lunes, abril 30, 2007

Mayo. Fechas para recordar

01 Comienza mes de María en Paraguay y Europa
01 Día del Trabajador. San José obrero
03 Exaltación de la Cruz
03 Segunda Consagración curso 12º
4 y 5 Retiro Cuyo

08 Ntra. Sra. de Luján, patrona de Argentina
09 Ntra. Sra. de los Milagros
09 50 años de la 1º visita a suelo latinoamericano, Uruguay, del P.Kentenich
09 al 13 Visita de Benedicto XVI a Brasil
12 y 13 Retiro Mediterránea
13 Ntra. Sra. de Fátima
13 al 31 V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida, Brasil
15 Día de la madre en Paraguay
18 Comienza novena al Espíritu Santo
20 Ascensión del Señor
24 María Auxiliadora
25 Fecha Patria en Artentina
27 Pentecostés
28 María, Madre de la Iglesia
31 Visitación de María
31 Tercer Hito

sábado, abril 28, 2007

BOLETÍN ON LINE Nº 1

Índice
Carta M.Inés Erice de Podestá
Saludo del equipo de comunicaciones
Esto nos pasa
La mujer hoy y acá
A la sombra del Santuario

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Queridas madres de Federación:

Ha sido una alegría recibir los ecos positivos de nuestra Fede Red. Es una manera ágil de estar en contacto, de recibir información reciente, las crónicas están “recién salidas del horno”, por lo que podemos saber en qué está cada curso inmediatamente. A fin de que los mails no estén muy pesados y les cueste bajarlos, en la Fede red se pondrá una motivación del tema para que luego vayan a ampliarlo al blog. Según las respuestas a la encuesta, han confirmado que lo abren. En caso de no ser así, les pedimos que nos avisen, para tratar de enviarles los temas vía e-mail.
Sin embargo, muchas extrañamos el boletín impreso. Es cierto que uno puede llevarlo en la cartera, leerlo mientras esperamos en algún consultorio o leerlo en la cama, o mientras otros usan la computadora… El problema es conocido por todas, el costo no podíamos cubrirlo y cada vez menos madres lo compraban, a pesar del bajo precio, si lo comparamos con una revista.
Una solución que les sugerimos con el equipo editor, es que seleccionen los artículos, los impriman y armen su propia “carpetita”. También pueden hacer copia para aquellas que no tienen acceso a internet o tienen que ir a un ciber. De esta manera podrán coleccionarlos y guardarlos para consultar sobre algún tema, volver a leerlos y liberar espacio en su computadora.
Como ya les decía en la carta de Cuaresma, y con la mirada puesta en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe –a comenzar en mayo- y en el lema de la Familia Argentina: “Desde el Santuario, discípulos misioneros para una patria familia”, como federadas, seamos fieles herederos de Hoerde. Uno de los objetivos de nuestra Federación es que seamos “otros Pablos”. Federico Ernst, en su conferencia nos impulsa a seguir las huellas de san Pablo. Sólo el fuego de la gracia “hará del perseguidor un seguidor de Cristo”. Nuestro apostolado –dice- debería apoyarse en los tres pilares: amor a Cristo, amor al prójimo y amor al sacrificio (“Siguiendo Las Huellas de San Pablo”).
Con ayuda de la gracia nosotras también tenemos que ser misioneras, en nuestra familia, en el trabajo, en el ámbito en que nos movemos. El otro día en una reunión me preguntaron el por qué del lema que tenemos en nuestra Constitución y que usamos mucho: “Caritas Christi, urget nos” –“El amor de Cristo nos urge”- y la respuesta está en que debemos llegar a ser otro Cristo a través de los medios ascéticos que nos ofrece la pedagogía del Padre. Debemos amar como Cristo nos amó a nosotros, viendo también a Cristo en el hermano. Sólo así podremos llevar a Cristo a los demás. El amor de Cristo nos “quema”, no puede esperar a mañana, tenemos que vivirlo y regalarlo ya.
Tenemos que ser puentes entre Dios y los hombres, con un pie en la tierra y otro en el cielo. El P. Kentenich nos dice “Cuanto más humanos seamos, tanto más seremos para otros el Puente para lo divino”. Así lo reflexionábamos en el primer encuentro de prefectas de curso realizado allá por el año 1991 en Florencio Varela. De allí surgió la frase “Queremos ser especialistas en la construcción de puentes”, y a partir de allí este tipo de encuentros pasó a llamarse “Puente”.
¿Por qué les comento esto? Nuestro Boletín aún no tiene nombre y me gustaría sugerirles que le pusiéramos “Puente”. Hace varios años habíamos pensado en ese nombre, pero el entonces Director del Movimiento, P. Carmona, lanzó un folleto informativo –ya desaparecido-“El Puente”. Nos pareció que podría llevar a confusión y el nuestro siguió llamándose “Boletín”.
¿Qué les parece si lo llevamos a votación? ¿Alguien tiene alguna otra sugerencia? Como el boletín es de todas, si hay otras propuestas, podremos incluirlas en la votación.

Les dejo la inquietud y les mando una copia del cuadro de Monet “Lily pond” que es muy bonito como símbolo. Las saludo con mucho cariño

M.Inés




Saludo del Equipo de Comunicaciones

¡Un saludo a cada una de las hermanas de Federación de Argentina y Paraguay!
El objetivo de estar comunicadas se está cumpliendo y eso nos alegra a todas y aunque surgen inconvenientes y se nos acumulan los números de Fede Red sin leer cada una irá encontrando la manera de organizarse. Una idea es tener un CD o disquete e ir guardándolo para leerlo en un momento de tranquilidad.
Lo sorprendente es ver como la Mater nos impulsa a crecer, a conocer y aprender el uso de la computadora y cuantas que son anti tecnología están haciendo el esfuerzo de aprender y de obtener su espacio en el uso de la computadora familiar para no perderse toda esta red que tejemos a través de la web,
¿Será que la Mater necesita instrumentos a la altura de los tiempos?
Gracias por las crónicas, el apoyo y las colaboraciones, que nos acercan, nos impulsan, nos entusiasman a caminar unidas como Federación de Madres.
Que a través de esta red los cursos con Consagración Perpetua sean el espejo donde se miren con esperanza los cursos que van llegando y que los nuevos con su fervor y entusiasmo sean fuente de alegría y de rejuvenecimiento de aquellos.
Y que seamos, la Federación de Madres, como la fundó el Padre en 1950
“una comunidad de dirigentes moderna, capacitada y apostólica, que viviendo en el mundo y teniendo un profundo espíritu religioso y un fuerte tinte mariano, nos consumamos, en íntima unión a la Iglesia y a Schoenstatt, por la renovación religiosa y moral del mundo en Cristo”
Con todo cariño y en nombre de Inés Podestá 1º y de Pelusa Bieule 4º, Malvina López Alconada 8º


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"ESTO NOS PASA"

La actualidad comentada desde el Ideal del 1º Curso
“Altera María, Splendor Ordinis”.

El carisma de Schoenstatt hoy ante una inquietud de la Iglesia

El 10 de febrero del corriente año leímos en el diario Los Andes de la provincia de Mendoza un artículo que contenía las declaraciones del presidente del Tribunal Eclesiástico Nacional, Monseñor Jose Bonet Alcón.
Para la Iglesia, menciona el artículo, cada vez más gente se casa sin estar lo suficientemente madura. Monseñor observa un aumento de las situaciones en que uno o los dos contrayentes no son plenamente conscientes de las responsabilidades que implica el matrimonio. Señala también que esto puede llevar a los novios a soslayar el grado de entrega al otro e incluso la exigencia de fidelidad entre otras cosas. En contrayentes católicos se llega a relativizar el carácter indisoluble del vínculo. Estas concepciones no sólo preanuncian una ruptura de la pareja sino también conducen a invalidar el sacramento del matrimonio por el rechazo a los requisitos esenciales de un matrimonio religioso. Los problemas de inmadurez figuran entre las principales causas por los cuales la Iglesia puede establecer, luego de un riguroso proceso, que el sacramento no es válido. Nuestro Papa Benedicto XVI, expresó su preocupación una vez más por las leyes que afectan la identidad de la familia y el matrimonio luego que en Italia se presentara un proyecto de ley que reconoce derechos a las parejas no casadas. Esto es común en la Europa contemporánea donde se advierte que una institución que es la base de la sociedad podría marchitarse a menos que, según opiniones de especialistas, los gobiernos restauren incentivos para que la gente contraiga matrimonio. El matrimonio es asociado con tasas menores de violencia doméstica y con mejores resultados para los hijos en general.
El equipo responsable de este trabajo vio con claridad que el artículo les permitiría volver a las fuentes, nuestras fuentes, origen de nuestro carisma que hoy tienen plena vigencia porque en nada han perdido actualidad.
Frente a la preocupación de la Iglesia escuchamos las palabras de nuestro Padre “Bajo la protección de María debemos aprender a educarnos para convertirnos en personalidades libres, recias y sacerdotales... aprendemos a educarnos con la práctica constante de la auto educación (no olvidemos) que nuestra época no ha sabido liberar al hombre del vacío interior”. Estas palabras pronunciadas en 1912 constituyen el germen de su actividad desarrollada durante 58 años. “Los efectos de la crisis de la civilización no hay que buscarlas en las estructuras sociales o en ideologías sino en el quebrantamiento emocional del hombre contemporáneo y la consecuente incapacidad para establecer vínculos y en último término con Dios”.
De aquí partimos para desarrollar nuestro trabajo.

