmar que no somos vagos. En la Arquidiócesis se trabaja mucho. La sucesión de reclamos, la urgencia de los servicios que debemos prestar, nos desgastan y así vamos desovillando nuestra vida en el servicio al Señor en la Iglesia. Por otra parte también sentimos el peso, cuando no la angustia, de una civilización pagana que pregona sus principios y sus sedicentes “valores” con tal desfachatez y seguridad de sí misma que nos hace tambalear en nuestras convicciones, en la constancia apostólica y hasta en nuestra real y concreta fe en el Señor viviente y actuante en medio de la historia de los hombres, en medio de la Iglesia.
Al final de día algunas veces solemos llegar maltrechos y, sin darnos cuenta, se nos filtra en el corazón un cierto pesimismo difuso que nos abroquela en “cuarteles de retirada” y nos unge con una psicología de derrotados que nos reduce a un repliegue defensivo. Allí se nos arruga el alma y asoma la pusilanimidad.
Y así, entre el intenso y desgastante trabajo apostólico por un lado y la cultura agresivamente pagana por otro, nuestro corazón se encoge en esa impotencia práctica que nos conduce a una actitud minimalista de sobrevivir en el intento de conservar la fe.
Sin embargo no somos tontos y nos damos cuenta de que algo falta en este planteo, que el horizonte se acercó demasiado hasta convertirse en cerco, que algo hace que nuestra agresividad apostólica en la proclamación del Reino quede acotada.
¿No será que pretendemos hacer nosotros solos todas las cosas y nos sentimos desenfocadamente responsables de las soluciones a aportar? Sabemos que solos no podemos. Aquí cabe la pregunta: ¿le damos espacio al Señor? ¿le dejo tiempo en mi jornada para que Él actúe?, ¿o estoy tan ocupado en hacer yo las cosas que no me acuerdo de dejarlo entrar?”

Desde nuestro Ideal

“¡Toda tuya! Corazón de familia como manantial de vida”

Von Baltazar ha expresado sabiamente que “ los santos son las respuestas de arriba a las necesidades de abajo”
Relacionado esto con nuestro ideal de curso diremos: “nuestro ideal es la respuesta de arriba a esta necesidad de abajo de volver a mostrar el verdadero rostro de la mujer de hoy”

Toda tuya, que se expresa en la actitud fundamental: Entrega confiada.
El padre expresaba justamente “que el eterno ideal de la mujer radica en entregar, entregar y entregar eternamente.”

Es la mujer que se pone en las manos de Dios Padre con total confianza pues sabe que su vida obedece a un plan amoroso de Él .Sabe que debe sobrellevar determinadas cruces.

Pero en todo lo que acontece en su vida ya sean alegrías, éxitos, fracaso, ve “ silencioso y paternal “ el rostro paternal de Dios “ que nos ama como la pupila de sus propios ojos”.
Es la mujer que mira a María, que la siente como su madre y educadora.
Ella nos da la gracia para dejar de girar en torno a nuestro propio yo para girar alrededor del Padre. Su querer es mi querer. Esta filialidad es la raíz de nuestro ser mujer. Es la que nos permite desarrollar, con madurez, la maternidad.
Esta maternidad que iremos desplegando en todos los ámbitos donde nos toque estar, pues allí donde estemos debemos construir ese hogar “cálido y familiar”

Queremos finalizar estas líneas con lo que Jo Croissant expresa tan bellamente sobre esta misión que se nos ha dado de ser: “Corazón de Familia”

“Ella es el corazón de la familia y protege su unidad . En torno a ella , todo se ordena y unifica, se armoniza y desarrolla. Todo se organiza , porque ella teje los lazos entre todos, envía a los hijos hacia el padre y al padre hacia los hijos, escucha, consuela, alienta, perdona , reconcilia y da a cada uno su lugar.
Ella esparce el bálsamo del amor y la ternura sobre todas las relaciones familiares.¡Qué alegría sentirse comprendido y amado!
Ella tiene la preocupación permanente de cada uno y no descansa mientras no estén todos satisfechos.”
Jo Croissant –La mujer sacerdotal

Paula de Palacio , Marta Maria Espina y Nuria de Platzeck
9º Curso
“¡Toda tuya! Corazón de familia como manantial de vida”


D) “A la Sombra del Santuario”

Aporte del 10º Curso - Villa Ballester / Bs As

“Filia Divinae Providentiae - Instrumentum Lucis”

La V Conferencia del CELAM en Aparecida, Brasil, ha sido sin duda el gran acontecimiento de este año en la Iglesia Latinoamericana.

El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) es un organismo de la Iglesia Católica que fue fundado en 1955 por el Papa Pío XII a pedido de los Obispos de América Latina y el Caribe. Cada encuentro es convocado por el Santo Padre, a pedido de los obispos, para dar nuevo impulso pastoral a la vida y la misión de nuestras Iglesias.

Desde su fundación, se han realizado solamente cinco encuentros: Río de Janeiro, 1955 ; Medellín, 1968 ; Puebla, 1 979 ; Santo Domingo, 1992 y el reciente de 2007. Por lo tanto, sus conclusiones y lineamientos, expresados en el documento aprobado por el Papa, están destinados a proyectarse como tarea a realizar para todo el próximo decenio.