El hombre nuevo kentenijiano

La idea predilecta del Padre se manifiesta en el encuentro de la imagen del hombre nuevo constructor de una nueva comunidad. En su pedagogía Schoenstatt habla de distintas maneras del ideal de este hombre nuevo en la nueva comunidad. Comunidad perfecta basada en personalidades perfectas cuyo impulso en ambas esta dado por la fuerza del amor. “El hombre nuevo es la personalidad independiente, animado de interioridad por su alma, con voluntad y disposición para tomar decisiones, responsable por si mismo e interiormente libre. Mantiene distancia tanto de una rígida esclavitud respecto de las formas cuanto de una arbitrariedad que no conoce vínculos”.
Hombre nuevo, psíquicamente integrado en oposición a una actitud unilateral de la razón y la voluntad. “Nuestro mundo se caracteriza por un cultivo del espíritu en todos los ámbitos pero se ha olvidado de lo más hondo, de la esencia del alma, por eso se caracteriza por una gran pobreza interior acompañada por un gran vacío interior” (P. K). En la visión del Padre lo esencial es la libertad en sus dos dimensiones: capacidad de decidirse y capacidad de llevar a cabo lo decidido. Hombre nuevo animado de valores interiores, animado por amor, por eso la comunidad nueva es la comunidad que tiene alma, se trata de un estar interiormente uno en el otro, con el otro y para el otro. Esto significa la existencia de personalidades interiormente centradas, personalidades marcadamente integradas, personalidades maduras.
De acuerdo con nuestro tema nos preguntamos qué entendemos por sentido del matrimonio, siguiendo a nuestro Padre “es la unidad de ambos cónyuges sustentada en un amor abnegado y sacrificado” El amor pasa por una etapa signada por el egoísmo, ese amor se va depurando hasta alcanzar el grado más alto del amor mutuo y abnegado. Qué observamos en la mayoría de los matrimonios cristianos que se separan: que el amor no pasó más allá del egoísmo. Si no se cultiva la comunión espiritual el matrimonio correrá el peligro de desintegrarse, porque en el hombre actual se nota su falta de capacidad personal de decisión al no haber alcanzado la plenitud de su desarrollo personal.
Dios ha creado a los cónyuges para que sean el uno para el otro, deben conformar una bi unidad especial, el corazón de uno debe latir en el corazón del otro. Se oye con frecuencia “ no he hallado en el matrimonio lo que esperaba”. Hay que considerar que la imaginación, la fantasía nos hace creer en situaciones, en cosas que nada tienen que ver con la realidad. Qué idea tenía sobre mi novia o sobre mi novio? Ella es un ángel, él es perfecto. No sólo ella es María también es Eva, él no sólo es Cristo también Adán. Cuando nos vemos tal cual somos comienza la crisis del matrimonio, la fantasía es una causa frecuente de la decepción, hay que aprender a ser medidos y concretos frente a la realidad. Recordemos el comienzo de nuestro trabajo “cada vez más la gente se casa sin estar madura” sin un núcleo interior sólido, estable.
Así entramos a considerar un aspecto central de nuestro trabajo, la personalidad madura, la personalidad integrada.

Integración de la personalidad

La personalidad integrada es la finalidad pedagógica de Schoenstatt, es meta del individuo, la familia, la sociedad. Schoenstatt nos regala un modelo de personalidad integrada, María Inmaculada. Cuando el hombre vive el espíritu de Inmaculada experimenta la armonía de todas sus potencias intelectuales, afectivas e instintivas. El padre Kentenich con extrema lucidez capta la realidad del hombre de hoy cuando dice: “al intelecto se lo ha privado de la verdad, a la voluntad del bien, al corazón se lo ha privado de personas que pueda amar. Podemos comprender por qué la persona carece de consistencia, por qué le falta vida, profundidad, interioridad y riqueza. Está expuesta sin medida a las influencias que vienen del exterior, ya sea que se trate de la opresión por parte de un dictador, de la sugestión de la masa o del impulso de los sentidos e instintos”. Con la ayuda de la gracia de transformación en el Santuario, más los medios concretos de auto educación, Schoenstatt nos acompaña en el camino para alcanzar la meta, la transformación en hombres y mujeres nuevas capaces de gestar la nueva comunidad.

Integración de la Inteligencia

Una de las potencias más nobles del ser humano debe desarrollarse por el trabajo de la auto educación e integrarse en forma armónica con otras facultades. Su objetivo es buscar y encontrar la verdad, pero también orientar en la realidad concreta nuestro comportamiento diario.

Desintegración de la inteligencia

Falta de juicio propio
“Su raciocinio camina a asaltos sin relación interior, lo que viene después no interesa”, no le interesa tomar posición frente a lo que escucha lo que ve o lee.
Se aferra sólo a las ventajas económicas que puede obtener para sí y desarrolla para ello un fino oído que es lo que colma su alma. Cree ciegamente sobre todo lo que dice el diario y la televisión.

Prejuicios
Los prejuicios deforman la verdad “las mujeres que manejan son un peligro”. Los prejuicios se heredan a veces en su propia familia o se incorporan de los medios periodísticos.

Afectos desordenados
Orientan nuestro juicio las simpatías o antipatías. Esto lleva a manipular la verdad.

Pensar mecanicista
Es un pensar que no ve el conjunto de las cosas. Todo lo que está unido e integrado se separa. Se caracteriza por el o-o, anula de su lenguaje el y.
Así se ha opuesto Dios-mundo, fe-vida, amor a Dios-amor al hombre.

Inteligencia integrada

- Emite juicios objetivos, juzga rectamente previa capacidad de reflexión.
- Se deja complementar por los demás, nadie es dueño de la verdad, actitud muy importante en el matrimonio.
La pareja debe buscar la verdad en común, dejarse complementar significa también apertura frente a la crítica del cónyuge.
- Aprende a elaborar juicios críticos, desarrolla el espíritu crítico. Aprende la autonomía en el pensar y aprende a distinguir los distintos planos, critica el error no la persona.
- Sabe discernir. Discierne qué es lo más importante o trascendente de lo que no lo es.

En suma una inteligencia integrada tiene un conocimiento claro y ordenado de la vida y de la realidad.

Integración de la voluntad

Por la inteligencia conocemos y por la voluntad nos decidimos por aquello que nos presenta la inteligencia. Su esencia es la libertad interior.

Voluntad desintegrada

Una voluntad desintegrada en el pensar del padre Kentenich es lo típico del hombre masa. Otros deciden por él.
- Incapacidad de decidirse.
- Subjetivismo: los sentimientos y no la inteligencia dirigen las decisiones, se hace lo que gusta o se actúa cuando se tienen ganas o no produzca incomodidad.
- Incapacidad de realizar lo decidido: se posterga permanente todo para otro día, puede haber claridad en la decisión pero falta voluntad para cumplirla. Es más fácil decir “no puedo, no me animo”

En contraposición una voluntad integrada es autónoma frente a las presiones externas o internas.

- Sabe decidirse: la capacidad de decisión conlleva el compromiso de asumir las responsabilidades que surgen de las decisiones. Las decisiones son libres cuando son independientes de las presiones de todo tipo, miedos o desórdenes afectivos.
- La decisión debe ser ponderada es decir equilibrada, ni impulsiva ni excesivamente reflexiva que paralice la decisión; libre: se decide por el análisis de la situación que se considera correcta; fundamental: basada en principios fundamentados en el orden y en la ley de Dios.
- Realiza lo decidido desafiando todas las dificultades libres del “que dirán” sin miedo al fracaso.

Integración de los afectos

La madurez y la inmadurez afectiva

La afectividad es la capacidad más expuesta a las crisis de maduración y la que cuesta más llevar a la plenitud. Durante mucho tiempo se pensó que la voluntad y el intelecto eran decisivos en la personalidad. Sabemos que ambos están llamados a iluminar nuestro actuar, pero sabemos hoy que la conducta humana está determinada y definida por los afectos.
Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y nuestro mundo afectivo es parte sustancial de la creación.
Pensadores destacados del siglo XX afirman que nuestra realidad existencial es en comunión, que la única forma real de ser persona es a través de la comunión. La psicología también considera la necesidad de estar con los otros como único camino para superar el aislamiento y utilizar todas las capacidades humanas. La teología ubica a la afectividad en el contexto de la estructura de ser persona.
Los distintos autores apuntan siempre al mismo tema: la comunión como parte esencial de la estructura ontológica del hombre y la afectividad como parte esencial de ésta comunión constitutiva del ser a imagen de su Creador.
La ruptura de esta comunión daña la afectividad humana, el hombre se aleja de Dios y de sí mismo y se separa también de los demás. Su afectividad pierde su potencial de donación, perdiendo así su esencia.
Las consecuencias de la afectividad dañada son sentimientos de angustia, egoísmo, soberbia, desesperación, experiencias totalmente desconocidas en un estado de comunión plena. Cuando sufre la afectividad sufre toda la persona, el hombre experimenta una gran desarmonía, desaparece la unión entre ser y misión, entre interior y exterior. La tarea importante y primordial del hombre es la integración de su afectividad, tarea fundamental en el proceso de madurez de la afectividad.
La afectividad integrada, madura, permite al hombre no sólo decir la verdad, sino vivirla, no sólo permite reconocer los aspectos de uno mismo, sino reflejarlos fielmente para sí mismo y para los demás. Esta integridad lo hace amar plenamente porque quien se posee totalmente a sí mismo está totalmente para los demás.

Madurez afectiva

- Posesión de sí mismo, la posesión esta íntimamente relacionada con el equilibrio emotivo que es el dominio de impulsos, tendencias y tensiones, sólo así se da vida y amor al cónyuge, a los hijos, a los otros hombres. La posesión de sí mismo denota la posesión de un mundo interior rico, privado y cultivado, un mundo que conoce los momentos de silencio, de intimidad con Dios. Un mundo en el que se guardan secretos, que no conoce el desahogo impostergable, sino que sabe postergar.
- La entrega de sí mismo está relacionada con la posesión, cuanto más se posee el hombre más se entrega. La entrega es el abandono del yo receptivo y egoísta para ser fecundo en un tú y en un nosotros. La disponibilidad, la entrega se manifiesta en todos los ámbitos de nuestra vida, especialmente en el matrimonio en el cual se debe dar “la fusión de corazones, yo en ti, tú en mi y los dos el uno en el otro” (P.K.), en el cual el amor descansa sobre el amor de Dios por ello el punto máximo de la madurez afectiva es la fidelidad mutua y total.

Inmadurez afectiva

Para el padre Kentenich la inmadurez afectiva consiste en:
- Infantilismo. Es la acentuada desarmonía entre la edad biológica y la evolución psicológica, es querer recibir todo y si es posible no dar nada. Características:
- Yo caprichoso. El centro de su vida son las ganas y los gustos, hay
una manifiesta inestabilidad emocional y una carencia de juicio
objetivo.
- Yo autocompasivo. Un yo muy ubicado en el centro por ello no hay
cabida al error. No es comprendido, la culpa la tienen los otros, siempre
esta a la defensiva.
- Yo agresivo. Siempre se considera atacado, ve en peligro todos sus
derechos por eso ataca siempre, se siente desvalorizado, ve
confabulaciones en todas partes.
- Histeria. Más grave y mucho más delicado. Es una persona que de tanto girar en torno al yo termina poseída por él. Tiende a rarezas de conducta, llega hasta inventar enfermedades. Este extremo es realmente grave en su afán de llamar la atención. Hay por otro lado un perfeccionismo enfermizo que son histerias, por lo general menos graves, se manifiesta en una actitud obsesiva, por ejemplo, la limpieza, el orden, la silueta. Debemos recordar que lo perfecto es enemigo de lo bueno.
- Carencia de vínculos firmes: hay una incapacidad de amar sanamente, de establecer con los demás vínculos estables, por lo tanto su amor es inestable, porque es afectivamente inestable, es incapaz de ser fiel por la superficialidad de sus vínculos.
- El amor posesivo: es un amor que ahoga, que no deja crecer al otro, caracterizado por un deseo irrefrenable de recibir, es típico de una afectividad narcisista y egocéntrica.
Las personas afectivamente inmaduras crean diferentes mecanismos
de compensación por la incapacidad de establecer verdaderos y profundos vínculos personales. Se adhieren, por ejemplo, con fuerza a las formas, normas y leyes existentes. También tienen una dificultad para relacionarse con la trascendencia, se inclinan más por una dependencia de una imagen antropomórfica. Desde el punto de vista de la antropología cristiana la inmadurez afectiva se relaciona con una falta de contacto consigo mismo, con los demás y con Dios. No hay posibilidad de comunión, no hay posibilidad de ser plenamente hombres. Son personas a quienes les invade a veces el aburrimiento, tienen incapacidad de experimentar verdaderas emociones, carecen de relaciones íntimas a quienes puedan conocer y ser por ellas conocidos.
En Cristo vemos a la integridad plena, coherencia entre el ser y el hacer, entre su persona y su misión, entre su interior y exterior, requisitos como hemos visto de la personalidad madura capaz de donarse plenamente a un tú. En el matrimonio de personalidades maduras se dan verdaderos espacios de comunión y no de alienación. Contrariamente, en el matrimonio inmaduro se puede dar una relación de sometimiento o de dominación donde falta la comunión y aparece la esclavitud afectiva.
Educar la afectividad sólo se puede dar creando vínculos estables, dando confianza y promoviendo una real autonomía. Estas características deberían prevalecer en el ambiente familiar, escolar y comunidades religiosas para evitar la incomunicación tan manifiesta en el mundo actual que conduce inexorablemente a la infelicidad.
Aunque en forma sintética hemos tratado de exponer sobre un tema tan esencial en nuestro carisma, pero creemos que hemos visto cómo se interesa nuestro Padre y Fundador por el hombre psíquicamente integrado. Pues lo que mueve al hombre es en definitiva su afectividad y las predisposiciones que existen en el fondo inconsciente de su alma más que el querer consciente. No queremos dejar de mencionar la importancia que tiene la integración del subconsciente que tan decisivamente influye en el desarrollo y actuar del hombre.

Matrimonio: un Ideal de nuestro tiempo

El amor humano está tan herido como la naturaleza humana misma por el pecado original. A no mediar una fuerza nueva que venga del exterior, que lo sane, lo eleve y lo purifique tendería por sí mismo al fracaso. Esta es una realidad de siempre. En otros tiempos, el ambiente, con sus protecciones sociales, permitió mantener el vínculo del matrimonio en pie. En la actualidad, so pretexto de libertad, se ha hecho cada vez más difícil mantener la institución matrimonial como vínculo de amor en su estabilidad y fecundidad. Esto nos hace pensar en la urgencia de insistir en la necesidad de tomar cada vez más en serio el matrimonio como sacramento.
El matrimonio es la consagración del lazo que une a dos personas. La relación entre ambas es elevada sacramentalmente. El amor que los une y el vínculo que se hace signo y sacramento.
La realización plena de un matrimonio dependerá del desarrollo y las formas que toma el amor mutuo entre los esposos. Este amor no es ya simplemente un amor humano, pues está elevado a otra categoría superior, llegando a constituirse en signo del amor de Cristo por su Iglesia. Así se forma una trilogía: “Yo para ti, tú para mí y ambos para Dios”.

Vocación al amor orgánico

Podemos describir al amor como la tendencia que impulsa a dos seres, de naturaleza semejante y a la vez diferente, a complementarse y a unirse entre sí. De esta diferencia de valores brota la tendencia a buscarse y a enriquecerse mutuamente.
Al enfrentarse con la vida matrimonial, lo primero es tomar esto en serio: tú y yo tenemos que crecer en el amor, tú y yo estamos en una historia que tiene comienzo, que tiene mitad y que tiene fin; estamos en un encuentro vital, dinámico, en el cual yo tengo que irte asimilando. No puedo partir de la base que yo ya te asimilé, que yo ya te conozco, que ya te he captado plenamente, que ya me he entregado totalmente a ti o que tú te has entregado plenamente a mí. Yo tengo que aprender a asimilar todo lo nuevo tuyo y tengo que tener mucho cuidado para no etiquetarte, para no quitarte las posibilidades.
Tú estás creciendo, yo estoy creciendo, nuestro amor va a seguir creciendo y va a ir tomando nuevas formas. Esto es realmente importante. Basta ver cuántos matrimonios fracasan porque, en el fondo, cayeron en una especie de infantilismo del amor, simplemente por etiquetar a la otra persona, por quitarle posibilidades, por tender en definitiva a ponerle límites a la vida y la vida no admite límites.
Debemos caminar juntos. O camino junto contigo y tú conmigo o, a la larga, nos separamos. Es muy fácil en la vida conyugal caer en el individualismo, atentando así contra el compromiso adquirido delante de Dios; cuando yo no sigo el ritmo tuyo y no te invito suavemente a seguir mi ritmo, cuando yo quiero seguir caminos propios, entonces estoy destruyendo el signo sacramental.
Hay un segundo principio de manifestación del amor orgánico y es el principio de comunicación. Igual como hay un principio de crecimiento en el amor, es necesario que haya también un principio de comunicación. Si no hay comunicación de la vida, no hay crecimiento de la vida. Entre los esposos debe existir una forma de conexión, y esta conexión es el diálogo.