¿En qué consiste la misma? Como lo expresa el Documento Conclusivo, en su introducción, se trata de dar un renovado impulso a la acción evangelizadora de la Iglesia, cuyos miembros están llamados por el bautismo a ser verdaderos discípulos y misioneros de Cristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él. Allí nuestros pastores invocan a María: “Le hemos pedido, como madre, perfecta discípula y pedagoga de la evangelización que nos enseñe a ser hijos en su Hijo y a hacer lo que Él nos diga. (cf. Jn 2, 5)”

Llamadas a ser discípulas misioneras con una impronta original
En el documento anteriormente mencionado, los obispos expresan:
La Iglesia está llamada a repensar profundamente y a relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. No puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas, o de quienes pretenden cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu. DC 11.

¿Qué significa para nosotras, federadas schoenstattianas, este tomar conciencia que se nos pide para relanzar con fidelidad y audacia nuestra misión como Iglesia?
Es reafirmar que nuestro discipulado y misión tiene un sello inalterable: María, un camino ascético-pedagógico: la Alianza de Amor y un punto de partida: el Santuario, taller del hombre nuevo, sin el cual – como dice nuestro Padre – no podemos hacer nada.
Nuestra vocación a la santidad como discípulos misioneros es vivir el encuentro íntimo y profundo con Jesús a través de María y por Ella, con Ella, ser configurados en Cristo y enviados a anunciar el Evangelio del Reino de vida.

Nuestro Padre Fundador ya en 1952, dirigiéndose a Mons. Schmitz, lo explicaba así:
“Para nosotros, la alianza de amor con la Virgen –tal como se desarrolló y se expresa en la historia- es una profunda renovación, confirmación y aseguración de nuestra alianza bautismal, es decir de la alianza con Cristo y el Dios trino. Cada consagración y cada alianza que expresamos y renovamos en ella, significa para nuestro pensar y querer una decisión nueva, libremente querida y elegida, por Cristo, su persona, sus intereses y su reino. Incluye un nuevo, terminante y vigoroso movimiento de la voluntad desde abajo hacia arriba. Incluye una decisión nueva por Él, el rey del mundo y de los corazones. Pero incluye simultáneamente un movimiento de gracias desde arriba hacia abajo, desde Él hacia nosotros. Es sinónimo de un crecimiento más profundo hacia una comunidad estrecha de amor entre nosotros, Él y el Dios trino.” (1)

El Padre reafirma y actualiza:
“Y en este tiempo de conmoción de todas las circunstancias, en este tiempo de revolución total, el Padre eterno planeó, desde la eternidad, otorgar a María el encargo de establecerse de manera especial en nuestros santuarios de Schoenstatt, para formar desde allí al hombre nuevo, al hombre que, según el plan de Dios, exige el tiempo que vendrá. (...)
Si preguntamos ahora cuál es, entonces la misión de la Santísima Virgen para este tiempo más nuevo, creo poder afirmar lo siguiente: ella tiene para esta nueva Iglesia, la misma tarea que tuvo para la antigua Iglesia, La antigua Iglesia no surgió sin que María pronunciara su “fiat”. Lo mismo vale para el tiempo actual. Ella debe pronunciar su “fiat” para que surja esta Iglesia más nueva que está en desarrollo y cuyos miembros somos nosotros”. (2)

Para asumir en plenitud el desafío de realizar, como discípulos misioneros de María, la tarea que nuestros pastores nos confían, haciendo nuestras las palabras pronunciadas por nuestro hermano en la Alianza, el Card. Francisco Javier Errázuris, en su homilía al cierre de la V Conferencia, imploremos a Dios para que como María vivamos “la alegría y la libertad de la donación a Dios para realizar con él lo que va más allá de toda expectativa y de todo sueño humano, para abrir con su gracia el espacio interior de la nueva y eterna alianza, alianza de vida, de amor y de paz”.
Que Ella nos renueve, con la gracia del envío apostólico, en el compromiso de vivir la vida verdadera, la de ser Pueblo de Dios, “prometiéndole al Señor que con ardor interior haremos todo lo que esté de nuestra parte, para que todos los que el Padre nos ha confiado, no sufran la ausencia de Dios, ni en su vida, ni en sus hogares, ni en los medios de comunicación social, ni en nuestras culturas, sino, por el contrario, tengan la alegría de proclamar: el Señor es mi luz y mi salvación, mi esperanza y mi canto, mi vida y mi felicidad”.
Desde el Santuario “nos comprometemos a seguir implorando con ella el amor fuerte y la audacia del Espíritu Santo, para permanecer unidos y compartir nuestra alegría de ser cristianos con todos los que tienen sed de vida, sed de fraternidad y de Dios”. Así sea.
Graciela Greco
10º Curso
“Filia Divinae Providentiae Instrumentum Lucis”
Bibliografía:
Documento de la V Conferencia del CELAM, Aparecida, Brasil
(1) Alianza de Amor – PJK – Ed. Padres de Schoenstatt
(2) Plática del 2 de octubre de 1966 –La actualidad de María – Ed. Patris

sábado, diciembre 01, 2007

El apostolado del ser

La primera forma de hacer apostolado y, a la vez, la más importante es el testimonio de vida, el apostolado de irradiación o, el apostolado del ser, como solía llamarlo el Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt.