Son cuatro las formas de diálogo en el matrimonio: el diálogo afectivo, diálogo espiritual, diálogo físico o sensible y diálogo sobrenatural.
Estas cuatro formas del amor tienen sus propias leyes y manifestaciones, sin embargo, llevan a una permanente integración, de tal manera que la carencia en un campo repercute necesariamente en los otros. Cuando hablamos de diálogo no hablamos de “conversación”, porque son dos cosas muy diferentes. Existe diálogo cuando hay encuentro de personas. El diálogo comienza cuando en poco se dice mucho, cuando se encuentra un Yo bien definido con un Tú bien definido; y es un encuentro amoroso, un encuentro personal.
El amor es aceptación del tú con todo aquello que le es propio, positivo y negativo. El verdadero amor se enfrenta con personas y éstas son siempre originales. Es condición fundamental de la madurez la capacidad de aceptar la originalidad de los demás. Te pase lo que te pase, te acepto así y vamos a luchar juntos. Aunque tú puedas cambiar te acepto y sigo tu destino, acepto tu historia, tu realidad.

Vocación al amor fiel

La fidelidad es la permanencia pura, lozana y creadora del primer amor, es cuando el amor que se han jurado se mantiene puro, lozano y creador a través de las pruebas del tiempo.
El amor espiritual, por su propia naturaleza, tiende a eternizarse; tiende a quebrar las barreras del tiempo. Nadie que ame verdaderamente pone plazos, la condición de autenticidad es un “para siempre”. Sin embargo, el tiempo es corrosivo, todo aquello que está sometido a la acción demoledora del tiempo termina por ceder y derrumbarse.
El amor espiritual que es lo más profundo del verdadero amor humano, es un permanente desafío a la acción del tiempo. Un amor que vence las pruebas del tiempo, que vence la prueba de la rutina, del desengaño, de los malos entendidos, de los sufrimientos, de las actitudes, del peso del pecado original manifestado en orgullo, egoísmo y deslealtad, un amor que a pesar de todo eso se mantiene puro, lozano y creador, merece eternizarse.
En segundo lugar, el amor lozano es el amor que encuentra siempre el camino de la unión íntima y personal. No se gasta, no envejece, no se cansa, no se aburre, no se hastía, y cuando aparecen las cosas negativas, vuelve a tener paciencia, vuelve a empezar, vuelve a buscar, vuelve a querer, vuelve a perdonar una y mil veces.
Amor lozano que no envejece porque se renueva constantemente en la fuente inagotable del tú.

¿Cuáles son las pruebas del tiempo?

La rutina se produce cuando la repetición de las mismas manifestaciones de amor, de los mismos diálogos, va cansando y va rebelando porque no se va renovando la intencionalidad. El signo exterior permanece, pero vacío de contenido, y un signo de cariño hecho sin cariño es ofensivo, casi una burla. Por eso, e aquellos signos cotidianos en los cuales se expresan las diversas formas del amor conyugal, si no se renueva la intencionalidad, cansan y rebelan: la caricia, el saludo, la oración en común, la relación sexual, etc. La intencionalidad muchas veces se nota en el modo de mirar, un saludo distraído, aunque se haga con una expresión aparentemente cariñosa, aunque se usen las palabras más cariñosas y dulces, termina por hastiar y crear resentimiento.
Cada gesto debe ser renovado en su intencionalidad y así se va venciendo la gran prueba de la rutina. Cada día tiene que ser distinto, cada gesto tiene que ser nuevo. La intencionalidad depositada en una mirada, en un apretón de manos, o en cualquier gesto lleno de alma, vivifica toda una relación. Para mantener esa donación personal e integral en cada gesto, se precisa tener el alma despierta, y esto es precisamente lo difícil.
Existen numerosa fuentes de desengaño: insatisfacciones, frustraciones graves cuando hay un cambio de roles y además el ambiente exterior.
Dentro del conjunto de elementos que componen el ambiente que rodea la vida familiar, hay uno que ocupa un lugar privilegiado: el trabajo. El hombre es susceptible de dejarse arrastrar por la pasión del trabajo, de tal manera que este se constituye en obstáculo de las relaciones personales.
El trabajo no integrado puede ser fuente de separación interior entre los cónyuges. En una auténtica política familiar, el trabajo debe estar al servicio de la vida familiar y de las personas. Los esposos deben también educarse para no caer en la tentación de escalar las cumbres económicas a costa de la felicidad conyugal.
Todos los matrimonios van a tener puntos de choque, y tienen su origen en el hecho real de que ambos tienen orgullo y ambos tienen egoísmo, entonces hay que solucionarlo conversando. Y aquí una advertencia especial y directa a todos aquellos que son melancólicos, que les gusta tragarse las cosas, y van guardando y guardando, hasta que de repente estallan. Esto no hay que permitirlo nunca, por ningún motivo, pues es cuestión de sinceridad frente al tú, y en el fondo, es cuestión de fidelidad. Las cosas que me están haciendo daño, te las digo por ti, y te las digo con respeto, con cariño, buscando una solución, no como una queja ni como quien quiere echar barro. Esto es importante, la conversación sobre los problemas que gestan los defectos y las faltas personales debe realizarse cuando el corazón está en calma, de otro modo no surten efecto.

Vocación al amor fecundo

Todo amor tiende a ser fecundo, y con mayor razón el amor matrimonial. Al auténtico amor no le basta con eternizarse, venciendo las pruebas demoledoras del tiempo, sino que necesita dar fruto, ser fecundo en la gestación y prolongación de la vida.
La primera fecundidad del amor matrimonial consiste en la creación de un mundo de relaciones personales profundo e integral. Fruto de estas relaciones íntimas, son los hijos, que a su vez constituyen la tarea primordial de ambos. Para que las relaciones mutuas puedan ser ricas y para que el fruto primordial de ellas, los hijos, puedan desarrollarse plenamente, entre ambos, gestan el ambiente familiar. Este patrimonio es múltiple: moral, ideológico, religioso, político, económico y social.
En el matrimonio moderno se constata una verdadera crisis de fecundidad, no sólo porque los hijos dejaron de ser considerados como una bendición, sino también debido al desequilibrio de acentuaciones en la formación del patrimonio familiar. En la sociedad moderna, al hablar de los hijos se connota siempre algo problemático.
No es la paternidad o maternidad biológica la que satisface la necesidad de plenitud, sino aquella que se experimenta por la gestación espiritual de los hijos. Esto supone darles un sí alegre, responsable e integral.
También en la gestación del patrimonio familiar existen desequilibrios que reducen a la familia a su mínima expresión de fecundidad. Para muchos, el concepto de patrimonio sólo se refiere a los bienes materiales. Con esta concepción, todo el esfuerzo de los cónyuges se aboca a conseguir estos bienes. El resto, bienes culturales, religiosos, morales y afectivos, pasan a segundo plano o simplemente son olvidados. Así muchos padres no se inmutan que a sus hijos les falte acogimiento, que no tengan la ocasión de conversar con ellos, que no reciban ningún alimento espiritual.
El tema central del diálogo familiar ha de ser el enriquecimiento integral del patrimonio. Es para esto que cada uno agudiza su ingenio, profundiza su cultura, ennoblece su carácter. Una familia que no es capaz de gestar una mentalidad original, que no posee principios propios, que no tiene un estilo de vida adecuado, es una comunidad infecunda. El hogar será poco atractivo, y por consiguiente, estará siempre en peligro de disolverse. Mientras más rico el patrimonio espiritual de la familia, tanto mayor fuerza de atracción ejercerá en cada uno de los miembros de ella. Una familia fecunda en este sentido, es normalmente la cuna de personalidades maduras, armónicas y ricas.
La fecundidad, además de plasmar el interior de la comunidad familiar, debe proyectarse hacia fuera, tanto hacia la sociedad como hacia la Iglesia. Un hogar fecundo se transforma en un centro de irradiación de valores: es estímulo y orientación de la vida de otros.

Educación de los hijos, para nuestra meta, agregamos en un hogar fecundo

Vivimos un cambio cultural de gran trascendencia. Las costumbres que conforman nuestro ambiente ya no son cristianas, están cambiando y cada día son más contrarias al espíritu cristiano.
Queremos ser semilla de una nueva cultura y eso requiere conciencia de misión. Es algo decisivo para nosotros, pero también lo es para nuestros hijos. Sin duda podemos inculcarles una cantidad de ideales y consolidar algunas formas de vida al interior del hogar, pero más tarde, esas formas se verán inevitablemente sometidas a una confrontación. En el colegio o en la universidad, nuestro hijos serán vistos como “bichos raros”, o porque no han visto tal o cual programa de televisión, porque no hacen esto o lo otro, o porque se visten de modo distinto a la mayoría de los jóvenes. Se verán sometidos a una presión constante en su ambiente. Si los anima una clara conciencia de misión, podrán defender sus convicciones y valores. Pero si no poseen esa conciencia de misión, inevitablemente serán succionados por el ambiente.
El hecho constitutivo esencial del ser padre está dado por el acto de engendrar vida según la propia naturaleza. Si se ha engendrado vida se es responsable de ella. La paternidad nos impulsa a cuidar, proteger y ayudar a que esa vida alcance su propio desarrollo. La culminación de la paternidad es el logro de la máxima realización del hijo, su plena autonomía y dignidad. La paternidad, y en este sentido, la autoridad, está centrada en el tú y consiste en servir abnegadamente esa vida de la cual somos responsables.
Gran misión ésta de la paternidad, de la que no pocos padres están tentados hoy de abdicar, optando por una relación de “igualdad” con los hijos, que acaba por privar a estos del apoyo psicológico y moral que necesitan para superar felizmente la fase precaria de la niñez y de la adolescencia.
El P.Kentenich da especial importancia a la carencia de vínculos positivos en el hogar, los que constituyen la red básica de vínculos naturales. Dentro de este ámbito destaca la falta de vivencias positivas de la relación paterno - filial. Por la falta de una sana vivencia paternal el hombre moderno no puede establecer un contacto filial, afectivo y personal con el Padre Dios.
Se advierte cada vez con mayor claridad la necesidad de poder contar con padres que sepan desempeñar su papel, uniendo la ternura con la seriedad, la comprensión con el rigor, la camaradería con el ejercicio de la autoridad, porque sólo así podrán crecer armoniosamente los hijos, dominando los propios miedos y disponiéndose a afrontar con coraje las incógnitas de la vida. En San José podemos encontrar el modelo de una paternidad capaz de incidir positivamente en el proceso educativo de nuestros hijos, no sofocando, por una parte, su espontaneidad, ni abandonando, por otra, su personalidad aún inmadura, a las experiencias traumáticas de la inseguridad y de la soledad.
La meta que orienta el ejercicio de la paternidad es el crecimiento del hijo, el desarrollo de su originalidad. El hijo debe llegar a ser lo que Dios quiere que él sea y no lo que el papá quizás desearía que fuere. Expresado en otras palabras, la meta es “la autonomía de vuelo” del hijo, es decir, que llegue a ser una personalidad autónoma, libre, alegre, segura, capaz de decidir por sí misma y de realizar lo decidido.
La modalidad en que el padre ejerce su paternidad es el servicio abnegado y lleno de respeto al hijo. Tanto la paternidad como la maternidad requieren un total olvido de sí mismo, lo cual entraña una alta cuota de heroísmo y renuncia. El espíritu que anima interiormente la paternidad es el amor creador, capaz de plasmar vida, un amor que nunca acaba, aunque el hijo haya abandonado la casa paterna.

Aspectos pedagógicos a tener en cuenta: El padre debe dar apoyo emocional a sus hijos. Sólo la irradiación de personalidades que nos infunden, sin pretenderlo, seguridad, fe, confianza en la vida y en nosotros mismos, es lo que despierta nuestra gratitud y admiración. Es, a la vez, el lugar de donde sacamos fuerzas para hacer nuestro propio camino de vida. El hijo necesita encontrar en su padre ese apoyo existencial. El padre es principio de vida, y como tal, reflejo del poder de Dios Creador. El poder creador de Dios es un poder lleno de amor, de sabiduría y cuidado paternales. El hijo debe percibir instintivamente esta realidad de su padre, necesita ver en él el reflejo de la sabiduría de Dios.
El hijo debe sentir que su padre es la última autoridad en el hogar, autoridad compartida con la madre, pero también, debe sentir que esa autoridad está a favor suyo, que no es arbitraria ni meramente exterior. La corrección o el eventual castigo nunca es experimentado por el hijo como una humillación o desahogo de la rabia o tensión del padre. Al contrario, se siente incluso enaltecido por ella, pues sabe que si el papá lo corrige es porque lo aprecia y quiere, siente que ese castigo es justo y que no le quita el afecto personal que su padre siempre le profesa.
Nuestros hijos deben sentir que nuestro corazón es un pozo profundo en el que ellos pueden arrojar sus penas, sus problemas y sus culpas sin perturbarnos. El padre sugiere, invita, alienta, corrige y encauza, pero da siempre a su hijo la impresión de que, haga lo que haga, lo va a respetar y que no se sentirá ofendido si no sigue sus consejos.
Si la mujer, por su maternidad, está llamada a cobijar y a anclar afectivamente a sus hijos al hogar, al hombre corresponde abrir el hogar al mundo exterior. Está llamado a ser puente entre el hogar y el mundo. En este sentido, la función paternal es esencial para desarrollar la capacidad de contacto de sus hijos y para que estos se animen a asumir responsabilidades. La misión del padre es enseñar a sus hijos a actuar como personas libres y responsables, acostumbrarlos y prepararlos a que sepan enfrentar la vida con todos los escollos y durezas que entraña, para que ellos también, algún día, se conviertan en padres. En suma, la formación, educación de hijos maduros que sepan vivir el amor cuando se casen para siempre y para toda la eternidad. Que inicien la vida conyugal con el convencimiento de que el matrimonio es una escala superior del amor heroico.
La auténtica paternidad siempre busca que el hijo aprenda por sí mismo, que se atreva a realizar cosas sin temor a equivocarse o al fracaso. Sólo así será posible que desarrolle progresivamente su personalidad y su autovaloración.

Conclusión

Monseñor Bonet Alcón en el artículo mencionado nos dice: “En el fondo hay una incapacidad de entregarse a otro. El mundo de hoy no predispone mucho para contar con la salud psíquica que exige el matrimonio. O ¿acaso no se fomenta que el narcisismo o la incapacidad de sacrificarse por el otro o por el sexo fuera del matrimonio es mejor?”
Abriga la esperanza de que la sociedad tarde o temprano lo revalorizará porque es lo mejor para la mujer y el hombre. Con lo expresado por Monseñor, sabemos del deterioro de la familia natural, por divorcios, conflictos y rupturas familiares. En el matrimonio no pocas veces vemos un amor débil, desordenado, rutinario y egoísta. La mayoría de los conflictos conyugales son ocasionados por los propios conflictos personales, por la inmadurez de la pareja.
Cuesta mucho estar siempre para un tú, porque significa renunciar muchas veces a los propios gustos personales. No siempre se llega al amor exclusivo, por lo tanto fiel. Aquí juega un papel muy importante la aversión al sacrificio, a la magnanimidad y a la entrega total.
Si bien el P. K. encontró e interpretó la imagen rectora del hombre nuevo en la comunidad nueva en el “seno del tiempo”, también reconoció la imagen de ese hombre en el tiempo en forma negativa. En el proceso de su despliegue cada vez más claro desempeñaron un papel importante aspectos muy negativos del trasfondo histórico. Las expresiones centrales que utiliza son “disolución de vínculos” y “carencia de raíces” como consecuencia de una tradición normativa que se torna cada vez más quebradiza.
“Nuestro tiempo no tiene sensibilidad para los vínculos, nuestra época huye de los vínculos en todas partes y no quiere tener nada que ver con ellos, por vínculos entendemos las vinculaciones interiores… Si consideran el segundo ámbito, el del vínculo sacramental del matrimonio saben, por cierto, lo frágil que es este lazo religioso”. Con respecto al individualismo el Padre dice que “ha ubicado al hombre en una postura orientada en forma extremadamente unilateral hacia el propio yo, hacia el sí mismo, no le ha permitido experimentar lozana y alegremente estar junto a otros, no le ha permitido decir tú armoniosamente, ni respecto del tú humano ni del tú divino…” (P.K.).
Ante el hombre, 1º descristianizado, 2º despersonalizado, 3º desmoralizado, 4º interiormente desgarrado, el Padre se pregunta “cómo debe ser el hombre católico que exige Dios”, y responde: 1º el hombre total y absolutamente cristiano, 2º total y absolutamente personalizado, 3º total y absolutamente lleno de alma, 4º total y absolutamente unido en su interior. Un hombre integrado, absolutamente maduro.
Nosotros contamos con nuestra aliada, maestra del amor, nuestra Mater, quien nos regala desde el Santuario la gracia de la integridad, nos regala madurez afectiva para transformar nuestro corazón desordenado en un Santuario Corazón.
Contamos también con la auto educación, la cual nos permite crecer interiormente para convertirnos en mujeres nuevas, personalidades maduras, armónicas, vinculadas, capaces de vivir un matrimonio que sea una adecuada expresión de una unión de amor profunda y espiritual. Mujeres que sean el alma del hogar en el que se educan futuros hombres nuevos, libres, responsables, vinculados, capaces de vivir “la muy necesaria y otorgada por Dios, institución del matrimonio” (Benedicto XVI).
Para nosotras, el equipo redactor, las inquietudes de Monseñor Bonet Alcón nos permitieron releer y repensar a nuestro Padre y Fundador ante quien no perdemos jamás la capacidad de asombro porque siempre encontramos en él las respuestas justas a la problemática de nuestro tiempo.
Así con la alegría y la fuerza del primer amor y recordando la exhortación de Juan Pablo II a los miembros de la Obra de Schoenstatt, permanecemos fieles a su carisma y le decimos: “Si Padre, tu herencia nuestra misión.