A los hombres no nos bastan las palabras para orientar nuestra vida, sino que necesitamos modelos vividos. Por eso Dios nos mandó a su Hijo Jesús. Y nos invita también a nosotros a ser reflejos de Cristo y a dar testimonio de Él. Por eso, el Padre Kentenich nos explica que el mayor apostolado es encarnar lo más perfectamente posible a Jesucristo.

En cada época, Dios va repitiendo la pedagogía de la encarnación. En Jesús nos mandó el modelo definitivo. Pero en cada nueva circunstancia nos va enviando nuevos modelos. Y nosotros creemos que en el Fundador de Schoenstatt, como en tantos otros grandes fundadores, resplandeció el cómo se vive el Evangelio hoy. Y nosotros queremos seguir sus huellas.

En el año 1979, un grupo de Chile se encontró con el Padre Menningen, de la generación fundadora de Schoenstatt y discípulo destacado del Padre Kentenich, quien en esa oportunidad les dijo: “El mayor apostolado del padre y de la madre consiste en ser totalmente padre y totalmente madre. El hombre y la mujer alcanzan el grado más alto de su apostolado, cuando ellos son en toda su persona padre y con toda su persona madre.”

Algo muy importante en el estilo pedagógico del Fundador de Schoenstatt es que él se impuso, como exigencia de educador, nunca pedir nada que él no hubiera vivido primero. Estaba convencido que el primer deber de un padre es encarnar los ideales de su séquito. Y lo hizo hasta el final de su vida.

Una anécdota. Un joven alemán de la “nueva ola” creía pasado de moda a José Engling, uno de los primeros schoenstattianos. Este joven planteó al Padre Kentenich de modo irónico el tema del Horario Espiritual, uno de los métodos ascéticos de la espiritualidad schoenstattiana, y le dijo que suponía que él ya no lo necesitaba después de toda su vivencia de Consagración, de Alianza de amor a la Virgen. Y entonces él se rió, metió la mano en su bolsillo y le dijo: “aquí está mi horario”. Hasta los 83 años marcó su Horario Espiritual, y dijo que lo marcaba no porque lo necesitara, sino porque nunca él pedía nada a nadie, si no lo hacia él primero.

Así nosotros tampoco podemos ser educadores, padres y madres verdaderos, si no tratamos de cumplir todo lo que enseñamos.

Si pensamos en el Santuario de Schoenstatt, nuestro apostolado del ser personal es ser hombres y mujeres “Santuarios”. Es un regalo grande encontrarse con gente que uno siente morada de Dios. Hombres que irradian la alegría de estar llenos de Dios. Hombres que porque están llenos de Dios, también manifiestan con toda su vida que están enteramente libres para amar y acoger. Hombres que no están paralizados, impedidos para amar y acoger por ninguna cadena, por ningún ídolo.

Así era el Padre Kentenich: un hombre que irradiaba la alegría de Dios con un corazón abierto, que nunca se cansaba de amar y de acoger. Así debe ser nuestra santidad, nuestro apostolado del ser: irradiar alegría; mostrar nuestra libertad para amar y acoger a los demás: al cónyuge, a los hijos, a los hermanos…

El otro aspecto es el apostolado del ser comunitario, el testimonio como comunidad. La gente no nos mira solamente como individuos o como parejas. Nos mira como comunidad, como Familia. La gente se fija en nuestras relaciones, en cómo nos tratamos unos a otros, en nuestro estilo de vida. Cuando uno de nosotros falla, la gente dice: es de tal o cual Familia, Movimiento, orden, parroquia. Lo que pasa es que necesitan modelos comunitarios. Los hombres tienen muchos problemas comunitarios y buscan también un ideal comunitario. Nuestra Familia, la Iglesia y el país necesitan esos modelos.

Queremos ser un anticipo de la Iglesia de las nuevas playas y del nuevo orden social. Tenemos que vivir eso ya ahora. Ya en el año 1912, el Padre Kentenich les dice a los jóvenes de la generación fundadora: “lo que estamos haciendo tiene valor en la medida que es una solución en pequeño a los grandes problemas del mundo”.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Soy un hombre / una mujer santuario?
2. ¿Cómo nos ven los demás?
3. ¿Vivo lo que predico?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com
Fechas a tener en cuenta diciembre 2007

02. Comienza Adviento








08. Fiesta Inmaculada Concepción de María

10. Nuestra Señora de Loreto
10. 1ª Coronación en Schoenstatt
12. Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de América
22. Audiencia del P.Kentenich con S.S. Pablo VI
24. Regreso del Padre Fundador a Schoenstatt
25. Natividad de Nuestro Señor Jesucristo
28. Santos Inocentes
30. Fiesta de la Sagrada Familia