Susana Corti, Silvia Ruiz Guiñazú, Cristina Erice, María Rosa Reinhardt.
1º Curso “Altera María, Splendor Ordinis”.

Bibliografía:

El Diálogo Conyugal. Orientaciones para el mutuo conocimiento. P. Jaime Fernández Montero. Ed. Patris.
Santidad Matrimonial.
El Ideal del Matrimonio. P. Rafael Fernández. Ed. Patris.
Nuestro Estilo de Vida. P. Rafael Fernández y Hna. María Angélica Infante. Ed. Patris.
“La Educación de los hijos”. Carisma nº15
En libertad ser plenamente hombres. José Kentenich, una presentación de su pensamiento en textos. P.King, Herbert. T.1. Chile. Centro Gráfico Prisma. 2003.
Lunes por la tarde, reuniones con familias. P.Kentenich, José. Chile. Ed. Schönstatt S.A. 2003
Y por eso yo amo a todos y cada uno. P. Schwizer, Nicolás.Retiros Y. Paraguay. Ed. En Alianza.2003
Un educador profético. Fundamentos sicológicos de la Pedagogía del Padre Kentenich. Siegel, Wolfgang Paul. Chile. Ed. Patris S. A. 2004
Hacia la integración de la personalidad. P. Carmona.Guillermo. Buenos Aires. Ed.Patris Argentina. 1992
La Afectividad. Carisma. nº 28. Chile. Ed. Patris.199o

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“La mujer hoy y acá”

A la luz del Ideal del 2º curso
“Filia Patris, inscriptio cordis in cor, corazón de la Iglesia, nuevo Nazaret”

Las dificultades por las que esta pasando la mujer hoy y acá, las podemos enfocar desde dos puntos de vista:
1) crisis de identidad
2) problemática concreta: económica, laboral, personal, etc.

Ya Puebla dice “ la juventud femenina está pasando una crisis de identidad, por la confusión reinante acerca de la misión de la mujer hoy” (1174).
Dios creó al hombre y a la mujer a Su imagen y semejanza con el fin de que colaboren y se ayuden mutuamente por medio de la complementación en Su obra creadora.
Cuando en el Génesis se habla de ayuda, no se refiere solamente al ámbito del obrar sino también al del Ser.
Feminidad y masculinidad son complementarios entre sí, no solo desde el punto de vista físico y psíquico sino ontológico.
Gracias a ello lo humano se realiza plenamente.

1) ¿Qué es lo que destruye la identidad femenina?

La mujer cumple un rol en una sociedad y en una cultura determinada, es lo que se le impone. Pero la identidad, es mucho más que un rol: tiene que ver con el deber ser, no con lo que, de hecho, se está siendo o imponiendo ser.
Nuestra cultura es utilitarista y por eso, lo que importa es qué papel cumple la mujer, qué función se le asigna.
La nivelación con el hombre, la igualdad de derechos, implica la pérdida de su originalidad femenina.
Dios ha pensado al ser humano como una realidad bipolar: hombre y mujer. Son complementarios: iguales en dignidad pero diferentes en modalidad y destinados a enriquecerse el uno al otro.
Por eso, cuando el P. Fundador habla de crisis de los sexos, se refiere a un aspecto de esta cultura actual, que hace perder a la mujer su identidad de tal.
Iluminar la imagen de la mujer a semejanza de María, es el camino a seguir.
“María, por su cooperación libre a la nueva Alianza de Cristo, es, junto a Él, protagonista de la historia. Por esta comunión y participación, la Virgen Inmaculada vive ahora inmersa en el misterio de la Trinidad” ( Puebla 293 )
“En María, el Evangelio penetró la feminidad, la redimió y la exaltó. Esto es de capital importancia para nuestro horizonte cultural, en el que la mujer debe ser valorada mucho más y donde sus tareas sociales, se están definiendo más clara y ampliamente.
María es garantía de la grandeza femenina, muestra la forma del ser mujer, en su identidad no en su rol, con esa vocación de ser alma, entrega que espiritualice la carne y encarne el espíritu” (Puebla 299)
María simboliza el poder de vida y de servicio a la vida, el poder del amor.
El hombre construye la casa, la mujer la convierte en hogar, dice un dicho popular.
Ella es el lazo de unión, la que está llamada a abrir el diálogo, a una entrega servicial y generosa, donde se crea verdaderamente una familia, donde se comparte el corazón.
Por eso es de vital importancia en las familias de hoy plasmar en nuestros hijos una sana devoción a Maria, una devoción que eduque mujeres según Su imagen.
Será encontrando mujeres que reflejen la nobleza femenina de María, cómo el hombre podrá ir descubriendo esa belleza, esa riqueza que encarna la mujer y aprendiendo a valorar lo femenino.

2) Problemática actual

No puede desconocerse la problemática concreta de la mujer hoy.
La crisis económica la obliga a trabajar, dejando su casa y su familia para colaborar con el presupuesto familiar.
También hay quienes deseando realizarse en su vocación , muchas veces, padecen las mismas problemáticas.
El que la mujer tenga que estar ausente de su hogar conlleva, muchas veces, que se le presenten crisis y dificultades:
· personales: sentimiento de culpa, de abandono del hogar
· familiares: falta de la presencia femenina
· laborales: la mujer se siente tironeada entre su hogar y su trabajo.

¿Cómo podríamos ayudar a cambiar estas dificultades?

Ante todo sintiéndonos orgullosas de ser mujeres, encarnando los valores femeninos, los valores de María .
Desde nuestro I de C y nuestro E De Vida, podemos decir que la Filia Patris tiene como característica primordial, el ser orante.
Sabe y siente que vive en el corazón de Dios y de la Mater.
Se sabe guiada y educada para poder decir: ¡Sí Padre, hágase en mi tu voluntad!
Lo ofrecemos primero en la oración y luego en la vida con aceptación gozosa.
Nuestro ¡Sí Padre, hágase! sólo es posible como don del Espíritu Santo, como gracia recibida en la oración.
Consagradas a la Mater, tratamos de que Jesús se encarne en nosotras y así poder estar de pie frente a las crisis y dificultades de la vida.
Aspiramos a ser signos de esperanza en el mundo de hoy, disponibles y dóciles a la voluntad del Padre.

Jesús se encarnó por el Fiat de María y nosotros, como pequeñas Marías, queremos prolongar y actualizar ese Fiat para que Jesús se haga presente hoy y siempre y continúe su obra redentora.
La sociedad actual nos impulsa a hacer valer en primer lugar nuestro yo, nuestro querer, para sentirnos realizadas . Muchas veces no nos cuestionamos sobre cuál es la voluntad de Dios.
Nosotros proponemos primero discernir en la oración, siempre pedir al Espíritu Santo, para saber cuál es la voluntad de Dios, aunque el mundo nos diga lo contrario, hacer como hizo el Padre Fundador; buscar siempre la ley de la puerta abierta.
Decir hágase tu voluntad, implica muchas veces incomprensión o críticas.


En este mundo mecanicista, desarraigado y confundido, queremos:
vivir con el corazón abierto al cielo
· crear hogares, no sólo los nuestros sino allí donde nos toque actuar
· forjando familias a imagen de la Sagrada Familia de Nazaret
· que puedan ser fuente de vida para muchos.
Reconocemos nuestra pequeñez y se la entregamos al amor misericordioso del Padre, abandonándonos en sus manos.

Isabel Gortari, Silvia Sánchez y Graciela Horga
2º Curso
“Filia Patris, inscriptio cordis in cor, corazón de la Iglesia, nuevo Nazaret”

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“A la sombra del Santuario”

Tema de actualidad de la Iglesia de Córdoba. Comentado desde el ideal del 3º curso: “Mujer nueva, portadora de Cristo, sirve gozosa como manantial de agua viva!”
“2007: Con Jesús salimos, confiamos, nos valoramos”
Lema Diocesano.

Escuchen, el sembrador salió... (Mc. 4, 3)
En este camino evangelizador sabemos que hay “semillas” del Reino que ya están presentes y germinan en distintas tierras .Semillas que se hacen luz y se transforman en esperanza: semillas de sueños y proyectos, logros y desafíos, horizontes y promesas que brotan con la fuerza propia de la gracia y a la vez requieren, para desplegarse, de nuestro esfuerzo laborioso y perseverante, lento y continuo de las distintas comunidades de nuestra iglesia de Córdoba.
El texto elegido de la Palabra de Dios comienza con Jesús diciendo: “Escuchen: el sembrador salió…” y finaliza diciendo “el que tenga oídos para oír que oiga”. Esto pone de relieve que Jesús quiere decirnos algo nuevamente, nos quiere enseñar, El es el Maestro.
Por eso nuestra escucha debe ser atenta e inteligente, de tal manera que nos permita descubrir y secundar los caminos del Señor en nuestras comunidades pastorales y particularmente en la realidad del día a día, en casa, en el trabajo, en la sociedad, porque el Señor esparce su semilla en todos los terrenos de la existencia humana.
Por eso pedimos al Señor: ¡ayúdanos a escucharte!
“El sembrador salió” nos recuerda que Dios siempre sale a nuestro encuentro. Su amor entrañable se comunica a nosotros desde la misma creación hasta su plena manifestación en Jesucristo, siempre actualizada por la gracia del Espíritu Santo.
Tomando este modelo de amor nosotros decimos como Iglesia local ¡Con Jesús salimos, confiamos, nos valoramos!
Deseamos salir respetuosamente para llegar a todos, un salir que genere encuentro de amigos, de vecinos, de hermanos, también con los que nos sentimos lejanos y diferentes, con los que hemos olvidado y dejado al borde del camino, con aquellos que están solos y cansados de caminar, confiando en la fuerza de Dios y en la confianza y valoración de los demás. María Santísima nos guía en el camino como discípulos y misioneros de Jesús.
Ella fue la primera y más perfecta discípula.
Ella fue la primera misionera llevando al Señor en su seno, visitando a sus parientes Isabel y Zacarías y siendo para todos motivo de bendición y de gozo intenso.
A Ella le encomendamos los frutos de conversión y de renovación de esta Cuaresma y los siguientes pasos del este plan pastoral y le pedimos que nos alcance la riqueza de dones y de la alegría que brotan de la Pascua de Su Hijo.
Carlos José Ñañez - Arzobispo de Córdoba

Presencia de Schoenstatt en Roma

Según Benedicto XVI, hay dos reglas fundamentales que es necesario aplicar para que los movimientos eclesiales mantengan una relación armónica con la Iglesia universal:
“no apagar los carismas”
“la Iglesia es una”.
Así lo explicó este jueves al responder a una pregunta del padre Gerardo Raúl Carcar, de la comunidad de los Padres de Schönstatt, llegado a Roma hace seis meses desde Argentina para ser vicario cooperador de la Parroquia de San Jerónimo en Corviale.
Por eso, presentó sus dos reglas:
En primer lugar citó a San Pablo en la Primera Carta a los Tesalonicenses, cuando dice “no apaguéis los carismas”.
“Si el Señor nos da nuevos dones tenemos que dar gracias, aunque a veces sean incómodos --aclaró--. Y es algo bello el que, sin que se haya dado una iniciativa de la jerarquía, con una iniciativa desde abajo, como se dice, aunque también provenga desde lo Alto, es decir, como don del Espíritu Santo, nazcan nuevas formas de vida en la Iglesia, como nacieron en todos los siglos”.
Citó el ejemplo de San Francisco de Asís, al fundar la Orden Franciscana, y de San Benito, fundador del monaquismo occidental, para constatar que en ambos casos, inicialmente, se trataba de movimientos.
“En todos los siglos han nacido movimientos”, aclaró.
“Se integran en la vida de la Iglesia, aunque en ocasiones no falten sufrimientos y dificultades, sus límites, crean también dificultades” constató.
Al comentar la segunda regla “la Iglesia es una” afirmó: “Si los movimientos son realmente dones del Espíritu Santo, se integran y sirven a la Iglesia y en el diálogo paciente entre pastores y movimientos nace una forma fecunda, en la que estos elementos se convierten en elementos edificantes para la Iglesia de hoy y de mañana”.
“Este diálogo tiene lugar a todos los niveles comenzando por el párroco, por el obispo, por el sucesor de Pedro tiene lugar la búsqueda de las oportunas estructuras: en muchos casos, esta búsqueda ya ha dado sus frutos”, afirmó.

El Padre Carcar cuenta los detalles ocurridos en la audiencia con Su Santidad

El jueves pasado, alrededor de mil sacerdotes que colaboran de diversas formas en la diócesis de Roma estuvimos reunidos con el Santo Padre, el cardenal Ruini y los obispos auxiliares en el Aula de la Bendición (sobre el atrio de San Pedro, donde está la ventana desde la que se proclama por ejemplo el nombre del Papa electo y los santos canonizados).
Se trata de un encuentro anual en el que el obispo de Roma recibe a sus sacerdotes, y pide expresamente le participen de sus alegrías, hagan sus preguntas y planteen los problemas observados en el ministerio.
Le pedí a la Mater me permita hacerle las preguntas al Papa no en primer lugar y tampoco muy tarde. En realidad me gustaba el cuarto puesto. ¡Pues Ella me lo concedió!
Le envío en esta una traducción que acabo de hacer de la reflexión y las preguntas que yo le hice al Papa
El Papa tuvo muy buena predisposición, sonrió en varias oportunidades, como también el cardenal Ruini e improvisó una respuesta que transcribo brevemente de los apuntes que pude tomar:

“Los carismas son dones del Espíritu aún cuando sean incómodos para la Iglesia. Como también incómodo fue San Francisco en su tiempo.
En todos los siglos existieron movimientos de renovación religiosa y convivieron con las Iglesias locales y con la institución eclesial no sin sufrimiento y dificultad.
La Iglesia es una y si los movimientos son verdaderamente un don del Espíritu Santo, se deben insertar pacientemente en la vida de la Iglesia local. Ejemplo: las acotaciones que le hicieron recientemente al Camino Neo catecumenal. Hizo un poco de chistes con ironía finísima sobre ellos, que luego las publicaciones prudentemente no transcriben.
Dejó entrever que allí aun hay varias cosas para discernir y resolver.
Actitudes a tener por todos: gratitud, paciencia, aceptar los sufrimientos de la convivencia como se debe hacer en el matrimonio.
Pero ¡los movimientos tienen un lugar teológico y pastoral! por lo tanto seamos agradecidos al Espíritu, seamos obedientes al Señor, seamos generosos”. Estas dos presencias de Schoensttat, tanto en la Diócesis de Córdoba y por medio del P. Gerardo Cárcar en la audiencia con el Santo Padre en Roma, nos compromete a nosotras como miembros del 3º Curso de Federación de Madres de acuerdo a nuestro ideal y estilo de vida.“Mujer nueva, portadora de Cristo, sirve gozosa como manantial de agua viva!”
Cookie Heck de Nepote - Bibiana Beverina
3º curso

martes, abril 24, 2007

sábado, abril 21, 2007

El Papa cumple 80 años
Fuente: Catholic.net Autor: P. Fernando Pascual Se dice rápido: el Papa cumple 80 años.Quedan atrás años de aventuras, de ilusiones, de tristezas, de esperanzas. Los recuerdos se agolpan en la mente, las felicitaciones hacen presentes a corazones amigos, las ausencias dejan un sello de nostalgia.Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) nació un 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn. Cuando era niño, pudo tocar el drama de un pueblo sometido a la ideología atea y racista de Adolf Hitler, uno de los más trágicos representantes de la “cultura de la muerte”.Desde joven, en medio del profundo avance del mal que invadía Alemania y otros países, pudo percibir el Amor de Jesucristo. Sintió que Dios le llamaba, acogió una invitación superior a servir a sus hermanos en la Iglesia. Dijo que sí, fue aceptado en un seminario. En 1951, con 24 años, recibió la ordenación sacerdotal, mientras su Patria salía poco a poco de sus ruinas, y en Europa millones de seres humanos vivían sometidos a dictaduras despiadadas.Ratzinger inició pronto una intensa vida de estudios. Llegó a ser profesor, trabajó en el Concilio Vaticano II como experto, dio conferencias, escribió libros.En 1977, casi por sorpresa, el Papa Pablo VI lo invitó a dar un nuevo paso: ser obispo de Munich, y luego cardenal. Los libros y las clases quedaron en suspenso: el sacerdote profesor se convertía en pastor de un gran número de hermanos.Cuando el alma está disponible, Dios no deja de pedir nuevos senderos. En 1981, Juan Pablo II quiso que el cardenal Ratzinger viniese a Roma, ayudase al Papa en un puesto difícil y hermoso: la Congregación para la doctrina de la fe. El cardenal dijo nuevamente “sí”. El sí dado al Papa era continuación de un sí más profundo e íntimo a Jesucristo.El tiempo pasó lento, en años y años de decisiones a veces sufridas, con casos difíciles. El cardenal Ratzinger, amado por muchos, criticado por otros, esperaba la llegada de la paz, soñaba con un retiro sereno para volver a las conferencias y a los libros.Dios, nuevamente, intervino. “Otro te ceñirá y te llevará donde no quieras”. El 19 de abril de 2005 el cónclave había escogido como Papa a Joseph Ratzinger...Este 16 de abril será, ciertamente, un cumpleaños intenso. Homenajes y telegramas, llamadas por teléfono y momentos para la oración y el recuerdo. El Papa sentirá, en sus espaldas, el peso del tiempo y la Mano de quien le dijo “sígueme” hace muchos, muchos años, en una Alemania herida por una ideología despiadada, que necesitaba entonces, como ahora y siempre, un poco de amor y de consuelo.El Papa cumple 80 años. Los católicos elevamos por él una oración sentida, cordial, fraterna. Cristo, desde el cielo, no deja de guiar sus pasos y de iluminar su palabra. Algún día el Maestro dirá a su servidor: “entra en el gozo de tu Señor”. Mientras ese día llegue, un anciano Papa, de ojos vivos, seguirá con las manos sobre el timón, como Pedro, y echará las redes en el inquieto océano humano.El milagro de la pesca lo realizará, nuevamente, Cristo. Muchos corazones descubrirán, gracias a la ayuda del Papa, que la vida tiene un sentido, que el Amor es la vocación más bella de la vida humana, que un Padre nos tiene preparados un hogar, para siempre, en los cielos.
¡Muchas felicidades, Santo Padre!

lunes, abril 16, 2007

GRACIAS REGIÓN MEDITERRÁNEA!




Santuario de la Vida y la Esperanza


De iz a der: Alicia Rigo, Martha Brizuela, Bibiana Beverina, Inés Podestá, Ana Celli, Mili Ramaccioni, Liliana Bracci, Adriana Vélez, M.Ester Mas, Iris Wiersma y Susana Barros (Consejo Regional y educadoras).






Curso 7º

De iz a der.: Martha Brizuela, Alicia Rigo. Adriana Reyna, Liliana Bracci, Susana Barros, Ana Celli, Inés Podestá, M.Isabel Reyna, M.Esther Ubios, Ana Martínez e Iris Wiersma.



Gracias a todas y a cada una por su acogida, apertura e intercambio tan enriquecedor! a todas las pongo en el corazón de la Mater para que las recompense.

Fue una experiencia muy rica poder palpar la vida de la región y de cada curso, descubrir las caras de aquellas con las que intercambiamos mails y no nos conocíamos personalmente, conocer en qué está cada una, sus tareas apostólicas, sus dificultades, sus anhelos y su amor a la misión. Queda pendiente para otro viaje foto del 3º!
Siempre unidas en la Alianza, con mucho cariño. Inés


Curso 9º


De iz a der.: Atrás: Roxana Rey Nores (aducadora), Gabriela Rinke, Teresita Cabanillas, Paula Palacio, Marisa Rubio y Ely Aramayo. Adelante: M.Eugenia Rucci, Beatriz Mir, Nuria Platzeck, Inés Podestá, Alicia Barrale, Marta María Espina y Susana Vargas.



Curso 13º


De iz a der atrás: Pilar Freytes, Maggi Lupiañez, Dolores Calvo y Mara Sarría. Adelante: Ercilia Aricó, Marilén Otero, Lucrecia Carranza, Silvia Villegas y Vero Fallon





Curso 15º


Paradas de izq. a der.: Patricia Ferreyra, Juana Armesto, Ana Maria Alanis, Florencia Bernis, M.Ines González del Solar, Florencia Ramaccioni (con la Mater en sus manos), Nora Jalil, Elina Tonnelier; sentadas Maria Ester Mas (educadora) Stella Chacón, Delva Casavecchia, Alejandrina Stodart, Carmen Gandulfo Tagle, Leandra Valdez y M.Inés Jimenez.


Los demonios de la vida conyugal
Reflexiones del P.Nicolás

En el amor conyugal, el secreto es no luchar en contra de la edad, sino en unión con ella, tal es la regla de la sabiduría.

La infancia del amor conyugal. Al inicio es sobre todo alegría y esperanza. El amor es nuevo y está intacto. Los dos viven en estado de descubrimiento permanente.
Sin embargo, el amor no escapa a los ataques del tiempo. Una primera crisis, la de la desilusión, sacude el hogar naciente. El demonio de la desilusión hace que la imagen ideal que uno había construido del otro, comience a desvanecerse. Para vencer esta crisis habrán de aceptarse en sus imperfecciones. En esta época el matrimonio se constituye realmente.

La juventud del amor. Al final de la fase de adaptación, un mutuo conocimiento impide mayores roces. El amor se instala. Pero, si no se superó la crisis de la desilusión, el tiempo precipita la segunda crisis, la del silencio. Si el demonio mudo se apodera de los dos, caen en una especie de letargo. La pareja vive, entonces, en retroceso, sin crecer, sin un ritmo seguro, sin dinamismo. Vencer esta segunda crisis es indispensable para que sobreviva el amor.

La madurez del amor. Alrededor de los 15 años, los esposos han adquirido madurez. Con una juventud madura viven con serenidad. Son los años más hermosos de la vida conyugal. Ya no se habla de felicidad, como cuando uno es joven, simplemente se es feliz. Pero también puede producirse lo contrario, si no encontraron el camino del diálogo y de su unidad. Una tercera crisis, con frecuencia fatal, es la de la indiferencia. El amor se ha transformado en hábito, el hábito en rutina, y la rutina, por fin, en indiferencia. Se vive junto al otro, pero los corazones ya no están en contacto: el tiempo ha paralizado o incluso matado el amor. La vida en común no es más que una apariencia que se mantiene, sea por obligación ya que están los hijos, sea por conveniencia social.

Con el demonio de la indiferencia instalado, siempre hay lugar para un nuevo amor y, por ello, para la infidelidad y la separación.
El mediodía del amor. Entre los 45 y los 50 años, surge un nuevo peligro. En ambos es el difícil momento de los cambios físicos y sicológicos. La mujer pierde un atributo de su feminidad, la fecundidad. El hombre va perdiendo un carácter de su virilidad: el vigor sexual. Pero, antes de que se produzca ese declive, se da muchas veces una especie de vuelta a la adolescencia.

A esa crisis de la mitad de la vida se le ha dado el nombre: el demonio del mediodía. Si el matrimonio entra en esa etapa minado por la indiferencia y la rutina, el demonio del mediodía tiene grandes posibilidades de triunfar.

El renacimiento del amor. Si la pareja, ha sabido superar esa época turbulenta, entra en el período de una segunda madurez. Es el crepúsculo del amor, el momento en que el matrimonio disfruta de la unidad conquistada, de una armonía, profunda y de una nueva paz. Es la hora de una felicidad serena, sin choques y sin conflictos. El tiempo, que no perdona, ofrece entonces a los cónyuges la inapreciable recompensa del renacimiento del amor.

El reposo del amor. Vendrá, por último, la hora del reposo en que envejecidos en el amor ambos sólo tendrán reconocimiento el uno para el otro. Ni siquiera la dolorosa perspectiva de la muerte podrá perturbar a vejez del amor. Haberse amado hasta el final convierte la muerte en una cumbre, una victoria. Ante los hombres, como ante Dios, no existe un amor más perfecto que el de dos seres que han envejecido juntos y que se dan la mano para vencer las últimas dificultades, para gozar de las últimas claridades del día.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Alguno de estos demonios me es conocido?
2. ¿Qué puedo hacer para enfrentarlos?
3. ¿Cómo andamos con el diálogo conyugal?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com